MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98
Contexto histórico, social y cultural En Europa, desde finales del siglo XIX, se vivió una revolución económica (Segunda Revolución Industrial) y tecnológica, en los campos de la electricidad, transportes y ciencia. Aunque también hay graves desequilibrios sociales (la lucha obrera) y políticos. Desarrollo de diversas doctrinas sociales, entre ellas el anarquismo, el socialismo y el comunismo.
En España se produjeron hechos decisivos que marcaron el futuro del país: En lo político, se continúa el periodo de bipartidismo (conservadores y liberales) al mismo tiempo que se produce el “Desastre del 98”, España pierde Cuba, que alcanza su independencia, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam, que son cedidas a los EE.UU.; en lo económico, la agricultura era la ocupación primordial y la industria, dependiente del extranjero, se concentró en los núcleos de población (Cataluña y País Vasco). Debilidad del mercado interior y éxodo rural. En lo social, la burguesía controla la economía y el proletariado pasa por situaciones críticas que desembocan en huelgas y enfrentamientos (La Semana Trágica de Barcelona). En cuanto al pensamiento, se extendió el movimiento Regeneracionista, basado en la doctrina krausista, que reclama la modernización de España en lo económico y político. La filosofía que sustenta la literatura de fin de siglo, es el irracionalismo de Kierkegaard y Schopenhauer (el hombre no puede basar su existencia en la razón, porque la razón esta limitada, esto provoca una angustia que solo se pude superar confiando en Dios), el existencialismo de Nietzsche y la teoría del subconsciente de Freud.
Modernismo y Generación del 98 Ambos movimientos literarios son producto de una época de crisis y transformaciones en todos los órdenes, que afectó a todo Occidente. Tradicionalmente, los autores de finales del siglot XIX y principios del XX han sido divididos en dos grupos: modernistas y noventayochistas. Esta supuesta separación en dos grupos o escuelas se considera hoy superada, y tanto el Modernismo como la Generación del 98 se contemplan como dos aspectos de un mismo movimiento literario: la renovación poética de principios del siglo XX. Algunos los llamaron a todos ellos “La Generación de Fin de Siglo”. Aunque en principio todos eran modernistas, es a partir de 1913 (Azorín utiliza el término por primera vez) cuando pasó a denominarse Generación del 98 a un grupo de “intelectuales” (figura creada por Unamuno) preocupados por los problemas de España y comprometidos con su renovación social, política y cultural.
Los modernistas (preferentemente poetas) se preocupan ante todo por el arte. Su alejamiento de un mundo materializado les lleva a buscar lo bello y exótico. – Rubén Darío, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez y Valle Inclán.
Los noventayochistas (prosistas, sobre todo) se enfrentan con los diversos aspectos de la decadencia española. - Unamuno, Pío Baroja, Azorín y Antonio Machado
De todas maneras, y entendiendo el Noventayochismo como un aspecto particular del movimiento general denominado Modernismo, hay algunas características propias de la Generación del 98 que la individualizan y le dan personalidad propia.
Diferencias Modernismo /Generación del 98 1. El Modernismo es un movimiento de origen hispanoamericano y de carácter cosmoplita.
La Generación del 98 es típicamente español.
2. Los predecesores de uno y otro son distintos; Del Modernismo José Martí y Rubén Darío.
La Generación del 98 sigue la ideología regeneracionista de Joaquín Costa y Ángel Ganivet.
3. El Modernismo es esteticista, se dirige a los sentidos, particularmente a la vista y al oído;
La G. del 98 tiene un gran contenido sociológico; va dirigido a la mente, a fin de clarificar problemas.
4. El Modernismo existe para una minoría selecta; la G. del 98 aspira a llegar a toda la sociedad.
5. Los Modernistas buscan originalidad y musicalidad. Los noventayoochistas buscan la sencillez del gusto.
6. El modernista es optimista: no participa de las preocupaciones patrióticas;
El hombre del 98 es pesimista, siente gran tristeza por la situación de España.
