Transformaciones comunitarias y remesas socio-culturales






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Transformaciones comunitarias y remesas socio-culturales

de los migrantes mixtecos poblanos

Liliana Rivera Sánchez

(Rivesanl&hotmail.com)

* Versión preliminar. Favor de no citar sin la comunicación previa con la autora.

Ponencia preparada para First International Colloquium on Migration and Development. Transnationalism and New Perspectives on Integration. Organizada por The International Migration and Development Network, La Asociación Mexicana para los Estudios de Migración, El Centro Regional de Estudios Multidisciplinarios de la UNAM, El Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-CIESAS-Occidente y la Universidad Autónoma de Zacatecas. Ciudad de Zacatecas, Zac. 23, 24 y 25 de octubre de 2003.


Transformaciones comunitarias y remesas socio-culturales

de los migrantes mixtecos poblanos

Liliana Rivera-Sánchez1

“Ser inmigrante es ‘el estar aquí y ser de allá,

pero vivir en los dos al mismo tiempo’

Don Juan

(Inmigante mixteco poblano en Nueva York)

Introducción
Este documento analiza algunas de las transformaciones comunitarias que han experimentado los pueblos migrantes de la mixteca poblana y, cómo estas transformaciones se expresan también en la ciudad de Nueva York, principal punto de destino de los migrantes de la región mixteca del estado de Puebla en México.
Hemos adoptado la imagen de la conformación de un circuito migratorio transnacional entre la mixteca y la ciudad de Nueva York, a fin de entender la dinámica del espacio social de la vida migrante. Asimismo, la idea de remesas socio-culturales nos ha permitido entender que, a través de los circuitos migratorios transitan además de personas y dinero, una serie de bienes simbólicos (música, narrativas, imágenes, experiencias, discursos, entre otros) que permiten la reconstrucción de la referencia comunitaria y del espacio social tanto en la mixteca como en Nueva York.
El documento ofrecerá, en la primera parte una presentación de las principales características socio-demográficas de los inmigrantes mexicanos en Nueva York. En la segunda parte, analizaremos el antes y después de los pueblos migrantes mixtecos, sus diferentes etapas de migración y los cambios ocurridos a partir del aceleramiento de la migración internacional. Asimismo, destacaremos las transformaciones comunitarias a partir de la alta movilidad del circuito migratorio. En la tercera parte, ofreceremos nociones de cómo funciona la organización comunitaria transnacional de los mixtecos poblanos y cómo las remesas socio-culturales contribuyen en la conformación de las identidades migrantes.
A lo largo del texto, a través de testimonios, presentaremos las historias de los inmigrantes de la región mixteca y, en su propia voz, intentaremos comprender las transformaciones de su espacio social. En ese sentido, este documento de investigación se cimienta en el trabajo de campo realizado tanto en la mixteca poblana, como en la ciudad de Nueva York, a través de entrevistas a profundidad, historias de vida, observación etnográfica y grupos focales.
1) ¿Quiénes son los mexicanos que emigran a Nueva York?: de la sierra mixteca a la ciudad de los rascacielos - perfil socio-demográfico del grupo de estudio-
El flujo de migrantes mexicanos a Nueva York es un fenómeno relativamente reciente, el cual fue causado por una gran variedad de condiciones en los mercados de trabajo, tanto mexicano como norteamericano, pero fundamentalmente debido a un proceso constante de deterioro de los niveles de vida, sobre todo en las zonas rurales de México. Esta migración ocurrió mas tarde que la migración mexicana tradicional hacia los estados fronterizos de Texas y California en los Estados Unidos. En 1997, siete millones de personas que residían en los Estados Unidos habían nacido en el extranjero, éstos representaban el 27% del total de habitantes que vivían en los Estados Unidos. Debido al alto numero de inmigrantes “indocumentados” es difícil calcular con precisión la población mexicana en la ciudad y área metropolitana de Nueva York. El estimado en el año de 1997 fue de 230 000 mexicanos en la ciudad y un adicional de 100 000 en el área metropolitana. En 1990 el estado de Nueva York tuvo el incremento mas alto en el número de inmigrantes mexicanos, aproximadamente de 8%, mucho mas alto que en estados como California y Florida, los cuales constituían algunos de los destinos tradicionales de la migración mexicana hasta los años ochentas (cf. Gonzáles, 1999). En el año 2000 se estimó en 500 000 la población mexicana en el área metropolitana de Nueva York2.
En la última década, la población mexicana en la ciudad creció a ritmos acelerados, debido no solo a la llegada de nuevos inmigrantes que recién cruzan la frontera, sino también debido a, por un lado, una alta fertilidad de las familias mexicanas y, por otro, a migraciones internas (flujos originados en otros estados, por ejemplo en California, Estados Unidos). Entre 1990 y 1996, hubo 29 000 nacimientos de niños mexicanos en la ciudad, esto representó el 3% del total de niños nacidos en la ciudad de Nueva York en un periodo de 6 años3. Solamente dominicanos y jamaiquinos sobrepasaron la tasa de nacimiento de mexicanos4.
