Amantes prohibidos- ex hermandad-hispana/vanecaos. Escenas 16-22






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AMANTES PROHIBIDOS- ex HERMANDAD-HISPANA/VANECAOS. ESCENAS 16-22

[Escena 16]
BUTCH:
Tumbado en la cama de Vishous en su ático, sólo con unos bóxers, me quedo mirando el techo con el móvil pegado al oído, escuchando el crujido de la estática, su respiración y... nada más. Ni una palabra. Después de comerme la olla de forma inmisericorde durante medio día sobre lo divino y lo (in) humano, aquí estoy, llamándole para decirle... yo qué sé. Cualquier mierda que le haga sentir menos mal, que le convenza de que moralmente me importa tres huevos que se tire a tíos y a tías atados a un potro y que no me siento amenazado por que yo le ponga cachondo. Sip, todo eso sería un buen tema de conversación... si V hablara. Después de saludarle con un "Hey", silencio absoluto. Suelo estar acostumbrado a eso, es raro pero también es Vishous, su forma silenciosa de estar siempre cerca. Pero hoy paso. Suspiro.
—¿Estás ahí o son los malditos hombrecillos verdes enviándome estática?
Un sonido rasposo. Se está encendiendo un liado. Inspira. Espira. Dios, o le saco de su silencio o esta puede ser la no conversación más larga del milenio. Al cabo me llegan tres palabras en voz ronca.
—¿Cómo estás, poli?
Joder, escuchar su voz tiene un efecto condenadamente raro en mi biología. Es como si se me metiera por el oído y se enroscara en mi cerebro, humo aromático incluido. Me pone de los nervios y me serena a la vez. Es cuando me doy cuenta de que no podría enviar a Vishous a la mierda ni que fuera lo último que hiciera en la vida. Nop. Desde que nos enganchamos por las costuras es mi Trankimazín particular. De algún modo, si V está cerca, se mueve, habla y se dedica a sus frikadas, entonces es que el puto mundo gira como debe. Debo estar chalado perdido. Pero le noto la tensión en la voz, medida y sin entonación. Va a ser que si empiezo a largarle el rollo de "hijo mío, ábreme tu corazón" me cuelga el teléfono. Empecemos por romper el hielo con lo fácil. ¿Y es o no raro que lo fácil de discutir ahora entre nosotros sea que ayer cené lesser? Muevo las piernas entre las sábanas de seda mientras hablo.
—Bien. Sigo siendo yo. Quiero decir, no siento impulsos de hacer vudú con muñecas de vampiro ni ninguna mierda. Lo que sea que hiciera ayer... bueno, me salvaste el culo. Estoy tan bien como puedo estar.
Sólo son cuatro frases, pero con el jodido silencio al otro lado me siento como si acabara de pronunciar el Discurso a la Nación. Al cabo de un par de segundos, me llega su respuesta.
—Me alegro.— Dos palabras junto a una exhalación.
Ooooooh, aplaudamos al Maestro de la Oratoria. Al menos, sé que es sincero. El silencio me empieza a dar dolor de cabeza y eso es mala señal porque es cuando me hago la picha un lío con la lengua y empiezo a cotorrear como un puto loro.
—Mira, tendría que haberte explicado un detalle pero no tuve... ah, ocasión. Recordé algo de lo que me hicieron ese día, ¿vale? Creí que no podría porque es como si alguien me hubiera lavado el cerebro con lejía, pero recordé al... joder al Omega hablando con otro tipo. Quería que me acogiérais, V. — suspiro largo, frotándome la cara con una mano—. El Omega quería que la Hermandad me llevara y los dos sabemos que no es para una puta fiesta de cumpleaños. Quiere usarme para alguna mierda y, después de lo de ayer... Joder, a lo mejor me estoy transformando en alguna... yo qué sé, alguna especie de lesser con corazón. Puede que ayer interrumpieras el proceso pero no sabemos si... pasará al final. No puedo volver a la mansión... ni tampoco quedarme en tu ático. Soy un peligro. Estoy buscando un piso.
