PRIMERA PARTE PERSPECTIVA GENERAL DE LA CURACIÓN EN NUESTROS DIAS “Una nueva idea se considera, de entrada, ridícula, y más tarde se desestima por trivial, hasta que por fin se convierte en lo que todo el mundo sabe” WILLIAM JAMES
Capítulo 1
EL DON DE SANAR El don de sanar reside en cada uno de nosotros. No es un don que se concede sólo a unos pocos. Es una cualidad innata suya y mía. Todo el mundo puede beneficiarse de la curación, y todo el mundo puede aprender a sanar. Cada cual puede sanarse a sí mismo y a los demás. Usted se proporciona curación, aun cuando no quiera llamarla así. ¿Qué es lo primero que hace cuando se ocasiona una herida? Generalmente, toca la parte herida de su cuerpo. Puede incluso sujetarla para tratar de mitigar el dolor. Este instinto fisico envía también energía curativa a la parte afectada. Si se relaja y coloca sus manos sobre la herida más tiempo de lo que haría normalmente, comprobará cómo tiene efecto una curación aún más intensa. Todas las madres tocan, abrazan, besan o acarician a sus hijos cuando éstos contraen algún dolor, y hacen lo mismo con el resto de sus seres queridos. Si usted observa estas sencillas reacciones y procede a estudiarlas, constatará que cuando usted toca a alguien a quien quiere mucho, se produce un efecto más intenso que si toca a un desconocido. Lo más probable es que haya conferido a su tacto una esencia especial: la esencia del amor que siente hacia esa persona. Como ve, usted ha sido siempre capaz de sanar, pero no tenía conciencia de ello. Cuando usted está alegre, feliz, lleno de energía, o en cualquier otra disposición positiva, su tacto será más agradable para los demás que si estuviera de mal humor. La energía que encierra un contacto malhumorado no es la misma que existe en un contacto alegre. Su estado de ánimo en un momento dado se expresa a través de su energía. Cuando aprenda a regular su estado de ánimo y, en consecuencia, la naturaleza de su energía y su flujo energético, pronto utilizará su energía para sanar. Esto es lo que hacen los sanadores. Simplemente, aprenden a percibir y regular su energía para utilizarla en la curación. Estas experiencias personales cotidianas, que tengo la certeza se han desarrollado desde que habitábamos en cavernas, han dado origen a la base de la curación por imposición de las manos. Ha tenido lugar desde que ha existido el ser humano. Los antiguos ya eran conscientes del poder curativo que residía en sus manos. Cada cultura investigaba y utilizaba este poder desde la estructura de sus conocimientos y tradiciones. En su li- bro Future Science, John White enumera noventa y siete culturas distintas de la faz de la Tierra, cada una de las cuales posee su propia denominación para referirse a la curación o a los campos de energía vital. Éstos se conocen en China y la India desde hace más de cinco mil años. Yo llamo la energía vital que rodea y penetra en todo «campo de energía universal», o CEU. Y llamo la ener- gía vital asociada a los seres humanos «campo energético humano», o CEH. Se conoce más comúnmente como «aura humana». Percepción y regulación del CEH Muchas personas pueden percibir el campo energético humano, y todo el mundo puede aprender a percibirlo. De hecho, ya lo hacemos, tal vez inconscientemente, quizá sin considerarlo, o quizá llamándolo por otro nombre. Así, por ejemplo, usted sabe cuándo alguien le observa sin verlo porque lo nota; o bien le agrada in- mediatamente un desconocido que acaban de presentarle, y sabe que se llevará bien con él; o tiene la vaga sensación de que algo bueno va a ocurrirle, y así sucede. Usted siente el campo energético humano a través de lo que yo llamo elevada percepción sensorial (EPS). La EPS se refiere simplemente a la extensión de nuestros sentidos más allá del alcance normal al que estamos acostumbrados, y se conoce a veces como el «sexto sentido». Otros términos utilizados para designar esta capacidad son: clarividencia, o la aptitud de ver cosas significativas que otros no pueden ver; clariaudiencia, o la aptitud de oír cosas que otros no pueden oír; y clarisensibilidad, o la aptitud de sentir cosas que otros no pueden sentir. Yo he desarrollado, estudiado y utilizado la EPS durante muchos años. He descubierto formas más específicas de diferenciar los distintos tipos de EPS. Esta incluye los cinco sentidos normales -vista, oído, tacto, gusto y olfato- amén