7. Al modernista le gusta el paisaje por sí mismo,prefiriendo lo exótico y lejano;
El escritor del 98 se fija en el paisaje por el significado histórico que conlleva, decantándose por Castilla.
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En cierto modo podría decirse que ambas tendencia repiten las del Barroco, en el siglo XVII: la Generación del 98 recoge la sobriedad y riqueza de pensamiento del Conceptismo, mientras que los modernistas serían los culteranosdel siglo XX, enamorados de la brillantez y sonoridad.
El término MODERNISMO es anterior al de Generación del 98.El modernismo es una actitud vital. Desde finales del siglo XIX se llamó modernistas a todos los autores que querían renovar el panorama literario anterior: se oponen al Realismo, agotado, y a la poesía prosaica de finales del siglo XIX (salvo Bécquer y Rosalía de Castro, que serán tomados como modelos).
Llegó a España de la mano del poeta nicaragüense Rubén Darío,con la publicación de Azul en 1888, quien se basó en los escritos del cubano José Martí, verdadero precursor. Las características fundamentales de este movimiento de renovación poética son las siguientes: - Universalismo y exotismo; los modernistas están abiertos a todas las culturas. París es el centro de referencia; el exotismo se busca en las civilizaciones asiáticas, el mundo musulmán y en las antiguas culturas. Gusto por lo hispánico, afición a los tipos castizos, como exaltación de lo pintoresco y popular. En la literatura se redescubren en España autores como Góngora o personajes como D. Quijote.
- Amor a la elegancia, al refinamiento; tomado del Parnasianismo francés que defendía que una cosa dejaba de ser bella al ser útil; su lema “el arte por el arte” y los maestros:Theophile Gautier y Leconte de Lisle, también Baudelaire. Influirá en el Modernismo por su anhelo de perfección formal, afición al detalle y el gusto por temas como la mitología, el exotismo oriental, las civilizaciones antiguas, objetos de arte, oro y piedras preciosas, palabras brillantes y con capacidad de sugerencia, términos musicales, etc.
- Esoterismo, erotismo e intimismo; pasión por el misterio, lo oculto, lo raro y sensorial, provocadores contra la rígida moral burguesa. El erotismo es la expresión del anhelado vitalismo. Expresión del yo por medio de la naturaleza como proyección del estado anímico del autor, propio del Romanticismo.
- Abundancia de símbolos, así el color azul (representa lo ideal, el ensueño) y el cisne (representa al poeta, la elegancia o el misterio); tomado del Simbolismo francés (Verlaine, Mallarme, Rimbaud y Baudelaire) que pretende que la poesía se convierta en un instrumento de conocimiento para descubrir lo que se escondía tras la realidad de las cosas, la realidad suprarracional (ideas, sentimientos, obsesiones).
- El color y la música tienen una importancia fundamental. Se le da mucha importancia a la palabra, por su capacidad sugeridora por lo que se amplían los recursos expresivos: epítetos, metáforas, sinestesias, aliteraciones, preferentemente. El léxico se llena de neologismos, arcaísmos, cultismos, tecnicismos y voces exóticas de variada sonoridad. En la métrica se rehabilita el alejandrino, en desuso desde la Edad Media; se introducen metros de origen francés como el eneasílabo, se cultiva el dodecasílabo o se mezclan unas medidas con otras; las estrofas se modifican las tradicionales o se inventan nuevas, tales como quintetos dodecasílabos o sonetos de arte menor. El ritmo se consigue distribuyendo los acentos, la medida y las pausas según el efecto que se desee conseguir. Otro recurso frecuente es el encabalgamiento. El verso libre adquiere importancia con el predominio de palabras esdrújulas. Ruben Darío (Nicaragua, 1867- 1916) .Además de su obra más representativa, Azul, (1888)en la que mezcla lo americano y lo europeo, motivos mitológicos,exaltación de los placeres y las inquietudes, Prosas profanas (1896), su libro más vitalista y alegre, y Cantos de vida y esperanza (1905), dividido en tres partes; en la primera, titulada como el libro, aparecen los poemas de temática hispánica y política, basados en autores anteriores (Cervantes, Góngora), pintores (Velázquez, Goya) o hechos históricos (pérdida de las colonias en 1898). La segunda parte, titulada “Los cisnes”, recoge poemas contrarios al poder que EE.UU. estaba tomando ya a principios del siglo XX. La tercera parte del libro se titula “Otros poemas”. La temática es melancólica, triste y amarga.