Quito la mano de mi cara, con la vista en el techo como si mirara al cielo. No quiero presionarle, no más de lo que ya debe sentirse él, pero tengo tan pocas opciones...
—¿Se lo has contado a Wrath? Y, no te lo tomes como presión, ¿OK?, pero, ¿hay algo? ¿En algún libro de esos tuyos? ¿Crees que le han hecho esto a un humano antes?

VISHOUS:
Sentado frente a mis Cuatros Juguetes con la toalla envuelta sobre la cadera después de una ducha, agarro el móvil tan fuerte con la mano enguantada que a punto estoy de crujirlo. No puedo creer que Butch haya tenido los cojones de llamarme después de lo de ayer. Y menos que no me mande a comer mierda a la primera respiración. Por eso me quedo en silencio, porque a ver qué demonios le digo. "Hey, poli, ¿qué tal va todo en mi Ático del Terror donde, sí, uso todos los artefactos que has estado examinando?" O, tal vez: "¿Hey, Butch, ya te has subido al potro para probarlo?" O, quizás: "Poli, ¿cómo te sientes después que casi te besara contra la pared del baño? Y, antes de que se me olvide, ¿te gustó cuando enterré mis colmillos en ti y chupé tu sangre?"
Esa sería una endemoniada conversación.
Abro la boca y la cierro un par de veces hasta que escucho un suspiro al otro lado de la línea y un "Hey". Como por instinto de supervivencia, saco uno de los liados que tengo al lado de la pantalla y el encendedor negro cuando oigo otro suspiro, pero esta vez exasperado, y el poli se dispara con su sarcasmo habitual. Con un amago de sonrisa, me pongo el liado en los labios y lo enciendo dando una fuerte calada antes de dejar ir el humo lentamente, buscando el valor para preguntarle cómo se encuentra. La voz me sale rasposa y tensa, al no saber qué mierda dirá el cabronazo de compañero de cuarto... o, tal vez, ex compañero de cuarto. Porque Butch nunca se queda callado sin decir una palabra o por lo menos sin mandarme a la mierda. Joder, tal vez lo está sopesando.
Frunzo el ceño todavía más, con los ojos fijos en el punto que representa a Butch en mi ático, como si pudiera verle a él. Me pasa el parte de su estado físico con ese acento de Boston tan suyo, y una mueca muy parecida a una sonrisa se me pone en los labios al escucharlo en el tono de siempre, sin sacar el tema “X”. Doy otra calada al liado, más fuerte y larga que la anterior, y le disparo un escueto “Me alegro”, porque tengo que mantenerme a distancia de él en este momento.
Echo la cabeza hacia atrás, lanzando el humo lentamente con el móvil pegado a la oreja para escuchar respirar al poli, esperando... Sólo esperando a que me diga que quiere alejarse cagando leches de mí, porque no sólo se dio cuenta que soy un pervertido, sino que hay algo peor. Muchísimo peor. Jodidamente peor: que no sólo lo hago con machos sino que me pone él. No sé durante cuánto tiempo estamos callados, sólo escuchándonos respirar, con la estática que no deja de joderme las pelotas cada vez que me comunico con alguien, cuando el poli, tras una respiración fuerte, comienza hablar como si hubiera desayunado lengua. Que si ha recordado lo que le dijo el Omega. ¿Cómo mierda podría haberlo hecho? Si un dios le borra la memoria a un humano, por lógica debería ser imposible que la recuperara, al menos es así cuando lo hace un vampiro con un homo sapiens. ¿Y qué cojones es eso de que quería que le acogiéramos? Joder que esto se está poniendo mortalmente peligroso por momentos. Que Butch no fue una pieza cazada al azar ya lo suponía; no se tomarían tantas molestias con un simple humano. Es el plan que hay detrás lo que me desquicia. ¿Qué quería el Omega de él? ¿Transformarlo? ¿Dejarlo en algún estado a medias donde pudiera controlarle?
¿Puedo evitarlo?
