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Entrevista a José Membrive, autor de El Homo Transcendente HT —¿Olvidarás lo que te he dicho? —Lo escribiré en la agenda. —Olvidarás lo que te he dicho porque perderás la agenda. —He perdido la agenda, pero por dos euros he comprado otra en el bazar de los chinos. Lo que pasa es que le faltan la mitad de los meses, de julio a diciembre. El diálogo lo mantiene el poeta y editor José Membrive con la escritora Pepa Cantarero, autora de Te compraré unas babuchas morunas, novela de la que José siempre cambia el título por este otro, simplificado: Las zapatillas. El antiguo profesor de Lengua y Literatura José Membrive (Andújar, Jaén, 1953; ¿quién fue primero, el poeta o el profesor?) ha publicado su obra cumbre, la carta magna del humanismo: El homo transcendente (o transparente, según algunos lectores a quienes les sabe mejor así; Ediciones Carena, 2013). Se trata de un ensayo sobre la evolución del hombre, de la esclavitud a la liberalización, como si en lugar de letras impresas en pliegos fresados, de papel coral book ivory de 90 gramos, estuviéramos informando de la vuelta a casa de las dos cooperantes españolas de Médicos sin Fronteras secuestradas en el noreste de Kenia, en el 2011. “Este libro se fue haciendo solo. Necesitaba replantearme todo, absolutamente todo. Especialmente, en el campo de la afectividad, en el que la sociedad está más que perdida. La confusión entre el amor y la posesión, y la dependencia entre los dos, es el gran drama de nuestra condición. De ahí que se originen guerras, malestar, infelicidad. Siempre me ha intrigado que la violencia, en muchos casos, surja de los seres queridos: el marido que le pega a su mujer, por ejemplo. Lo normal es que te mate el enemigo, ¿no? Y eso aún no lo hemos resuelto”, discurre José Membrive, calmado, clarividente, renacentista, con acento de limón, y trotskista en los años en los que vareaba el olivo de su campo jienense y en los años en los que los grises vareaban al universitario. Por el vicio de pensar. Despistado, José ha perdido tantas agendas como días tiene el año. Igualmente, los recados, las citas y los números de teléfono (móviles y fijos) los apunta en el remite de una carta certificada que no ha abierto y en los albaranes de los pedidos. Por eso es original, auténtico, insustituible. Porque odia la burocracia como odia la mentira. “La mentira es la necesidad que tiene el poder de anular cualquier contestación de base, cualquier cuestionamiento”, afirma en relación a los partidos políticos y el espectáculo que dan quienes nos representan, cargos públicos (o impúdicos) en las instituciones democráticas (léase cohecho, malversación, prevaricación, estafa, insolvencia punible, falseamiento de cuentas, blanqueo de capitales y todos los derivados de la corrupción). “Con la muerte de Mercè, necesitaba aclararme los sentidos”, explica José. Fue en la cuesta de enero del 2011, un día de nebulosas espirales, como en el Big Bang, cuando falleció su expareja, Mercè Camós, madre de su único hijo, Eduardo, estudiante de audiovisuales y amante del Bicing. De la voluntad de indagar y de entenderse a sí mismo, y del esfuerzo por comprender los aspectos esenciales del destino humano, nació El homo transcendente, versión foliada de la serie de televisión Cosmos, del divulgador Carl Sagan. En resumidas cuentas, la evolución del hombre hacia un estado espiritual que conjugue el arte con el placer (de esta manera, la palabra trabajo se sustituye por el oficio; “se deja de trabajar cuando se descubre lo que se quiere hacer”). En El homo…, se dan las claves de la evolución, sencillas: Primero fue el Universo, tras el orgasmo del Big Bang. Lo cual originó el Gran Desgarramiento o la “expansión eterna”, algo así como una carrera de fondo sin fin. En nuestro planeta, provocó la división entre la tierra y el éter. Después de la formación del Universo vino la vida, con los microbios unicelulares. A su vez, la vida se dividió entre el cuerpo (tribu homo, nuestra especie, vinculada a la tierra; actualmente representado en el homo