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Entrevista. La crisis del 2001Autor: Juan Francisco Lojo (estudiante de Ciencias de la Comunicación 2010).Crisis en la crisis Contame cómo viviste los acontecimientos del 2001. Mirá, en realidad en ese momento no sé si me significó algo. Es decir, yo era adolescente y la lectura que yo pudiera haber hecho en ese momento no la recuerdo. Te la definiría como “tensión” pero, más tensión hogareña en consecuencia de esa época. Pero en realidad en la actualidad hago una lectura más profunda, después de haber pasado por distintas instituciones educativas, de haber leído. Y es como que hay un primer tiempo, que es la vivencia, y un segundo tiempo, que es la interpretación. Son dos tiempos que generan dos ideas distintas. Una es como no conocer sobre la cosa y la otra es la cosa conocida. Y entre el “suceso 2001” y la actualidad es un recordar y reinterpretar constante. Es una sorpresa constante cada vez que recuerdo algo que pasó. O tal vez distintas situaciones que sucedieron en mi casa o en el trabajo de mi mamá hoy las recuerdo y las interpreto en base a la lectura que yo hice de esa época. Tal vez en aquel momento decía “¿Por qué esto?” y decía “Uy qué cagada ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?” pero no había respuestas, y hoy ya sé por qué se daba tal o cual cosa. Con respecto a los hechos de la plaza, ¿qué podés contarme? Haberlo visto en TV, tal vez. En líneas generales, eso. Me preocupó mucho pero estaba todo tan turbio que era una cosa más de todo lo que pasó. No me hizo tanto ruido: desde el cacerolazo hasta “esos hechos”… después. Es una cosa más de lo que pasó. Igual recuerdo estar yo acostado en la cama. Mirando… “Eso” y decir: “Uy, qué cagada, y ahora qué va a pasar”. Y preguntarle a mis viejos, a mi vieja, en realidad, porque en ese momento ellos estaban separados: “¿Y qué va a pasar ahora? Y ellos me decían: “Y, no sé” y no sabían en serio… ¿Entendés? Es como llegar al límite y no saber que hay más allá. Porque podría pasar cualquier cosa. Eso es. Más que hechos reales son como sensaciones que me vienen en base a eso. ¿Qué sensaciones? Ehh… De no saber, justamente. Y no de no saber, porque, o sea, vos no sabés qué va a pasar el día mañana pero podés hacerte alguna idea; En ese momento no nos hacíamos ninguna idea. Creo que más que saber qué va a pasar mañana, el problema era qué iba a pasar hoy. Por lo menos en mi casa. Caímos en eso que nosotros criticamos mucho hoy en día que es el vivir sólo para el día a día. Nosotros esperábamos pasar el día. No importa mañana, importa hoy. Y caer en la inmediatez nos hace dar cuenta de que tenemos necesidades muy básicas que en ese momento no… (cara cómplice) se satisfacían. Y eso hoy me afecta en un ejemplo muy claro: mis papás gastan plata hoy… y me da culpa. Porque pienso que no van a tener. Y tal vez yo les digo “traten de no gastar tanto” y ellos me dicen “pero… compramos lo que hace falta” y les digo “No, no, tal vez esto no es tan necesario y si no lo comprás tal vez te ahorrás más plata”, y me dicen “Pero si lo podemos comprar y lo queremos ¿por qué no?”, y yo no entiendo, porque tienen razón ellos. Pero a mí me queda la sensación de decir “no hay que gastar, no tenemos, vamos más a lo (tartamudea) básico.” Y a mí me quedó justamente eso por la crisis. Por la situación que pasaba mi familia en ese momento de decir “Cuidálo porque no sabés si lo vas a tener mañana”. Creo que estas cuestiones de Estado y de Gobierno que llegan a la gente condicionan mucho a la persona. Y yo estaba muy susceptible porque era adolescente. Y es una de las cosas que a mí me queda. Con la plata. Aunque hoy estemos mejor. Me queda la sensación de decir “Tal vez mañana no hay”, y mañana sí va a haber. Pero en aquel momento yo decía “No va a haber (plata) mañana, va a haber hoy nomás… y si había”. ¿Qué aspecto de la crisis es el que causó estas consecuencias? A nosotros la crisis nos llegó por el lado del trabajo. ¿Te cuento? En realidad, la empresa donde trabajaba mi mamá era… no era una empresa, era un hogar de nenes que habían sido