El proceso de migración mexicana a Nueva York inició en la década de los años cincuenta5, pero su incremento mas notable tuvo lugar entre finales de la década del setenta y fundamentalmente durante la primera mitad de los años ochentas. Este incremento de población mexicana en la ciudad de Nueva York se refleja en los datos del Censo de Población de los Estados Unidos en 1990. La población de origen mexicano creció de 7364 a 21,623 entre 1970 y 1980, y se incrementó a 61,722 en 19906. Pero sin duda, su incremento mas notable podemos observarlo en el último Censo de Población (2000), donde la población mexicana fue de 187 0007. En otras palabras, entre 1980 y 1990 la población creció 185% y en la siguiente década (1990-2000) creció 203%. Hoy en día los mexicanos son el tercer grupo nacional más grande en la ciudad, después de Puertorriqueños y Dominicanos8; no obstante, sabemos que muchos de los mexicanos que viven en Nueva York no son contados en los Censos, debido a su condición de indocumentados, fundamentalmente por el temor a ser descubiertos por las autoridades migratorias.
La migración mexicana hacia Estados Unidos, cuyos puntos de destino tradicional eran ciudades en los estados fronterizos de California y Texas, ha inaugurado nuevas rutas, formas de migración y establecimiento en los lugares de destino; difícilmente estos llegan solos a los nuevos destinos, en ellos ya han establecido contactos y explorado posibilidades de empleo. Los migrantes que van a Nueva York han utilizado redes sociales previamente establecidas con personas ya residentes en la ciudad, quienes son originarios de las mismas comunidades, pueden ser familiares cercanos, compadres, amigos o simplemente vecinos del lugar. La mayoría de ellos cruzan la frontera ilegalmente en Tijuana9 (esta es una de las ruta mas convencionales), ciudad mexicana que hace frontera con California en los Estados Unidos, pagan a un “pollero”10 contratado en sus comunidades de origen, quien los enlaza con un “coyote”11, para finalmente llegar a su destino en alguna ciudad de los Estados Unidos. El costo es de entre 1200 y 2000 dólares, lo cual incluye el cruce de la frontera y transporte hacia algún aeropuerto en los Estados Unidos12. El punto convencional de arribo es el aeropuerto John F. Kennedy o el de Newark, donde son esperados por sus familiares, quienes les proveen temporalmente alojamiento. Se estima que el 30% de los que llegan cuentan con un empleo esperando por ellos13. Los empleos mas comunes son en restaurantes (en sus diversas categorías, desde lavaplatos, busboys, meseros, encargados del aseo, entregando pedidos a domicilio hasta cocineros), vendedores de flores, frutas y verduras, empleados en tiendas de abarrotes y delis, lavanderías, tintorerías, cuidando niños, enfermos y ancianos, o bien limpiando casas y oficinas, en talleres de costura y fábricas de ropa, realizando trabajo en la construcción, o en establecimientos para el lavado de automóviles, fundamentalmente.
Las causas del alto flujo migratorio pueden encontrarse tanto en Nueva York como en La Mixteca Sur14, región de donde han emigrado el mayor número de mexicanos que viven en Nueva York. Particularmente estos migrantes son orginarios de zonas rurales e indígenas, de municipios como Izúcar de Matamoros, Piaxtla, Chinantla, Tulcingo de Valle, Acatlán de Osorio, Tecomatlán, Tehuitzingo en Puebla; o de la región aledaña a Huajuapan de León en Oaxaca; la zona de Tlapa y la montaña de Guerrero, entre muchos otros de la región, indudablemente también del Valle de Atlixco en Puebla, algunos son de segunda migración y van desde Cd. Nezahualcóyotl y Valle de Chalco en el estado de México. La región de la Mixteca fue una de las zonas que sufrió mayormente los efectos de la crisis económica mexicana de la década de los ochenta, efectos que se intensificaron con algunas políticas de liberalización en el campo mexicano y acuerdos comerciales que iniciaron desde 198615 y culminaron con el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México en 1994. Más recientemente los efectos de la crisis financiera de 1994 se presume que repercutieron en los altos flujos de migrantes que salieron de la región16. Hoy día, los principales puntos expulsores de inmigrantes mexicanos hacia los Estados Unidos son Jalisco, Michoacán, Zacatecas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Tlaxcala, Morelos, el Estado de México, el Distrito Federal y, el estado de California en los Estados Unidos.
