Marco histórico y cultural






descargar 31.29 Kb.
títuloMarco histórico y cultural
fecha de publicación19.07.2015
tamaño31.29 Kb.
tipoDocumentos
l.exam-10.com > Derecho > Documentos
5. LA GENERACIÓN DEL 98. CARACTERÍSTICAS. PRINCIPALES AUTORES Y OBRAS

MARCO HISTÓRICO Y CULTURAL


A las causas generales de la crisis cultural de fin de siglo, se unen en el caso español la peculiaridad de su organización política y la liquidación de sus últimas colonias. La restauración borbónica crea un sistema político estable y duradero, pero con graves deficiencias e irregularidades internas.

Hasta 1890 el sistema electoral se rigió por el llamado sufragio censitario, que solo permitía votar a los varones poseedores de bienes o títulos académicos, su efecto fue la paralización debido a la debilidad de la burguesía y su pronta y desventajosa alianza con fuerzas vinculadas al antiguo régimen.

En 1890, bajo el gobierno liberal de Sagasta, se implantó el sufragio universal, pero en la práctica sus efectos fueron nulos pues se recurría sistemáticamente al fraude electoral, el “pucherazo”.

El riguroso turno de los gobiernos estuvo a punto de venirse a pique por las escisiones que se produjeron en los partidos mayoritarios (Silvela apartó a Cánovas y Gamazo le disputó la jefatura a Sagasta). A esto se une la situación conflictiva en las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Estas tensiones ya se habían manifestado en la guerra de 1868-1878. Las hostilidades se reanudaron de forma generalizada en 1895. Losa Estados Unidos habían protegido a los sublevados cubanos y filipinos con las miras puestas en una extensión de su influencia comercial y política a los últimos reductos de nuestro imperio. La excusa para declarar la guerra a España la encontraron en el hundimiento del Maine, buque de la armada norteamericana fondeado en La Habana.

Los grupos patrioteros y ultranacionalistas españoles, con frívola inconsciencia, forzaron al gobierno liberal de Sagasta a aceptar una guerra desigual, que se transformó a primeras de cambio en una aplastante derrota. El Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, puso fin al conflicto y entregó Cuba y Filipinas a los Estados Unidos.

El Desastre fue un golpe que arrastró a parte de la vieja retórica política hispana. A pesar de la guerra, el turno pacífico se cumplió a rajatabla. Los liberales tras firmar el pacto de París, abandonaron el gobierno. En su lugar se formó un gabinete presidido por Silvela. A raíz del Desastre cobran nuevos vuelos los regionalismos y los movimientos obreros también adquieren fuerza y protagonismo. Al mismo tiempo, quizá como compensación a la pérdida de Cuba y Filipinas, España comienza la ocupación del norte de África, de acuerdo con Francia y con el beneplácito de Inglaterra. Esta aventura colonial traería pingües beneficios para determinados grupos económicos y un sinfín de conflictos para la convivencia nacional. El más notable fue la “Semana trágica” que estalló en 1909 en Barcelona como protesta contra el envío de reservistas a Marruecos. Presidía el gobierno Antonio Maura, que empezó como abanderado de los ideales regeneracionistas propios de la época, fue mostrando cada vez más un autoritarismo reaccionario precursor de futuras dictaduras.

El término “regeneracionismo” se convierte tras el Desastre en “un lema de la política nacional”.

La indiferencia colectiva ante el Desastre contrasta con la inquietud de un reducido grupo de intelectuales y políticos que plantearon en libros y programas la necesidad de regenerar España. Esta tendencia tuvo dos aspectos relacionados pero distintos y, a veces, incluso contrapuestos: uno literario y otro social.

La preocupación por el atraso español y por la fragilidad de nuestro sistema de convivencia es antigua, puede remontarse al siglo XVIII (Feijoo, Cadalso, Jovellanos…), pervive durante el XIX (Larra, Galdós…) y desemboca, convertida en obsesión intelectual, en los años que preceden y siguen a la pérdida de las colonias. En 1890 Lucas Mallada publicó “Los males de la Patria y la futura revolución española”. En ella se pinta con negras tintas la situación del país y se proponen remedios que pasan inexcusablemente por el trabajo, la educación y el pragmatismo.

