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ESTÉTICA FILOSÓFICA ANÁLISIS DE LA BELLEZA Y DEL ARTE 1. LA REFLEXIÓN ESTÉTICA Los seres humanos pertenecemos a una especie que se caracteriza por ser curiosa. Queremos saber y controlar todo. Y para ello hacemos muchas cosas. Algunas de nuestras actividades nos permiten conocer mejor aspectos del mundo que nos rodea y les damos el nombre de ciencias. Otras están orientadas directamente a facilitarnos la vida y las llamamos técnicas, y aunque requieren conocimiento su valor fundamental es la utilidad. Pero hay otras actividades con las que buscamos el disfrute sensorial, una comunicación emocional, evadirnos del mundo real y adentrarnos en la ficción; constituyen la actividad artística y su resultado son las bellas artes, cuyo objetivo común es la producción de lo bello. Esta actividad ha dado lugar a una nueva ciencia de lo bello y del arte que es la estética, rama de la Filosofía que se ocupa de las artes y de las experiencias que tienen relación con la obra de arte. La estética, también conocida como filosofía del arte, es una parte de la Filosofía que se ocupa de problemas como los siguientes:
2. LA EXPERIENCIA ESTÉTICA La experiencia como forma de conocimiento es el medio que tenemos de entrar en contacto con el mundo que nos rodea. Se inicia a partir de una relación sensible con las cosas. Pero por experiencia entendemos también la comprensión de esas mismas cosas a través de nuestra reflexión sobre lo que se nos presenta. Experiencia estética significa lo mismo que experiencia, es decir, el conocimiento que resulta del contacto con los objetos a través de la sensación. En la actualidad el concepto de estética se entiende de un modo más restringido, como la ciencia que trata de la belleza y de la teoría del arte, por lo que experiencia estética expresa la relación del ser humano con las creaciones artísticas y, en general, con todo lo relacionado con la belleza. Esta relación se entiende como una relación contemplativa que genera algún tipo de emoción. Y, a su vez, la emoción estética es una emoción desinteresada producida por los valores estéticos, entre los cuales destaca la belleza. Los valores estéticos están incorporados a la obra de arte y sólo se pueden captar a través de ella. Por eso, la experiencia estética es siempre una experiencia que tiene que ver con la sensación porque requiere la presencia del objeto que la provoca; pero supone también una manera específica de contemplar el objeto sólo por él mismo, sin ningún otro tipo de interés. Por otra parte, el objeto de la experiencia estética sólo llega a ser tal cuando lo contemplamos de un modo especial, como algo más interesante de lo que simplemente es como objeto real. Un cuadro es un trozo de lienzo sujeto a unos listones de madera, embadurnado de pintura y colgado de una pared. Pero estéticamente el cuadro no es eso, porque cuando lo contemplamos como obra de arte, vemos algo muy distinto en él. Lo mismo sucede al contemplar la belleza de la naturaleza. Para que la belleza pueda ser objeto de contemplación estética, tenemos que transformarla en espectáculo, es decir, que al observar estéticamente un paisaje no podemos pensarlo como un terreno en el que se pueden sembrar patatas o construir pisos. Si hiciésemos tal cosa estaríamos frente a una huerta o un solar. En este sentido, podemos hablar de dos tipos de objetos estéticos:
Aunque se considera la experiencia estética como un placer agradable a los sentidos, conviene señalar que no puede limitarse a esto, puesto que también resulta placentero a los sentidos un baño caliente, una agradable comida o un masaje eficaz. Ocurre, no obstante, que mientras que estos últimos placeres provocan sensaciones físicas inmediatas bastante agradables, los objetos estéticos van más allá. Y es que en el goce estético hay una dimensión emocional e intelectual que no surge automáticamente por el simple hecho de colocarnos ante un objeto estético. En determinadas ocasiones contemplar una obra de arte o un paisaje produce en nosotros una experiencia especial que nos resulta difícil de comunicar y que supera la simple satisfacción de los sentidos. Precisamente un rasgo característico de los objetos estéticos es que logran comunicar lo lingüísticamente incomunicable. 3. LA ACTITUD ESTÉTICA La experiencia estética es una emoción que ciertos objetos pueden provocar en nosotros, pero sólo si nos acercamos a ellos de una determinada forma. Solamente una actitud desinteresada puede proporcionarnos el placer característico de la experiencia estética. En este sentido, mantener una actitud interesada supone acercarnos a algo fijándonos en su utilidad y en el beneficio que podemos extraer, mientras que mantener una actitud desinteresada significa apartar esa finalidad utilitarista, esto es, aproximarnos al objeto estético sin convertirlo en un medio o instrumento para nuestro provecho, sino respetándolo como un fin en sí mismo. Para sentir una experiencia estética debemos evitar las siguientes actitudes que, sin ser propiamente estéticas, a menudo acompañan la contemplación artística y natural:
4. EL CONCEPTO DE BELLEZA A lo largo de la historia, los filósofos han tratado de responder a cuestiones relacionadas con la estética, tales como: ¿Qué es lo que hace estético a un objeto? ¿En qué consiste la belleza? El resultado es el intento de responder a este tipo de preguntas desde dos posturas diferentes: el objetivismo y el subjetivismo.