abandonados. Condiciones terribles (Énfasis en terribles). Para que veas la magnitud de los casos: ocho hermanos internados en ese hogar, sin padre porque el padre se había suicidado (vivían debajo de un puente, ellos); el padre se había suicidado porque ellos existían: “Yo me pego un tiro porque ustedes ocho existen.” Se pega un tiro debajo de un puente y los nenes quedan en la nada. La asesoría minoril los lleva a ese lugar. Mi mamá trabaja ahí en la parte de la cocina. Cuando mis papás se separaron mi mamá nunca había trabajado y entró ahí y, bueno, fue subiendo de puesto hasta que era la (énfasis) cocinera de ahí… En los ´90 eso era del estado… después, no (Severo)… pasó a ser de una empresa privada (resignación). Me acuerdo que el sueldo era de 300 pesos… Que creo que era el sueldo mínimo en ese momento. No sé, es muy poco (hablando con él mismo)… Bueno, la empresa no le pagaba. Pero no solamente a ella, sino que no le pagaba a NADIE. No había un control… ni un cumplimiento. Y nosotros estábamos solos porque mi papá no se hacía cargo… creo que no tenía trabajo. También, ahora que lo articulo, pasó por 700 millones de trabajos, mi papá, porque yo lo veía cada tanto y siempre tenía trabajos horribles… Ponéle, en un taller de zapatos, repartía especias por los locales… y sabíamos que eran trabajos que le duraban una semana. Changas. Y mi papá nunca fue así, siempre tuvo trabajos estables. Bien pagos, dentro de todo. Y yo no entendía por qué le estaba pasando esto “¿pero no sale a buscar trabajo este tipo?” y en realidad es que no lo había. ¿Se quedó sin trabajo por la crisis? (10:10) No, ya no tenía trabajo antes. O sea, después de la segunda presidencia de Menem. En esa época. Y en la crisis explotó todo. Pero antes de la crisis también estaba mal. Bueno sí, antes de la crisis hay un período de deterioro, la crisis es cuando explota (risas por la obviedad)... Y yo decía “¿mi papá no busca trabajo?, pero es un vago”, pero sí lo buscaba. El tema es que no lo había y yo no entendía cómo no había trabajo, porque era chico. Y a mi mamá no le pagaban. Entonces, era una situación desesperante, para ellos más que nada. Me acuerdo que en la época de la crisis antes del 2001, o sea, antes de “diciembre”, hubo momentos en los que mi mamá tuvo que hacer malabares para que comiéramos. Y nosotros comíamos, ahora que me acuerdo, porque como mi mamá trabajaba en la cocina toda la comida que sobraba ellos la tiraban, entonces se la repartían entre todas las chicas que trabajaban ahí para llevársela a sus casas. Y por eso muchas chicas no se iban aunque no les pagaran, porque se llevaban la comida. Terrible… Esto me lo acabo de acordar ahora. Terrible, porque no nos queda otra. “No nos queda otra porque si no trabajo no me pagan ni me llevo comida, Bueno, trabajo, no me pagan pero aunque sea mis hijos comen, no importa si no puedo pagar el gas o las cosas para el colegio, no importa, importa que coman”. A eso voy con necesidades básicas y vivir el día a día. Mi mamá, igual, es muy desafiante y se hace respetar y por eso a ella le pagaban, pero cada tres meses le daban, no sé, 500 pesos, ponéle. Pero, bueno, a las otras chicas, no. ¿Cómo se hacía respetar? Haciéndoles quilombo. Haciéndoles paros. No cocinándoles. ¿Entendés? Las otras chicas eran más sumisas y no estaban instruidas. Muy desprotegidas en todo sentido. Estatalmente no sólo excluidas en la crisis, sino que siempre fueron excluidas. Es gente cuya voz no tiene valor para ellos porque nunca fue una voz respetada por el otro. Entonces le dan comida como caridad, y ellas trabajan para que les den comida. No van a hablar. Porque no son respetadas, porque nunca las respetaron. Si el sistema a vos te excluye, vos mismo después te excluís. Ocupás ese lugar. Reclamás menos de lo que merecés. Se naturaliza, ese es el problema: “y bueno, es así”, “ya está, no nos queda otra”. Mi mamá, en cambio, no ocupaba tanto ese lugar. Entonces tal vez sí organizaba paros o no cocinaba. Y ahí sí se pudre todo, porque pueden intervenir el lugar. Entonces a ella sí le pagaban cada tanto. Las otras chicas no pensaban