También Ganivet y Unamuno, este último en sus ensayos En torno al casticismo plantea, entre otras cuestiones, la necesidad de europeizar España y denuncia la enorme distancia entre la España real, la del pueblo que vive y sufre cada día, y la España externa de crónicas, libros y actas parlamentarias. A partir del 98 muchos más se alzaron invocando los males de la patria y clamando por sus remedios.

Las doctrinas del Regeneracionismo político son contradictorias y a ello se debe, sin duda, la rápida desintegración del movimiento. Pedía una revolución desde el poder que, paradójicamente, había de defenestrar a quienes lo detentaban: los caciques oligarcas. Desechados los mecanismos parlamentarios, los regeneracionistas encomiendan su revolución a “un cirujano de mano de hierro” cuya buena fe presumen arbitrariamente. Este dictador providencial tendría como misión realizar las reformas necesarias para la modernización de España. Fue Joaquín Costa quien acuñó el término de “cirujano de mano de hierro”. Varios han sido los candidatos a encarnar la figura mesiánica del férreo cirujano: Antonio Maura, Primo de Rivera y Franco.

Para Tuñón de Lara, el Regeneracionismo supone “una crítica del sistema concreto del régimen salido de la Restauración, que de la crítica del caciquismo resbala al antiparlamentarismo, de la crítica de los partidos turnantes a la crítica de los partidos políticos, todo lo cual acompañado de una serie de medidas empíricas en las que apuntan numerosos brotes del sempiterno arbitrismo hispánico”.

Los escritores finiseculares veían con desesperación cómo un pueblo atrasado e inculto era manejado por una oligarquía caciquil, dispuesta a arrinconar cualquier suerte de reforma.

Quizá Silverio Lanza quien con más insistente virulencia ha recreado este tema: el caciquismo,-dice- “es indispensable mientras influyan en la política (voten) gentes sin instrucción, sin educación, sin responsabilidad moral i material, sin civismo y sin conciencia de sus actos”. A continuación lamenta que en España todos los políticos prediquen “una democracia que no mejora nada, ni aun las condiciones morales y materiales de los electores infravertebrados, y que sólo beneficia a los caciques y a sus protegidos”.

Los novelistas y líricos normalmente considerados regeneracionistas, Unamuno, Baroja, Azorín, Maeztu, Silverio Lanza, Antonio Machado…, sintieron el influjo de las ideas de Costa, pero no siempre se mostraron de acuerdo con ellas.

Al igual que los grupos de presión regeneracionista, los escritores noventayochistas se disgregaron sin llegar a influir más que sobre las minorías intelectuales. Su legado más valioso es el descubrimiento del paisaje castellano como realidad estética. Sus reflexiones político-sociales sorprenden a veces por su agudeza y hondo calado, pero en la mayor parte de los casos constituyen un programa incompleto y contradictorio que sería utilizado más tarde por los grupos más diversos y contrapuestos.

En los años que preceden al final del XIX se perciben en la economía tres fenómenos notabilísimos: la paulatina concentración de capitales, con fuerte inversión extranjera, en la industria; una general desatención a la modernización del campo y un permanente desequilibrio presupuestario motivado por los gastos de las guerras coloniales. Así, crece la importancia de los sindicatos y los movimientos obreros, pero la política proteccionista fue cada vez más intensa, de esta forma se proporcionó grandes beneficios al capital; pero la falta de mercado interior con capacidad de consumo impidió un desarrollo industrial amplio.

Pocos escritores vivieron con intensidad el viraje capitalista que se produjo entre 1890 y 1915, tampoco se asociaron a la lucha sindical y la mayoría implicados en el socialismo lo abandonan con el tiempo.