La influencia de este autor sobre los autores españoles de principios de siglo es decisiva, e incluso los autores del 27 lo tenían como uno de sus modelos.
En el ámbito del Modernismo se incluye a Manuel Machado, Alma, la primera etapa de la poesía de Juan Ramón Jiménez, a Antonio Machado en Soledades, Galerías y otros poemas, intimista y romàntica. El Simbolismo está omnipresente para representar los estados de ánimo y las obsesiones del autor. Valle Inclán en algunos poemas, La pipa de Kif , algunas de sus novelas, Sonatas y parte de su teatro.
La etiqueta de GENERACIÓN DEL 98 es un invento de Azorín, plasmada en varios artículos aparecidos en 1913 en el periódico ABC. Parte de un concepto definido por Petersen que hizo furor en el estudio de la literatura a principios del siglo XX. Por generación entiende un grupo de escritores o artistas con una diferencia de edad de menos de 15 años, que poseen una formación común, que se unen en la realización de diversos proyectos o “empresas” y que, por todo ello, comparten una misma estética.
Para Azorín, esta generación estaría constituida por él mismo, Maeztu, Baroja, Unamuno, Benavente, Valle Inclán y Manuel Bueno. Juntos realizaron una serie de empresas de grupo, como el viaje a Toledo y la reivindicación de El Greco, el homenaje a Larra en el cementerio, el banquete-homenaje a Baroja por la publicación de Camino de perfección y la protesta por la concesión del premio Nobel a Echegaray. Aman los viejos pueblos y el paisaje, sobre todo, Castilla. El desastre del 98 y lecturas extranjeras (Nietzsche, Verlaine, Gautier) avivan su espíritu estético.
Sus comienzos se hallan marcados por doctrinas revolucionarias: Unamuno y Maeztu comparten anhelos socialistas; Azorín se declara anarquista; También Baroja siente simpatías hacia el anarquismo. En 1901, Baroja, Azorín y Maeztu publican un manifiesto, con el deseo de cooperar a la generación de un nuevo estado social en España y firmaron como “El grupo de los Tres”. Rápidamente secundan la propuesta y se suman Unamuno, Valle Inclán y Antonio Machado. Las características comunes de los noventayochistas:
- Dos temas fundamentales: España- tratada desde una visión subjetiva e individual ( no será igual el planteamiento reformista y patriótico de Unamuno que la visión escéptica y pesimista de Baroja). Para descubrir lo propiamente español se valen del paisaje, especialmente el castellano, la historia de la vida cotidiana, al que Unamuno llamó “intrahistoria” y la literatura de autores como Berceo, Jorge Manrique, Rojas, Góngora, Gracián, Larra y sobre todo Cervantes.
Y el tema de la existencia- los interrogantes sobre el sentido de la vida, inquietudes religiosas, conflictos picológicos,...También su enfoque variará de unos a otros: angustia y obsesión por el deseo de inmortalidad en Unamuno, preocupación por la caducidad de la vida en Azorín o incredulidad religiosa en Baroja. El Tiempo, la soledad, alrededor de los que gira el sueño, única forma de superar la angustia existencial.
