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1.1. Antecedentes históricos de la televisión.
La televisión nace a partir de la conjunción de una serie de fenómenos e investigaciones simultáneas pero desarrolladas aisladamente. El original descubrimiento de la "fototelegrafía" a mediados del siglo XIX (La palabra TELEVISIÓN no sería usada sino hasta 1900), debe sus avances y desarrollo a varios investigadores que experimentaron con la transmisión de imágenes vía ondas electromagnéticas. De todos los que contribuyeron con sus estudios de fototelegrafía, sin duda los más importantes son los siguiente: ![]() Un nuevo comienzo 1946 - 1949 Concluida la II Guerra Mundial, Gobiernos y los sectores industriales ligados a la televisión volvieron su mirada a la pequeña pantalla en un contexto de recuperación social, económica y tecnológica. Muchos países europeos fueron haciendo sus primeras pruebas públicas y en España, las empresas Philips y RCA organizaron en 1948 sendas exhibiciones de televisión en Barcelona y Madrid respectivamente. En Gran Bretaña, la BBC remozó sus instalaciones y volvió a transmitir imágenes a mediados de 1946. A este nuevo comienzo le siguió un desarrollo lento y constante: sólo en 1960 se completó la cobertura de todos los rincones de las islas, y en 1962 se contabilizaron cerca de 12 millones de televisores. En los EEUU el crecimiento económico de posguerra tuvo su correlación en el crecimiento del número de emisoras, horas de programación y televisores en los hogares. Algunos de los programas creados en ese tiempo se revelarían clásicos con el paso de los años (por ejemplo, El show de Sullivan o Martín Kane, detective privado). Por su parte, la FCC (Federal Communications comission) estableció en 1947 la normalización técnica de todas las emisiones televisivas, lo cual dio lugar al reinicio de la expansión del medio por todo el país. A medida que los servicios de televisión se regularizaron fueron ganando fervorosos adeptos allí donde comenzaban las emisoras y estableciendo un novedoso equilibrio en relación a los otros medios existentes (prensa, cine y radio). Asimismo aparecieron dos modos diferentes de entender la televisión en Occidente: mientras que en los EEUU, y luego en Iberoamérica, la industria televisiva se asentó en redes de empresas privadas y comerciales en competencia, en la Europa del Oeste se desarrollaron fuertes sistemas públicos y nacionales de radio y televisión. Un importante avance técnico registrado fue la incorporación del color a las transmisiones televisivas. Las grandes compañías estadounidenses fueron las primeras en proponer un sistema de televisión color: el NTSC. Con la aprobación de la FCC, EEUU se convirtió, en 1953, en el primer país en contar con televisión color. Hoy el NTSC está en funcionamiento en los EEUU, Canadá y Japón, entre otros países. Posteriormente en Europa se puso en marcha una serie de investigaciones para perfeccionar el sistema estadounidense. Los resultados de éstas dieron lugar a dos sistemas de televisión color. En 1959, el Gobierno galo puso en marcha un sistema denominado SECAM (Séquentiel Couleur à Mémoire, en francés, "Color secuencial con memoria“) ; mientras que en Alemania Telefunken- ideó el sistema PAL(Phase Alternating Line (en español línea alternada en fase). en los años 1962-1965, los países de Europa no supieron elegir un sistema único y hoy en día, si el PAL ha ganado el mercado de los principales países europeos occidentales, el SECAM se ha impuesto en los países del Este, en numerosos países del cercano Oriente, en algunos países de América Latina y en África.