La juventud intelectual de fin de siglo fue la primera beneficiaria de lo que Gómez Molleda llamó “la colonización espiritual de España” llevada a cabo por la Institución Libre de Enseñanza. Giner de los Ríos y sus colaboradores lograron en poco tiempo su propósito de formar una minoría intelectual. Entre los discípulos directos y los admiradores de Giner se encuentran muchos de los nombres significativos de la literatura y la política españolas: Julián Besteiro, Azorín, Machado, Unamuno…

Tuñón de Lara ha escrito que el krausismo supone una actitud intelectual, un estilo que “desborda los límites de una filosofía sistemática”. Fue Julián Sanz del Río quien propició la asimilación del pensamiento de Krause, y que se concreta en: ruptura con el conformismo ambiente; racionalismo armónico; inquietud intelectual; pasión por el saber; fe en la ciencia; racionalismo no incompatible con el panteísmo; y confianza en el ente intelectual de hombres honrados y preparados que condujeran a la nación hacia el progreso.

En 1910, siendo ministro el conde de Romanones, se creó un nuevo medio para el desarrollo de la Enseñanza superior: la Residencia de Estudiantes. Al frente de la institución estuvo desde sus orígenes Alberto Jiménez Fraud. Por ella pasaron figuras de relieve internacional. Fue un foco de ciencia y arte, cuyos momentos de mayor auge e influencia coincidieron con la época de las vanguardias.

LA GENERACIÓN DEL 98. CARACTERÍSTICAS


Gabriel Maura y González-Blanco al referirse en 1908 al grupo de escritores españoles que habían iniciado su carrera en los últimos años del siglo XIX, señalaron el influjo que sobre ellos ejerció la derrota de 1898 frente a los EEUU.

Con el rótulo de “generación del Desastre” se designa a Unamuno, Azorín, Baroja, Trigo, Valle-Inclán… Pero será Azorín quien cambie la alusión al Desastre por el de “Generación del 98” menos negativamente connotado, como rasgos señala “un espíritu de protesta y un profundo amor al arte”, lo que hace difícil la separación entre modernistas y noventayochistas.

Pedro Salinas en un ensayo de 1935 aplica al 98 el concepto de generación literaria de Julius Petersen, los requisitos son los siguientes pero hay que señalar que algunos son forzados y se dan por igual para los autores modernistas:

  1. Fecha de nacimiento próxima, once años separan al más viejo del más joven de los autores citados.

  2. Formación intelectual semejante. Salinas señala su coincidencia en el autodidactismo.

  3. Convivencia personal. Amistad entre Baroja, Azorín u Maeztu, contactos con Unamuno y Valle-Inclán, coinciden en tertulias, revistas literarias…

  4. Participación en actos colectivos propios. Se citan como significativos, un viaje a Toledo o el homenaje a Larra (1902), el homenaje a Baroja por Camino de perfección (1905) o la protesta contra el Nobel de Echegaray símbolo para Azorín de una España pasada.

  5. Factor de aglutinamiento. El acontecimiento que aúna sus voluntades fue el Desastre del 98.

  6. Existencia de un guía. Salinas piensa en Nietzsche como guía en la distancia, pero hoy sabemos que es mayor el influjo de Shopenhauer. Unamuno era muy respetado pero su postura era singular lo que no permitió hacer de aglutinante.

  7. Empleo peculiar del idioma. Son evidentes las novedades estilísticas que los distancian de la generación anterior. Salinas menciona que “el Modernismo no es otra cosa que el lenguaje generacional del 98”, lo que contribuye a hacer difícil la separación entre modernistas y noventayochistas.

  8. Anquilosamiento de la generación anterior. Campoamor y Clarín mueren en 1901, Valera, Galdós y Pereda ya no aportan nada nuevo.

En suma, los ocho requisitos están lejos de cumplirse en bloque.

Pedro Salinas llegó a la conclusión de que Modernismo y 98 se usan indistintamente para designar la misma cosa con leves diferencias de matiz. Para Ricardo Gullón hay un solo movimiento caracterizado por su rebeldía y por sus propósitos de renovación artística. Gullón escribe que “el Modernismo es una época en las letras españolas e hispanoamericanas muy rica y compleja; el noventayochismo, una reacción política frente al Desastre. Es desacertado enfrentar fenómenos heterogéneos y debemos aceptar el segundo como uno de los elementos del primero.

