El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos






descargar 42.18 Kb.
títuloEl realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos
fecha de publicación24.06.2015
tamaño42.18 Kb.
tipoDocumentos
l.exam-10.com > Literatura > Documentos

Departamento de Lengua castellana y Literatura IES DON BOSCO Curso 2014/2015 2º de Bachillerato



EL REALISMO: MARCO HISTÓRICO Y CULTURAL. CARACTERÍSTICAS DE LA NOVEL AREALISTA Y NATURALISTA. AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVOS
A mediados del siglo XIX predominan ya en los medios artísticos los principios estéticos del Realismo, movimiento cultural característico de una sociedad burguesa a la que no agradaban las fantasías idealistas románticas. Aunque no se puede establecer una separación tajante entre Romanticismo y Realismo, pues perviven rasgos románticos en el arte realista (géneros como la novela histórica o los artículos de costumbres son buenos ejemplos), la reacción contra lo que consideraban abuso de la subjetividad y la imaginación, conducirá a los realistas a valorar la observación minuciosa de la realidad contemporánea.



  1. La segunda mitad del siglo XIX: marco histórico y cultural. Características de la novela realista y naturalista



La filosofía propia de la sociedad burguesa decimonónica es el positivismo, cuyos instrumentos básicos son la observación rigurosa y la experiencia (no existe otra realidad que los hechos perceptibles ni es posible otra investigación que no sea la del estudio empírico de los mismos). 1 En España, junto a las ideas positivistas, marxistas y evolucionistas, la corriente de pensamiento más destacada fue el krausismo, que pretendía conciliar razón y religión, y propugnaba la tolerancia y la convivencia pacífica. El krausismo, de origen alemán e impulsado por Julián Sanz del Río, tuvo influencia considerable en la educación (Institución Libre de Enseñanza: 1876) y en el derecho2.
Desde el punto de vista político, las disputas entre conservadores y liberales, que habían sido características de la primera mitad de siglo, continúan marcando el acontecer histórico. España se embarca en aventuras coloniales que distraen la atención de los problemas internos. La agitación social aumenta (las huelgas generales en Cataluña son un claro ejemplo), hasta que en 1868 la Gloriosa acaba temporalmente con la monarquía borbónica. Durante el Sexenio Revolucionario se toman medidas propias de una sociedad liberal (sufragio universal, libertad de imprenta, cátedra, comercio, asociación, etc., separación entre Iglesia y Estado…) pero las diferencias entre las distintas facciones revolucionarias resultan insalvables y con la intervención del Ejército llega la Restauración, ahora en la figura de Alfonso XII, cuyo reinado comienza con medidas abiertamente reaccionarias. El sistema político conocido como canovismo3, que consiste en una monarquía formalmente parlamentaria pero cimentada en elecciones fraudulentas, controladas desde el gobierno, está marcado por el caciquismo. La alternancia en el poder de liberales y conservadores, tras el pacto entre Cánovas y Sagasta, no mejora la situación.
A lo largo de esta época, la sociedad española experimenta una transformación evidente. Hay un crecimiento demográfico considerable, aunque la población sigue siendo mayoritariamente rural. En Economía se toman medidas como el establecimiento de la peseta como unidad monetaria (1868); la red de ferrocarriles, la minería y la siderurgia se desarrollan notablemente, pero el desarrollo económico resulta insuficiente en relación con el demográfico, lo que incrementa el número de pobres. La burguesía no es capaz de llevar a buen puerto la revolución liberal, y acaba fundiéndose con los restos de la vieja aristocracia: se constituye así la oligarquía dominante de la Restauración. Por su parte, el movimiento obrero se organiza; así, en 1879 se funda el P.S.O.E., y en 1888, se crea la U.G.T., a la par que se extiende el anarquismo por Levante y Andalucía. La década final del siglo es muy conflictiva: huelgas, levantamientos campesinos y pérdida de las colonias tras el desastre de 1898.
En el ámbito cultural, aunque se extendió la enseñanza primaria obligatoria por el mayor grado de exigencia que suponía la sociedad capitalista, el analfabetismo seguía siendo un grave problema. En otro orden de cosas, se produjo un extraordinario desarrollo de la prensa, que difundió obras por entregas (de donde surge un subgénero narrativo, el folletín) y artículos de los escritores más importantes de la época, y sirvió de soporte para la polémica sobre el naturalismo.