El mercado de trabajo en Nueva York ha mostrado una demanda creciente de fuerza de trabajo no calificada, lugares que han sido ocupados fundamentalmente por inmigrantes. Entre 1980 y 1990 los trabajadores inmigrantes aumentaron su participación en el mercado de la zona metropolitana y pasaron de 22% a 33% respecto del total. De acuerdo al grupo étnico, los trabajadores hispanos nacidos fuera de Estados Unidos se incrementaron del 6 al 11%. Así, en el contexto de mercados de trabajo con requerimiento de mano de obra no calificada, la población inmigrante joven encuentra un nicho atractivo. 60% del total de la migración mexicana desde el estado de Puebla hacia Nueva York se encuentra entre las edades de 15 y 24 años17. La mayoría de estos inmigrantes tienen como grado máximo de escolaridad la educación secundaria (el equivalente al noveno grado en los Estados Unidos). En 1995, 25.9% del total de la población de la región mixteca no sabía leer ni escribir, representando uno de los índices mas altos de analfabetismo en el país, dado que el promedio nacional es de 9.5%18 .
El estado de Puebla cuenta con una larga tradición migratoria. En el año 2000, el 7% de poblanos residiendo en el estado habían vivido fuera de sus municipalidades de origen. De estos poblanos con experiencia migratoria, el 41% habían tenido al menos un periodo de residencia en los Estados Unidos y el resto en alguna otra ciudad de México. De éstos, el más alto índice fue registrado en la región sur de Puebla, donde el 57% había residido al menos un periodo de su vida en los Estados Unidos y 43% en cualquier otra ciudad del país. Atendiendo a diferencias de género, 38 de cada 100 migrantes poblanos son mujeres y 62 son hombres. En términos de sus puntos de destino, observamos que el 80% de las mujeres migrantes han vivido o viven en una localidad diferente a la de su lugar de origen; el 20% restante ha vivido en los Estados Unidos al menos un periodo de su vida. Mientras en el caso de los hombres migrantes, tenemos que 64% han vivido en alguna otra localidad mexicana, y 36% lo han hecho en los Estados Unidos19.
Por otro lado, también lo saludable de la economía de la ciudad de Nueva York y, en general de los Estados Unidos antes de finales del año 2001, fueron un incentivo para que los mexicanos se aventuraran en la búsqueda de mejores condiciones de vida, con la certeza de que los mercados de trabajo en los Estados Unidos requieren de su fuerza de trabajo para seguir produciendo. Adicionalmente, algunos programas de Amnistía para trabajadores indocumentados han sido importantes recursos para la reunificación familiar, particularmente la iniciativa de 1986 que concedió status legal a los indocumentados con al menos diez años de permanencia en los Estados Unidos; mas tarde, la Ley de Inmigración de 1990 que otorgó la “legalización de los dependientes” o familiares de quienes consiguieron status legal en 1986. De esta manera, algunos mexicanos en el área de Nueva York consiguieron legalizar su situación, pero la gran mayoría, inmigrantes llegados en la última década, permanecen en la categoría de “trabajadores indocumentados” y sufren las consecuencias en el mercado de trabajo. Además de sufrir de discriminación en los diferentes espacios donde se socializan, sus derechos mas básicos son violados por los patrones, con jornadas excesivas de trabajo, falta de prestaciones sociales y salarios por debajo de los mínimos establecidos por la ley, siempre bajo la amenaza de ser denunciados a las autoridades migratorias.
En este contexto, la construcción de espacios de encuentro comunitario se ha convertido también en un importante referente para estos inmigrantes mexicanos en la sociedad newyorkina, donde el espacio para la construcción de nuevos barrios étnicos se encuentra en disputa. Los mexicanos, como inmigrantes de más reciente arribo en esa ciudad, han tenido que compartir el espacio urbano fundamentalmente con puertorriqueños y afroamericanos en el Bronx; con ecuatorianos, colombianos, centroamericanos y otros latinos en Queens, también han compartido espacios en este condado con asiáticos. En Manhattan, particularmente en el lado Este del Harlem han compartido espacios con dominicanos y puertorriqueños. De tal forma que, la afirmación de su identidad étnica se ha convertido en un recurso organizativo y de sobrevivencia cotidiana en los barrios, donde a diferencia de Chicago o Los Angeles, no existe el barrio mexicano como tal. Esta última característica de cómo se han asentado los mexicanos en la ciudad de Nueva York, otorga mayor relevancia a los análisis de cómo la comunidad mexicana ha construido espacios de identificación comunitaria y socio-territorial en estas condiciones.
2) De la mixteca poblana a Nueva York: nuevos destinos y transformaciones comunitarias
2.1 Fisonomías, paisajes y rutas.
