La historia de Grecia en su etapa clásica se caracteriza por dos hechos significativos, las polis y la democracia






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PLATÓN. LA FORMACIÓN DE LA POLIS GRIEGA

La historia de Grecia en su etapa clásica se caracteriza por dos hechos significativos, las polis y la democracia.

Tras la desaparición de la civilización micénica los griegos formaron pequeñas comunidades, que evolucionaron en el siglo VIII a.C., y se convirtieron en ciudades. Estas ciudades se conocieron con el nombre de “ciudades estado” o polis. A diferencia de las ciudades de los grandes imperios (Mesopotamia, Egipto, Persia), que estaban organizadas alrededor del palacio real y del templo, el centro de la polis lo constituía el ágora, un espacio abierto donde los ciudadanos acudían para comerciar e intercambiar ideas.

El tamaño de las polis era variado pero generalmente son de poca extensión. Como extremos se podían encontrar a Atenas con 2600 km2, y en la isla de Ceos de 173km2 había cuatro polis.

Las polis se constituyeron como una unidad política, social y económica de Grecia, pero aunque compartían una lengua, religión, lazos culturales y una identidad étnica e intelectual que exhibían con orgullo, los habitantes de estas ciudades no pudieron fundar un estado unificado. Existía una gran rivalidad entre las diferentes polis.

Los rasgos comunes de las polis se podrían resumir en los siguientes puntos:

  • Extensión territorial reducida que permite que sus habitantes se conozcan entre sí.



  • Autarquía y autosuficiencia. La polis tiene que ser capaz de producir lo suficiente para abastecer a la población. Eran independientes económicamente.



  • Independencia política (autonomía). La polis no puede estar sometida a otra ciudad ni a poder extranjero.



  • Culto religioso común. El Estado y la religión estaban muy unidos en todo el mundo antiguo. La religión era un elemento unificador (ritos, fiestas religiosas…)



  • Defendían un espíritu cívico, el respeto a la ley y la participación de los ciudadanos en los asuntos de la comunidad. El ciudadano daba prioridad a su vida pública antes que a la privada, vivía para la ciudad y se implicaba mucho en los asuntos políticos.



  • Las polis no tienen como fin la supervivencia (propia de los pueblos), sino también el perfeccionamiento humano. Aristóteles define la polis como “la comunidad de familias y aldeas en una vida perfecta y suficiente cuyo fin común son la buenas acciones y no sólo la convivencia”.



  • En cuanto a la población, Esparta tuvo 9.000 habitantes es su apogeo y se estabilizó con 2.000. Atenas llegó a tener 40.000. Según Platón, la ciudad ideal debe tener no más de 5.000 habitantes.



  • Estructura social formada por ciudadanos, portadores de derechos y esclavos sin derechos. Los ciudadanos eran los miembros de la polis que tenían derecho a tomar parte en la vida política. Ser ciudadano era un privilegio y como tal posición privilegiada no podía ser asequible a cualquiera. La polis también albergaba a población extranjera (metecos), hombres libres que vivían en la ciudad y no formaban parte de su vida política. Era el segundo grupo más importante y podía llegar a ser muy voluminoso. Los esclavos eran la clase social más baja. Su origen se remonta a los efectos de las guerras, de la piratería, de la exposición de niños no deseados o incluso, provocados por el impago de deudas contraídas. Podían desempeñar cualquier oficio: había esclavos trabajando en la industria, las minas, el comercio, dentro de casa, en el campo y los servicios públicos. Había esclavos privados y públicos. Los públicos pertenecían al Estado (vivían en sus casas con sus familias). Los esclavos no tenían derechos civiles, pero participaban en el culto público. Podían comprar su libertad u obtenerla de su amo por múltiples circunstancias.

Los principios sobre los que se asentaba la democracia ateniense eran la libertad (eleutheria), la igualdad de palabra o libertad de expresión (isegoría) y la igualdad ante la ley (isonomía). La democracia ateniense se vio interrumpida por el régimen de los Treinta Tiranos, dos de los cuales eran primos de Platón, quien pronto se sintió decepcionado por la sangrienta represión del gobierno, sobre todo tras la condena y muerte de su maestro Sócrates en el año 399, ya restaurada la democracia. La muerte de su maestro Sócrates provocó en Platón la quiebra de la fe en la reforma de la sociedad. En el año 388 emprenderá un viaje a Siracusa movido por el deseo de poner en práctica sus doctrinas políticas en la Magna Grecia, dentro de la corte del Tirano Dionisio. Pero la aventura resultó se un fracaso y volvió a Atenas para fundar la Academia e intensificar su actividad filosófica. De viejo, repetirá dos viajes más a Siracusa con la misma experiencia negativa, haciendo que profundice mucho más en su producción teórica a su regreso definitivo a Atenas, donde se recluirá en la Academia para vivir sus últimos días.