Pero para Díaz-Plaja Modernismo y 98 constituyen dos posiciones radicalmente distintas de la vida y del arte: el 98 es el reflejo de la castellanidad (sentido místico, emoción patriótica…), y el Modernismo es la expresión del mediterraneísmo (halago de las formas del mundo exterior). Otra diferencia es su formación, el 98 es un grupo de sociólogos que proceden en general del anarquismo, en su forma de vago idealismo y la generación modernista procede del esteticismo. Otra diferencia está en el tratamiento de la temporalidad: para los escritores del 98 la meditación acerca del fluir de las horas constituye la más honda y trascendente de las filosofías. El Modernismo, por el contrario, es ejemplo de lo que las cosas tienen de momentáneas y fulminantes.

Se puede hablar por tanto de generación del 98 para un grupo de escritores homogéneos al menos en su juventud, si bien ambos constituyen una misma generación histórica.

LA JUVENTUD DEL 98. EL GRUPO DE LOS TRES.

“Un espíritu de protesta, de rebeldía, animaba a la juventud de 1898”con estas palabras evocaba Azorín en 1913 los comienzos de su “generación”.

Azorín, Maeztu, Unamuno y Baroja, estos cuatro autores coinciden, pues, en profesar ideas muy avanzadas que son, una vez más, indicio de la crisis de la conciencia pequeño-burguesa (Mainer). Procedentes de clases medias fueron la primera generación de intelectuales que, de la vanguardia de la burguesía, intentó pasarse al enemigo (Mainer)

El llamado grupo de los tres constituye un episodio de interés dentro de la evolución de los noeventayochistas. Lo componen Baroja, Azorín y Maeztu que firman artículos con el pseudónimo de “Los tres”. “No podía el grupo –decía Azorín- permanecer inerte ante las dolorosa realidad española. Había que intervenir”. En 1901 publican un “Manifiesto”, con el deseo de cooperar a la generación de un nuevo estado social en España, pero fracasan, Unamuno les dirá que lo que ahora le interesa no son los problemas económicos y sociales, lo que le interesa es “modificar la mentalidad de nuestro pueblo”.

LA MADUREZ DEL 98. ACTITUDES, IDEAS Y TEMAS.

En 1910 Azorín señala que cada autor se ha creado una fuerte personalidad pero conservan un anhelo idealista como nota común. Le acompañan los siguientes rasgos:

  1. Se intensifica el entronque con las corrientes irracionalistas europeas (Nietzsche, Shopenhauer, Kierkegaard…) En relación con ello, puede hablarse de neorromanticismo.

  2. Adquieren especial relieve las preocupaciones existenciales. Como primeras manifestaciones de tales inquietudes son significativas tres novelas de 1902: Camino de perfección de Baroja, La voluntad de Azorín, y Amor y pedagogía de Unamuno, el rasgo común a las tres es la introspección angustiada. Ligado a esto la actitud ante lo religioso. Azorín derivó hacia un sereno escepticismo y luego a un catolicismo firme. Maeztu experimenta un cambio más temprano y radical, hasta llegar al catolicismo. Baroja mantendrá toda su vida un radical escepticismo. En Unamuno los conflictos religiosos y existenciales alcanzan la máxima agudeza y dramatismo en San Manuel Bueno, mártir.

  3. El tema de España se enfocará con tintes subjetivos, como dice Shaw “buscaron una respuesta abstracta y filosófica a los problemas concretos y prácticos planteados por el estado de España”.

    1. Las tierras de España. Todos ellos las recorrieron con amor y con dolor. Junto a una mirada crítica ante la pobreza y el atraso hallaremos una exaltación lírica de los pueblos y del paisaje, sobre todo Castilla. Esa valoración de las tierras castellanas es reveladora de una nueva sensibilidad estética, atenta a lo recio, a lo austero, a lo que sugiere más de lo que captan los sentidos.

