Coro. Brilla una luz…
Que este sirio consagrado
Que está ardiendo aquí en tu nombre
Se nos convierta en lucero
Que guie y proteja al pueblo.
Y que resurrección de Cristo
Que es nuestro hermano
Cambie nuestro corazón
En un corazón humano. Coro. Brilla una luz…
HOMILÍA
RESURRECCIÓN
El problema central del ser humano, colocado frente al hecho irreversible de la muerte, es la sobrevivencia. El ser humano reflexiona sobre su existencia y no acepta tener que desaparecer para siempre. Lo que, en definitiva, le importa al ser humano es “sobrevivir”, es decir, prolongar su existencia, sea del modo que sea.
Todas las religiones del mundo tratan de dar respuesta, a su modo, a este problema. Unas piensan en cómo prolongar esta vida (el mito de la “planta de la vida” del Poema mesopotámico de Gilgamesh)… Otras en cómo continuar viviendo después de la muerte (La unión con la divinidad y los rituales de embalsamamiento del Libro de los Muertos de Egipto)… Otras en una especie de sueño prolongado en un subterráneo llamado “sheol” (Israel antes del destierro), o en una especie de resurrección de los cadáveres que retoman vida (Israel después del destierro)… O como el Cristianismo, en una semejanza de lo que fue la resurrección de Jesús, lo que sucedería al final de la historia…
En torno al hecho de la muerte y al deseo de no morir para siempre, todas las religiones construyen mitos, pues es necesario responder a la angustia mayor del ser humano: la muerte. Lo importante es preguntarnos qué hay detrás de dichos mitos, pues la realidad es que todas las religiones han construido dichos relatos o por intuición, o por testimonio de los que no han muerto todavía. Ningún relato de resurrección ha sido escrito directamente por alguien que haya resucitado. Lo mismo ocurre con el cristianismo. Los relatos de los evangelios nos dejan sólo “rastros” de lo que pudo haber sido la resurrección de Jesús: la tumba vacía, la sábana y el sudario, unos ángeles que hablan, el testimonio de unas mujeres y varias apariciones a diferentes clases de discípulos. Una cosa es el hecho de la resurrección vivido por el propio Jesús y otra las apariciones que del resucitado tuvieron las discípulas y discípulos…
Sin embargo, discípulas y discípulos, después de muchas dudas, terminaron convencidos de la resurrección de Jesús, aunque no supieran el modo concreto como el Padre Celestial lo había resucitado. Todas y todos sintieron la presencia de Jesús en sus conciencias, palparon que su interior había cambiado y que su vida no era la misma. Es decir, sintieron la presencia de Jesús resucitado en sus propias personas, que los hacía más comunitarios, más cercanos a los excluidos, más dispuestos a entregar la propia vida por la causa de la justicia: ya no eran los mismos o las mismas…
La presencia del resucitado no la palparon sólo individualmente, sino comunitariamente. Los principales relatos de la resurrección de Jesús tienen por objetivo reforzar los lazos comunitarios, conformar el grupo o la “ekklesía” que, a partir de ellos se prolongaría en la historia para animar la comunión entre todos los seres humanos, basados en la justicia que se expresa en solidaridad, igualdad y hermandad…
Por eso la mejor forma de probar que Jesús está vivo, resucitado, es la práctica de la justicia en su nombre. No hay argumento filosófico o teológico que convenza totalmente acerca de este misterio. Todos resultan insuficientes, porque la resurrección de Jesús pertenece a la ilimitada eternidad de Dios y los humanos sólo podemos argumentar desde nuestro limitado tiempo y espacio…
Es bueno reflexionar sobre la resurrección, a partir de la realidad de nuestra propia muerte: nuestro cuerpo, a lo largo de la vida, va envejeciendo y muriendo lentamente; la lucidez de nuestra conciencia y todos sus grandes contenidos no sabemos dónde van a parar; sin embargo, todos tenemos la esperanza de que no se pierden; además, nuestro cuerpo termina o en un cementerio, o en un crematorio, o en la cripta de una iglesia o en el pequeño panteón familiar… A pesar de todos estos procesos, creemos que nuestro espíritu no puede terminar ni destruido, ni perdido, ni encadenado…
Por otra parte, las ciencias que estudian la energía humana, nos van proporcionando luces para conocernos mejor: todas nuestras realidades visibles corporales tienen un contenido energético -una virtualidad- que es asumida y conservada por nuestra zona espiritual, de tal manera que ese acumulado de buenas energías nos van predisponiendo para que, llegada la hora de nuestra muerte, la Divinidad nos dé -como don amoroso- un “cuerpo” adecuado para manejar dichas energías y saber ponerlas en relación con otros seres… Esta es la consecuencia lógica del “diseño evolutivo” que Dios puso en marcha en la creación del universo y del ser humano, como parte del mismo. En este sistema todas las energías evolucionan, se integran, se recrean, y las energías inteligentes lideran procesos especiales… Hay energías inteligentes que se auto-reconocen como tales y en esta categoría estamos todos los seres humanos. En nuestras manos, en cuanto energías inteligentes y dotadas de libertad, estará siempre nuestra propia suerte. Por eso podemos decir que en nuestras manos está nuestra propia eternidad.