en que si no cocinaban se pudría todo. ¿Cómo se organizaban los paros? No había gremios. Armaba con las chicas: “mañana, si no nos pagan, no laburamos”. Tiene mucho poder de convencimiento EN EL TRABAJO mi mamá. Siempre fue así. Era una dirigente gremial improvisada. Armaba reuniones cuando salía del trabajo. Hablaba con todas y decía; “mañana no se trabaja”. Y muchas chicas no accedían y trabajaban igual, porque decían “Yo no quiero que me echen porque acá les dan de comer a mis hijos”; en realidad no les dan de comer, te llevás lo que sobra. Y otras chicas sí. Y me acuerdo de muchas tardes de ir a ver a mi mamá ahí, sentada… en el piso… con todas sus compañeras, haciendo un paro. Muy buena escena. Muy buena escena de decir “mi mamá quiere cambiar algo” (orgullo). Todo esto empezó antes de diciembre de 2001, porque la crisis económica se venía arrastrando. Así que fue antes y después. Pero, ponéle, cuando pasó esto de que no había pesos y aparecieron los Patacones y Lecop, antes de eso le pagaban con Ticket, Ticket Canasta, que vos los cambiás en el almacén. Pero no se podían cambiar en todos lados. Pero me acuerdo el día que le pagaron con Patacones, llegó a casa y dijo “Me pagaron con esto, siento que es una burla porque no es guita”. Y en realidad también es una forma de desvalorizar, porque te pagan con algo que no tiene ningún valor simbólico. Mucha gente se lo tomaba como gracioso. No sé cómo explicarte. Sentía que la gente se burlaba un poco de eso. Creo que la crisis del 2001 no todos la tienen tan en cuenta. ¿Te parece que se olvida? (17:31) No sé si se olvida (piensa). No sé si se olvida. Pienso que la gente no la tiene tan en cuenta porque no se da cuenta de la magnitud. En todos los fenómenos que se dieron, por ejemplo, nosotros en la época de la crisis estábamos re mal económicamente, y mi barrio completo (Moreno) también. Es un barrio que siempre está mal. Es una zona muy excluida. Imagináte es una zona excluida y en esa época donde todos eran excluidos directamente no existía. ¿Entendés? Entonces algo que se armó, que es un fenómeno, me parece, muy importante cuando no hay Estado, porque no había Estado. Hubo dos situaciones muy… “copadas”… yo las tomo como buenas… pero a la vez… son producto… de algo muy malo (muy pausado, pensándolo en el momento) Por ejemplo: se armó algo que se llamaba el trueque. Que es en un predio… Es re loco contarlo porque digo: “Hoy en día sería imposible.” ¿Entendés? Y en ese momento era algo re novedoso. Y la gente disfrutaba de eso. Disfrutaba porque no había otra cosa. Hoy en día es una estupidez, una locura. Para mí no tiene sentido. Pero porque ya estoy acostumbrado a esto… ¿Me entendés? Bueno, en ese momento el trueque era un predio donde cada persona ponía su puesto, y vendía ropa, hacía… facturas… o el tipo de enfrente hacía pan casero y lo vendía ahí… De todo, había. DE TODO, eh, cepillos de dientes (con asco). Cosas de limpieza… (no me mira. Recuerda) ¿Y cómo funcionaba? Había unos billetes de mentira. Color verde, que eran de ahí nada más. No se aceptaba plata. Se aceptaba un peso de trueque. O cinco trueques, ponéle. Nosotros no me acuerdo qué vendíamos. Ponéle, ropa. Entonces un pantalón te costaba 20 trueques, que era un billete de 20 trueques, y a vos te servía eso para ir al tipo de enfrente a comprar pan casero para tomar mate con tus hijos, o no sé. Era nuestra propia comunidad en la que nos ayudábamos. Frente a la desesperación y la desprotección estatal se puede armar algo horizontal ¿entendés? Es una asamblea barrial eso, donde no hay líderes, no hay nada. Me parece una experiencia muy buena para ver lo que es la organización de una sociedad sin Estado (Baja la voz, me busca con la mirada, pausado, como si contara un secreto). Aparte, la plata no era real… (se normaliza). Pero en ese momento tenía un montón de valor. Viste como cuando tenés un billete de 100 pesos y decís “Tengo para ir a comprar al supermercado”, bueno, nosotros teníamos 100 trueques y decíamos “¡Tengo para ir a comprar!” Es como que la plata, aunque no tuviera valor en ese momento, te daba tranquilidad. Abro