Utopia y Praxis Latinoamericana ISSN 1315-5216 versión impresa
| Propuestas críticas para un análisis más comprensivo
de la problemática masculina
Antonio S. BOSCÁN LEAL
Departamento de Ciencias Humanas. Facultad Experimental de Ciencias.
Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela
RESUMEN
Nuestro propósito es superar la concepción limitada que se tiene de la problemática actual de los varones. Si bien es cierto que todas las mujeres han sufrido las imposiciones del sistema patriarcal, no es verdad que todos los varones se hayan beneficiado siempre o participado de las cuotas de poder que otorga el mismo, quedando en realidad la mayoría de éstos marginada y sometida. La problemática de los varones actuales no se define únicamente por el conflicto planteado por las mujeres contra los varones con una ideología patriarcal, sino también por el conflicto puesto hoy en evidencia por la inmensa cantidad de varones que viven marginados por los congéneres que manejan el sistema. El verdadero cambio para ellos debe consistir en una nueva actitud hacia las mujeres, y en replantear las relaciones que han establecido entre sí.
Palabras clave: Problemática masculina, patriarcado, sexismo, homofobia, liberación masculina.
Critical Proposals for a More Comprehensive Análisis
of the Masculinity Problem
ABSTRACT
Our proposal is to overcome the limited conception of the masculinity problem. Even when it is true that all women have suffered from the imposition of the patriarchal system, it is not true that all men have always benefited or participated in the power structure that the same offers, and the majority of these people are in reality either submitted or isolated. The present problem for males is not only defined by the conflict proposed by women against males with a patriarchal ideology, but also due to the conflict evidenced by the immense number of males that are discriminated against by their peers who run the system. A true change for them must include a new attitude towards women and a redefinition of the relations established among men.
Key words: Masculine issues, patriarchy, sexism, homophobia, male liberation.
Recibido: 23-03-2006 Aceptado: 05-05-2006
INTRODUCCIÓN: UN SUPUESTO CUESTIONABLE Y LA PROPUESTA DE UNA NUEVA HIPÓTESIS DE TRABAJO
En la Introducción al Tercer Taller: Desaprendiendo el machismo; pistas metodológicas para el trabajo entre hombres (1995), un taller sobre masculinidad y educación promovido por el grupo CANTERA, de Managua, se planteaba lo siguiente:
(...) pudimos analizar la construcción de relaciones de poder en la sociedad y descubrir que como hombres tenemos mayores privilegios y ventajas y un valor socialmente reconocido que nos garantizan poder en todos los ámbitos de la vida y especialmente sobre las mujeres. Reconociendo que la búsqueda de relaciones más justas entre hombres y mujeres empieza con que nosotros reconozcamos no solamente el poder que tenemos y las formas en que abusamos del mismo, sino que también nos comprometamos a cambiar... 1
Lo que básicamente deseamos revisar y someter a discusión de este párrafo, es la forma indiscriminada en que se critica y acusa a todos los varones. Aparte de que estas son generalizaciones que han contribuido a promover algunos movimientos feministas extremistas, un estudio histórico serio de la condición de los varones, bastará para confirmar que el patriarcado –con el que estamos en total desacuerdo– si bien es cierto ha afectado –y sigue afectando– completamente la vida de todas las mujeres, no es verdad que siempre haya favorecido la vida de “todos” los varones2.
En toda la historia de existencia del patriarcado, han sido pocos los varones favorecidos por un sistema, cuyo principio se nutre fundamentalmente de la rivalidad y competencia permanente entre ellos, lo cual conduce inevitablemente al predominio de los más fuertes y astutos. La mayoría de los varones, si bien no tanto como las mujeres, no sólo ha permanecido –y permanece– al margen, sino que también ha estado reprimida y execrada, en formas específicas, por no tener muchos de ellos, el “talento” para cumplir con las exigencias impuestas por el sistema 3 o por no querer amoldarse a los imperativos de éste 4, el cual si bien es verdad se trata de un sistema producto de la mentalidad masculina, sin embargo, no es cierto que el mismo haya sido creado bajo la complicidad de todos los varones 5.