de otros sentidos complementarios. Uno de ellos, la intuición, es una vaga sensación de conocimiento, como saber que algo bueno va a ocurrir sin saber de qué se trata. Otro ejemplo de la intuición es cuando usted sabe que alguien va a llamar por teléfono -incluso puede saber quién- pero no sabe exactamente para qué. Otro de estos sentidos es lo que yo llamo conocimiento directo. Este sentido nos brinda una información completa, específica y directa. Así, por ejemplo, sabemos que determinada persona va a llamarnos, cuándo lo hará y qué nos dirá. O, si se nos plantea una pregunta sobre algo que creemos desconocer por completo, resulta que conocemos el concepto global y los detalles específicos de la respuesta. Generalmente, en el cono- cimiento directo ignoramos de dónde obtenemos la información. Pero el caso es que la conocemos. Otro sentido superior es la capacidad de percibir nuestras emociones y las de los demás. Sabemos qué sen- timos mutuamente, aun cuando no lo expresemos con palabras. Simplemente, captamos la energía de los sen- timientos de la otra persona. Yo distingo entre la percepción de sentimientos y la percepción de amor. Así pues, otro sentido superior es la capacidad de sentir amor. Esto implica una conexión con los demás mucho más profunda que en la percepción del resto de emociones. Constituye una categoría por sí misma. Además de los cinco sentidos de la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto, tenemos la intuición, el cono- cimiento directo, la percepción de emociones y la percepción de amor. Cuando todas estas sensaciones fun- cionan, somos capaces de ser plenamente conscientes de estar aquí y ahora. Los sentidos sirven la conciencia, y ésta nos introduce en el presente. Estar en el presente es una experien- cia que mucha gente alcanza a través de la meditación. Este estado del ser es una puerta de escape fuera de las fronteras de tiempo y espacio que nos limitan. La meditación tranquiliza y aclara la mente para alcanzar una sensibilidad elevada. La EPS reside en la esfera de la información muy sutil que nuestro cerebro considera poco importante. Piense en la analogía de la audición musical. Cuando la música está alta, se hace más dificil oír las notas más delicadas que contiene. Si usted baja el volumen, las notas más suaves y los matices más sutiles se vuelven significativos. Es posible oír ritmos dentro de otros ritmos. Lo mismo puede decirse de la EPS y el campo energético humano. Usted puede aprender a bajar el ruido interno que hay en su cabeza y prestar atención a los ritmos más suaves y a los matices más sutiles de la vida. Cuando lo haya practicado durante un cierto tiempo, descubrirá que esos ritmos más sutiles son los cimientos de su experiencia de la vida a cada momento. Están conectados a la potente energía vital con la que todos funcionamos. Ponga su mano sobre la rodilla de su hijo la próxima vez que se la golpee. Permítase sentir su amor por su hijo. La mano se calentará. ¿Por qué? Porque la energía curativa de su campo energético surge de su mano y ayuda a la rodilla a sanar. Usted percibirá la energía curativa en forma de calor, palpitaciones o un hormigueo parecido a electricidad. Este tipo de percepción recibe el nombre de sensibilidad cinestésica. Usted percibe el campo energético humano cinestésicamente, mediante el tacto. Dado que usted puede percibir el campo energético humano, puede aprender a interactuar con él y a con- trolarlo a voluntad. Trate de cambiar el flujo de energía que recorre su cuerpo a partir de las instrucciones que siguen. Hágalo la próxima vez que se sienta cansado o tenso. Tiéndase e imagine un sol radiante y agradable dentro del plexo solar (región del estómago) de su cuerpo. Muy pronto se sentirá mucho mejor, y notará calor en el estómago. Es probable que la respiración aminore su ritmo a medida que usted se relaja. Si desea extender esta relajación de modo que incluya su espíritu, recuerde una intensa experiencia religiosa o espiritual que haya tenido, tal vez en su infancia. Evoque ese momento maravilloso y especial en el que supo que Dios (sea lo que fuere lo que representa personalmente para usted) existía y que el hecho de estar vivo era una experiencia de lo más natural y sagrada, tan natural que no entra- ñaba ninguna inquietud. Usted no volvió a pensar en Dios. Déjese llevar por esa experiencia y alójese pacífi- camente