    2. La historia de Azorín Buscan en la historia para descubrir las “esencias” de España, los valores “permanentes” y a menudo dan un salto hacia lo intemporal. Un aspecto de interés es la atracción por lo que Unamuno llamó “intrahistoria”: la vida callada de los millones de hombres sin historia que con su labor diaria hacen la historia más profunda. Sobre todo en su juventud el amor a España se combina con el anhelo de europeización.

    3. España en Unamuno. El problema de España es uno de los dos grandes ejes temáticos de la obra unamuniana. Su inmenso amor por la patria le arranca el famoso grito de ¡Me duele España! Y en Niebla exclama: ¡Español sobre todo y ante todo! Ya en 1895 plantea cuestiones centrales al 98: la valoración de Castilla, la articulación de españolismo y europeización, la idea de “intrahistoria”… El tema de España está presente en Por tierras de Portugal y España, Andanzas y visiones españolas

    4. España en Azorín. Azorín mira a España desde su obsesión por el Tiempo, por la fugacidad de la vida: así, hablamos de su anhelo de expresar lo que permanece por debajo de lo que huye, o de fijar en el recuerdo cosas que ya pasaron. Es muy claro en él aquel paso de lo histórico a lo intemporal. En el ensayo moderno destacan: Los pueblos, Castilla, otros libros y estampas son La ruta de Don Quijote, El paisaje de España visto por los españoles

    5. España y la Hispanidad en Maeztu. De su etapa juvenil son los artículos recogidos en Hacia otra España, una visión implacable de la postración del país, expuesta con singular exaltación. En Defensa de la Hispanidad, exalta la España imperial y su acción en América. En ensayo Don Quijote, don Juan y la Celestina.

    6. Baroja y España. De El árbol de la ciencia hay que recordar su denuncia de “deformidades”, pero también su defensa de España ante los ataques del extranjero. Confiesa tener “la preocupación de desear el mayor bien para mi país, pero no el patriotismo de mentir. No ocultará la realidad: España amada con amargura, aparecerá en su obra con sus miserias.

SIGNIFICACIÓN LITERARIA DEL 98. ESTILO.

Los noventayochistas contribuyeron poderosamente a la renovación literaria de principios de siglo. Como los modernistas repudiaron la retórica o el prosaísmo de la generación anterior. Larra fue considerado un precursor, sintieron también reverencia por los clásicos como Fray Luis, Quevedo o Cervantes, también el gusto por la literatura medieval, Berceo, Hita, Manrique…

De ahí la primera nota común, ir a las ideas, al fondo Con ella enlaza el sentido de la sobriedad, voluntad antirretórica acompañada de un exigente cuidado del estilo. Rasgo común es el gusto por las palabras tradicionales y terruñeras, ampliaron el caudal léxico. Destaca el lirismo procedente del subjetivismo, difícil separa lo que sienten de lo que ven.

En suma, la renovación estética de los noventayochistas es tal y tales sus logros literarios, que no en vano la crítica ha abierto con ellos –y con los modernistas- la Edad de Plata de nuestra literatura.

AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS

RAMIRO DE MAEZTU


Defendió posiciones próximas al socialismo en Hacia otra España, evolucionó a posturas más conservadoras en Defensa de la Hispanidad. Destaca por su ensayo sobre tres de los mitos de la literatura española: Don Quijote, don Juan y Celestina.

JOSÉ MARTÍNEZ RUÍZ, AZORÍN


Siguió una trayectoria similar a la de Maeztu en cuanto a posiciones políticas. Su obras literarias más destacadas son: La voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo, Los pueblos y Castilla. Las tres primeras son novelas, aunque próximas al ensayo, que con abundantes referencias autobiográficas, dan rienda suelta a evocaciones y reflexiones entrelazadas con un tenue hilo argumental. Las dos últimas son colecciones de artículos y pequeños relatos que rememoran viejos recuerdos, antiguas lecturas, pequeños detalles, tipos peculiares… La prosa de Azorín es muy significativa por lo que tiene de completa ruptura con la estética realista. Casi puede hablarse de disolución de la novela tradicional por la ausencia de hilo narrativo, la disgregación de estructural, la tendencia al intelectualismo… Se trata de un discurso fragmentario, rasgo que se relaciona con el deseo azoriniano de anular el tiempo y la acción. Pero hay un predominio de lo descriptivo y lo discursivo. Su prosa es sencilla.