Como movimiento artístico y literario, el Realismo surgió en la Francia de la primera mitad del XIX, inmersa aún en el Romanticismo, con autores como Balzac y Stendhal, y se desarrolló con Flaubert en el contexto de una sociedad burguesa, urbana e industrial. En España, el inicio del movimiento se sitúa hacia 1870, tras la Gloriosa, y tiene su apogeo en la década de 1880 (se escriben entonces las Novelas contemporáneas de Galdós o La Regenta, de Clarín, entre otras).
La repercusión de las ideas positivistas y de los gustos burgueses en el arte y en la literatura es evidente. Así, el género literario por excelencia fue la novela, que alcanzó un auge inusitado en toda Europa porque era el más adecuado para reflejar la realidad en su totalidad, como explica claramente Stendhal: «Una novela es un espejo que se pasea por un camino real. Tan pronto refleja el cielo azul como el fango de los cenagales del camino.» O, como apuntaba Galdós, «Imagen de la vida es la novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, lo espiritual y lo físico (…)» Veamos cómo se refleja esta intención en las siguientes CARACTERÍSTICAS DE LA NOVELA REALISTA:


  • Observación y descripción precisa de la realidad: éste es el principio básico del realismo y al que obedece su propia denominación. Tiene relación con los métodos de observación de las ciencias experimentales; de hecho, los escritores llegan a documentarse tomando apuntes sobre personajes y ambientes, consultando libros… La vida real se convierte en objeto estético.




  • Ubicación próxima de los hechos: frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo, los autores realistas escriben sobre lo que conocen, por lo que tienden a situar sus obras en lugares próximos y en el momento presente. La mirada se desplaza ahora a lo cotidiano, eliminando el subjetivismo y la fantasía, y controlando los excesos de la imaginación y el sentimentalismo.




  • Verosimilitud: al estar basados en la vida cotidiana, tanto los protagonistas como los ambientes resultan creíbles. Han desaparecido del relato los sucesos inverosímiles, los hechos maravillosos y las aventuras insólitas.




  • Frecuente propósito de crítica social y política: varía según la ideología particular de cada escritor. En general, los autores conservadores (Alarcón, Pereda) describen la realidad para mostrar su degradación y postular un retorno a los valores tradicionales. Los progresistas (Galdós, Clarín, Pardo Bazán, Blasco Ibáñez) también muestran las lacras sociales, pero éstas, según ellos, obedecen en muchos casos a la pervivencia de una mentalidad conservadora que lastra el avance hacia un mundo nuevo.




  • Didactismo: se deduce de lo anterior. Es corriente que los autores pretendan dar una lección moral o social. Así es en las novelas llamadas “de tesis”, a cuya intención moralizadora quedan subordinados el argumento, los personajes y el ambiente. Cabe señalar que en el llamado “pre-realismo”, con autores como Fernán Caballero, el talante moralizador pesaba excesivamente en la trama. En las novelas propiamente realistas el simbolismo puede ser el instrumento para inducir a la reflexión.




  • Estilo sencillo y sobrio: los realistas rechazan la pomposa retórica romántica. El ideal de estilo es la claridad y la exactitud, como corresponde al deseo de acercar la labor del escritor a la del científico. No quiere esto decir que no se empleen recursos, que los hay, pero su intención no es ornamentar, sino precisar, detallar lo narrado o lo descrito.




  • Protagonistas individuales o colectivos: en el primer caso, se hace hincapié en el análisis psicológico del individuo, a menudo un inadaptado que se enfrenta a la colectividad y es derrotado por el mundo que le rodea. En el segundo, en la descripción de los más variados ambientes y comportamientos, con la aparición de medios sociales ignorados por la novela hasta entonces (burguesía, proletariado, mendigos y desclasados diversos). Se distinguen, pues, dos grandes tipos de novelas: la novela psicológica y la de ambientación social, aunque en algunas confluyan ambas direcciones: La Regenta o Fortunata y Jacinta son un buen ejemplo. El Oviedo o el Madrid de la época se convierten en protagonistas indudables, aunque los personajes, sobre todo los femeninos, son objeto de un minucioso análisis (su comportamiento, sus reacciones ante una sociedad en la que no encajan, su espiritualidad y su sensualidad…). También el mundo rural tiene cabida: la tierruca cántabra de Pereda, los pazos gallegos de Pardo Bazán, la barraca valenciana de Blasco Ibáñez…




  • Temas: además del conflicto entre individuo y sociedad, ya mencionado, cabe señalar que en la novela del Realismo decimonónico se da la conjunción entre la historia y la vida privada: los acontecimientos históricos aparecen aludidos en el relato y en las conversaciones de los personajes, o sirven para situar hechos familiares. A veces incluso se establecen paralelismos con las actitudes y acciones de los protagonistas4. En cualquier caso, los temas del realismo son los temas del público burgués, pues es la clase media la más habitual protagonista de estas novelas.