Los primeros pasos de la televisión en México, en su etapa experimental, se remontan al año 1934. Un joven de 17 años, estudiante del Instituto Politécnico Nacional, realiza experimentos con un sistema de televisión de circuito cerrado, en un pequeño laboratorio montado en las instalaciones de la estación de radio XEFO Durante varios años, el ingeniero Guillermo González Camarena trabaja con el equipo que él mismo ha construido, hasta que, en 1939, cuando la televisión en blanco y negro ya funciona en algunos países, González Camarena impacta al mundo al inventar la televisión en color, gracias a su Sistema Tricromático Secuencial de Campos. El ingeniero Guillermo González Camarena obtiene la patente de su invento tanto en México como en Estados Unidos el 19 de agosto de 1940. Este sistema de televisión en color se empieza a utilizar con fines científicos. En 1951, transmite desde la Escuela Nacional de Medicina, lecciones de anatomía. En la actualidad, el mejor ejemplo de la utilización práctica de la creación del ingeniero mexicano, está en las naves espaciales estadunidenses de la Agencia Nacional para el Estudio del Espacio Exterior (NASA), las cuales están equipadas con el sistema tricromático. La primera transmisión en blanco y negro en México, se lleva a cabo el 19 de agosto de 1946, desde el cuarto de baño de la casa número 74 de las calles de Havre en la capital del país, lugar de residencia del ingeniero Guillermo González Camarena. Fue tal el éxito, que el 7 de septiembre de ese año, a las 20:30 horas, se inaugura oficialmente la primera estación experimental de televisión en Latinoamérica; la XEIGC. Esta emisora transmite los sábados, durante dos años, un programa artístico y de entrevistas. En septiembre de 1948, inician transmisiones diarias desde el Palacio de Minería de la "Primera Exposición Objetiva Presidencial". Miles de personas son testigos gracias a los aparatos receptores instalados en varios centros comerciales. Por todos estos hechos, se le conoce al ingeniero González Camarena como el "Padre de la televisión mexicana". El primer canal comercial de televisión en México y América Latina se inaugura el 31 de agosto de 1950, un día después, el 1 de septiembre, se transmite el primer programa, con la lectura del IV Informe de Gobierno del Presidente de México, Lic. Miguel Alemán Valdés, a través de la señal de la XHDF-TV Canal 4 de la familia O'Farrill.En ese año, la XETV-Canal 6 de Tijuana, Baja California y la XEQ-TV Canal 9 (actualmente con las siglas XHTM Canal 10), en Altzomoni, Estado de México, también inician sus transmisiones. La XEW-TV Canal 2, propiedad de la familia Azcárraga, es inaugurada en 1951, la cual transmite desde el Parque Delta (actualmente del Seguro Social) en el Distrito Federal. Ese año, la XHGC Canal 5 del ingeniero Guillermo González Camarena, queda integrada al dial televisivo. Para 1955, se fusionan esos tres canales, dando paso a la empresa Telesistema Mexicano. Posteriormente, inician transmisiones XEIPN Canal 11 (1959), del Instituto Politécnico Nacional, XHTIM Canal 8 (1968) del Grupo Monterrey, (hoy XEQ-TV Canal 9 integrado al consorcio Televisa) y XHDF-TV, Canal 13 (1968). Es precisamente en 1968 cuando nuestro país incursiona en la era de las comunicaciones vía satélite, al transmitir a todo el mundo, los diversos eventos de la XIX Olimpiada México 68. 17 años después, en 1985, se colocan en órbita los primeros dos satélites nacionales de comunicaciones, Morelos I y II. En 1992 y 1993, se colocan otros dos satélites, Solidaridad I y II, con ellos, se utilizan las tecnologías más avanzadas en transmisiones radiofónicas y televisivas, principalmente, con capacidad para ofrecer servicios de telecomunicaciones a todo el territorio nacional y a 23 país del continente americano. 1.1.1. Situación actual de la televisión.
El impacto de la televisión en la sociedad contemporánea puede tener su punto de entrada en el impacto cultural que tienen los medios y tecnologías de comunicación. Este impacto propone un lenguaje que nos atraviesa. Los medios, en general, se usan con fines específicos, la audiencia elegirá el medio y el contenido de acuerdo a sus propios intereses y demandas. El impacto de la televisión en la sociedad contemporánea demuestra que la mayoría de los adultos utilizan la televisión a falta de compañía para no sentirse solos. Sucede que la televisión realiza movimientos estratégicos como mostrar las políticas gubernamentales, o las caracterizaciones de los distintos estatus sociales y así logra crear un cuerpo de conocimientos que la audiencia comparte. El impacto de la televisión en la sociedad contemporánea se explica debido al alto grado de influencia que esta tiene como consecuencia de distintas características, como el manejo de imágenes, sonidos, colores que entran directamente a nivel subconsciente. Por otro lado la televisión engloba a toda una serie de espectáculos como el teatro, la música, el deporte que en esa misma integración se vuelven dependientes del medio. Pero el impacto de la televisión en la sociedad contemporánea llega más lejos, a la misma intimidad del hogar, donde afecta la distribución física de los objetos y determina los lugares de reunión familiar. Afecta la comunicación misma de la familia al volverse un objeto que llega a sentirse como indispensable. A nivel marital la televisión puede convertirse en el tercero en discordia que evita o al menos espacia los momentos de intimidad conyugal. El impacto de la televisión en la sociedad contemporánea puede dimensionarse si pensamos que es el medio de comunicación más usado en el mundo. Y es por lo tanto una forma de control. Símbolo de la cultura de masas, genera incultura e uniformidad. En general presenta una ideología cambiable y por lo tanto genera el vacío ideológico en los espectadores puesto que su estructuración se encuentra basada, no en la ética sino en el rendimiento económico. De esta manera la mediada de éxito esta dada por la lógica del capital y del consumo, no del contenido. Es un medio masivo, porque sus contenidos no son complejos sino en los estructural y por eso es un medio económico que transporta cargas morales superficiales, como las telenovelas, que funcionan para los espectadores como guía en sus juicios morales. El esfuerzo actual en la producción televisiva apunta al logro de un contenido hueco, no cuestionable, no generador de pensamiento ni de crítica.
