Shhh…. Haiku
“Luciérnaga en vuelo;
¡mira!, iba a decir,
pero estoy solo”.
Paradójicamente las palabras, a quienes debemos nuestro título de seres pensantes, también engendraron a uno de los más grandes tiranos. Ese diminuto y omnipresente habitante que llevamos en nuestra cabeza y que no para de hablarnos, alabándose, criticando, juzgando, discutiendo, la mayor parte del día y, cada vez más, gran parte de la noche. Poseído por las palabras, el ser humano moderno enloquece aturdido por su propia mente que no para de parlotear. Pero, afortunadamente no todas las palabras nos han declarado la guerra. Todavía existen algunas que, en vez de recargar nuestras neuronas con estridentes e interminables alborotos, humildemente se convierten en mensajeras del sagrado aroma del silencio.
“Haiku es lo que está sucediendo
en este lugar y en este momento”.
Escribió Basho hace más de 300 años. Considerado el primer gran maestro de este arte que se volvería abanderado de la poesía japonesa, Basho, como el resto de los poetas del Haiku, aspira a imprimir en sus obras ese estado de quietud interior que llevará al lector al encuentro de lo supremo, el silencioso sonido del alma. Para ello, uno de los requisitos es que el Haiku siempre describa el tiempo presente. Pues solo en el eterno ahora la mente no está en movimiento. Solo ahora está atenta para la atemporalidad de lo trascendente.
“Al ladrón
se le olvidó
la luna en la ventana”.
Podríamos decir que el Haiku es una forma poética que consta de tres versos breves no rimados de 5, 7, y 5 sílabas respectivamente, pero no basta. Lo esencial de un poema Haiku está en el retratar cada instante como un relámpago que fugazmente ilumina la escena. Ante tal aparición el lector no puede más que presenciar lo revelado. No hay tiempo para la reflexión ni emociones. Sólo quietud contemplativa, para arrebatar la mente hasta las puertas del espíritu.
“Como recuerdo a una amapola,
deja sus alas una mariposa”.
Si el Haiku es arte o filosofía o la combinación de ambas, no es algo relevante. Donde el Haiku habita, las tramposas disquisiciones del hemisferio izquierdo que todo lo define y etiqueta, poco importan. De ahí que los budistas utilicen el Haiku como riguroso entrenamiento de la mente dispuesta a la iluminación espiritual.
¿Si pueden tanto las palabras? La verdad, lo ignoro. En esto de escribir o leer al alma, soy totalmente analfabeto.
Miguel Mayobre |