en brazos del creador. Al hacer esto, habrá cambiado su flujo energético. Se habrá inducido en un poderoso estado curativo. Sienta ahora su energía. ¿Le gusta? El relajado estado curativo que siente corresponde a su campo de energía a medida que se vuelve más cohe- rente, así como a una disminución de sus ondas cerebrales. Éstas pueden medirse con un electroencefaló- grafo, o EEG. Probablemente demostrará que su cerebro está en un ritmo alfa, de unos 8 Hz o ciclos por segundo, que es lo que se conoce como estado curativo. Un detector de campo magnético mostraría que su campo de energía vibra a razón de 7,8 a 8 Hz. Éste es un estado energético muy natural para cualquier persona. Es muy probable que, siendo niño, usted se entregaba plenamente a todo cuanto estaba a su alcance de un modo muy natural y espontáneo. Esto es lo que hace ahora, en esos prodigiosos momentos de abandono creativo en los que se entrega a la energía vital que emana de usted desde una fuente interna. Entonces los colores son más vivos; los sabores, más dulces; el aire, más fragante; y los sonidos que le rodean crean una sinfonía. Usted no es ninguna excepción; todo el mundo tiene este tipo de experiencias. Tal vez sus mejores ideas surgen cuando usted ni siquiera piensa en una solución a un problema. Usted pa- sea por el bosque o contempla una hermosa puesta de sol, cuando aparece de repente. Ha salido de las pro- fundidades de su ser interno. O bien se fija en los ojos de un bebé y ve asombro, y usted se llena de asombro ante el misterio de la vida. También en este caso las sensaciones han surgido de su propio interior. Emanan de una fuente interna y profunda que yo llamo el núcleo central del ser. Es de esa fuente de donde procede su luz. Es su chispa interior divina.
Exploración de las energías creativas curativas Todos podemos aprender a explorar esa fuente profundamente arraigada en nuestro interior. La liberación de las energías creativas a voluntad requiere práctica. Una vez destruidos los bloqueos, la creatividad surge desde las capas profundas como si se tratara de un pozo artesiano. Cualquier artista o escritor conoce la lucha por superar los bloqueos que atenazan su creatividad. En cuanto se superan los obstáculos, la pintura o la escritu-
ra fluye como un río. También les ocurre a los científicos que intentan resolver problemas. Todos los datos se almacenan en la mente racional. Ésta se esfuerza por encontrar la respuesta, pero no puede. Tras unas horas de descanso, algunos sueños y cierta actividad del hemisferio cerebral derecho, la solución se presenta por sí sola. La fuerza creativa ha sido desatada por un proceso interno de liberación en el que uno se sale de su ca- mino y permite que la energía fluya libremente. La fuerza creativa también se manifiesta en los momentos críticos. Es entonces cuando actuamos como héroes. Todo el mundo ha oído hablar de hechos prodigiosos que han ocurrido en situaciones críticas, como el de un hombre que levantó un coche para rescatar a un ser querido en un accidente. O el caso de la madre que siente la urgente necesidad de regresar a casa y llega a tiempo de salvar a sus hijos de un peligro. La liberación de esta fuerza creativa nos proporciona un dominio sobre lo que está a nuestro alcance. El proceso de la curación consiste en liberar nuestra fuerza creativa para llegar a dominar la salud y el bienestar. De hecho, desde mi perspectiva y como veremos a lo largo de este libro, buena parte de la enfermedad es la consecuencia de bloquear el flujo natural de las energías creativas de un individuo. ¿Por qué bloqueamos nuestra energía creativa? Cuando pasamos por las experiencias dolorosas de la vida, automáticamente tratamos de no sentir el dolor. Lo hemos hecho desde la infancia. Aislamos el dolor físico retirando nuestra conciencia de la parte del cuerpo dolorida. Combatimos la angustia mental y emocional tensando los músculos y encerrándola en nuestro inconsciente. Para mantenerla a raya en el inconsciente (o a veces justo por debajo del nivel de la conciencia), creamos toda suerte de distracciones en nuestra vida que alejen nuestra atención de ella. Podemos mantenernos muy ocupados y hacernos adictos al trabajo, o tomar el camino contrario hacia el paraíso de la televisión. Muchos de nosotros nos hacemos adictos a las drogas, al tabaco, al chocolate o al alcohol. Otros se vuelven adictos