  • Narrador omnisciente: aunque a veces se emplea también la primera persona, predomina el narrador en tercera que maneja por completo los hilos del relato manifestando que sabe lo que va a suceder, el alma de sus personajes y hasta sus más profundos pensamientos. Llega a intervenir con juicios sobre hechos y personajes y con observaciones dirigidas al lector, lo que entraña una intención satírica, irónica o moralizadora. No obstante, en ocasiones finge la actitud de simple cronista, de mero notario de una realidad de la que es testigo.




  • Otras técnicas: junto con la narración tradicional y el estilo indirecto, destaca el uso del diálogo (que desempeña un papel central en la caracterización de personajes), el estilo indirecto libre y el monólogo interior. Sirven estos últimos para expresar la subjetividad, puesto que el narrador se confunde con el personaje o adopta su perspectiva.




  • Estructura lineal: la narración suele respetar el desarrollo cronológico de los hechos relatados, aunque no son extrañas las analepsis para contar episodios pretéritos que interrumpen provisionalmente el hilo narrativo y a menudo sirven para completar la caracterización del personaje.




  • Descripciones minuciosas: las descripciones de espacios exteriores e interiores, así como las de los personajes, cuyo retrato puede ser prolijo, son extremadamente detalladas. Ello relaciona la actitud del escritor realista con la obsesión por el dato exacto, típica del positivismo.




  • Uso del lenguaje para caracterizar personajes y ambientes: los usos lingüísticos se adecuan a la clase social, a la procedencia y al carácter de los personajes. Por ello encontramos expresiones propias de distintas variedades geográficas, sociales y funcionales para reflejar el mundo narrado5 . El lenguaje se convirtió, pues, en un recurso fundamental para la caracterización de ambientes: además de Galdós, encontramos suficientes muestras en José Mª de Pereda (dialectalismos santanderinos), Emilia Pardo Bazán (galleguismos), Clarín (asturianismos), Valera (andalucismos)…


Un caso especial de narración decimonónica es la llamada novela naturalista. El Naturalismo es una corriente literaria que se desarrolló durante el último tercio del XIX, fundamentalmente en Francia, y que tuvo como principal impulsor a Émile Zola. Según los presupuestos naturalistas, el novelista, al igual que el científico, ha de experimentar con sus personajes para comprobar cómo se modifican sus reacciones según cambian las circunstancias y teniendo siempre en cuenta su particular condición biológica heredada. Esto explica el interés por ambientes miserables y sórdidos, y por personajes tarados, alcohólicos, embrutecidos o víctimas de patologías diversas, ya que estos casos permiten demostrar la influencia determinante de la herencia y el medio social en el comportamiento del individuo.
En el Naturalismo se extreman los rasgos del Realismo: descripciones minuciosas, reproducción fiel del lenguaje hablado, intención moral (la novela contribuye a proporcionar un conocimiento más exacto del hombre y de la sociedad para poder mejorarlos). En cuanto al punto de vista, se propugna el ideal de narrador impersonal y objetivo, que se abstiene de intervenir en la narración6. En España la tendencia naturalista sólo fue acogida en parte: se incorporaron temas y procedimientos narrativos, como ocurre en algunas novelas de Galdós y Clarín, y más claramente en Emilia Pardo Bazán o Vicente Blasco Ibáñez, pero en general se rechazó el determinismo biológico en favor del libre albedrío.
A final de siglo, la estética realista entra en crisis. Se desarrollan entonces en Europa diversos movimientos que buscan nuevos caminos: Impresionismo, Parnasianismo, Simbolismo, Decadentismo, Modernismo… Con ellos se entra ya de lleno en el siglo XX.



