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6. La Renuncia de Mons. Cosme Alterio El único y verdadero Superior de la Misión es el Prefecto Apostólico nombrado por la Santa Sede, a quien pertenece todo lo relativo a la evangelización y al gobierno de la Prefectura. Pero en las misiones regentadas por religiosos existe una especie de diarquía jurídica, puesto que el Inspector o Provincial debe cuidar de sus religiosos en cuanto se refiere a sus necesidades o conveniencias, tanto físicas como espirituales. En las Misiones salesianas, Prelado e Inspector, cada cual dentro del área de su competencia, han de actuar de mutuo acuerdo para llevar adelante la actividad misionera, no imbuidos de juridicismo, sino de caridad evangélica para colaborar fraternalmente. Es necesario decir aquí, que el nuevo Inspector D. Pedro Tantardini y el nuevo Prelado Mons. Cosme Alterio, no siempre se entendieron procediendo de mutuo acuerdo, sin quitarle a cada cual sobrado celo y meticulosidad en su labor. Tanto que Mons. Alterio elevó consulta a la Santa Sede sobre su competencia jurisdiccional y la del Sr. Inspector. De Roma, aunque tarde, la Congregación de Propaganda Fide le respondió dándole la razón al Prelado. (9) Pero cuando este comunicado llegó a Puerto Ayacucho, ya Mons. Alterio había presentado la renuncia a su cargo. Influyeron en tal decisión también otras causas, su estado de ánimo deprimido por el mucho trabajo y el poco personal misionero, el cansancio natural de cuatro años de continua acción misionera y los escasos frutos obtenidos en algunos lugares del Territorio. Los Superiores Mayores, recibida la renuncia de Mons. Alterio, y viendo su propósito irrevocable, tuvieron que aceptar la renuncia sin más remedio. La Santa Sede aceptó en agosto de 1950 la renuncia del Prefecto Apostólico y nombró Administrador Apostólico de la Misión, al P. Segundo García. En Puerto Ayacucho, apenas se supo la decisión de Mons. Cosme Alterio, hubo intentos de disuadirlo por parte de los feligreses y el Concejo Municipal. Este extendió en Cámara un «Acuerdo» tratando de que desistiera de esa decisión, y al mismo tiempo lo nombraba «Hijo Predilecto del Territorio Amazonas». ¿Hubiera renunciado Mons. Cosme Alterio, de haber recibido a tiempo la contestación de la Santa Sede? Tal vez no. Así lo deja entrever él mismo, en la conclusión de su libro Memorias de un Misionero Salesiano. En esas páginas vemos también el sufrimiento que tuvo que sobrellevar en esos años que dirigió las Misiones del Amazonas: «Estas Memorias de un Misionero Salesiano que publico, en parte con ocasión de la celebración del primer Cincuentenario de las Misiones católicas en el Teritorio Amazonas, presentan nada más que la fachada exterior de algunos acontecimientos vividos por mí. Detrás de ella hay un cúmulo de sinsabores, resistencias, incomprensiones, rivalidades, sacrificios y humillaciones que hasta hoy sólo Dios conoce, pero que confío en que serán reseñados cuando, en su oportunidad, se escriba la Historia de la Iglesia en Venezuela, se conozca la correspondencia reservada en mi archivo privado y la que se conserva en Roma. La Sagrada Congregación de la Propagación de la Fe, de la que dependen todas las Misiones católicas del mundo, sabedora de las dificultades existentes en mi jurisdicción, intervino, aunque algo tardíamente, para zanjar en parte, la tensa situación con un notable documento fechado en Ciudad del Vaticano, el 16 de junio de 1950, Protocolo Nº 161-50 que, a la vez que aprobó mis puntos de vista, sentó jurisprudencia para el gobierno mundial de las Misiones. Lamentablemente, cuando ese documento llegó a mis manos, ya yo había presentado mi renuncia irrevocable». (10) Con la Renuncia de Mons. Cosme Alterio, culmina la primera parte o etapa de esta panorámica histórica sobre las Misiones del Amazonas venezolano. Etapa de inicios difíciles, sufridos, dolorosos, pero que sembraron las bases para un largo camino. NOTAS: (1. PINAFFO, Giuseppe, Breve biografía... 