al perfeccionismo, a ser los mejores o los peores. Proyectamos nuestros problemas sobre los demás y nos preocupamos por ellos en lugar de tratar de resolver nuestros propios conflictos. Dirigimos mal o reducimos grandes cantidades de energía con el fin de evitar sentir dolor, incluyendo lo que sentimos en el momento presente y ser quienes somos en ese momento. Creemos que da resultado. Creemos que podemos pasar sin sentir ni ser quienes somos, pero no funciona. El precio es alto, pero podemos llegar a negar que haya un precio. El precio es la vida. Consideramos que la única forma posible de detener todo ese dolor consiste en interrumpir el flujo de energía que contiene el dolor. Hay flujos de energía específicos que contienen dolor fisico, dolor emocional y dolor mental. Por desgracia, este flujo energético incluye también todo lo demás. El dolor no es más que una parte. Cuando detenemos la experiencia negativa del dolor, la ira o el miedo a cualquier situación desagradable, también podemos detener la experiencia positiva, incluidos los aspectos fisicos, emocionales y mentales de esa experiencia. Quizá no seamos conscientes de este proceso porque, para cuando hemos alcanzado la edad de la razón, lo hacemos habitualmente. Cercamos nuestras heridas. Al cercar nuestras heridas, bloqueamos también la conexión con nuestro centro o núcleo interno. Puesto que el proceso creativo emana del núcleo creativo que reside dentro de nosotros, encerramos también nuestra creatividad. Hemos tapiado literalmente la parte más profunda de nosotros respecto a nuestra conciencia y vida exterior. Conglomerados de tiempo psíquico congelados El dolor que hemos reprimido empezó muy temprano en nuestra infancia, muchas veces antes incluso de na- cer, en el seno materno. Desde esa temprana infancia en que interrumpimos el flujo de energía en un episodio de dolor, congelamos ese evento tanto en su dimensión energética como temporal. Es lo que denominamos un bloqueo en el campo aural. Puesto que el campo aural se compone de conciencia energética, un bloqueo es conciencia energética congelada. La parte de nuestra psique asociada con ese evento se congeló también en el momento en que interrumpimos el dolor. Esa parte de la psique permanece helada hasta que la des- congelamos. No madura a medida que lo hacemos nosotros. Si el episodio sucedió a la edad de un año, esa parte de nuestra psique sigue teniendo un año de edad. Y lo seguirá teniendo y actuará como la psique de una persona de un año cuando se evoque. No madurará hasta que se cure dejando entrar en el bloque energía suficiente para descongelarla e iniciar el proceso de maduración. Todos estamos llenos de esos bloqueos temporales de conciencia energética. ¿Por cuánto tiempo, en un día determinado, actúa un ser humano como un adulto? No mucho. Interactuamos continuamente unos con otros desde distintos bloques de tiempo psíquico congelados. En cualquier interacción intensa, en un momento dado cada persona podría experimentar la realidad desde una perspectiva interna de adulto y, en el momento siguiente, una o ambas personas podrían haber pasado a un aspecto del niño herido a una edad concreta. Este cambio constante de un aspecto de la conciencia interna a otro es lo que dificulta tanto la comunicación. Un aspecto importante de tales bloques de tiempo psíquico congelados es que se coagulan juntos según una energía similar, formando un conglomerado de tiempo psíquico congelado. Así, por ejemplo, la energía puede tener la naturaleza de un abandono. Piense en un hombre de mediana edad llamado Joe. (En realidad es un personaje ficticio, pero su experiencia ilustra las de muchas personas con las que he trabajado. Para ilustrar qué ocurre en el nacimiento que puede seguir desarrollándose a lo largo de toda la vida, me referiré a Joe durante este capítulo. Él podría ser cualquiera de nosotros.) Cuando Joe nació, fue separado de su madre porque ésta tuvo muchas dificultades durante el parto y se le administró anestesia. Volvió a separarse de ella cuando tenía un año y su madre ingresó en el hospital para te- ner otro bebé. A partir de estas dos experiencias, el niño, que quiere mucho a su madre, espera ser abandonado por la persona que más quiere. Cualquier grado de abandono que sufra Joe en el futuro lo acusará con la misma fuerza devastadora que la primera vez. A partir de ese profundo