Me remuevo inquieto en el asiento cuando me pregunta si sé algo. Me he pasado el día releyendo las putas Crónicas, sin omitir detalle; he buscado información en algunos manuscritos sueltos que he recolectado con los siglos; en la base de datos de los Hermanos anteriores; en informes de la glymera y de los civiles; he buscado hasta en sitios considerados extraños por los humanos. Pero no hay nada, absoluta y puñeteramente nada. No sé por qué mi mano maldita le ayudó noche, igual que lo hizo cuando lo encontré en el bosque... Y, si algo que odio, es no saber. La información es poder, te permite avanzarte a tus enemigos y ayudar a tus aliados. Te da control sobre la mierda que la vida te tira encima. Sin información, estoy ciego y con las manos atadas. ODIO esa puta sensación, pero no voy a dejar que el poli crea que está solo.
Cuando me dice que está buscando piso, el estómago se me da la vuelta como un puto calcetín. No. Eso no. Solo otra vez no. Me crujo el guante de la mano cuando respondo con las mandíbulas apretadas, sin que tenga tiempo de poner demasiados filtros de indiferencia fingida entre lo que pienso y lo que la puta de mi lengua escupe.
—No te estás transformando en uno de ellos, poli...— Lo escucho inspirar fuerte, sabiendo cuál será su próxima pregunta—. Y, antes de que empieces con el cómo lo sé, es porque rechazo esa conclusión. Así de simple. Todavía no se lo he explicado a Wrath, pero volverás a la mansión conmigo y, si no te gusta, te jodes.— me sale la voz más baja, tensa—. No buscarás pisos ni ninguna mierda. Vuelves conmigo, poli.

BUTCH:
A veces no sé si agradecer a V su lealtad o partirle los morros precisamente por eso. Por ser leal a mí y no tener en cuenta que puedo ser una bomba de relojería para toda la mansión. No tiene respuestas pero no le sale de las pelotas aceptar que me pueda estar transformando, como si con su voluntad fuera suficiente para mantenerme vivo. Cabrón dominante. Pero le escucho hablar y eso es milagro suficiente, así que cuando además percibo la jodida tensión con que sale su voz se me hace un nudo en la garganta. “Vuelves conmigo, poli”, dice como si le hubieran puesto pegamento en las mandíbulas. "Conmigo". No "con la Hermandad" ni "con nosotros". "Conmigo".
Puede disimular lo que quiera, pero le conozco un poco. Cuanto más brusco habla, más emoción contiene. A Vishous le da igual en lo que me esté transformando pero me necesita con él. Flipa. A mí, un puto humano de mierda en el paro a quien podría romper el cuello con una mano si quisiera. La genética, o el que yo esté por debajo en la cadena alimenticia, le da igual. Igualiiiiiiiito que a Marissa, vamos. Lo mismo. Se me junta el inmenso agradecimiento por esa ceguera suya con el "te vi, poli, sólo te vi" que me ha estado rondando todo el día; el "vuelves conmigo"; la intuición de que lo de V no son sólo ganas de follar; la sensación desconocida de que alguien me necesite, lo admita o no, y toda la pelota consigue que me eche a reír.
Estoy tumbado en su cama, con una mano sobre la cara, el teléfono pegado a la oreja y partiéndome el culo de risa. Ahora me colgará él a mí por chiflado. Farfulla algo pero es que ni le entiendo con la mierda ésta de risa que me ha cogido. Acabo de lado en las sábanas, sujetándome el estómago y doblado del ataque de carcajadas de muñeco poseído. Me paso una mano por los ojos para secarme las lágrimas de reír mientras V va rezongando, hasta que soy capaz de hablar otra vez.
—Ah, mierda... lo siento. Pero no sabes lo que me acabas de alegrar el día encabronándote.
Pobre tío, no debe saber ni para donde mear, creerá que perdí un tornillo. Pero, bien pensado, a lo mejor es algo bueno. Para hablar con él en serio primero hay que descolocarlo y luego hacerle reír. Carraspeo y cambio al tono más jodidamente serio que tengo en mi repertorio.