8 8-93). (2. ALTERIO C. Memorias de un misionero venezolano en el T. F. Amazonas. Ed.Paulinas, Caracas 1984; 24). (3. ALTERIO C. Memorias de un misionero venezolano en el T. F. Amazonas. Ed.Paulinas, Caracas 1984; 29). (4. AVAPA, Crónica de Coromoto, 1, 87-121). (5. AVAPA, Primer Libro de Gobierno de la Prefectura del Alto Orinoco, 29. La Parroquia de S. Fernando de Atabapo fue erigida definitivamente el 2 de abril de 1947). (6. ALTERIO, C. Memorias.. 33). (7. ALTERIO, C. Memorias.. 33). (8. ALTERIO, C. Memorias, 84). (9. ALTERIO, C. Memorias, 117-118). (10. ALTERIO, C. Memorias, 132). CAPITULO XI Visión general sobre la Misión Salesiana (1933 - 1950) No es fácil hacer un análisis de este período de la Prefectura Apostólica, pues habría que consultar mayor número de fuentes, sin embargo, intentaremos dar una visión global de la actividad misional desde 1933 a 1950. Desde el punto de vista teológico, refiriéndonos a las ideas que estaban a la base del quehacer pastoral, debemos atenernos a asumir la realidad vivida en aquellos tiempos que, como dijimos antes, predominaba la idea de una Iglesia funcionalmente cultual-espiritualista y socialmente poco significativa. (1) El concepto de Evangelización estaba muy ligado al de «civilización», «colonización», debido también al énfasis del Estado que colocaba en la raíz de estas concesiones misionales, una preocupación por la incorporación de territorios lejanos, geopolíticamente debilitados por la escasez de población y con la urgencia de su incorporación a la nacionalidad. El peso de este «mandato» se transparenta en los Informes de los Prefectos Apostólicos, en donde se esfuerzan por presentar el adelanto en esta labor de fundación de pueblos, agrupación de indígenas y su «civilización». Los misioneros usan el lenguaje del momento, sin darse cuenta de sus implicaciones: «salvajes», «civilizados», «semicivilizados», «racionales» etc, muy comunes en aquel entonces. La civilización era la nuestra, nuestro mundo, nuestra manera de pensar, de vivir; lo que se alejaba de esos «modus vivendi» debía corregirse, educarse e incorporarse. Naturalmente, la convivencia con el indígena y su conocimiento progresivo, va haciendo cambiar al misionero su concepto del indígena y se notan diferencias entre los primeros Informes y los últimos, a la vez que en algunos misioneros hay ya una clara percepción de que para «evangelizar al indígena hay que hacerse indígena». Políticamente, hemos de aclarar que la situación del misionero tal como la presenta la Ley de Misiones y su Reglamento, en realidad nunca se dio en la práctica. El Artículo 7 del Reglamento dice que «el Vicario o Director tendrá autoridad policial para mantener el orden entre los indígenas...». (2) El Territorio Federal Amazonas era un espacio políticamente constituido, con su Gobernador, Prefectos, y Autoridades militares, por lo que el misionero se abstuvo de inmiscuirse en esos aspectos. La relación que los misioneros tuvieron con los Gobernadores y poderes públicos fueron siempre de armonía y mutuo respeto, si exceptuamos algunos roces y problemas con el Gobernador Canelón, de quien fuentes orales hablan de un fuerte enfrentamiento verbal con el P. Bonvecchio. Los Gobernadores Alfredo Franco, Rafael Urbina, Rafael Falcón y Alamo Ibarra admiraron el trabajo realizado por los misioneros en los años de Mons. De Ferrari y Mons. Cosme Alterio, y colaboraron en lo