  1. La producción narrativa de Benito Pérez Galdós


Benito Pérez Galdós (1843-1920) no es solamente el novelista español más importante del XIX. Como afirma Muñoz Molina, no hay en la literatura española un proyecto narrativo que se pueda comparar al suyo. Para él la ficción debe ofrecer una imagen de la vida y reproducir la verdad de las personas y el ambiente de la España de su tiempo. Y eso fue lo que llevó a cabo con sus novelas: reproducir fiel y poéticamente la realidad española de aquellos años y crear unos personajes que continúan tan vivos en las páginas de sus libros como en la realidad. Además de su producción teatral (veinticuatro obras, sin demasiado éxito) y periodística, Galdós escribió setenta y siete novelas, a través de las cuales se puede reconstruir la vida española del siglo XIX. Todo en ellas (personajes, escenarios, lenguaje) es producto de la observación directa de la realidad; la sociedad de su tiempo es su materia narrativa y su fuente de inspiración.
En su primera época escribió novelas de tesis, en las que ataca el fanatismo religioso y la presencia del clero en asuntos públicos y privados: “Doña Perfecta” (1876), “Gloria” o “La familia de León Roch”. Son los de esta etapa personajes al servicio de una idea, personajes maniqueos que simbolizan bien el progreso, bien las ideas, vicios e injusticias reaccionarios. De todas formas, de esta época es también una novela más espiritual y poética, “Marianela”.
Pero el Galdós más característico e inspirado, el que se puede medir de igual a igual con el mismo Cervantes –influencia capital en toda su obra- es el de las novelas contemporáneas: veinticuatro novelas en las que refleja, al más puro estilo realista, la sociedad y el ambiente madrileños de la época. En ellas, Galdós ya no condena o exalta a sus personajes según sean sus ideas, sino que se limita a observarlos y analizarlos en su medio, incorporando para ello algunas técnicas y procedimientos naturalistas: “La desheredada” (1881), “El amigo Manso” (1882), “Tormento” (1884), “Miau” (1888), “Tristana” (1892), etc. “Fortunata y Jacinta”, la más larga e importante de las novelas galdosianas, tiene como eje argumental un triángulo amoroso y es un retrato no solo de aquel Madrid contemporáneo, sino un verdadero estudio del alma humana.

También resulta admirable en estas novelas la importancia que cobra el espacio narrativo, ese Madrid que se cartografía como si de un plano detallado se tratase. Madrid, en estas novelas de Galdós, se ha dicho, es un personaje más. No es nunca un mero decorado o un simple escenario contra el que se perfilan los personajes. Es un espacio tridimensional en el que alcanzan su plena existencia.
Como ya queda dicho, en esta serie de novelas, la lección cervantina es constante –son multitud los guiños, los homenajes y las referencias al Quijote-. Fue en Cervantes donde Galdós aprendió no solo esa mirada atenta, respetuosa y llena de tolerancia e ironía hacia las variedades más extravagantes de los caracteres y los comportamientos humanos, sino también esa inclinación española hacia la irrealidad y la fantasía en la que reconocía la causa de muchas de nuestras desgracias como país (Ejemplo acabado de este último punto es, entre otros muchos, el trasiego que se da en “Misericordia” entre lo vivido y lo soñado, entre la realidad y las ilusiones y fantasías de los personajes).
Finalmente, el estilo de Galdós, como el de Cervantes, es invisible, invisible porque busca siempre la correspondencia más exacta posible entre la escritura y la voz común de un narrador que está tan cerca de sus personajes que podría confundirse con uno de ellos. A través del uso magistral del estilo indirecto libre,, la tercera persona se contamina de las perspectivas y las voces de los personajes, lo cual crea una rara sensación de intimidad con ellos.
Tras esta serie prodigiosa, y desengañado por las circunstancias políticas, emprende la redacción de una serie de novelas donde la poética realista ya no está tan presente; se trata de narraciones donde lo espiritual y simbólico, incluso lo fantástico, cobran gran importancia. “Misericordia” (1897), quizá la más importante de este periodo, narra la historia de Benina, que sostiene con limosnas la casa de los señores para los que trabaja y que la despiden cuando la fortuna les sonríe. En ella, Galdós logra escenas y giros narrativos espectaculares con el eterno juego entre la realidad y el sueño. De esta misma naturaleza son “Nazarín” o “El caballero encantado”.
Paralelamente a la escritura de estas novelas, los Episodios Nacionales son un conjunto de cuarenta y seis novelas en las que se propuso Galdós contar la historia de España en el siglo XIX, desde los sucesos de Trafalgar (1805) y la Guerra de la Independencia (1808) hasta la Restauración (1875). Mezclando realidad y ficción, y basándose en una rigurosa documentación, Galdós quiso analizar los hechos del pasado como una forma de sacar lecciones para el presente. Narradas con la estética realista y su talento portentoso, son uno de los grandes monumentos narrativos de nuestra literatura.