Es necesaria la formación de una postura crítica para enfrentar a este medio poderoso. El impacto de la televisión en la sociedad contemporánea construye un mundo que, en apariencia es neutro, que aspira a vender que es una representación del mundo real. Basada en la imagen, predominan los modelos estéticos inalcanzables y falsas necesidades impuestas por el consumo.
La televisión tiene una influencia muy grande, ya que podemos ver que buena parte de nuestras ideas y creencias provienen de algo que hemos visto en la televisión. A veces el papel que ejerce la televisión es positivo, al recibir imágenes de todas partes del mundo, se amplían nuestros conceptos del hombre y su cultura. Pero la mayoría de las veces la influencia es negativa, la falta de comunicación en los hogares, la violencia, el consumismo, son algunas de las consecuencias que tiene la televisión. En el futuro esta influencia va ir en aumento ya que los avances tecnológicos van haciendo a la televisión y su programación más atractiva a los espectadores, al igual que la utilización comercial, que será mayor, y en definitiva la función principal que inicialmente tuvo, la de informar, habrá perdido protagonismo. Es decir, veremos que habrá evolucionado definitivamente hacia un medio de control masivo. 1.2 El discurso televisivo. La noción de discurso remite a cualquier práctica social contextualizada en la que un individuo (o un grupo de ellos) en uso de un lenguaje ( hablado, gestual, audiovisual, etc.) produce un mensaje con unas intenciones para uno o múltiples destinatarios. Al emplear el concepto de discurso televisivo para referirnos a los programas y programaciones de televisión, queremos señalar que la producción televisiva de contenidos es una práctica social que se realiza desde la propia televisión y en la que intervienen unos sujetos (productores y destinatarios) con unas intenciones (informar/se, entretener/se, convencer/se) y un texto televisivo que se configura desde los recursos expresivos del lenguaje audiovisual y que opera como vehículo de conceptos e ideas. El discurso televisivo es una unidad de comunicación dotada de los componentes propios de cualquier circuito integral ( es decir, con un emisor que envía -por un canal- un mensaje dirigido a un receptor, empleando unos códigos y en determinado contexto). Hablar de discurso televisivo significa comprender a los programas y programaciones como unidades de comunicación dotadas de cierta autonomía y en las que, mediante un análisis de contenidos, podemos descifrar los ejes que han sido claves para la construcción de su sentido: el productor, las gramáticas productivas empleadas, los temas, los estilos, los destinatarios, los espacios y tiempos representados, etc.