—Por cierto, V, ya que andamos con la charla intimista. En lo que me queda de vida no pienso perdonarte que no me dijeras lo de tu ático.— Escucho la fuerte inhalación al otro lado de la línea y la estática aumenta como si estuviera en mitad de un ataque hacker. Así que es serio. Está tenso de la mierda por saber qué pienso de su rincón oculto. Sigo con el mismo tono de funeral—. Quiero decir, yo ya tenía pensado tu jodido regalo de Navidad, ¿sabes? Una colonia. "Cool Water" de Davidoff. Y me la voy a tener que meter por el culo porque seguro que andas suspirando por, qué sé yo, unas esposas forradas de peluche o alguna mierda así.
Vishous suelta un “Poli...” medio de advertencia, medio de sorpresa pero yo sigo con mi rollo.
—Venga, admítelo. Te vistes de mujer.— Escucho un bufido al otro lado— ¡Lo sabía! Una boa rosa y un tanga de leopardo ¿He acertado? ¿Tu puto regalo soñado?— el bufido se transforma en una especie de risa, porque hasta el pedazo de cazurro de V sabe cuándo me estoy tomando algo a cachondeo—. Ah, vamos, hombre, ten piedad de un pobre poli. No tengo todo el tiempo para ir de putas compras de Navidad, échame una manita. Si voy a tener que pelearme con un montón de niñas histéricas por el último vibrador fucsia, dímelo. Necesito mentalizarme, ¿admiten cupones descuento?
Conseguido. Vishous suelta una de sus risotadas secas que desemboca en auténticas carcajadas y la estática disminuye. Sé que se está cagando en mis muertos por ser un puto bocazas rompebolas, pero también que ya no está tan tenso. Le escucho reír un rato con una sonrisa imbécil en mi propia cara, asombrado de poder provocar esa reacción en él, hasta que miro de reojo al potro en el centro del ático.
—Oye, V... está bien, ¿OK? Todo. Tu... amplio abanico de gustos incluido.— No digo explícitamente que me refiero a lo de pollas y coños, pero sé que él entiende—. Has encontrado tu forma de desfogarte y hasta me das envidia. No porque la comparta pero... joder, yo me desahogaba partiéndole la nariz a los delincuentes y ahora ni eso. Sólo... —inspiro— dime que es consentido. Y... —estoy a punto de preguntarle si también me imagina a mí en esa situación, pero no voy a forzar el asunto. Bastante incómodo tiene que ser esto para él y no estoy seguro de poder aguantar una respuesta directa. Aún así tengo que preguntárselo de alguna manera—, ¿siempre es así? ¿Nunca lo has querido... distinto... con alguien?

VISHOUS:
Nuevamente nos quedamos callados después de la mierda que se me ocurrió soltar -"Vuelves conmigo"-, como si nos hubieran congelado en el tiempo. ¿Quién cojones me ha insertado un cambio de personalidad sin avisarme? Estoy realmente jodido. Pero al estilo... J.O.D.I.D.O. Coño, que ahora sí la cague hasta el fondo, si antes el poli pensaba que algo raro había, con lo que le acabo de soltar lo confirmo.
Apago el liado estrellándolo en el cenicero mientras el brillo empieza a escapar del guante y trepa por mi antebrazo. Me pongo otro liado en la boca y, cuando lo estoy encendiendo, escucho a Butch reírse como un condenado loco, de sopetón, anda a saber por qué. Termino de prenderlo con Butch de fondo partiéndose la caja de risa y descolocándome por completo.
—¿Qué diablos te pasa ahora, cabrón?
Le digo, apretando más fuerte las mandíbulas mientras se le escapa otra carcajada. A éste se le soltaron los pocos tornillos que le quedaban y perdió definitivamente la chaveta; o tal vez el shock ha sido demasiado y terminó por caer en la locura irlandersa. Frunzo el ceño, empezando a cabrearme en serio cuando otra oleada de carcajadas me pone los putos pelos de punta.
—Poli... vale ya, idiota.
