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Comentario de texto. Os presento cuatro poemas, dos de F. de Quevedo y dos de L. de Góngora. Debéis elegir uno y realizar el comentario siguiendo el esquema propuesto en clase. A/ F. de Quevedo Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía. Salíme al campo: vi que el sol bebía los arroyos del hielo desatados, y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurtó su luz al día. Entré en mi casa: vi que amancillada de anciana habitación era despojos; mi báculo más corvo y menos fuerte; Vencida de la edad sentí mi espada. Y no hallé cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte. B/ F. de Quevedo Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió "¡Ah de la vida!" ... ¿Nadie me responde? ¡Aquí de los antaños que he vivido! La Fortuna mis tiempos ha mordido; las Horas mi locura las esconde. ¡Que sin poder saber cómo ni adónde, la salud y la edad se hayan huido! Falta la vida, asiste lo vivido, y no hay calamidad que no me ronde. Ayer se fue; mañana no ha llegado; hoy se está yendo sin parar un punto; soy un fue, y un será y un es cansado. En el hoy y mañana y ayer, junto pañales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto. C/ L. de Góngora Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello; mientras a cada labio, por cogello. siguen más ojos que al clavel temprano; y mientras triunfa con desdén lozano del luciente cristal tu gentil cuello: goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lilio, clavel, cristal luciente, no sólo en plata o vïola troncada se vuelva, mas tú y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. D/ L. de Góngora De pura honestidad templo sagrado, cuyo bello cimiento y gentil muro de blanco nácar y alabastro duro fue por divina mano fabricado; pequeña puerta de coral preciado, claras lumbreras de mirar seguro, que a la esmeralda fina el verde puro habéis para viriles usurpado; soberbio techo, cuyas cimbrias de oro al claro Sol, en cuanto en torno gira, ornan de luz, coronan de belleza; ídolo bello, a quien humilde adoro, oye piadoso al que por ti suspira, tus himnos canta y tus virtudes reza. |
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