Cuando frente a la eternidad hablamos de que recibiremos un nuevo “cuerpo”, es obvio que no nos referimos a la clase de cuerpo que hemos dejado y que en el plan de la evolución quedará superado. Lo valioso de nuestro primer cuerpo es asumido por nuestra energía superior, y recibiremos un “nuevo cuerpo”, que sólo será conocido y reconocido a partir de nuestra muerte. Éste será el momento de nuestra resurrección. Y no lo dudemos: también él obedece al diseño inteligente de nuestro Creador.
Todas estas reflexiones humanas, desde nuestro horizonte de creaturas, nos sirven para intuir y valorar, una vez más, lo que pudo haber sido la resurrección de Jesús: el acontecimiento cósmico más grande imaginable, puesto que se trataba de la energía creada por un ser que era al mismo tiempo hombre perfecto y divinidad infinita. También Jesús debió recibir un nuevo cuerpo de acuerdo a la inmensidad de su ser. Desde aquí debemos comprender su inhabitación en nuestras conciencias, como Dios y como hombre. Sentirnos inhabitados por Él es el mejor fruto de su resurrección.
Quienes conocieron a Jesús lo introyectaron en su propio ser, de acuerdo a los esquemas simbólicos de cada cual. Por eso, cuando después de la resurrección lo siguen sintiendo vivo, encuentran que Jesús los llama, les habla, les enseña y hasta los corrige, de acuerdo al propio esquema mental que en ese momento poseen. Jesús, en sus apariciones, quedó proyectado en cada uno de sus discípulas y discípulos de acuerdo al amor interior de cada uno. Nosotros y nosotras, después de más de dos mil años, podemos palpar de nuevo a Jesús Resucitado. Lo importante es que lo hagamos desde la realidad que más le gustaba: desde la justicia y el amor a los empobrecidos…
H.DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Lecturas bíblicas: Hechos 10,34a.37-43; Salmo 117; Colocenses 3,1-4; Juan 20,1-9
Jesús Resucitado ha penetrado en nuestro corazón desde el día de nuestro Bautismo, y allí está esperando humildemente que le permitamos configurarnos en El, es decir, que nos dejemos impregnar por su manera de pensar, de sentir y de amar. El quiere manifestarse vivo al mundo, pero en nosotr@s y a través de nosotr@s.
El cristiano que ha renovado su compromiso bautismal en esta Pascua, toma conciencia de la vida divina que lleva dentro y se entrega a la acción transformadora del Espíritu Santo para vivir como resucitado, asumiendo progresivamente los sentimientos y actitudes de Jesús, el Hombre Nuevo.
El tiempo pascual, que inicia hoy y culmina en la festividad de Pentecostés, tiene esta finalidad. Acompañarnos en este proceso de resurrección y vida nueva que nos transforma poco a poco en verdaderos discípulos y seguidores de Jesús, es el compromiso que nos deja la celebración de la Semana Santa.
Resurrección. Es un paso de la muerte a la vida Que nos revela resurrección de Jesús…
La única condición para resucitar es entregarse y servir
Dios padre resucito a Jesús, porque Dios si cumple
Dios es alguien que pone vida donde los hombres ponemos muerte
Victoria de la justicia de Dios, por encima de la injusticia de los hombres y mujeres.