  1. Leopoldo Alas, Clarín y otros novelistas del Realismo y el Naturalismo


3.1. Clarín
Leopoldo Alas fue un liberal republicano, defensor de la libertad de pensamiento y de conciencia, y enemigo del fanatismo y del tradicionalismo reaccionario. Catedrático de Derecho, alternó esta profesión con una intensa actividad periodística y literaria. Fue conocido en su tiempo como crítico imparcial e implacable. Sus numerosos artículos periodísticos, irónicos y mordaces, tocaban temas muy variados (por ejemplo, en los de asunto literario defendió el naturalismo y a Galdós).
En su obra destacan las narraciones breves como “Pipá”, con influencias naturalistas, o “Doña Berta”. Son muy conocidos sus cuentos, sobre todo “¡Adiós, Cordera!” y “El dúo de la tos”, entre otros muchos.
Sin embargo, su obra cumbre es “La Regenta” (1884-1885). Aunque el argumento es muy sencillo y nos recuerda a un folletín (triángulo amoroso de por medio, historia de un adulterio y de la caída moral de la protagonista), las vidas cruzadas de Ana Ozores, Fermín de Pas y Álvaro Mesía son una forma de mostrar el retrato moral y social de una ciudad provinciana y aburrida (Vetusta-Oviedo) y, por extensión, de la España de la época: la hipocresía, la falsa religiosidad, los convencionalismos sociales, el poder de la Iglesia, la corrupción del clero y de la aristocracia o la inmoralidad son algunos de los aspectos denunciados por Clarín. La novela está estructurada en dos volúmenes: el primer tomo consta de quince capítulos con escasa acción que transcurre en tres días. Los quince capítulos del segundo tomo abarcan tres años y en ellos la acción se dinamiza. Se manejan con maestría las técnicas narrativas, como el discurso indirecto libre, combinado con narración, descripciones muy logradas y diálogo, y los registros son muy variados: desde la sátira mordaz a la expresión de la más honda espiritualidad.


    1. Otros novelistas


Fernán Caballero, pseudónimo de Cecilia Böhl de Faber (1796-1877). En 1849 publicó “La gaviota”, saludada por la crítica como la primera novela realista española. La acción novelesca no es más que un pretexto para describir el ambiente y el folclore andaluces. En esta obra y en otras, como “La familia de Alvareda”, Fernán Caballero utiliza la técnica costumbrista al retratar personajes secundarios y se sirve de los principales para representar valores ideológicos. Sus novelas resultan, en general, excesivamente moralizantes, y sus personajes, demasiado esquemáticos.
Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) es un representante de las novelas de tesis, en las que defiende posturas tradicionalistas, como en “El niño de la bola” o “El escándalo”. Su obra más conocida es un relato popular, “El sombrero de tres picos”. También se considera defensor de lo tradicional.
José María de Pereda (1842-1920), sus historias están ambientadas en la montaña santanderina, como “El sabor de la tierruca”, “La Puchera” y “Peñas arriba”, tres novelas que comparten la exaltación del paisaje y la idealización de la vida sencilla y campesina. Características de su estilo son el reflejo del habla popular y las cuidadas y largas descripciones.
Juan Valera (1824-1905) tenía otro concepto de la novela, que, para él, debía distraer y crear belleza7. Quizá influyó en su obra literaria, que evita lo cotidiano y prosaico de la vida, que rechaza lo feo y lo perverso, el hecho de ser un hombre de mundo, con una amplia cultura, escéptico y tolerante, ideológicamente un liberal moderado. Tampoco es partidario de la novela de tesis, y le disgustan el afán de objetividad fotográfica del realismo y los temas y ambientes naturalistas. En “Pepita Jiménez” utiliza la técnica epistolar en un relato sobre los amores de un joven seminarista. “Doña Luz” y “Juanita, la larga” son otras de sus novelas; como vemos, los conflictos amorosos y el análisis psicológico de personajes femeninos son sus temas predominantes.
Emilia Pardo Bazán (1851-1921) elige para sus narraciones la sórdida vida rural de Galicia. En “Los pazos de Ulloa” relata la degeneración de una familia aristocrática. Pero Pardo Bazán se hizo famosa por intentar conciliar las doctrinas naturalistas con el cristianismo. A la colección de artículos de prensa sobre este particular la llamó “La cuestión palpitante”: en ellos defiende a Zola como escritor, pero rechaza algunos principios naturalistas, como el determinismo y el materialismo.
Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928). Conocido como “el Zola” español, se acerca a la estética naturalista, con ambientes sórdidos y personajes de instintos primarios, en sus novelas de la huerta valenciana, “La barraca” o “Cañas y barro”. Fuera de España fue más conocido como el autor de “Sangre y arena”, ambientada en el mundo de los toros y cercana al folletín, o “Los cuatro jinetes del apocalipsis”, cuya telón de fondo es la Primera Guerra Mundial.