MUGUEL DE UNAMUNO


Su trayectoria ideológica parte de la izquierda, estuvo exiliado en Francia hasta la caída de Primo de Rivera y aunque luego se puso de parte de los sublevados en la Guerra Civil enseguida se dio cuenta de su error lo que le llevó al arresto domiciliario hasta su muerte el último día de 1936.

Fue un gran ensayista, ejemplo de lo cual son sus libros: En torno al casticismo, análisis de la decadencia española y del ambiente regeneracionista. En el mundo agónico de Unamuno tres son las ideas básicas: el miedo a la muerte, la necesidad de creer en un Dios que garantice la inmortalidad personal y la certeza racional de que tal Dios no existe, así en esta línea tenemos: Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo. Con otros temas: Vida de don Quijote y Sancho, comentario sobre la obra cervantina; Por tierras de Portugal y España, Andanzas y visiones españolas

Como novelista su interés es constante desde Paz en la guerra, siguiendo con Amor y pedagogía, la subtitulada nivola, Niebla, en la que el autor se convierte en personaje de ficción y se encara con el protagonista exigiéndole ser dueño de su futuro… Otras son Abel Sánchez, La tía Tula, San Manuel Bueno, mártir, esta última reflexión sobre la pérdida de la fe. Rasgos definitorios de estas novelas son la concentración de la acción, ausencia de descripciones, salvo las de carácter simbólico, porque lo importante es el desarrollo de los conflictos íntimos de los personajes, por ello tiempo y espacio suelen ser imprecisos.

PÍO BAROJA


Fue el gran novelista de su época si bien también escribió en otros géneros, poesía, teatro o el ensayo como Juventud, egolatría, fundamental para conocer el pasado de su autor y algunas características de su obra literaria. Sus memorias, Desde la última vuelta del camino, desgranan recuerdos y opiniones de todo tipo.

Pero su faceta literaria es la narrativa, podemos observar dos etapas: una de 1900 a la guerra mundial y dos desde la guerra del 14, se podría deslindar una tercera con sus últimos veinte años de vida. De la primera etapa destacan: Camino de perfección; El mayorazgo de Labraz; La lucha por la vida, trilogía compuesta por La busca, Mala hierba y Aurora roja; César o nada; El árbol de la ciencia. Preludio de la segunda etapa: Zalacaín el aventurero, Las inquietudes de Shanti Andia. Segunda etapa: La sensualidad pervertida; El gran torbellino del mundo; Los pilotos de altura… De su tercera etapa destacamos su Memorias de un hombre de acción.

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN


Citado en la nómina de autores desarrolla su producción entre novela dentro de los cauces modernistas, y el teatro que le llevará al desarrollo del esperpento que veremos en otro tema.


Añadir el documento a tu blog o sitio web

similar:

Marco histórico y cultural iconMarco histórico y cultural

Marco histórico y cultural iconRomanticismo Marco histórico y cultural

Marco histórico y cultural iconRomanticismo Marco histórico y cultural

Marco histórico y cultural iconMarco histórico, social, cultural y filosófico

Marco histórico y cultural iconMarco histórico, social, cultural y filosófico

Marco histórico y cultural iconTema El Romanticismo: marco histórico y cultural. Características....

Marco histórico y cultural iconLiteratura: el romanticismo: marco histórico y cultural. Características....

Marco histórico y cultural iconLiteratura: el romanticismo: marco histórico y cultural. Características....

Marco histórico y cultural iconTema El siglo XVIII: marco histórico y cultural. Características....

Marco histórico y cultural iconEl realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel...






© 2015
contactos
l.exam-10.com