- Estilísticamente, hay un rechazo a lo retórico y grandilocuente (lemguaje rebuscado del modernismo), por lo que se tiende a la sencillez y claridad, aunque sin perder el gusto por la precisión léxica; por ello utilizan palabras de raigambre popular (“terruñeras”) e impregnadaas de valoraciones subjetivas que desvelan sus sentimientos (abundarán las connotaciones negativas). La novela experimentó un gran desarrollo con Unamuno, Baroja y Azorín. Los novelistas del 98 se adentraron en el anàlisis de los problemas históricos, sociales y humanos de España e intentaron encontrar lo español auténtico. Las historias contadas son de la historia cotidiana de las vidas de los hombres del pueblo. Innovación temàtica, personajes complejos, escaso argumento, presencia de las angustias existenciales del autor; atracción por los mitos castellanos como D. Quijote o Celestina. Se renovó el lenguaje y el estilo.
La poesía siguió los cánones del modernismo, rítmica, melencólica y triste en la que se unen los recuerdos y los mundos lejanos, mágicos o medievales. Cuidado de la forma la musicalidad de los versos y renovación métrica.
En el teatro, durante las primeras décadas del siglo XX fue Jacinto Benavente la figura más destacada, creador de la comedia benaventina. Resaltar también a los Hermanos Álvarez Quintero, pero el mayor autor teatral de la generación de fin de siglo, modernista y noventayochista, fue Valle Inclán. ANTOLOGÍA DE TEXTOS
El Modernismo no es Rubén Darío, y menos la parte decorativa y extranjerizante de este gran poeta. E1 Modernismo se caracteriza por los cambios operados en el modo de pensar (no tanto en el de sentir, pues en lo esencial sigue fiel a los arquetipos emocionales románticos), a consecuencia de las transformaciones ocurridas en la sociedad occidental del siglo XIX, desde el Volga al cabo de Hornos. La industrialización, el positivismo filosófico, la politización creciente de la vida, el anarquismo ideológico y práctico, el marxismo incipiente, el militarismo, la lucha de clases, la ciencia experimental, el auge del capitalismo y la burguesía, neoidealismos y utopías, todo mezclado; mas, fundido, provoca en las gentes, y desde luego en los artistas, una reacción compleja y a veces devastadora.
El artista, partiendo de la herencia romántica, se siente al margen de la sociedad y rebelde contra ella; se afirma alternativamente maldito o vocero de Dios, pero distinto del «vulgo municipal y espeso», del antagonista natural que en los tiempos nuevos dicta su ley: la chabacanería [...]
En la época modernista, la protesta contra el orden burgués aparece con frecuencia en formas escapistas. El artista rechaza la indeseable realidad (la realidad social: no la natural), en la que ni puede ni quiere integrarse, y busca caminos para la evasión. Uno de ellos, acaso el más obvio, lo abre la nostalgia, y conduce al pasado; otro, trazado por el ensueño, lleva a la transfiguración de lo distante (en tiempo o espacio, o en ambos); lejos de la vulgaridad cotidiana. Suele llamárseles indigenismo y exotismo, y su raíz escapista y rebelde es la misma.
No se contradicen, sino se complementan, expresando afanes intemporales del alma, que en ciertas épocas, según aconteció en el fin de siglo y ahora vuelve a suceder, se convierten en irrefrenables impulsos de extrañamiento. Y no se contradicen, digo, pues son las dos fases jánicas del mismo deseo de adscribirse, de integrarse en algo distinto de lo presente. R. Gullón. Direcciones del Modernismo. Madrid: Gredos, 1971, pp. 64-65
LA «GENERACIÓN DEL 98», SEGÚN AZORÍN Un espíritu de protesta, de rebeldía, animaba a la juventud de 1898. Ramiro de Maeztu escribía impetuosos y ardientes artículos en los que se derruían los valores tradicionales y se anhelaba una España nueva, poderosa. Pío Baroja, con su análisis frío, reflejaba el paisaje castellano e introducía en la novela un hondo espíritu de disociación; el viejo estilo rotundo, ampuloso, sonoro, se rompía en sus manos y se transformaba en una notación algebraica, seca, escrupulosa. Valle-Inclán, con su altivez de gran señor, con sus desmesuradas melenas, con su refinamiento de estilo, atraía profundamente a los escritores novicios y les deslumbraba con la visión de un paisaje y de unas figuras sugeridas por el Renacimiento italiano; los vastos y gallardos palacios, las escalinatas de mármol, las viejas estatuas que blanquean, mutiladas, entre los mirtos seculares; las damas desdeñosas y refinadas que pasean por los jardines en que hay estanques con aguas verdosas y dormidas.