En Europa, además de los ya citados franceses Stendhal (“El rojo y el negro”), Flaubert (“Madame Bovary”), Zola (“Germinal”) o Balzac (“La comedia humana”), cabe mencionar, como poco, a los rusos Leon Tolstoi (“Ana Karenina”, “Guerra y Paz”) y Fiodor Dostoievski (“Crimen y castigo”, “Los hermanos Karamázov”), y al inglés Charles Dickens (“Oliver Twist”, “Los papeles del club Pickwick”, “David Copperfield”).


1 Enorme importancia tiene también el evolucionismo o darwinismo: según Darwin los seres vivos resultan de la evolución y selección natural de los mejor adaptados al medio, con lo que adquieren relevancia la herencia y la lucha por la supervivencia. Serán presupuestos que incidirán en el desarrollo del Naturalismo. Por otro lado, hemos de mencionar el marxismo, para el que el motor del desarrollo histórico es la lucha de las clases sociales; Marx no se limita a interpretar el mundo, sino que se propone transformarlo, por lo que el marxismo se convierte en la ideología predominante en los movimientos obreros de fin de siglo.

2 Precisamente el enfrentamiento entre los pensadores de ideas conservadoras, como Menéndez Pelayo, y los profesores de la I.L.E., de talante liberal, fue un hecho significativo en el ámbito cultural de la época

3 Cánovas, jefe del Partido Conservador, fue el artífice del sistema político de la Restauración.

4 En “Fortunata y Jacinta”, Juanito Santa Cruz abandona a su amante y vuelve con su mujer coincidiendo con la Restauración monárquica (en ambos casos se trata de retomar la rutina y abrazar una actitud conservadora y acomodaticia)

5 Piénsese, por ejemplo, en la variedad de registros y niveles en “Misericordia”, de Galdós, donde el recurso al vulgarismo encaja perfectamente con el mundo marginal de los mendigos

6 Dice Émile Zola que «…el novelista no es más que un escribano que no juzga ni saca conclusiones. (…) el novelista desaparece, guarda para sí sus emociones, expone simplemente las cosas que ha visto.»

7 Dice Valera que “Una novela bonita debe ser poesía y no historia; esto es, debe pintar las cosas no como son, sino más bellas de lo que son”. Por eso su realismo es diferente al de sus contemporáneos.


Añadir el documento a tu blog o sitio web

similar:

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconPregunta 3ª. El realismo literario: marco histórico y cultural. Características...

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconTema El Romanticismo: marco histórico y cultural. Características....

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconLiteratura: el romanticismo: marco histórico y cultural. Características....

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconLiteratura: el romanticismo: marco histórico y cultural. Características....

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconTema El siglo XVIII: marco histórico y cultural. Características....

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconLiteratura. El siglo XVIII: marco histórico-cultural. Características...

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconTemas La Generación del 27: características, autores y obras más significativas

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconEl siglo XVIII: marco histórico y cultural. Características. La prosa...

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconEl teatro del siglo XX (I). El teatro español anterior a 1936: tendencias,...

El realismo: marco histórico y cultural. Características de la novel arealista y naturalista. Autores y obras más significativos iconMarco histórico y cultural






© 2015
contactos
l.exam-10.com