la billetera y tengo un billete falso, pero bueno, sé que en algún momento lo voy a poder cambiar. Eso por un lado, después… esto sí es un poco más fuerte. Armaban ollas populares para distribuir la comida. Había diferentes centros en Moreno donde un barrio se organizaba y hacía, ponéle, (pausa) ollas enormes, enormes, enormes. Entonces todo el barrio iba a las siete de la tarde a hacer cola, con su tupper, a que le den la comida. No elegías qué. Lo que había. Y me acuerdo que mi abuelo iba. Porque a mi abuelo en ese momento la jubilación no le salió. Estaba tramitando la jubilación y no le salió. Y para no generar un gasto en mi casa, porque el vivía con nosotros, prefería ir a buscar la comida ahí. Y muchas veces nosotros comimos de ahí. Es una experiencia fuerte. Porque vos estás yendo a buscar comida. No es que… es… como denigrante. Siento como si fuera una peregrinación de la culpa y de los excluidos... Es una… Es una imagen muy fea que tengo. Gente muy deteriorada físicamente, muy desaliñada, muy desarreglada, sin ganas de nada… muy manoseada, esa es la palabra que me sale, muy manoseada, muy maltratada. Haciendo cola con la cabeza baja, con una expresión terrible, con un tupper vacío en la mano… yendo a pedir que le den de comer… gratis. Porque si esa noche no tenían eso, no comían. Seguramente esa comida del tupper no se la comían toda a la noche, hacían raciones para la noche y el mediodía porque te daban una comida por día. Terrible. Lo leo desde lo terrible y lo trágico. Vos pensá cómo se puede sentir un padre de familia, -yo era chico, yo como que no entendía-, pero un padre de familia, que trabajó toda su vida, trabajó 12 horas y que tenía quizá sus pocos mangos, después tener hijos, tener un montón de necesidades, no conseguir trabajo e ir a buscarlo todos los días a la mañana. No conseguir y no conseguir, y la sensación de desesperación de “¿A quién recurro? ¿Qué hago para comer… ¡para sobrevivir!? Porque nadie me responde” Bueno, tengo un par, uno al lado, uno igual que yo, que está como yo, entonces algo hacemos. Eso es rescatable, cómo se puede organizar un barrio para sobrevivir. Pero las consecuencias que puede tener en un hombre esa impotencia, ese “Yo no sirvo para nada”. En ese momento la gente no se pone a pensar, “no tengo las posibilidades, por eso no lo hago” piensa eso, que no sirve para nada. Y creo que genera muchas consecuencias en la gente esa época. ¿Vos te sentías así? Yo era chico y no sentía que fuera mi responsabilidad. Cosa que está mal, porque yo tal vez en ese momento podría haberme planteado “Che, qué hago yo para ayudar en mi casa”. Pero no lo hice. ¿No trabajabas ni nada? Ah sí, a los 14 años repartía volantes. No me acordaba. Bueno, repartía volantes para una empresa de celulares… “Empresa”, era un local de celulares (con sorna). Repartía de 4 de la tarde a 8 de la noche y me pagaban 6 pesos por día. Nada. Te pagaban menos de dos pesos por hora… Ajá. Pero yo lo hacía igual. Y me re servía porque al otro día iba al colegio, me compraba cigarrillos, comía… (pausado). Los fines de semana, si salía, tenía algo de plata. Iba todos los días, de lunes a sábado. Copado… Pero creo que el “No sirvo para nada” es para todos… para todos. ¿Te parece que todo Moreno fue igualmente perjudicado? No, yo te hablo de barrios muy carenciados. Moreno tiene barrios carenciados, muy carenciados, y barrios muy bien. Igual, creo que los barrios muy bien también fueron perjudicados en algún sentido. No les faltó para comer, pero, por ejemplo, el abuelo de mi mejor amiga, Ayelén, tenía un departamento que vendió para esa época y el corralito le comió la plata… y nunca más la recuperó. Y si bien el tipo está lleno de guita, bien ganada, no tenía por qué perder la plata de su departamento, que le costó años de laburo. El tipo vino de Italia sin nada y llegó a tener todo lo que tiene laburando. Entonces es como que todos tuvimos una marca de esa época. Yo me puse a pensar mucho sobre esa época después de una materia que hablaba mucho de asambleas barriales y todo eso y ahí es como que le pude dar mayor significación. |