De igual manera que existen dos tipos de objetos estéticos (natural y artístico), existen también dos clases de belleza:
La relación entre estas dos clases de belleza ha variado a lo largo del tiempo. Mientras la concepción estética fue naturalista y mimética, la belleza artística se hizo depender de la belleza natural. Entonces, se consideraba que el arte era bello en la medida en que lograba reproducir la armonía y perfección de los objetos naturales. En la Modernidad, en cambio, se da un proceso de independización del arte respecto de la naturaleza. El arte deja de concebirse como espejo de la realidad y pasa a verse como una manifestación de la libertad y la creatividad humanas, que no está obligada estéticamente a respetar las leyes de la naturaleza. Por ello, la belleza artística deja de valorarse según criterios naturalistas y adquiere importancia y sentido en sí misma. Kant establece otra clasificación de la belleza en cuanto que el tipo de belleza no depende tanto del objeto que la suscita, sino de aquello que lo hace bello. En este sentido podemos hablar de:
Ralacionada con la belleza está la fealdad, cuya definición comporta tantas dificultades como definir en qué consiste la belleza. Tradicionalmente se ha identificado lo feo con la negación de lo bello. Habitualmente se considera feo todo aquello en lo que se da una disminución o ausencia total de belleza. Esta oposición a la belleza puede entenderse desde una doble postura:
Con el Romanticismo se inicia un proceso de defensa de lo feo en el ámbito del arte. Abundan,entre los artistas de este momento, los temas escabrosos, los paisajes desolados, los sentimientos lúgubres. Ahora cobra protagonismo lo terrible, lo feo y los monstruoso. Sin embargo, en esta época lo feo no es todavía un valor y un fin en sí mismo, sino una forma de expresar ciertas emociones vivenciales. La fealdad sigue siendo un recurso artístico de expresión de sentimiento y no un valor en sí misma. Podría decirse que lo feo va adquiriendo valor estético. Posteriormente, se da una radicalizacióndel gusto por lo feo que lleva a algunas corrientes a reinvidicar lo feo como fin en sí mismo y no como instrumento artístico. En el pintor perteneciente al siglo XX, Francis Bacon, predomina obsesivamente el interés por la distorsión y la deformidad de la figura humana; es decir, por la recreación de una fealdad capaz de provocar repugnancia y rechazo. 5. EL ARTE En la Antigüedad, y durante mucho tiempo, se consideró el arte como la pericia y habilidad en la producción de algo. En este sentido, lo que hacía el poeta y lo que hacía el carpintero constituían el mismo tipo de actividad. Se trataba de produccir algo, ya se tratase de un poema o de una silla, y ello gracias a ciertos conocimientos y siguiendo ciertas normas. En la Modernidad empieza producirse una escisión en este ámbito y comienza a distinguirse entre artesanía, que es lo propio del artesano, y bellas artes, que es lo que hace el artista. Y de esta distinción se fundamentarán las características de entre la artesanía y el arte, que vienen a ser las siguientes:
Por las dificultades que entraña la definición del arte, han abundado a lo largo de la historia distintas concepciones entre las que podemos destacar las siguientes:
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