En el día de hoy el universo entero es solidario y consciente, resaltando el día en contra de la prostitución infantil
LA VIDA, EL BIEN Y LA JUSTICIA triunfan sobre la muerte, el mal, la justicia.
ALLI DONDE APARECE
AMOR -SOLIDARIDAD-SERVICIO
SURGE VIDA NUEVA
ALLI COMIENZA
LA RESURRECCION.
INDICE Presentación………………………………………………………………………………………….………………………… 2
Historia……….…………………………………………………………………………………………………………………… 3
A. Domingo de Ramos………………………..………….……………………………………….……………………… 4
1. Homilía (Pbro. Ariel Romaña, Parroquia Ecce Homo)……..…………………..……………………… 4 B. Lunes Santo …………………………………………………..…………………………………………………………… 6
1. Actividad con niños (Pbro. Jesús María Urán Gallo)……………………………………………………... 6
2. Homilía (Pbro. Edwin Herrera, Parroquia La Niña María)…………………………………………… 9
C. Martes Santo…………………………………………………………………………………………………………….. 11
1. Homilía (Hermanas misioneras de la Madre Laura- Vigía del Fuerte)…………….…………… 11 D. Miércoles Santo…………………………….…………………………………………………………………..………. 12
1. Actividad con La Familia………………………………………………….……………….……………….. 12 E . Jueves Santo………………………………………………………….………………………………………………….. 19
1. Homilía (Hna. Elsa Rueda, Salvatoriana)………………….………………………………………………… 19
Viernes Santo (Imagen homenaje a Mons. Romero)…………………………………………. 22
Santo Viacrucis………………………………………………………………………………………………… 24
Primera Estación (Pbro. Rodrigo Maya, Parroquia San José)……………………………….24
Segunda Estación (Pbro. César S. Agudelo, San Antonio de Padua)………………………24
Tercera Estación (Pbro. Mario de J. Herrera, PNS del Carmen)…………………………….26
Cuarta Estación (Gabriel Jiménez, Parroquia Río Quito)………………………………………27
Quinta Estación (Pbro. Mateo Alejandro, Parroquia de Vigía del Fuerte)………….. 27
Sexta Estación (Pbro. Félix Albizu, San Bartolomé)………………………………………………28.
Séptima Estación (Carmen, Hna Agustina Misionera)………………………………………….29
Octava Estación………………………………………………………………………………………………….30
Novena Estación…………………………………………………………………………………………………31
Décima Estación…………………………………………………………………………………………………31
Décimo primera Estación…………………………………………………………………………………..32
Décimo segunda Estación………………………………………………………………………………….33
Décimo Tercera Estación…………………………………………………………………………………. 33
Décimo Cuarta Estación (Úrsula, COVIJUPA)……………………………………………………. 34
Ceremonia de la pasión……………………………………………………………………………….. 35
Homilía (Pbro. Fernando Martínez, Parroquia Río Quito)………………………….... 35
Las siete palabras…………………………………………………………………………………………. 37
Primera palabra (Pbro. Rodrigo Maya, Parroquia San José)…………………………. 37
Segunda palabra…(Patricia, Misionera UCEMI)…………………………………………….. 37
Tercera palabra……………………………………………………………………………………………... 39
Cuarta palabra……………………………………………………………………………………………….. 39
Quinta palabra (Mag. Stella Moreno)…………………………………………………………….. 40
Sexta palabra…………………………………………………………………………………………………. 42
Séptima palabra (Pbro. José oscar cmf)……………………………………………………….….42
Sábado Santo………………………………………………………………..………………………………..44
Treinta y tres Credos (Pbro. Jesús María Urán Gallo, PNS Fátima)…….……………44
Conmemoración de los dolores de María (Pbro. Remo Segalla, Parroquia Inmaculada)………………………………….………………………………………….…………………….48
Vigilia pascual………………………………………………………………………….………………………49
Pregón Pascual (Graciela Quejada)……………………………………………………………49
Homilía Vigilia Pascual (Gonzalo de la Torres)……………………………………………51
DOMINGO DE RESURRECIÓN……………………………………………………………………………55
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