POEMAS DE FABIÁN CASAS FC: Yo pienso la escritura en términos de pregunta, de incertidumbre, vos no sabés, tal vez creés que estás escribiendo un ensayo y de golpe te das cuenta de que es un poema. Y a mí no me preocupa tener un control sobre eso, dejo que vaya oscilando. Tampoco pienso en términos de género, para mí los géneros están solamente para destruirlos, o para potenciarlos, para enloquecerlos, me gusta eso. Cuando leo, también, el tipo que erosiona los géneros me resulta muy estimulante. El género es un lugar de tranquilidad, de tranquilidad académica,

–Hay que detener el diálogo interno, todo eso que uno va rumiando con uno mismo, que es como una heladera que anda todo el día y se recalienta. Porque entonces entrás en estado de disponibilidad y empezás a escuchar a la gente y te das cuenta de que todos están diciendo el sermón de la montaña. Una cosa que dice el mozo, un compañero de laburo, el zapatero de la esquina. ¿Viste que nuestra vida es un cliché, un estereotipo demoledor? Bueno, cuando lo interrumpís con la lectura de un poema, con una persona que te conmueve o una conversación que escuchaste y que te llama la atención podés llegar a un estado de extrañamiento, de temor, pero también de libertad. Yo puedo tomar cosas de todos los segmentos, cruzarlas y ver qué pasa. También está bueno tener ese pensamiento paradójico. Lo aprendí en un viaje por Vietnam. El pensamiento oriental soporta la paradoja. Nosotros no; es esto o lo otro, blanco o negro. La paradoja significa tensionar las dos cosas sin verme obligado a definir y eso es lo que me gusta. La definición como concepto es capitalista. El arte no tiene por qué decir esto sí, esto no, esto es bueno, esto es malo. El arte tiene que poner en estado de pregunta todas las cosas. SIN LLAVES Y A OSCURAS
Era uno de esos días en que todo sale bien. Había limpiado la casa y escrito dos o tres poemas que me gustaban. No pedía más.
Entonces salí al pasillo para tirar la basura y detrás de mí, por una correntada, la puerta se cerró. Quedé sin llaves y a oscuras sintiendo las voces de mis vecinos a través de sus puertas. Es transitorio, me dije; pero así también podría ser la muerte: un pasillo oscuro, una puerta cerrada con la llave adentro la basura en la mano.
A MITAD DE LA NOCHE
Me levanto a mitad de la noche con mucha sed. Mi viejo duerme, mis hermanos duermen. Estoy desnudo en el medio del patio y tengo la sensación de que las cosas no me reconocen. Parece que detrás de mí nada hubiese concluido. Pero estoy otra vez en el lugar donde nací. El viaje del Salmón en una época dura. Pienso esto y abro la heladera: un poco de luz desde las cosas que se mantienen frías.
UNA OSCURIDAD ESENCIAL
Hay una oscuridad esencial en esta calle. Un único farol ilumina el contorno y árboles domesticados, altísimos, producen una música de acuerdo al viento. Miro a mi perro, una conciencia a ras del piso que hurga y mea en la tierra y pienso en mí, hundido en el lenguaje, sin oportunidad, sosteniendo una correa que denota lo que fue necesario para estar unidos.
DESPUÉS DE LARGO VIAJE
Me siento en el balcón a mirar la noche. Mi madre me decía que no valía la pena estar abatido. Movete, hacé algo, me gritaba. Pero yo nunca fui muy dotado para ser feliz. Mi madre y yo éramos diferentes y jamás llegamos a comprendernos. Sin embargo, hay algo que quisiera contar: a veces, cuando la extraño mucho, abro el ropero donde están sus vestidos y como si llegara a un lugar después de largo viaje me meto adentro. Parece absurdo: pero a oscuras y con ese olor tengo la certeza de que nada nos separa.
NO ESTOY EN BATA COMIENDO NARANJAS AL SOL
Por la mañana miro mi cara en el espejo del baño. Hasta hace un rato, resucitada, mi madre atravesaba un campo con su bata roja. Pero ahora estoy despierto: finalmente, todo es natural. Abro la canilla y me inclino para lavarme. Siento el ruido del agua contra el vientre de la pileta -pelos muertos en el mármol blanco-.
BRUNO
Las plantas reverdecen soportando la violencia del verano. Tomás la regadera, el torso al desnudo en el sol; tus ojos que se fijan en un cielo límpido y el viaje que termina.
Todo está como lo dejaste: el barco en una mañana brumosa, un hotel frío instalado en otro idioma y esta casa, donde posaste el radio de tu imaginación, y crecí en él.
HACE ALGÚN TIEMPO
Hace algún tiempo fuimos todas las películas de amor mundiales todos los árboles del infierno. Viajábamos en trenes que unían nuestros cuerpos a la velocidad del deseo.
Como siempre, la lluvia caía en todas partes.
Hoy nos encontramos en la calle. Ella estaba con su marido y su hijo; éramos el gran anacronismo del amor, la parte pendiente de un montaje absurdo. Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia. (Buenos Aires, Argentina 1965)
colgado por Sand a las 12:52 a.m. |