posible para llevar a cabo una labor en la que todos se sentían solidarios. La prueba de ello es la utilización de viajes conjuntos al interior del Territorio, que los misioneros aprovechaban para atender espiritualmente a las poblaciones. Hay que señalar la importancia que los primeros misioneros dieron a los «Viajes apostólicos». Una estadística que abarca desde 1933 a 1950 nos señala un total de 146 excursiones o viajes fuera de la Misión central de Puerto Ayacucho. Aunque se da inicio y se ve la importancia del aspecto educativo, las Escuelas y los Internados (apenas 3), no cobran mayor importancia en estos primeros años. Los datos que se presentan en los Informes y Estadísticas de esta época se agrupan en tres secciones: El trabajo misional, en donde se señalan los resultados del trabajo específicamente espiritual: bautismos, comuniones, asistencia a misa, viajes misionales etc. La obra civilizatoria, que comprendía las Escuelas, las colonias indígenas y las visitas de los misioneros. Y finalmente, la beneficiencia, los internados gratuitos, reparto de ropa y víveres y atención de enfermos. Esta tricotomía en la que se quiere abarcar el trabajo misionero, en nuestros conceptos pastorales actuales ya no tiene sentido; la mentalidad paternalista que aún reina hoy en el pueblo amazonense, puede deberse en parte, a estas actuaciones iniciales, aunque el mayor peso de paternalismo lo infundió posteriormente la forma de actuar del Estado en los últimos cuarenta años. De todas formas, la mentalidad de comienzos de siglo era esa y debemos captarla en ese momento y en ese sentido, pues sería equivocado y antihistórico juzgar lo pasado con la mentalidad de hoy. Hacemos ahora un recorrido sobre los datos y rasgos más importantes de la acción misionera de estos años iniciales: 1933.- Los misioneros llegaron a Puerto Ayacucho, capital del T. F. Amazonas el 11 de Septiembre, dirigidos por Mons. De Ferrari. Se fundó el primer Asilo para indígenas y una Escuelita. 1934.- Se fundó la residencia y Parroquia de La Urbana. Mons. De Ferrari y el P. Bonvecchio recorrieron todo el Sur en viaje misional, denunciando el régimen de esclavitud usado en el trabajo del caucho. 1935.- Comenzó la construcción de la primera Iglesia de Puerto Ayacucho. Se hicieron los primeros viajes misionales al interior hasta S. Fernando de Atabapo. Se abrió una Escuelita en La Urbana y en Puerto Ayacucho una incipiente Escuela Profesional. 1936.- Se hicieron viajes misionales por el Norte y el Sur. El P. Bonvecchio intentó ponerse en contacto con los caseríos indígenas del Cataniapo y Paria. 1937.-Se fundó una Colonia indígena en la Isla María Auxiliadora (?) con indígenas Piaroas. No duró, pues los indígenas se escaparon cuando murió uno de ellos. 1938.- Se trabajó en ese mismo lugar con los Guajibos. El P. Bonvecchio visitó a los indígenas Maquiritares. 1939.- Se inauguró oficialmente el Asilo Pío XI para los indígenas. El P. Bierold visitó desde La Urbana a los pueblos Piaroa y otros indígenas del río Parguaza, tratando de hacer un Censo poblacional. 1940.- Se abrió el Asilo Madre Mazzarello para niñas indígenas, dirigido por las Hijas de María Auxiliadora en Puerto Ayacucho. Mons. De Ferrari visitó con un misionero los ríos Orinoco, Atabapo y Ventuari. Se abrió una escuela de manualidades. 1941.- Se abrió el centro misional de S. Carlos de Río Negro, se reparó la Iglesia y se fundó una Escuela para internos y externos. Se visitaron las regiones del Guainía y Casiquiare. En Puerto Ayacucho se compró un terreno para la Escuela Agrícola. 1942.- El día 27 de marzo, un gran ciclón ocasionó a la Misión daños calculados en más de 12.000 Bs. Comenzó a funcionar la Escuela Agrícola “San Enrique” con métodos modernos, pero por la aridez del suelo no se pudo desarrollar. 