Giardini chiusi, appena intravedutti
o contemplati a lungo pe'cancelli... El movimiento de protesta comenzaba a inquietar a la generación anterior. No seríamos exactos si no dijéramos que el renacimiento literario de que hablamos no se inicia precisamente en 1898. Si la protesta se define en ese año, ya antes había comenzado a manifestarse más o menos vagamente. Señales de ello vemos, por ejemplo, en 1897; en febrero de ese año uno de los más prestigiosos escritores de la generación anterior — don José María de Pereda— lee su discurso de recepción en la Academia Española. La obsesión persistente de la literatura nueva se percibe a lo largo de todas esas páginas arbitrarias. Pereda habla en su trabajo de ciertos modernistas partidarios del cosmopolitismo literario; contra los tales arremete furiosamente. Pero páginas más adelante, el autor, no contento con embestir contra estos heresiarcas, nos habla de otros personajes «más modernistas aún», «los tétricos de la negación y de la duda, que son los melenudos de ahora» -¡oh melenas pretéritas de Valle-Inclán!-, los cuales melenudos proclaman, al hablar de ia novela, «que el interés estriba en el escalpelo sutil, en el análisis minucioso de las profundidades del espíritu humano» [...]
La generación de 1898 ama los viejos pueblos y el paisaje; intenta resucitar los poetas primitivos (Berceo, Juan Ruiz, Santillana); da aire al fervor por el Greco ya iniciado en Cataluña, y publica, dedicado al pintor cretense, el número único de un periódico: Mercurio; rehabilita a Góngora -uno de cuyos versos sirve de epígrafe a
Verlaine, que creía conocer al poeta cordobés-; se declara romántica en el banquete ofrecido a Pío Baroja con motivo de su novela Camino de perfección; siente entusiasmo por Larra y en su honor realiza una peregrinación al cementerio en que estaba enterrado y lee un discurso ante su tumba y en ella deposita ramos de violetas; se esfuerza, en fin, en acercarse a la realidad y en desarticular el idioma, en agudizarlo, en aportar a él viejas palabras, plásticas palabras, can objeto de aprisionar menuda y fuertemente esa realidad [...] Ha tenido todo eso; y la curiosidad mental por lo extranjero y el espectáculo del desastre -fracaso de toda la política española- han avivado su sensibilidad y han puesto en ella una variante que antes no había en España.
Azorín. La generación del 98. Ed. de Ángel Cruz Rueda. Salamanca
Modernismo y «98», según Salinas Cronología general y cronología literaria coinciden en España en 1900: empieza un siglo nuevo y se inicia una nueva literatura. Los escritores novecentistas* traen a las letras una decidida voluntad de renovación. Dos rótulos suele ponérseles: «generación del 98» y «modernismo». Los dos exactos, representan sendas dos direcciones que toma el esfuerzo renovador de la literatura. Hay que distinguir lo específico de cada una de ellas; parece hoy evidente que son cosas distintas. Y sin embargo, al distinguirla conviene no mirarlas como tendencias divergentes o exclusivas. Porque, salvo en algún caso excepcional, todos los nuevos escritores participan en su estructura espiritual de esos dos elementos constitutivos de la generación, y son un tanto «98», y un tanto «modernistas». Lo que varía, únicamente es la proporción. Así tomada, como una integración de los dos impulsos, la generación del novecientos trasciende del simple carácter de una escuela literaria y se nos presenta con mayores proporciones. Es en realidad una nueva actitud del artista y del intelectual español, ante los problemas espirituales que con tanta urgencia le acosan en esta fecha histórica. Un nuevo modo de pensar corre parejo con un modo nuevo de sentir. Tras ellos vendrá, irremisible, otra manera de escribir, otra literatura. Afinar nuestra sensibilidad, ésta es la misión nueva, dirá Azorín. Aprender a pensar con más rigor y severidad, defenderá Ortega y Gasset.