Con un ataque de tos de tanto reírse comienza a relajarse y me dispara muy campante, con un tono de voz aún risueño, un agradecimiento por alegrarle el día con mi cabreo. Maldito cabrón. Nunca ha estado muy bien de la azotea, pero no sé cuándo se le fue definitivamente la pinza. Aaah, tal vez cuando se dio cuenta de que quien era su mejor amigo quiso follárselo en el Ático de Freddy Krueger. GENIAL.
Cuando ya se calma del todo, me saca el peor tema de conversación del mundo con voz de comentarista de funeral, bipolar perdido. Todos los tendones de mi cuerpo se tensan como cables en cuanto saca a relucir lo de mi ático, haciéndome apretar fuerte el móvil e inhalando el liado con una larga calada. No vengas ahora con eso, poli, no jodas con esa mierda. Y luego descarrila del todo con las colonias y que si las esposas peludas. Diciendo auténticas incoherencias. Sip, le hemos perdido. Directo al loquero.
—Poli...
Le digo con tono de advertencia pero también con un atisbo de diversión dudosa en la voz. ¿Puede que Butch se esté tomando a cachondeo algo que cualquier persona normal pensaría que es una perversión que merece la sentencia de muerte social? Es imposible que yo tenga tanta suerte.
—Venga, admítelo. Te vistes de mujer.— Me dice. Bufo, con una carcajada trepando por mi garganta— ¡Lo sabía! Una boa rosa y un tanga de leopardo ¿He acertado? ¿Tu puto regalo soñado? Ah, vamos, hombre, ten piedad de un pobre poli. No tengo todo el tiempo para ir de putas compras de Navidad, échame una manita. Si voy a tener que pelearme con un montón de niñas histéricas por el último vibrador fucsia, dímelo. Necesito mentalizarme, ¿admiten cupones descuento?
Sin poder aguantar más al bocazas rompebolas que tengo de compañero, comienzo a reírme a carcajadas. Maldito mamón de los huevos, estúpido, animal, tarado, pedazo de mejor amigo que podría haber encontrado un maldito como yo. Río como si estuviera en alguna maldita terapia después de la tensión que me ha roído las tripas todo el día. Está consiguiendo que se me esguincen las mejillas con sus gilipolleces, joder, siempre reaccionando al contrario de lo que preveo. Es capaz de tomarse a choteo algo por lo que medio mundo me mira de reojo y huye con el rabo entre las piernas.
Apenas logro controlar esa risa continua cuando escucho al poli ponerse serio nuevamente para decirme, más o menos, que no pasa nada con lo de ayer. Y que le da igual que me dedique al BDSM y que se la meta a machos y hembras. Este hijo de puta va para santo. Cierro los ojos, peinándome el cabello hacia atrás mientras me froto el pecho y después dejo el liado a medio terminar en el cenicero. No puedo evitar que algo se me desmorone por dentro, alguna barrera a lo mejor, al saber que el poli me acepta a pesar de haber conocido algunos de mis oscuros secretos. Me acepta a mí... sin importarle que sea un friki o que haya querido besarle. Tampoco tengo que mantener más en secreto cómo follo por miedo de acojonarlo ¿Cuándo he experimentado esto, esta... liberación? Fácil: nunca. Santa Claus existe, a fin de cuentas, reno Rodolfo incluido. Parte de la tensión que me ha estado comprimiendo el cerebro se evapora.
—Butch... —le digo en el tono más grave que tengo, porque no sé cómo mierda agradecerle en el alma que no me juzgue, que él sólo este ahí—. Es consentido.— Lo que pasó en el campamento, justo después de mi transición, cruza un instante por mi mente. Omito contárselo, aunque tengo el pequeño presentimiento de que él sería el único que me preguntaría por qué lo hice—. Y, en cuanto a lo otro— miro hacia la habitación del poli y me recorre un sentimiento extraño al recordarnos abrazados en mi ático—, es la única forma que conozco de tener sexo.
Ambos nos quedamos en silencio un buen rato y tengo que combatir el estúpido impulso de decir más, de hablar de mí, contraviniendo todo lo que el Sanguinario me inculcó sobre la supervivencia. Pero, con Butch, las cosas siempre han sido distintas. Es el único ser, humano o vampiro, diferente a todo el podrido mundo.
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