1943.- El trabajo de la goma dispersó a la gente por todo el Territorio. El misionero acompañó a esta gente para asistirlos en medio de la selva. 1944.- Sigue el trabajo de la goma, y el misionero aprovechó para recorrer aquellas regiones y visitar a los indígenas. Se mandó más personal a S. Carlos y se abrieron en el Colegio cuatro grados de enseñanza. Se funda el pueblo de Coromoto cerca del Tobogán de la Selva. 1945.- Con el establecimiento del Hospital con médicos fijos en Puerto Ayacucho y las medicaturas de los gomeros, se disminuyó el trabajo de la Misión en este sentido. Se realizaron otros viajes misionales, esta vez por el Sipapo, Ventuari y Orinoco. Muere en Caracas Mons. De Ferrari, fundador de esta Misión. 1946.- El Caserío de Coromoto siguió creciendo pero una gran sequía produjo epidemias, se secó el caño Carinagua y los indígenas se fueron. En este año aparecieron los Protestantes en S. Fernando de Atabapo con el nombre de «Nuevas Tribus». 1947.- Con la llegada del nuevo Prefecto Apostólico, Mons. Cosme Alterio, se consolidó la Misión de S. Fernando. El Prefecto incrementó los viajes, también a zonas piaroas. Recorrió todo el Norte y dos misioneros todo el Sur. Se fundó una Misión en Maroa. Otro misionero visitó a los Maquiritares. 1948.- Se impulsaron las obras fundadas y aumentó el personal. Este año se hicieron varias visitas a diversos caseríos. 1949.- En enero se incrementaron los trabajos de la Colonia Indígena «Nuestra Señora de Coromoto» para reunir en ella a los indígenas guajibos y formar una población. 1950.- Sustituye a Mons. Cosme Alterio como Administrador Apostólico y después como Prefecto, Mons. Segundo García. Como vemos en este esquemático relato entresacado de las Crónicas, los viajes apostólicos prevalecieron sobre las obras sistemáticas de escuela o internados, aunque fueron éstos los que sentaron las bases de la Misión. Resalta el hecho que, aunque la labor espiritual era preponderante, notamos sin embargo, señales de una gran preocupación social del misionero por responder a las necesidades del indígena: el acompañamiento en el monte en los trabajos de la goma, las visitas a sus rancherías, la instalación de un aserradero en Coromoto, el intento de instalación de un trapiche, los esfuerzos para crear una Escuela Agrícola en Puerto Ayacucho, y toda la labor educativa en el interior, que fue el inicio sólido de la posterior consolidación de la educación oficial en el Territorio Amazonas. Debemos reconocer también el mérito del inicio de una actividad sanitaria en el Amazonas con el Dispensario médico de la Misión hasta 1945, año en el que se creó el Hospital en Puerto Ayacucho, así como la importante actividad de medición meteorológica que desempeñó la misión en estos primeros tiempos. No vemos en cambio en los primeros misioneros, como en otras regiones en donde se establecieron los Salesianos, la preocupación por las culturas indígenas, en el sentido de recolección de vocabularios, estudio de las Lenguas y producción de una etnografía básica. Tal vez haya sido el excesivo trabajo material que al inicio debieron afrontar y la escasez de personal. Pero hemos de reconocer en estos hombres una fuerza de titanes para enfrentar una situación de caos y abandono a todos los niveles y un sacrificio personal que nadie puede objetar a pesar de todas las fallas que podamos encontrar en la globalidad. En la historia de la construcción del Estado Amazonas actual, no se puede dejar pasar por alto a estos hombres que dieron la vida por este pueblo. NOTAS: 1. MICHEO Alberto, Proceso Histórico de la Iglesia venezolana, 26. (2. LEY DE MISIONES