sapiens, egoísta, telúrico, instintivo) y el espíritu (ser o alma, tocante al éter; subyace en él, como una célula durmiente, el “sujeto lírico”, artístico, energético, solidario). Después del Universo y la vida, prendió la religión, que negó el espíritu: “La Iglesia manipula la religión. Y la religión hace que te alejes de la vida, para someterte a sus dictados. La Iglesia considera lo espiritual como algo malo: los relaciona con la muerte, con el infierno, con el miedo, su particular arma de sumisión social”. Lo recogió la Premio Nobel Doris Lessing en El cuaderno dorado (Santillana, 2007): “Los seres humanos van diez mil años retrasados y son prisioneros del miedo”. Cabe decir que José estudió en el mismo seminario diocesano que el juez Baltasar Garzón. “Hasta ahora, el artista era peligroso, a no ser que estuviera encerrado en su cubículo y que no se comunicara con los demás”, atestigua. Efectivamente, en el Génesis, el personaje bíblico de Lamec, que representa la cultura y el progreso, se asocia con lo diabólico, el demonio, lo satánico. Después del Universo, la vida y la religión, se erigió el Poder: “El poder imita los valores del humanismo, pero el poder no es humanista, finge serlo. Por eso se apropia del lenguaje y utiliza expresiones populares, para acercarse al pueblo. Y dice: ‘Como Dios manda’, ‘no llegar a fin de mes’… Y se hincha la boca con la palabra libertad. Así, esas palabras quedan hueras, vacías. Decía Gabriel Celaya: ‘Me queda la palabra’. Ahora, ni la palabra nos queda”. Hoy, el poder persigue inutilizarte: “Los parámetros del poder actúan siempre en el plano material, te incapacitan para sentir afecto, y no se discierne entre el bien o el mal, sólo se obedece”. Y tras el Universo, la vida, la religión y el Poder. Y en un futuro próximo, aparecerá el último de los homos: el homo transcendente, equivalente al homo artístico, que concilia al actual gorila, el sapiens (o el homo necius, horrendus, imbecillis) con la espiritualidad bien entendida: “El concepto de la espiritualidad es bueno si está en la órbita de la transcendencia que promueve”, colige José, erético. “En cada órgano se da lo material y lo espiritual. Ahora somos sapiens, excepto cuando hacemos arte. Porque con el arte, le ponemos sentido a la vida, canalizas los sentimientos hacia la moral. Y te sientes fuerte.” Según José Membrive, meditabundo, cabal y reflexivo, el arte no se circunscribe sólo a la pintura, la escultura, la escritura… –esta última, su preferida–: “Ser artista es serlo en todas las facetas de la vida, y en todos los momentos: paseando, amando, cocinando… En el fondo, es ser coherente: ser creativo y rompedor, en perpetua búsqueda. El artista nunca se repite, siempre está buscando”. La coherencia que pide Membrive, y con la que se ponen de acuerdo actos y deseos, da lugar al “poder compartido”, que sería la estructura social en la que se gobernaría el homo transcendente. Es decir, el no poder. “Ahora existe la pirámide del poder. Pero yo propongo que cada uno use en su área el poder que ostenta, cada uno, jefe de sí mismo, y en diálogo con los demás”. Es decir, el no jefe. Asimismo, se puede aprender a ser coherente, y a volver a serlo. Para ello, José sugiere la creación de “centros de replanteamiento vital” en los que se pueda llegar a transcender, especie de conventos laicos en los que abstraerse. De ahí a la empresa social va un paso: “No tiene sentido lucrarse. El lucro compensa el vacío que uno siente, pero cuando se está satisfecho, con un salario lo más digno posible, el lucro pierde su razón de ser”. Noticia de La Vanguardia de hoy, lunes 15 de julio del 2013: “Los banqueros irlandeses, prodigio de arrogancia. Grabaciones muestran burlas de directivos del Anglo Irish Bank […] ‘Mencioné 7.000 millones de euros como podía haber dicho cualquier otra cantidad. Me saqué la cifra del trasero, lo importante era involucrar al Gobierno y tenerlo bien agarrado, porque a partir de ese momento se jugaba sus propias perras y lo teníamos en el bote’”. Y con el lenguaje poético, el homo transcendente revive el cadáver de la lengua: “Se regenera la expresión”. Por