


El arranque de la modernidad poética:
de Baudelaire al Simbolismo.El Realismo buscó su forma de expresión a través de la novela y el teatro. La poesía cuadraba mal con las preocupaciones sociales y el afán de hacer de la literatura un espejo de la vida cotidiana. Por rechazo y por cansancio de las fórmulas realistas, a finales del siglo XIX se produjo una
reacción de tipo idealista o posromántico, que se caracteriza por:
La rebelión de los escritores contra los valores y costumbres burgueses. Eligieron un tipo de vida irregular y marginal, se aferraron a la aventura, la soledad, el desarraigo, el alcohol y las drogas por rechazo a la sociedad a la que pertenecen y a la misma existencia.
Entrega de los escritores a la bohemia. Este era un modo antiburgués de concebir la vida y el arte basado en la rebeldía y la libertad. Ofrece dos caras:
El dandismo, en el que el artista se cree un genio, un elegido, que está por encima del despreciado hombre burgués (Oscar Wilde, Baudelaire)
El malditismo, en el que el artista se cree un maldito, que sufre el rechazo de sus semejantes por sus actitudes antisociales y amorales (Rimbaud, Verlaine).
La belleza debe ser el fin último del arte, y no la reproducción de los aspectos más sombríos de la realidad ni la denuncia de un estado de cosas que no pueden cambiar. Esto hace que se refugien en su trabajo, en la experimentación, en el arte por el arte.
El
Posromanticismo adquirió su máximo esplendor en
Francia, donde dio lugar a dos grandes movimientos poéticos: el
Parnasianismo y el
Simbolismo, que dieron pie a la modernidad literaria.
Parnasianismo
Bajo el lema
el arte por el arte, los poetas parnasianos (de la revista
El Parnaso literario) defienden una
poesía serena, impasible, con valor en sí misma, que no atienda ni a los sentimientos personales ni a los problemas de la colectividad. Se inspiran en la pintura, la escultura, la historia antigua y cuidaban de la forma.
El más destacable de los parnasianos fue
Charles Leconte de Lisle (1818-1894), autor de
Poemas antiguos.
Baudelaire
Charles Baudelaire (1821-1867) es considerado el padre de la lírica del siglo XX. En él confluyen los principales movimientos del pasado y de él parten los caminos de la poesía futura:
Su romanticismo vital queda superado por su sentido crítico, la perfección e intensidad de sus versos y su visión moderna del hombre como un ser complejo y perverso, con el que se identifica.
Algunos rasgos formales (luminosidad, riqueza de metros…) lo vinculan al Parnasianismo, aunque se aleja de él por la complejidad de su mundo interior y el empleo de la intimidad como materia poética.
Su intento de armonizar formas, sonidos, colores y perfumes, y sus efectos musicales lo acercan al Simbolismo; pero la densidad de sus temas y sus violentos contrastes íntimos (Dios-Satán, pecado-expiación, bello-horrible…) lo alejan de él.
La precisión y pureza de sus versos hacen de él un clásico, pero las manifestaciones de su espíritu atormentado alcanzan un grado de irracionalidad que anuncia ya la poesía del siglo XX.
Además de
Las flores del mal, Baudelaire publicó
Pequeños poemas en prosa, donde recoge, en prosa poética, la
realidad multiforme de la ciudad: el paseante solitario y la multitud; los jardines, tejados y buhardillas; los cafés, los cabarets, las barracas de feria…
Simbolismo
Es una corriente estética surgida en Francia hacia 1885, que tiene como precursor a
Baudelaire y como máximas figuras a
Verlaine,
Rimbaud y
Mallarmé.
Conciben la poesía como algo
misterioso,
inexplicable, que permite descubrir los secretos que encierra la realidad a través de
símbolos,
metáforas,
correspondencias sensoriales,
connotaciones…
Los simbolistas se distinguen de los parnasianos porque, en lugar de buscar la precisión y exactitud, buscan crear una
atmósfera anímica en la que desarrollar sus
ensueños más irreales, sus
emociones más íntimas y sus
sensaciones más inaprehensibles.
El simbolismo
liberó el lenguaje, usando
vocablos raros,
sintaxis compleja e
innovaciones métricas para buscar, en palabras de Mallarmé, “
la palabra total, nueva, extraña a la lengua y cautivadora” y, en palabras de Verlaine, “
la música, la música ante todo”.
Verlaine
Paul Verlaine (1844-1896) recreó sus indefinibles
estados de ánimo con levedad; utilizó un
lenguaje sencillo, cercano a lo
coloquial; transmitió sus
vivencias, oscilantes entre la perversión y el arrepentimiento, con sinceridad; y dotó sus versos de
musicalidad. Todo esto se convirtió en la clave de su poesía.
Sus obras más importantes fueron:
Fiestas galantes, compuesto por evocaciones dieciochescas llenas de voluptuosidad y melancolía, parques abandonados, jardines otoñales, amores decadentes…
Romanzas sin palabras, una especie de diario de su aventura con Rimbaud, aunque prescinde de la anécdota para centrarse en los estados de ánimo en íntima relación con el paisaje.
Rimbaud
Arthur Rimbaud (1854-1891) fue un gran poeta, precoz y fugaz. Sus principales obras fueron:
Poesías. No fueron recogidas en libro, y en ellas se encuentran un Rimbaud adolescente que sigue los pasos de Victor Hugo y los parnasianos, con amores y experiencias juveniles; y un Rimbaud joven, rebelde, nihilista, blasfemo, original y perfecto en cuanto a estilo.
Iluminaciones y Una temporada en el infierno. Fueron escritas en prosa poética tras su tormentosa relación con Verlaine, y en ellos se refleja un Rimbaud alucinado, profético y sombrío que utiliza imágenes atrevidas e ininteligibles, precedente de las surrealistas.
Mallarmé
Stéphane Mallarmé (1842-1898) fue un profesor de inglés que destacó por la
profundidad de su pensamiento. Su tema central es la propia poesía, la “
Obra total” que intenta crear con un
lenguaje nuevo, ilógico, al margen de la semántica y la sintáxis.
Su escasa obra se publicó bajo el nombre de
Verso y prosa, en el que destacan
Herodíada (diálogo entre la Salomé bíblica y su nodriza en torno a la belleza, la soledad, la nada y la muerte) y
La siesta de un fauno (un fauno medita, se embriaga y se duerme en un paisaje bucólico tras la huida de unas ninfas).
Whitman
Walt Whitman (1819-1892) es el primer poeta genuinamente norteamericano. Sus múltiples empleos juveniles (maestro, periodista, carpintero…) le permitieron conocer la vida y las
preocupaciones de la gente, tema central de su poesía.
Su libro
Hojas de hierba, ampliado en sucesivas ediciones, es el gran poema épico que marcó a la joven y emprendedora nación: un canto exaltado a la naturaleza, a la vida y al ser humano.