Es necesario que destaquemos a la producción audiovisual como un acto constitutivo de los discursos audiovisuales y es por ello que nos parece oportuno introducir el concepto de enunciación. En efecto, cuando se habla de enunciación se alude al mecanismo por el cual el emisor se apodera del aparato formal de una lengua o lenguaje (en nuestro caso el audiovisual) y enuncia su posición de “hablante” ya sea a partir de índices específicos o por medio de procedimientos accesorios. En este movimiento de captura del lenguaje audiovisual el emisor instaura a un otro enfrente de sí, a partir del empleo de formas visuales, sonoras, lingüísticas, gráficas, etc. El concepto comercial de target, por ejemplo, muestra la tendencia confirmada a: “la segmentación de las audiencias –los consumidores- y a la búsqueda o creación de nichos –los jóvenes, los negros, los gays, los latinos, los niños, etc.- para quienes se fabrican productos y en el caso televisivo, programaciones, que se juzgan más adecuadas a sus intereses (...)” (Mazziotti, y Borda, 1999:274) Desde la afirmación previa, observamos cómo el destinatario de un discurso audiovisual queda inscriptos dentro del mismo y puede ser rastreado a través de una serie de marcas que el propio proceso de producción ha dejado en el discurso: reconocemos la imagen del ama de casa en los magazines de la tarde, la de los jóvenes y adolescentes en algunas teleseries, programas musicales, concursos, la de la infancia en los programas infantiles. De este modo conviene afinar también la noción de destinatario y redefinirla por la de enunciatario. El enunciatario propiamente dicho es aquél segmento de audiencia que es explícitamente considerado por el enunciador a partir del empleo de ciertas formas discursivas que lo señalan. La teoría de la enunciación, así, aborda los aspectos relacionados con la construcción de los sujetos discursivos y con la inscripción de estos mismos dentro del enunciado. Sus aplicaciones han contribuido a delimitar cómo el uso de determinados elementos de una lengua manifiestan tanto el grado de implicancia de enunciador y enunciatario como la orientación argumentativa que adquieren los enunciados al conectarse entre sí en la secuencia discursiva. 1.2.1. Funciones del discurso Las funciones o intenciones comunicativas básicas de los discursos de TV pueden catalogarse de la siguiente manera: 1. Intención informativa 2. Intención lúdica o de entretención 3. Intención apelativa o de convencimiento En los apartados que continúan ingresaremos en una descripción de las marcas que nos permiten caracterizar a estas funciones comunicativas. Sin embargo, deseamos dejar claro que la caracterización final de cada una de estas intencionalidades dependerá no sólo de elementos presentes en el texto, sino y como señala Brinker, de elementos que el productor traslada del contexto comunicativo en el momento en que produce su discurso. De este modo, la caracterización de las funciones e intenciones comunicativas dependerá en gran medida del tiempo y el espacio (ejes contextuales comunicativos) en el que el discurso sea producido. INTENCIONALIDAD INFORMATIVA La intencionalidad informativa es la base de muchos discursos que se caracterizan por las siguientes marcas: *La presencia de contenidos que provienen de la realidad extradiscursiva, *El uso dominante de la función del lenguaje referencial o informativa, *La tendencia confirmada del productor a referir y sumariar la realidad mediante organizaciones discursivas que se ofrecen como resúmenes o síntesis de la realidad. Estas tres marcas señalan al primer tipo de intencionalidad discursiva que en nuestro caso hemos denominado como intencionalidad informativa. La podemos observar en aquellos discursos en los que (por sobre otros objetivos o proposiciones) predomina la confirmada tendencia a que el ente productor del discurso se ofrezca como el “relator” de la información presente en el contexto comunicativo. INTENCIONALIDAD LÚDICA O DE ENTRETENCIÓN La intencionalidad lúdica o de entretención define a muchos discursos en los que se evidencian las siguientes marcas: *La presencia de contenidos que pueden provenir tanto de la realidad extradiscursiva como de la invención de mundos ficcionales, notándose una mayor utilización de la segunda tendencia (contenidos ficcionales), *El uso dominante de la función del lenguaje poético-expresiva, *La tendencia confirmada del productor a crear e inventar historias, mundos, escenarios, personajes, etc., mediante organizaciones discursivas que se ofrecen, principalmente, como de ficción e hibridación. Estos tres rasgos señalan al segundo tipo de intencionalidad discursiva que en nuestro caso hemos categorizado como lúdica o de entretención. La podemos observar en aquellos discursos en los que se observa la confirmada tendencia a que el ente productor del discurso se ofrezca como generador de ficción, juego o entretenimiento. INTENCIONALIDAD APELATIVA O DE CONVENCIMIENTO La intencionalidad apelativa o de convencimiento se establece como intención básica de muchos discursos en los que nos encontramos con las siguientes huellas discursivas: *La presencia de contenidos que pueden provenir tanto de la realidad extradiscursiva como de la invención de mundos ficcionales, notándose una mayor utilización de la primera tendencia (contenidos reales), *El uso básico y dominante de la función del lenguaje apelativa o conativa, *La tendencia confirmada del productor a argumentar, fundamentar y polemizar, en relación a las ideas y/o los contenidos que transmite en su discurso. Queda catalogado así el tercero de los tipos de intencionalidad discursiva bajo la categoría de intencionalidad apelativa o de convencimiento. La podemos observar en aquellos discursos en los que se manifiesta la tendencia del ente productor del discurso a modificar ideas, hábitos, comportamientos o conductas en su destinatario. |