Son muchísimos los varones que diariamente en todas partes del mundo, pertenecientes a distintas condiciones sociales, religiosas, económicas y sexuales, viven sufriendo de un modo cruel y de maneras muy específicas las imposiciones de un sistema que sólo lo controlan –y únicamente beneficia a– unos cuantos varones. El resto, la gran mayoría, repetimos, vive en la represión, la subordinación y la marginación6. Tal como lo señala Michael Kaufman: “De hecho, las sociedades dominadas por hombres no se basan solamente en una jerarquía de hombres sobre las mujeres, sino de algunos hombres sobre otros hombres. La violencia o la amenaza de violencia entre hombres es un mecanismo utilizado desde la niñez para establecer ese orden jerárquico”7
También nos oponemos a la consideración injusta de que “los” varones ejerzan violencia únicamente contra las mujeres. En todo caso, se trata de un ejercicio multilateral de la violencia. Definirlo en estos términos, sería asumir una posición demasiado simplista. En realidad, “los actos individuales de los hombres ocurren dentro de lo que he descrito como ‘la triada de la violencia de los hombres’. La violencia de los hombres contra las mujeres no ocurre aisladamente, sino que está vinculada a la violencia de los hombres contra otros hombres y a la interiorización de la violencia, es decir, la violencia de un hombre contra sí mismo” 8
Muchísimos varones además de no ser violentos hacia ningún tipo de persona viven, por el contrario, padeciendo no sólo de los rigores y exigencias impuestos por el sistema, 9 y que en realidad, afecta a todos incluyendo a las mujeres, sino también de la violencia, en diferentes modalidades, ejercida por parte de otros varones –y de ciertas mujeres– con poder. Algunos autores señalan incluso que es mayor el número de muertes masculinas que femeninas en el sistema patriarcal:
En este momento, las víctimas de la sociedad también son los hombres, quizás los que menos conciencia tienen de ello. Yo, por ejemplo, tengo que hacer mucho esfuerzo para llegar a los hombres, para explicarles cuál es su problemática y por qué muchos no tienen conciencia de esta situación... Yo creo que hay más hombres víctimas del sistema patriarcal que mujeres golpeadas, acosadas, o más hombres víctimas que mueren de esta mentalidad en todo el mundo que en las mismas guerras actuales. En las guerras hay muchas más muertes concentradas, y asustan, pero si tienes en cuenta la cantidad de hombres que mueren de infarto, de patologías degenerativas por contener al ser que hay dentro de ellos, cambia la idea .10
Tampoco es cierto que las experiencias de la vida conduzcan a “todos” los varones a identificarse con los modelos hegemónicos, sexistas y homofóbicos de masculinidad existentes, y que esto los lleve a “todos” a ser cómplices en la subordinación de las mujeres. Es desmesurado suponer que esta subordinación femenina todos los varones la avalen, poniendo como indicador de ello la supuesta “superioridad” masculina en todos los campos, la cual también “todos” los varones la reconocerían como “una condición natural”.
La evidencia de una amplia y muy marcada marginación masculina, es un dato que debería ser aceptado y hacernos reconocer que no todos los varones pueden ni desean desarrollar actitudes de superioridad y mucho menos roles de violencia y marginación hacia otras personas, muy especialmente hacia las mujeres.
A los varones que también son discriminados por los que ostentan el poder y con cuyos modelos de masculinidad no pueden ni nunca buscarán identificarse, les resultará difícil apoyar la opinión de que, por ejemplo, a un varón negro se le reprima socialmente básicamente por ser negro, y que a una mujer negra se le reprima doblemente por ser no sólo negra sino también mujer. En ello pareciera predominar una actitud acusatoria extrema y revanchista, que impide reconocer que un varón negro también puede ser doblemente marginado, no sólo por ser negro, sino también porque, a pesar de ser varón, no cumple con el modelo de hombría impuesto por el sistema. Y con ello no nos estamos refiriendo necesariamente a un varón negro gay, sino a un varón negro que simplemente quiera desarrollar, por encima de los patrones establecidos, unas relaciones más armoniosas y equitativas con las mujeres y también con otros varones.