trauma, nos formamos una imagen conclusiva. Una imagen conclusiva se basa en la experiencia; en el caso que nos ocupa, en la experiencia del abandono. Está basada en la lógica infantil que ar- gumenta: «Si amo, seré abandonado». Luego, esta imagen conclusiva colorea todas las situaciones similares. Obviamente, el pequeño Joe no es consciente de tener esta opinión a la edad de un año. No obstante, la conserva inconscientemente en su sistema de creencias y la arrastrará consigo toda la vida. En términos psico- lógicos, los dos primeros eventos se conectan directamente al suceso ocurrido cuando Joe contaba diez años y su madre se fue de vacaciones. Cada vez que suceda un hecho similar en su vida, su reacción emanará del punto de vista de la imagen conclusiva más que de la situación inmediata. Esto provoca todo tipo de reacciones emocionales que se exageran ante una situación dada. Como veremos en los capítulos siguientes, nuestra imagen conclusiva determina nuestra conducta personal, que tiende, de hecho, a recrear traumas similares al original. Así, es muy probable que Joe propicie en gran medida una situación en la que sea abandonado por su esposa o su novia. Sus actos, basados en sus expectativas negativas inconscientes, han contribuido a crear la situación. Dado que él espera, inconscientemente, que le abandonen, tratará a su esposa o a su novia como alguien que le abandonará. Puede que Joe le plantee demasiadas peticiones de que ella le demuestre su amor, o incluso la acuse de tener intención de abandonarle. Esta conducta inconsciente provocará a su compañera y, de hecho, la impulsará a marcharse. La realidad cruda y profunda es que, al tratarse como si mereciera ser abandonado, ha terminado por abandonarse a sí mismo. Como veremos, no conviene subestimar nunca el poder de nuestras imágenes conclusivas. El descubrimiento de nuestras imágenes encierra la clave del proceso de transformación hacia la salud y la felicidad. Estamos llenos de esas imágenes, en torno a las cuales se ensamblan los conglomerados de tiempo psíquico con- gelados. Todos tenemos mucho que limpiar. Los bloques de tiempo psíquico congelados se coagulan en torno a una energía semejante que compone una imagen, lo cual confunde a cualquiera que entienda que esas experiencias deberían estar tan alejadas emo- cionalmente como lo están en el tiempo. Esto no es así. Cada pequeño segmento del conglomerado de tiempo psíquico congelado se compone de la conciencia energética que se heló en el transcurso de una experiencia concreta en el pasado. Pero las experiencias similares están directamente conectadas por más tiempo que haya transcurrido entre ellas. Mediante la actividad curativa se libera uno de los pequeños bloques de tiempo psíquico congelados. En- tonces, la energía progresiva que ingresa en el campo aural empieza automáticamente a liberar, a su vez, los otros pequeños segmentos del conglomerado de tiempo, por cuanto están llenos de energía similar. Volviendo al caso de Joe, cada vez que se libera un bloque de tiempo, él lo experimenta como si le ocurriera en ese preciso instante. Así, podría experimentar un dolor de cuando tenía treinta años y, tan pronto como remitiera ese dolor, se encontraría de repente en la edad de diez años. Muy pronto, esos diez años se convertirían en uno. En cuanto esas partes de la psique humana que no han madurado con el resto de la personalidad se liberan, inician un rápido proceso de maduración. Este proceso puede llevar desde unos minutos hasta un par de años, según lo arraigada, intensa y penetrante que fuera la conciencia energética congelada. Cuando esas energías se integran uniformemente en el CEH y se remiten al proceso creativo de la vida de un individuo, ocurren cambios en todos los ámbitos de la vida. La de Joe empieza a reestructurarse a partir de la nueva conciencia que actúa ahora en el proceso creativo. Joe ya no se abandonará en un esfuerzo inconscien- te por recibir atención. En cambio, permanecerá consigo mismo, porque ahora cree que es digno de tener com- pañía y es capaz de crearla. Una vez que haya desarrollado esta nueva relación consigo mismo, atraerá a una compañera que no contenga la energía del abandono. Así, la relación entre ambos será estable en este aspec- to. Claro que tal vez requerirá un cierto tiempo para dar con la «mujer ideal».
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