“Los primeros inmigrantes [a Estados Unidos] nos fuimos cuando los braceros, por contratación, eso nos dio la idea de que podíamos ir con más facilidad. Antes de mí, si acaso habrán ido solo unos 8 o 10 de esta región. Fuimos a la ciudad de México y allí estaba la oficina de Braceros. Estaban las peticiones de los patrones de allá. En esa época pedían 100, 200 y hasta 300 y allí todos los que llegábamos nos repartían entre las peticiones de esos patrones. Todos en trabajos de agricultura… Fue hasta 1962 cuando dijeron que ya no había mas contrataciones, sólo los que ya estábamos. En el campo donde yo estuve llegamos a ser hasta 800, todos éramos mexicanos y muchos de la región de Puebla, también de Guanajuato y Zacatecas, algunos eran de Jalisco. Esto fue en California y de ésos, solo como 40 conseguimos la residencia…, solo tardaron 2 meses en darla… Así que desde 1961 yo ya tenía papeles para vivir por allá sin sufrir más. Allí había estado yo por 13 años, trabajando, sobre todo pizcando y cortando casi de todo lo que puede uno imaginarse en el campo…” (Don Juan; Marzo, 2002)
En la región mixteca poblana, el fenómeno migratorio presenta tres diferentes etapas, la primera de ellas consiste en una migración regional en busca de empleos temporales y se refiere fundamentalmente a desplazamientos hacia algunos centros de atracción de mano de obra, tales como el Ingenio azucarero de Atencingo, cercano a la puerta de la mixteca poblana, a la altura del municipio de Izúcar de Matamoros. Este Ingenio constituyó durante varios años una importante fuente de empleo regional. Otros centros de atracción de mano de obra fueron los Ingenios azucareros, los campos citrícolas y las fincas de plátano y café en el estado de Veracruz. Todos estos constituían empleos temporales para la población flotante de la mixteca, quienes estaban ausentes de sus comunidades al menos 6 meses del año. No obstante, la mayoría de estos trabajadores temporales mantenían sólidos vínculos con su comunidad de origen. La familia del trabajador permanecía asentada en la comunidad, muchas veces solo el hijo mayor, o bien la esposa, acompañaban a éste en su desplazamiento. La mano de obra femenina era un recurso valioso, ya que como cortadores de café, por ejemplo, preferían el trabajo de las mujeres sobre la mano de obra masculina. Otro vínculo, sin duda importante hacia la comunidad, lo fue la presencia de la familia extensa, así como la tenencia de la tierra y el cultivo de la misma, generalmente el cultivo de maíz, frijol, calabaza y sandía, así como la cría de ganado caprino y ovino dominaron los campos de la mixteca.
“La diferencia de la actual migración con la primera que hubo en la mixteca es que solamente se iban los jefes de familia y a veces las mujeres, pero no los jóvenes, éstos se quedaban a cuidar las tierras y los animales…Descubrí que Chila de la Sal y Tulcingo de Valle habían sido siempre tierra de migrantes…En tiempo de secas, porque allí el trabajo de campo es de temporal, ellos migraban hacia la montaña de Guerero o la montaña de Oaxaca20. El queso que hacían aquí en tiempo de aguas, lo llevaban a cambiar por piñas, luego las piñas se las traían y las llevan a la región de Cholula, donde comerciaban también con estas piñas. Podemos decir que, todos esos pueblos de la mixteca fueron seminómadas y comerciantes. Cuando terminaba ese trabajo se iban también a la zafra, especialmente a los ingenios de Veracruz. Estaban fuera de sus pueblos buena parte del año y luego regresaban a realizar sus labores de labriego…” (Padre Marcos; Agosto, 2002)
Los migrantes temporales regresaban anualmente a sus comunidades para sembrar sus tierras y más tarde para cosecharlas; no obstante que la región mixteca es muy árida, la actividad del campo constituía una de las más dinámicas hasta los años 50´s, aun cuando siempre el comercio fue también una actividad principal en la región. La comercialización de productos desde algunas regiones de Oaxaca, tales como la región aledaña a Huajuapan de León (en la mixteca oaxaqueña) constituyó una importante fuente de ingresos en la región. El comercio de productos lácteos (queso, mantequilla y crema), productos de jarcería, así como el trabajo de curtido de pieles y talabartería permitieron la sobrevivencia de muchos pueblos de la mixteca, particularmente del municipio de Tulcingo de Valle, quienes se convirtieron de campesinos a comerciantes en un corto periodo.
“…Ya desde aquellos años la gente empezó a abandonar sus tierras, pues no sacaba uno mas que para ir comiendo. Mis hijos también se fueron para el otro lado [a Estados Unidos], y me mandan algún dinerito de vez en cuando. Yo sigo siendo agricultor, soy un campesino, pero en este pueblo, después de tantos haberlo sido, ahora solo quedamos como 40 personas en las listas del Procampo, donde estamos todos los que cultivamos aquí. Es triste como ahora nadie sabe trabajar en la tierra, ni agarrar un azadón y tenerle el amor a la cosecha. Ahora los ricos son los que tienen tiendas, los que comercian con materiales [de construcción], que pusieron una tienda y traen productos de cualquier otro lado. A mí me pone triste como la juventud y aun los de mi edad, han dejado para siempre la tierra… y se volvieron comerciantes, algunos se fueron de mojados y los que regresan solo regresan a comerciar, no a trabajar la tierra…” (Don Rafael; Abril, 2002)