A este respecto cabe hacer referencia al excelente estudio de Sabrina Brancato, Masculinidad y etnicidad: las representaciones racistas y el mito del violador negro, (2000), en el que la autora menciona el análisis que realiza Bell Hooks de la relación de los afroamericanos con el modelo patriarcal de masculinidad. Hooks señala que “a lo largo de la historia afroamericana ha habido hombres a quienes no les ha interesado el ideal patriarcal. De hecho no existe un modelo monolítico de masculinidad afroamericana y, aunque el ideal patriarcal haya sido la versión de masculinidad más valorizada a lo largo del siglo veinte, han existido hombres negros que han elegido estilos de vida alternativos, oponiéndose al status quo y rechazando una identidad patriarcal ya modelada para inventarse a sí mismos” 11
Sin embargo, eso no significaba que todos los hombres negros estuvieran atormentados por su incapacidad de cumplir con el ideal masculino falocéntrico impuesto por el hombre blanco. Muchísimos hombres negros se han sentido fracasados, y han desarrollado una conducta desviada como consecuencia de la incapacidad de cumplir con el destino masculino falocéntrico en un contexto racista. 12
Baste la descripción de este caso para mostrar la situación de opresión y de alienación que sufren la mayoría de los varones como consecuencia de un sistema controlado por el grupo dominante de los mismos.
REPLANTEANDO EL ARGUMENTO ENGELSIANO
El postulado engelsiano 13 que afirma que la desigualdad entre los hombres históricamente fue establecida con la instauración en el pasado del sistema de clases, y que la primera clase social oprimida fue la de las mujeres, es necesario replantearlo, en base a las consideraciones que hemos expuesto anteriormente.
Estamos de acuerdo con Engels en señalar que la desigualdad entre los hombres comenzó con la instauración del primer sistema de clases, pero ya no es posible seguir considerando que en la antigüedad el único tipo de desigualdad que logró instituirse fue la establecida entre varones y mujeres.
Existen suficientes indicios que sirven de fundamento para formular la hipótesis de que casi al mismo tiempo que se impuso la desigualdad femenina se instauró la desigualdad entre varones, como si la primera implicara necesariamente la segunda14. El carácter homofóbico del patriarcado –una de sus principales fuentes motoras, tal como nosotros lo concebimos– tuvo que darse casi simultáneamente, o por lo menos surgió conjuntamente, con el carácter sexista del mismo.
Sostenemos que los varones primitivos comenzaron a generar una actitud sexista, después que aprendieran a desarrollar una nueva actitud egocentrista, ansiosa de poder, la cual se expresó tanto en sus relaciones con las mujeres como en las relaciones problemáticas existentes entre los varones. El sistema de producción y de intercambios establecido desde el neolítico por los propios varones, terminó por afirmar la rivalidad y el deseo de éstos de someter a otros de su mismo género. Este nuevo tipo de relaciones de producción, dio lugar a una nueva era de luchas y disputas intragenéricas, que debieron apoyarse también en otro tipo de condicionamientos –políticos, culturales e incluso ambientales– que alteraron de forma sustancial las relaciones entre los varones, superponiendo una nueva clase de jerarquía social a la impuesta en sus relaciones con las mujeres.
Cuando los varones aprendieron a dominar y ejercer su ambición, –ante la prosperidad alcanzada en el nuevo modo de producción y de régimen político históricamente establecido–, y esto como consecuencia de sus ansias por apoderarse de las nuevas riquezas, concibieron la idea –y decidieron hacerla realidad–, de reafirmar la subordinación de las mujeres. Sus ambiciones masculinas pasaron a predominar por encima de la otrora admiración y respeto –e incluso temor– que sentían hacia las mujeres15. Este acto de dominio y control sobre las mujeres debió darse, pues, conjuntamente con el deseo de control y dominio de otros varones.
Ya no es posible pues seguir planteando los orígenes de la problemática femenina sin tomar en cuenta el desarrollo histórico de problemática masculina. El patriarcado no es un sistema del cual se han aprovechado todos los varones para oprimir a las mujeres. Es también un sistema de opresión de los varones, no sólo en el sentido ampliamente reconocido de que, efectivamente, causa estragos en la salud psíquica, emocional y física de aquellos, sino también en el sentido que establece entre los mismos un auténtico estado de confrontación, en el cual muy pocos están realmente aptos para participar, y a muchos simplemente les resulta intolerable.
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