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Junio 26 de 2013 Reflexión de la semana del Remo. Obispo G. Porter Taylor Mi madre falleció hace tres semanas. Murió la muerte para que rezaba. Mi esposa y yo estábamos con ella en su propia habitación y rezamos por ella mientras entraba en la vida más grande con Dios. He aprendido tanto durante estos 21 días. Me ha impresionado la compasión de otros— tarjetas, comida, oraciones, llamadas, flores, asistencia a su funeral, horarios cambiados, suplentes en las liturgias— y la comprensión que implica «he estado en ese lugar». Alguien dice: «en la pena no hay desconocidos». Yo creía que sabía lo que eso significaba pero se me olvidó hasta que el dolor me abriera. La aflicción causa que recordemos que la vida es muy frágil y que estamos tan agradecidos por los actos de generosidad. La pena me ha abierto a la gratitud. Recordé también que la pérdida es muy difícil. Me preguntaron cómo estaba y les dije «me siento como si un camión me atropellara». La muerte de mi madre no fue sorpresa. Ella y yo rezamos por la muerte y planeamos por ella. Ella estaba muy lista para estar con Dios y toda la compañía de los cielos, especialmente con mi padre. Pero a pesar de su fe o anticipación, un hueco queda. Hay una razón que Jesús lloró al morirse su amigo. Aquellas lágrimas eran las aguas del bautizo que suavizan la piel dura de nuestra ilusión que estamos encargados de todo, especialmente nuestro tiempo en la tierra. Recordé que nuestro tiempo es corto y frágil. Creemos que tenemos mañana y los días siguientes, pero esto es debido a nuestro orgullo. Yo aprendí de nuevo que es esencial que digan lo que necesiten decir ahora, porque es el único tiempo que tienen. Digan «te amo», «lo siento», «gracias», o lo que sea. A la misma manera, lo que vamos a hacer con «esta vida loca y preciosa» (del poema The Summer Day por Mary Oliver, poeta estadounidense) tenemos que empezar hoy. Cómo el muchacho de Asheville escribió «el tiempo es un río», y olvidamos que fluye muy rápido. Más que nada, recuerdo la bondad del Señor. «Hay amplitud en la misericordia de Dios/There is a wideness in God's mercy» (Himno por Frederick W. Faber, 1862, rector y compositor inglés). Recordé que Dios guarde todo en sus manos divinos— el dolor, la alegría, la pérdida, la gratitud, el remordimiento— y por eso nos invita a descansar en la divina misericordia. Espero que no vuelva a lo «normal» pero estoy funcionando de nuevo. Espero que no olvida lo que aprendí. +Porter El Reverendísimo Obispo G. Porter Taylor Obispo de la Diócesis del Oeste de Carolina del Norte |