Una segunda fase de migración puede ubicarse durante los años 60´s, teniendo como destino principal algunos centros urbanos, tales como la ciudad de Puebla, el Puerto de Veracruz, la ciudad de México y otras áreas de la zona conurbada del Distrito Federal. Muchos mixtecos migraron hacia los alrededores de la ciudad de México, puntos importantes de atracción fueron Cd. Nezahualcóyotl, el Valle de Chalco y Ecatepec, Edo. de México, en ese momento en proceso de conurbación.
Mientras en la primera fase de migración continuaban siendo trabajadores rurales, dedicados fundamentalmente al corte de la caña de azúcar, de café y cítricos, así como algunos otros cultivos; en la siguiente etapa se incorporaron al trabajo urbano, en la industria tabacalera, en la portuaria y de materiales de construcción en el caso de la migración ocurrida hacia la zona industrial del Puerto de Veracruz y las fábricas aledañas a la ciudad de México. En la ciudad de Puebla se dedicaron sobre todo a realizar trabajo manual no industrial, muchos se incorporaron al sector de servicios, como empleados de tiendas y almacenes, oficinistas, también al trabajo doméstico, la albañilería y la vendimia ambulante, entre otros. Algunos también consiguieron insertarse en la industria automotriz y la maquila poblana, mas tarde algunos de ellos consiguieron también profesionalizarse.
A diferencia de la primera fase de migración, la segunda implicó un cambio de residencia permanente. Los primeros tuvieron la oportunidad de ser migrantes temporales, mientras que los segundos tuvieron que cambiar definitivamente de residencia. A pesar del cambio de residencia, muchos de éstos mantuvieron vínculos hacia sus comunidades de origen a través de las celebraciones locales de los Santos Patrones, los compromisos del parentesco como los compadrazgos y la presencia de la familia extensa en las localidades. Este vínculo fue posible también porque algunos decidieron mantener pequeños predios en las comunidades mixtecas, siempre con la idea de volver a establecerse algún día en aquellas tierras.
La tercera fase, se superpone a la segunda y quizás en algún momento también a la primera fase de migración mixteca. La tercera implica un desplazamiento también considerado temporal, pero que se prolonga hacia regiones del norte del país y hacia los Estados Unidos. Dos puntos principales constituyen los lugares de destino para estos migrantes, el primero es California, fundamentalmente en el Valle de San Joaquin y puntos urbanos como Los Angeles y su zona conurbada, además de otras ciudades como Sacramento, Pasadena, Santa Cruz, San José, así como algunas ciudades fronterizas mexicanas, como Tijuana en Baja California. El segundo punto de destino y quizás el mas importante por su concentración, es la ciudad de Nueva York, a lo largo de sus cinco condados (Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island), pero también en otras ciudades de la zona conurbada como New Jersey, Connecticut, y hacia el norte del Estado de Nueva York y la región de Filadelfia.