esa razón, José Membrive se ha dotado de su propia casa de letras. En 1993, este agitador cívico y su partenaire literaria Araceli Palma fundaron Ediciones Carena (o Palma-Membrives). Delante del 9, el 8. En Alpens, 8, en Barcelona, se encuentra el local de la editorial, delante de la portería de vecinos número 9, en cuyos bajos las pintadas apaches prescriben por haberse anclado ya en el espacio (en su mayor parte, grafitis de los “antifas”, los antifascistas de las “jornadas internacionalistas”). El bajo de Alpens, 8, lo ocupa desde el 2006 (antes, moró en la calle Sovelles, en el barrio de las Casas Baratas de la Marina-Zona Franca, en Barcelona). En cuarenta metros cuadrados, Ediciones Carena florece. Encorsetada en unas paredes estrechas, crece a lo alto, con cajas de libros que como en un andamio construyen el templo de la palabra. Libros variopintos, sustanciales, milagrosos, aerodinámicos, para cada una de las colecciones indivisas: Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza, novela de Fernando Sorrentino; Quiero ser Alí Bey. Rutas insólitas por África, ensayo de Pablo-Ignacio de Dalmases, y Gramática gráfica del Juampedrino modo, ensayo filológico de Juan Pedro Rodríguez. El tiempo en Carena no se mide en Eras Geológicas (Carena Inferior, Carena Medio y Carena Superior); se mide por inundaciones, la última de las cuales se produjo en el verano del 2011, cuando las aguas fétidas de la escalera de vecinos rebosaron por el váter. El homo transcendente, de José Membrive, plantea una revolución social pacífica, en la estela del predicamento del líder Mahatma Gandhi y del activista negro Martin Luther King. “Si la gente trasciende hacia un plano ético y espiritual, hablarán de tú a tú entre ellos, como iguales”, insiste. “Yo me igualo a ti.” Su hoja de ruta: “Habrá una gran eclosión de la ecología, de lo renovable [termosolar, eólico, fotovoltaico], y el mundo se dará cuenta de que no hace falta someter a nadie para llegar a ser feliz. El mundo no se puede construir sobre la desesperanza”. Para la transición del homo sapiens al homo transcendente, José ha pergeñado una herramienta útil en cuanto indispensable: el manual Dignificaos. Tras la saga de ¡Indignaos! y ¡Comprometeos! (Destino, 2011), de Stéphane Hessel, este Dignificaos, de José Membrive. “Hemos de dejar de ser una banda de primates”, ordena. Y cita a Leo Tolstoi, que se sirvió de la lucha de clases para sus obras críticas. Y cita a los astrofísicos que erraron en el nombre, en el principio del amargo descreimiento del Big Bang. Mal nombre: ¿Por qué entenderlo como Big Bang cuando podríamos verlo como Big Kiss? ¡Kiss! * ANEXO ¡Bang! Fue un martes, a las 19.30 h Cuando el Universo petó, en lo que se conoce como Big Bang, la historia aún no existía, pero ya se le había dado cuerda al reloj molecular. Unos aseguran que de la condensación de la energía oscura, nació la materia. Otros dicen que el primer relojero fue Dios Todopoderoso (o Elvis Presley, según diversas creencias). Entonces, ni siquiera éramos; una nebulosa espiral de átomos nos definía. Posteriormente, fuimos, algo así como homínidos. O intentamos serlo –hoy sólo quedan yacimientos fósiles, ancestros del hueso, el álbum familiar de la Tierra–. En aras de la evolución, subimos como monos la escalera. Juntos, de la mano, el hombre y la mujer (o bailando un tango, como Víctor Manuel y Ana Belén). La escala del homo, nuestra especie. Desde el chimpancé (o desde la tortuga, según las interpretaciones). Escala del homo Homo Primero. Homo habilis Reino: amazon Filo: ficción y temas afines Subfilo: género policiaco y de misterio Clase: clásicos policiacos Orden: misterios Suborden: intrigas Infraorden: asesinatos en masa Superfamilia: suspense Familia: devoradores de niños Género: caníbal Especie: homo habilis Con la cara redonda y chata, y el cráneo del tamaño de un huevo. Se hace encima sus necesidades. Padece de agorafobia. Homo Segundo. Homo rudolfensis Reino: amazon Filo: matemáticas y ciencia Subfilo: física Clase: física óptica Orden: física de láser Suborden: física atómica Infraorden: mecánica clásica