PLATÓN. ANTECEDENTES PRESOCRÁTICOS: HERÁCLITO, PARMÉNIDES Y ANAXÁGORAS

En el siglo VI a.C. los filósofos presocráticos plantean una nueva forma de comprender la realidad: existe en el Universo un orden necesario que el ser humano puede descubrir a través de su razón. Estamos ante el inicio del caminar filosófico; la naturaleza, physis, se convierte en el punto de mira de los primeros filósofos o físicos y con ellos arranca la historia de la filosofía occidental.

A partir del siglo V, en Elea y en Éfeso, se van forjando dos concepciones diferentes del Universo, dos cosmovisiones que darán que hablar y que están representadas por Parménides de Elea, fundador de la escuela de los eleatas y Heráclito de Éfeso, el solitario, el oscuro.

Suele decirse que Heráclito y Parménides transmiten una concepción opuesta del Universo. Aunque, bien mirado, debería afirmarse que ambos compartían un terreno vivencial expresado de modo distinto o, en todo caso, recalcando caras distintas de la misma Realidad. La Realidad puede ser aprehendida desde el punto de vista absoluto o desde el punto de vista relativo, conformando ambas una única verdad.

Cabe señalar que la filosofía de efesio se asemeja enormemente al Taoísmo. Los filósofos chinos hablan de la Realidad con Tao, la Esencia que se manifiesta en la danza armoniosa del Ying y del Yang, los opuestos universales. La vida abarca tanto la unidad como la pluralidad, el orden y el caos, lo bueno y lo malo, el relax y la tensión, el ser y el devenir, el día y la noche, la vida y la muerte, el sujeto y el objeto, lo bello y lo feo, el placer y el dolor. Heráclito supo mostrar como nadie dicho dinamismo paradójico. Para Heráclito, lo esencial del mundo es el cambio: “panta rei”, todo fluye. “No te puedes bañar dos veces en el mismo río”, cuando vuelves a él ya no es la misma corriente de agua, ni tú el mismo ser humano. El devenir no es caótico sino que está dirigido por el “LOGOS” o razón universal.

Parménides hace hincapié en la inmutabilidad de la realidad: todo permanece, aunque todo parezca pasar. La doctrina de Parménides contradice nuestro conocimiento inmediato del mundo: el mundo no “es” como “parece” ser. Parménides introduce la distinción entre razón y sensibilidad, entre verdad y apariencia (opinión) y otorga la primacía a la razón por encima de las apariencias sensibles y engañosas. Esta postura filosófica se puede llamar “racionalismo”. El problema del conocimiento se convierte así en un problema filosófico fundamental.

Son evidentes las influencias que tanto Heráclito como Parménides provocaron el la filosofía platónica y aristotélica. Platón está seducido por la versión parmenídea y caracteriza a su M.I. con los atributos del ser que el eleata había expuesto. También Heráclito está presente en el devenir del Mundo sensible platónico. La gnoseología del ateniense plantea también un mundo de la verdad (M.I.) y un mundo de la opinión (M.S.). Será una constante en la historia de la filosofía la contraposición entre sentidos y razón. Quizá sea la filosofía kantiana la que logre armonizar estos “pretendidos opuestos” haciéndolos a ambos necesarios aunque destacando, eso sí, la importancia de lo que aporta la razón a la hora de conocer.

Volviendo a la filosofía presocrática, Anaxágoras acepta como evidente el razonamiento parmenídeo de que ninguna realidad nueva puede originarse: todo existe desde siempre. Hay partículas u homeomerías de todas las sustancias del universo: “todo participa de todo”, dice Anaxágoras. ¿Cómo se origina el movimiento? Anaxágoras recurre a una causa exterior, el entendimiento, el Nous, que imprimió a la materia inerte un movimiento de remolino.

El recurso por parte de Anaxágoras al entendimiento abre nuevas perspectivas, que más tarde serán recogidas por Platón y Aristóteles. En Anaxágoras aparece por primera vez de modo explícito la idea de un dios como principio rector de Universo. Esto parecía llevar a una concepción del universo como resultado de una inteligencia que actúa conforme a fines, de modo tal que el resultado de los procesos naturales sea la máxima perfección y belleza. Sin embargo Anaxágoras, para decepción de Platón y Aristóteles, apenas desarrolló este aspecto implícito en su cosmología, concediendo el papel fundamental en la construcción del Universo al remolino y, por tanto, a fuerzas de tipo mecánico. La filosofía de Anaxágoras se halla, pues, entre el finalismo y el mecanicismo.

Platón dará al Demiurgo un mayor valor en la formación y explicación del mundo físico y Aristóteles encontrará en el Motor Inmóvil (“pensamiento del pensamiento”) la perfección que desea alcanzar, como finalidad última, el cosmos.

PLATÓN. LOS SOFISTAS Y SÓCRATES

En la segunda mitad del siglo V a.C. se produce un cambio notable en los intereses intelectuales del mundo griego. Los temas relativos a la naturaleza. A la cosmología, pasan a un segundo plano y los pensadores de la época se vuelcan principalmente en cuestiones relacionadas con el ser humano, con la educación, la moral y la política. Para caracterizar este cambio de intereses se utiliza a menudo la expresión “giro antropológico”.