En estos destinos encontramos migrantes que directamente han salido desde las comunidades de la mixteca, es decir son primera generación migrante, pero también encontramos un importante número de migrantes de segunda fase, es decir, aquellos que han vivido un periodo en la zona conurbada de la ciudad de México, particularmente en ciudad Nezahualcóyotl,y Ecatepec, en el Edo. de México o en la ciudad de Puebla, o bien que han trabajado algún periodo en California, antes de migrar a Nueva York. Es decir, algunos de los migrantes mixtecos pasan directamente de desempeñar trabajo rural a realizar trabajo urbano en Nueva York.
“…Y después de trabajar tanto en los campos de California, por mas de 13 años, decidí irme a Nueva York, yo pensaba antes que allá solo iban los flojos, pues allá se trabaja por hora y no por jornal, como en el campo. Estuve en una fábrica por más de 22 años hasta el día en que me jubilé… Para mí el trabajo en la fábrica es aburrido, prefiero el campo, pero como fui a vivir a Nueva York, mas concretamente me pasé a New Jersey, tenía que trabajar en fábrica y así lo hice… (Don Juan; Marzo, 2002).
El cambio de actividad radicalmente distinta ha impreso también un nuevo sentido a la migración transnacional, la cual implica no solo un cambio de residencia, sino totalmente de un modo de vida, del campo a las grandes urbes y una transformación de la identidad basada en la presencia de la familia extensa a la individualidad del trabajo urbano, desde la habitación en un departamento y la lejanía de sus referentes comunitarios, además de su lengua; aun cuando la mayoría de estos migrantes se mueven en red, experimentan en los primeros momentos del desplazamiento ciertos sentimientos de soledad, anonimato y distensión de los lazos familiares. Estos sentimientos no eran muy claros en las primeras dos fases de migración, pues la posibilidad de regresar al lugar de origen se observaba mas cercana. Aun más, algunos migrantes mixtecos han manifestado recurrentemente en sus testimonios que experimentan, en el caso de los hombres, también cierta erosión de su “sentido de masculinidad”, pues tienen que insertarse en el mercado de trabajo ocupando los lugares disponibles, generalmente empleos que en su lugar de origen y en general en México, ellos no hubieran tomado, se trata de lavar platos, cocinar, trabajo de limpieza en cocinas y baños, en general actividades que desde cierta perspectiva local eran consideradas de competencia femenina. Al respecto comenta Don Neftalí:
“… y aquí ni pensarlo, yo en mi casa no cargo ni un balde de agua, pues no me vaya a lastimar la espalda, eso lo hace mi mujer…Pero allá, en Nueva York yo fui a trabajar primero lavando platos, era una fila interminable de platos sucios, en la cadena había unas ollas que ni se imaginan, tenían mi tamaño y había casi que meterse en ellas para lavarlas…no lo vuelvo hacer, pero allá se pagaba en dólares y eso lo hacía distinto…luego fui cajero y la cosa cambió, pero también limpie algunos pisos y eso… aquí nunca lo haría, pero allá es en dólares y hasta el orgullo se pierde…” (Don Neftalí; Abril, 2002)
Las diferentes fases de migración mixteca han impreso transformaciones diferenciadas en el paisaje de los pueblos migrantes, pero indudablemente que una de las transformaciones más visibles de esta región se experimentan a partir de la migración transnacional que se ha visto acelerada durante las últimas dos décadas. En el siguiente apartado veremos cómo se observa el paisaje socio-cultural en los pueblos migrantes y cómo el movimiento constante de bienes simbólicos, personas y dinero ha generado transformaciones comunitarias tanto en la mixteca como en Nueva York.
2.2 El antes y después en los pueblos migrantes. Transformaciones socio-culturales del espacio social
“A pesar de todo, y de que todos van a Nueva York, la migración sigue teniendo motivos económicos. Uno ve a los estudiantes de secundaria ya apresurados por terminar sus cursos, pues el siguiente paso es irse a Nueva York, ya no les interesa seguir estudiando, pues ven que aquí no tienen futuro. Uno ve en la preparatoria que casi el 80% de los estudiantes son mujeres, ellos ya se fueron” (Profesor, Abril, 2002)
En las narrativas de los migrantes encontramos que, el desplazamiento a edad temprana se ha convertido en un ritual en la vida de los jóvenes mixtecos, después de la secundaria, en el caso de los hombres, o bien después de la preparatoria, - mas reciente en el caso de las mujeres- ellos visualizan en su imaginario a la migración hacia los Estados Unidos como el siguiente paso en su vida. Las familias de los migrantes argumentan que las razones del desplazamiento siguen siendo fundamentalmente económicas; es decir, la imposibilidad de conseguir un empleo que les permita sustentar sus necesidades y las de sus familias se convierten en razón suficiente para migrar al norte, donde muy probablemente ya tienen un referente, el cual puede ser algún vecino, un amigo, o bien un familiar. También migran los profesionistas, encontramos interesantes experiencias de profesores, ingenieros, trabajadores sociales, médicos y otros profesionistas que también narran cómo decidieron dejar algunos empleos y vivir la experiencia de la migración, al fin y al cabo resultaba más atractiva en términos económicos.