Superfamilia: gravedad Familia: dinámica y estática Género: fluidos Especie: homo rudolfensis Incisivo, aun balbuceando. Hace fuego. Practica el sexo salvaje. Homo Tercero. Homo ergaster Reino: amazon Filo: infantiles, juveniles y didácticos Subfilo: libros ilustrados Clase: aprendizaje temprano Orden: anuarios Suborden: cuestiones personales Infraorden: sociedad Superfamilia: guerra y conflicto Familia: racismo Género: multicultural Especie: homo ergaster Molares como mazos. Okupa cuevas. Primeras asambleas de primates. Homo Cuarto. Homo georgicus Reino: amazon Filo: Derecho Subfilo: teoría general del Derecho Clase: sistemas jurídicos Orden: Derecho continental Suborden: Derecho comparado Infraorden: criminología Superfamilia: práctica Familia: abogacía Género: procuradores Especie: homo georgicus Apetito voraz. Canturrea. Siente predilección por la fama. Homo Quinto. Homo erectus Reino: amazon Filo: geografía Subfilo: topografía Clase: zonas áridas, desiertos Orden: pastizales, brezales Suborden: arrecifes de coral Infraorden: deltas, estuarios Superfamilia: geografía política Familia: cartografía Género: percepción remota Especie: homo erectus Encías inflamadas. Abandona la cama. Concepto de jerarquía. Homo Sexto. Homo cepranensis Reino: amazon Filo: medicina Subfilo: medicina clínica e interna Clase: enfermedades y trastornos Orden: inmunología Suborden: alergias Infraorden: enfermedades contagiosas Superfamilia: oncología Familia: radioterapia Género: quimio Especie: homo cepranensis Se raya. Se pierde con facilidad en el bosque. Macho alfa. Homo Séptimo. Homo antecessor Reino: amazon Filo: materias interdisciplinares Subfilo: enciclopedias y obras de consulta Clase: diccionarios biográficos Orden: diccionarios de citas Suborden: catálogos Infraorden: índices Superfamilia: directorios Familia: almanaques Género: topónimos Especie: homo antecessor Chantajea. Alto y bien proporcionado. Pinturas en moradas de lujo. Homo Octavo. Homo heidelbergensis Reino: amazon Filo: humanidades Subfilo: filosofía Clase: epistemología y teoría del conocimiento Orden: filosofía occidental Suborden: filosofía popular Infraorden: ontología Superfamilia: zoroastrismo Familia: relaciones interreligiosas Género: religión comparada Especie: homo heidelbergensis Se pirra por la cerveza. Interpreta los sueños. Primeros badulaques. Homo Noveno: Homo neanderthaliensis Reino: amazon Filo: aficiones Subfilo: jardinería Clase: plantas Orden: flores Suborden: horticultura Infraorden: hierbas Superfamilia: plantas cactáceas Familia: arbustos y árboles Género: interiorismo Especie: homo neanderthaliensis Tímido. Piedras talladas con forma de pelotas de fútbol. Habla: la primera palabra que le sale, estúpido. Homo Décimo. Homo floresiensis Reino: amazon Filo: estudios literarios Subfilo: prosa Clase: ensayo Orden: discursos Suborden: colección de artículos Infraorden: textos clásicos Superfamilia: antología Familia: historia y crítica Género: teoría literaria Especie: homo floresiensis Dedos curvos. Apalabra contratos. Se pervierte en muladares. Homo Undécimo. Homo rhodesiensis Reino: amazon Filo: tecnología Subfilo: ingeniería civil Clase: topografía Orden: construcción Suborden: ingeniería hidráulica Infraorden: diques y embalses Superfamilia: mecánica de suelos Familia: terremotos Género: puentes Especie: homo rhodesiensis Reducción de la pelvis. Violencia machista. Manejo del hacha. Homo Undécimo. Homo sapiens Reino: amazon Filo: gibón Subfilo: termidor Clase: fin de ciclo Orden: submundo Suborden: fenecimiento Infraorden: crisis Superfamilia: dictadura Familia: mercados Género: participaciones preferentes Especie: homo sapiens Posición bípeda. Cerebro de mosquito y apegado a la propiedad. Recortes en cultura. Homo Duodécimo. Homo transcendente (homo artístico) Reino: amazon Filo: arte Subfilo: iluminación Clase: estética Orden: restauración Suborden: razonabilidad Infraorden: sensatez Superfamilia: sostenibilidad Familia: ecología Género: EVA Especie: homo transcendente Espiritual. Verdadero. Amoroso. “Concentración de inspiración e intuición.” Jesús Martínez |