Escribir con más arte y más gracia, será el lema de Valle-Inclán. La novedad y riqueza de la literatura de 1900 está precisamente en proporción con esa variedad de afluencias, que concurren a cada cual con su caudal propio, a la formación de un espíritu literario mucho más complejo, profundo y refinado que el de la generación anterior.
P. Salinas. Ensayos completos. Madrid, Ed Taurus. * Los escritores novecentistas son, para Salinas, los que se revelan en tomo a 1900. No se confunda, pues, con la aplicación del término novecentismo a la generación posterior, tal como propuso Eugenio D’Ors. (cf. Cap. 6).
LO FATAL. Rubén Darío Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, [5]
y el temor de haber sido, y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida, y por la sombra, y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos, [10]
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber dónde vamos,
ni de dónde venimos...!
En las pálidas tardes yerran nubes tranquilas en el azul; en las ardientes manos se posan las cabezas pensativas. ¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños! ¡Ah las tristezas íntimas! ¡Ah el polvo de oro que en el aire flota, tras cuyas ondas trémulas se miran los ojos tiernos y húmedos, las bocas inundadas de sonrisas, las crespas cabelleras y los dedos de rosa que acarician!
En las pálidas tardes me cuenta un hada amiga las historias secretas llenas de poesía: lo que cantan los pájaros, lo que llevan las brisas, lo que vaga en las nieblas, lo que sueñan las niñas.
Una vez sentí el ansia de una sed infinita. Dije al hada amorosa: --Quiero en el alma mía tener la aspiración honda, profunda, inmensa: luz, calor, aroma, vida. Ella me dijo: --¡Ven!-- con el acento con que hablaría un arpa. En él había un divino aroma de esperanza. ¡Oh sed del ideal!
Sobre la cima de un monte, a medianoche, me mostró las estrellas encendidas. Era un jardín de oro con pétalos de llama que titilan. Exclamé: --¡Más!...
Y dije: --¡Más!... Sonriendo la celeste hada amiga prorrumpió: --¡Y bien! ¡Las flores!
Y las flores estaban frescas, lindas, empapadas de olor: la rosa virgen, la blanca margarita, la azucena gentil y las volúbiles que cuelgan de la rama estremecida. Y dije: --¡Más!...
El viento arrastraba rumores, ecos, risas, murmullos misteriosos, aleteos, músicas nunca oídas. El hada entonces me llevó hasta el velo que nos cubre las ansias infinitas, la inspiración profunda, y el alma de las liras. Y lo rasgó. Allí todo era aurora. En el fondo se vía un bello rostro de mujer.
¡Oh, nunca, Piérides, diréis las sacras dichas que en el alma sintiera! Con su vaga sonrisa: --¿Más?... --dijo el hada. Yo tenía entonces clavadas las pupilas en el azul; y en mis ardientes manos se posó mi cabeza pensativa...
Azul , Rubén Darío La aurora
vino después. La aurora sonreía, con la luz en la frente, como la joven tímida que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas mágicas pupilas.