“Fui un inmigrante por algunos años, indocumentado como muchos, trabajé en restaurante en Nueva York…Yo veía como todos se iban y regresaban con dinero, quise probar también. Luego volví, no hice realmente mucho dinero…Conozco muchas historias, de gente vendiendo flores en Nueva York, por ejemplo, en plena Quinta avenida y son ingenieros, hicieron una carrera universitaria y se recibieron, no encontraron trabajo en lo suyo y se fueron a Nueva York. Paradójicamente, cualquiera gana más allá que aquí en el pueblo o en la región, con algún título. Nuestros jóvenes así no tienen muchas ganas de superarse, eso nos preocupa en el pueblo…” (profesor-migrante, abril,2002)
La fisonomía de los pueblos migrantes se ha transformado en términos poblacionales también, en la mixteca encontramos un sinnúmero de pueblos deshabitados o bien donde la población mayoritaria son hombres y mujeres de la tercera edad. Algunos fenómenos significativos han tenido lugar, tales como el cierre de un jardín de niños y una escuela primaria localizados en la carretera principal hacia la mixteca profunda, son altamente representativos de la ausencia de menores y luego de jóvenes. Y comenta un profesor de Tulcingo de Valle:
“Aquí donde pasa por la carretera, nos acaban de cerrar unas escuelas que costaron muchos años para que fueran abiertas; cuando se logró que hubiera escuelas, ya que se pidieron porque los niños las necesitaban y se llenaban los cupos requeridos, solo a los dos años bajó tanto la matrícula que tuvieron que ser cerradas. Ya no había niños!, quedaron muy poquitos, nosotros como profesores estábamos muy preocupados con ese hecho…ahora están allí, sin usarse esas instalaciones…Eso es lo que está pasando con nuestros niños…” (Profesor; mayo,2002)
Indudablemente las transformaciones más visibles aluden al estilo de las nuevas casas y negocios, así como de las empresas que ahora se dedican a construirlas: “se construyen casas estilo Nueva York”, anuncian. Muchos migrantes envían dinero a su familia para construir una casa que nunca será habitada, pues muchos de ellos ya no regresarán a vivir al pueblo, es notable observar grandes casas deshabitadas.
La proliferación de antenas parabólicas, casas de cambio, establecimientos para el envío y recepción de dinero y paquetería, de venta de comida griega, china, italiana y “hamburguesas estilo Nueva York” son parte del escenario de los pueblos de la mixteca poblana. Estos cambios han modificado también los patrones alimenticios de la región, casi en cualquier comunidad mixteca encontramos negocios de hamburguesas, hot-dogs, pizzas y otros. La presencia también de cafés internet, venta de computadoras y electrónicos no son ajenos al panorama. Algunos de estos pueblos, como Tulcingo de Valle cuentan ya con una página de internet que les permite comunicarse con los familiares y amigos que están en los Estados Unidos, así como compartir las celebraciones locales vía electrónica.
En el afán de “modernizar” las construcciones, han terminado con algunas pocas casas de tejamanil y adobe que aun se conservaban en el centro de los viejos poblados. Las lajas del atrio de la iglesia de Tulcingo de Valle, las cuales tenían más de un siglo con inscripciones originales, han sido cambiadas por adoquín financiado por los migrantes de Nueva York, quienes han preferido “poner bonita y moderna la iglesia de San Gabriel”. De la misma forma, las celebraciones comunitarias han sufrido modificaciones, pues la tradición era que las fiestas familiares como bodas, quinceañeras y bautizos fueran amenizadas con música de banda, ahora se escucha la presencia de grupos norteños, bachata dominicana, cumbia y vallenato colombianos y algunos sonidos puertorriqueños, como parte de los efectos de la globalización musical, pero indudablemente también de la influencia de los inmigrantes a Nueva York.
Algunos de los mayordomos de las fiestas de los santos patrones locales vienen de Nueva York, o de otras ciudades de los Estados Unidos, pues son ellos quienes cuentan con los recursos suficientes para financiar los gastos de las grandes fiestas patronales en las localidades mixtecas. Y nos comenta un sacerdote que trabajó durante 20 años en la región:
“Las fiestas de nuestros Santos han cambiado mucho. Algunas son un derroche de dinero, y no tienen ya nada que ver con la religiosidad de antes. Han desaparecido algunos criterios de moralidad para elegir a los mayordomos de fiestas. Ahora son grandes bailes, y disturbios, sonidos en grandes altavoces y bueno, corre mucho alcohol y también drogas, es impresionante como corre la droga ahora en las fiestas. Luego vienen los problemas de salud, eso del Sida esta ya presente en nuestras comunidades, antes ni pensarlo. Las bodas y los bautizos son difíciles para nosotros, nos hablan desde Nueva York y quieren saltarse las pláticas pre-nupciales y las de los padrinos, solo porque te pueden pagar en dólares la celebración de las misas, luego te ponen en el dilema de si no se las haces, pues de todas maneras se llevarán a la novia, o no bautizarán al hijo…claro que no todos, pero ya tenemos muchos casos así…” (Sacerdote, agosto, 2002)