Esta orientación de la filosofía hacia los asuntos humanos tiene especial relevancia en Atenas, centro económico, político e intelectual de la Grecia antigua, y fue llevada a cabo por un conjunto de intelectuales a los que suele denominarse sofistas, y por Sócrates, maestro durante 20 años de Platón.

En el siglo V a.C., en pleno desarrollo de la democracia, maestros ambulantes, forasteros en la polis, venden su saber. Enseñan (cobrando) a los jóvenes pudientes saberes prácticos: antropología, lingüística, derecho, política… No eran propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y el relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene “su” verdad. Decía Protágoras: “como cada cosa me parece, así es para mí; y como aparece a ti, así es para ti” Este pensamiento sienta las bases del homomensura (el hombre es la medida de todas las cosas). Los sofistas consideran que ni la moral ni las leyes responden a la naturaleza (physis), sino que son realmente nomos, es decir, resultado de las convenciones humanas. Los hombres pueden establecer un orden social y moral totalmente distinto. Con esto, se sientan las bases de la discrepancia entre las concepciones del llamado “iusnaturalismo” que considera que hay leyes jurídicas y morales inherentes a la naturaleza y el llamado “positivismo jurídico”, que considera que las reglas están vigentes por imposición humana.

El escepticismo de Gorgias llega a plantear como tesis defendible el nihilismo (nada existe) oponiéndose de esta forma a Parménides (todo es).

El máximo grado de habilidad de los sofistas consistía en convencer a su auditorio de algo, para de inmediato demostrar lo contrario. Cultivaban y enseñaban como un componente fundamental de la educación, la retórica, arte de convencer mediante la palabra. También daban gran importancia a la eurística o arte de polemizar. Protágoras alaba la habilidad de la persuasión: “poder convertir en sólido y fuerte los argumentos más débiles”. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar o embelesar. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla.

Los sofistas recibieron críticas, especialmente duras, de Sócrates y Platón quienes les despreciaban por atribuirles un desmedido afán de lucro. Platón los califica de “mercaderes de golosinas del alma” y “traficantes de sabiduría”.

Sócrates se ocupó de los mismos temas que los sofistas pero desde una concepción del mundo totalmente distinta. Sócrates se remonta desde las cosas bellas, buenas y justas hasta la belleza, la bondad y la justicia, es decir, a la esencia de las cosas, a la definición universal. Saber equivale a ser bueno y a que la nitidez intelectual coincida con la rectitud moral (intelectualismo ético), conocimiento y virtud se identifican. Su preocupación era la conducta degradada de sus conciudadanos, de la que sólo se podrá salir a través de la curiosidad intelectual y la capacidad de conocer la verdad. Tan convencido estaba Sócrates de que la arete (virtud) era conocimiento que le parecía evidente que si los hombres llegaban a entender qué era el bien o lo justo escogerían el bien y lo justo. Nadie escoge conscientemente el mal, los que escogen el mal lo hacen por ignorancia. Si un panadero hace mal el pan es porque no sabe hacer pan y no porque quiera hacer mal pan.

El primer paso hacia la verdad es barrer de la mente prejuicios, ideas incompletas, errores que generalmente llenan la cabeza de la gente e impiden el descubrimiento de la verdad. Es necesario el reconocimiento de la propia ignorancia (ironía) para posteriormente y de forma abierta y dialogada descubrir la verdadera esencia (mayeútica). Este es el método socrático para llegar a la verdad, la dialéctica, el diálogo. La palabra diálogo significa la búsqueda del conocimiento entre dos. Es precisamente esta metodología la que utiliza Platón en sus “Diálogos”.

La idea principal en la que Sócrates se apartó de los sofistas fue su afirmación rotunda acerca de la existencia del Bien, sustentando la existencia de valores absolutos, en contraposición al relativismo de los sofistas. En el alma de cada hombre están presentes de forma innata los conceptos de todas las cosas, y mediante la introspección es posible alcanzar a descubrir la vedad existente en el interior de uno mismo. De ahí la expresión célebre que Platón pone en labios de Sócrates “conócete a ti mismo”. De Sócrates dirá Cicerón:”hizo que la filosofía bajase del cielo a la tierra, y la dejó morar en las ciudades y la introdujo en las casas, obligando a los seres humanos a pensar en la vida, en las costumbres, en el bien y el mal”.

La muerte de Sócrates quedará como ejemplo imperecedero de su necesidad moral de defender sus convicciones más que su vida.

Es patente la enorme influencia que Sócrates dejó en la filosofía platónica: el interés por los temas éticos y su conexión con la política, el diálogo como método de conocimiento, la creencia en la verdad como algo interior al sujeto, el intelectualismo ético… Es indudable que el encuentro con Sócrates condicionó y orientó el pensamiento platónico.

El propio Aristóteles, en su Metafísica, le reconoce a Sócrates lo siguiente:”dos cosas hay que atribuirle con justicia a Sócrates: el argumento inductivo y la definición general”.

ARISTÓTELES. CRÍTICA DE LA DOCTRINA PLATÓNICA
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