en Gaceta Oficial N 12.562). SEGUNDA PARTE LA EXPANSION CAPITULO I Mons. Segundo García, tercer Prefecto Apostólico y primer Vicario Obispo de Puerto Ayacucho 1. Nombramiento Presentada la renuncia al gobierno de la Prefectura por Mons. Cosme Alterio, la Sagrada Congregación de Propaganda Fide emitió la siguiente respuesta: Al Rvmo. P. Cosme Alterio en la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco». «Ciudad del Vaticano 21 de agosto de 1950. Reverendísimo Padre: En tu carta del primero de julio, tu Rvma. Paternidad presentó a esta Sagrada Congregación la renuncia del cargo de Prefecto Apostólico del Alto Orinoco en Venezuela. Este sagrado Dicasterio acepta por las presentes letras tu renuncia presentada espontáneamente y te libera del cargo de Prefecto Apostólico del Alto Orinoco. El R. P. Segundo García ha sido nombrado Administrador Apostólico de la susodicha Misión. Aprovecho esta ocasión para, a nombre de esta S. Congregación, darte las gracias por los trabajos sobrellevados generosamente durante tantos años y por la sumisión y respeto que demostraste siempre a la Sede Apostólica. Rogando a Dios que te recompense con la plenitud de los dones celestiales y te conserve incólume todavía por mucho tiempo para decoro de la Iglesia, me suscribo, con toda consideración, de tu Paternidad adictísimo en el Señor. Card. Fumasoni-Biondi, Prefecto. (1) Mons. García se estrena en su nuevo cargo con una comunicación a la S. Congregación de Propaganda Fide en la que explica brevemente su Plan de trabajo: «Por la renuncia de Mons. Cosme Alterio fui nombrado Administrador Apostólico el 21 de agosto de 1950. Tomé posesión del cargo entrando en la Misión el 9 de noviembre. Al comienzo de este año recorrí la parte septentrional viendo cada uno de los poblados. Después, asesorado por los Superiores de la Congregación y por los misioneros de mayor experiencia, determiné fomentar la acción evangelizadora y hacerla más eficaz, de esta manera: 1.-Estableciendo en cada Residencia misionera internados y colegios en donde los niños y niñas confiados al cuidado de los salesianos, puedan aprender, junto con los rudimentos de las ciencias y las letras, los principios fundamentales de una sólida formación cristiana, que llevarán después a los sitios de la Prefectura donde se establezcan. Por eso amplié la Residencia de S. Carlos de Río Negro para que pueda recibir un centenar de niños. Y así haré con S. Fernando de Atabapo y Maroa. 2.- Favoreciendo en todo lo posible la colonia o poblado indígena de Coromoto, donde se han establecido ya algunas familias guajibas, enseñándolas a cultivar el campo, ganadería y educándolas cristianamente. 3.- Como la Residencia del Prefecto Apostólico era insuficiente e incapaz para cubrir las necesidades actuales, el día 24 de mayo puse la primera piedra de una Residencia nueva, y estoy preparando un Seminario Menor para el Clero indígena. Y comenzaré muy pronto a levantar el nuevo templo-catedral. De lo cual se puede colegir que también este año la Misión ha progresado y esperamos que se desarrolle espléndidamente en lo futuro...».(2) En el Informe que enviará en 1952 se quejará por primera vez de la propaganda y proselitismo que están haciendo las «Nuevas Tribus», protestantes americanos. A mediados de 1951 es nombrado Prefecto Apostólico del Territorio Federal Amazonas. En el Nº 3 de la Revista «Misión Salesiana del Alto Orinoco» se lee: «Homenaje al Nuevo Prefecto Apostólico. El día 9 de noviembre de 1951, en Puerto Ayacucho, fue rendido un cálido homenaje al distinguido, sacerdote salesiano Mons. Segundo García, designado recientemente por la Santa Sede para regentar la Prefectura Apostólica del Alto Orinoco...». (3) |