Las transformaciones de la vida migrante no solo se experimentan en el paisaje y las celebraciones, también en la vida cotidiana de las familias, los roles tradicionales han sufrido modificaciones, ahora no solo migran los hombres, sino también las mujeres jóvenes, muchos emigran en pareja, de tal suerte que experimentan en menor medida la experiencia de la familia escindida por la ausencia del padre-migrante. Sin duda, aun encontramos muchos casos de familias escindidas en la mixteca, pero la experiencia reciente muestra que, el tiempo de migración de la pareja (generalmente la mujer) se ha reducido, es decir, ahora solo esperan algunos meses para llevarse a su mujer e hijos, aun en la condición de indocumentados; o bien, cuando no existen los hijos, emigra la pareja desde el primer viaje. Esto ha generado una relación distinta entre hombres y mujeres, así como el consecuente desarrollo de roles. Las mujeres jóvenes asumen empleos en el nuevo destino y adquieren una actitud no tradicional respecto de su papel como madre de familia y esposa. Estos cambios relacionales al interior de la familia han provocado modificaciones en las estructuras comunitarias, algunos vínculos del parentesco parecen relajarse, aun cuando son reafirmados en el momento en el que regresan (aunque temporalmente) a las comunidades de origen. Comenta un padre de familia lo que experimenta en relación a sus hijos, todos ellos inmigrantes radicados en Nueva York:
“Los viejos hemos perdido toda autoridad con la familia, antes nuestro consejo era escuchado, y sobretodo las mujeres nos obedecían, ahora ni mi mujer y mucho menos mis hijas, tampoco los hijos varones, pues desde que se fueron a Nueva York mandan dinero y eso les da fuerza para mandar. También el pueblo escuchaba la opinión de los más viejos y tomaban los consejos, ni las autoridades ahora se interesan…” (Don José, Julio, 2002)
Este cambio en el rol de las mujeres, ahora también migrantes, ha provocado un proceso de empoderamiento de las mujeres mixtecas poblanas, si bien no se trata de un fenómeno generalizado, existen mujeres empresarias y profesionales que transitan también en el circuito migratorio y son actores protagónicos de éste; encontramos también mujeres como algunos de los mejores coyotes especializadas en el tránsito de personas de la región mixteca. Algunas de las mujeres se han convertido en dirigentes de incipientes grupos de oriundos en Nueva York, quienes se organizan alrededor de la iglesia católica, pero cuyas actividades trascienden el ámbito propiamente religioso, al grado de ser algunas de ellas interlocutores en organizaciones de defensa de derechos humanos en los Estados Unidos, como en el caso de dirigentes de grupos barriales de Asociación Tepeyac en Nueva York.
Una mujer migrante que hacia una estancia vacacional en Tulcingo de Valle, nos permite ilustrar el proceso de capitalización de las mujeres en la región mixteca:
“Yo decidí irme un día y me convertí en la primera mujer que migraba a Nueva York desde esta región, bueno de Tulcingo. En ese entonces iban solo los hombre y yo quise hacerlo también pues quería ayudar a mi mamá…Me fui en 1970 y aquello era aun más difícil, aun cuando fui con una ahijada, nadie creía en nosotros, menos siendo una mujer…Pero he trabajado por muchos años como empleada de una joyería, ahora voy y vengo cuando yo quiero. Tengo papeles y creo que puedo hacerlo. En el barrio donde vivo en Nueva York, en el Bronx, también le ayudo a los otros, les cuento mi historia y ahora tengo muchos ahijados, así los llamo aunque no lo son, pues son muchachos que estaban solos y que los he orientado…Todos tenemos derecho a una vida mejor y si nuestro país no la puede dar, hay que ir a buscarla…” (Gris, Abril, 2002).
El capital simbólico acumulado por estas mujeres y en general jóvenes migrantes se ha multiplicado por su experiencia migratoria, pero fundamentalmente como resultado del proceso de aprendizaje colectivo derivado de enfrentarse a nuevas condiciones en el mercado de trabajo, a una sociedad a la que han llegado a insertarse sin conocer el idioma, culturalmente distinta y enriquecida constantemente por el repertorio cultural de muy diversos grupos nacionales.
2.3 Transformaciones e intercambio simbólico: las remesas
Las transformaciones comunitarias en las sociedades de origen no devienen necesariamente del envío de dinero, sino también de las remesas socio-culturales que cotidianamente reciben y envían. La música, las festividades, las tradiciones, la comida, los nuevos retos y experiencias organizativas, el ir y venir constante de imágenes y narrativas posibilitan la reconstrucción de la referencia comunitaria en los puntos de destino, pero también recrean la identidad no solo del inmigrante, sino de quienes permanecen de este lado de la frontera. Los repertorios culturales no conocen fronteras, la posibilidad de que las remesas socio-culturales circulen a través del circuito migratorio depende de la intensidad de los flujos y de la vinculación de los inmigrantes hacia sus comunidades de origen. Indudablemente, la sobrevivencia de muchos de los pueblos de la mixteca poblana depende en gran medida de las remesas económicas, pero las remesas socio-culturales son las que posibilitan el dinamismo del circuito migratorio. Diariamente las casas de cambio y envío de paquetería y dinero se encuentran saturadas por mujeres, ancianos y jóvenes que esperan recibir el dinero para los gastos de la semana, para resolver una emergencia médica, o bien para continuar la construcción de su casa o negocio. Estas mismas agencias de paquetería y dinero se encuentran también siempre dispuestas a embalar los paquetes que desde la mixteca envían a sus familias en los Estados Unidos; entre éstos encontramos un sinnúmero de artículos y productos no autorizados para su transporte a los Estados Unidos, los cuales son enviados diariamente a través de servicios locales de paquetería – Delgado Travel, Tulcingo-New York Express y Tulcingo Travel son algunos de los más conocidos en la región- Los envíos contienen desde salsas caseras, conservas de ciruela y otras frutas, semillas de guaje, capulines, hojas de hierba santa, estampas de santos y vírgenes locales, escapularios, velas y agua benditas, pan recién horneado, pipianes y moles caseros, quesos frescos, hasta carnes preparadas tales como cecina y enchilada. Al respecto, Doña Ana comenta sobre su más reciente envío:
“En Navidad tenía mucha desazón porque todos mis hijos están en Nueva York y no estarían este año con nosotros, algunos tienen papeles y otros no los tienen y se ha vuelto peligroso estar viniendo. Le dije a mi marido, les voy a cocinar lo que más les gusta y se los envío ya al punto para que allá lo calienten. Les preparé un chivito con todos sus condimentos y recaudos, un chivo bien preparado en barbacoa de hoyo... El 23 de diciembre en la madrugada salió listo y se los mandé…en uno de esos trastes grandes donde no se escurre y llega buenesíto…Tardaron dos días en entregarlo porque el que hace los envíos se olvidó de ese traste que puso en su cajuela del carro, pero como en Nueva York estaba nevando, pues ni se echó a perder. Mis hijos se lo comieron al otro día y me hablaron para decirme que estaba muy bueno. Una se siente contenta cuando lo que se hace aquí, se quiere mucho allá…” (Doña Ana, febrero, 2003).
Las imágenes, narrativas, discursos y bienes en general transportados desde la mixteca hacia Nueva York, pero también desde Nueva York hacia la mixteca, contribuyen en el fortalecimiento del circuito migratorio, luego en la intensidad de los flujos, pero fundamentalmente en el reforzamiento de los lazos comunitarios y la identidad de los inmigrantes aun en su condición de desplazamiento. Asimismo, además del dinero, los inmigrantes en Nueva York envían a sus comunidades de origen una serie de bienes, imágenes, narrativas (ya sea a través de la música, fotografías, historias, vivencias personales, y bienes materiales en general) que se convierten también en remesas socio-culturales para estas comunidades, permitiéndoles ampliar los horizontes y concepciones de su entorno social.
Esta dinámica del circuito migratorio transnacional implica un intercambio simbólico de alta movilidad, y también posibilita la ampliación de la concepción de comunidad, en una imagen de comunidad transnacional sin límites geográficos, ni barreras culturales (cf. Rouse, 1996). En el siguiente apartado observaremos cómo estas remesas socio-culturales se fortalecen a través de la organización comunitaria transnacional de los mixtecos poblanos en Nueva York.
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