LOCALIZACIÓN El poema pertenece al poeta nicaragüense Félix Rubén Darío Sarmiento (1867-1916), inspirador del movimiento poético de fines del XIX y principios del XX, denominado Modernismo. En su producción poética distinguimos tres etapas, representadas por tres libros que marcarán su trayectoria : Azul (1888), que marca un Modernismo preciosista y de mayor influencia francesa; Prosas profanas (1896), culminación del Modernismo más exuberante y rotundo, con el triunfo de la polimetría, la sensualidad y musicalidad; y por último, Cantos de vida y esperanza (1905), al que pertenece el poema que comentamos, evolucionando hacia una poesía más reflexiva y preocupada por los temas hispánicos y existenciales, con un lenguaje más sobrio y menos preciosista que antes.
TEMA Reflexión angustiada sobre el dolor de vivir y el sentido de la vida humana, en contraste con la certeza de la muerte. La desazón existencial propia de la crisis finisecular es un tema típico del Modernismo.
ESTRUCTURA INTERNA: El poema se divide en cuatro apartados: 1º) vv. 1-4: Se muestra el dolor del hombre por ser consciente, frente a los demás seres de la creación. Formalmente, los verbos están en un presente intemporal.
2º) vv. 5-9: Se expresa la angustia ante la incertidumbre de la vida, en contraste con la certeza de la muerte. Predominan los infinitivos, formas verbales que se proyectan a un futuro (incierto y angustioso).
3º) vv. 10-11: Aparecen los dos polos opuestos en la vida del hombre: la vida tentadora con sus placeres, y la muerte que nos espera como supremo dolor. De nuevo, los verbos en presente intemporal.
4º) vv. 12-13: Expresión de la angustia existencial ya tratada, pero ahora sintetizada en los dos versos finales, de forma exclamativa.
EXTERNA: Métricamente posee una estructura característica de la renovación modernista. Consta de tres estrofas: las dos primeras son serventesios de versos alejandrinos de rima consonante y alterna (ABAB – CDCD), y la última es otro serventesio pero con la particularidad de que el último verso, en vez de ser un alejandrino, se fragmenta en dos, un eneasílabo y un heptasílabo. El uso de alejandrinos y eneasílabos son innovaciones modernistas. Se puede considerar también un soneto truncado: el último terceto se reduce a dos versos.
ANÁLISIS ESTILÍSTICO En el primer apartado se manifiesta una actitud ante la vida pesimista, ya que esta supone para el hombre dolor. Dicho término se repite en dos ocasiones en el verso 3, y se refuerza con el sustantivo pesadumbre. El dolor es consustancial con la existencia humana: el dolor se ser vivo. El titulo del poema Lo fatal nos advierte ya del sentido doloroso del poema.
Se hace una gradación entre los seres de la creación:
la piedra (no siente) ----------------- el árbol ( apenas sensitivo) ---------------------- el hombre (sensitivo y consciente) Así, todos los seres de la creación, excepto el hombre, son dichosos. El hecho de ser consciente de ser vivo (es decir, su capacidad de reflexión sobre el destino y el sentido de la vida) supone el mayor dolor.
Los apartados segundo y tercero son una enumeración de los males que suponen el vivir y que provocan la angustia existencial, siendo el peor, la certeza de la muerte (v. 7 el espanto seguro de estar mañana muerto). Darío consigue mayor expresividad de sus sentimientos a través de recursos, basados sobre todo en la repetición:
● Polisíndeton: cada elemento de la enumeración se coordina con la conjunción copulativa y al siguiente, como si la angustia del poeta fuese en aumento.
● Antítesis: Por la vida / por la sombra (metáfora de la muerte). Este recurso se da a lo largo del poema, por lo que los ejemplos son varios: sensitivo / ya no siente (vv. 1-2), frescos racimos / fúnebres ramos (vv. 10-11)…
● Gradación ascendente de términos que significan miedo, angustia: temor, terror, espanto (vv. 6-7) y que abarcan los tres tiempos: presente (ser sin rumbo cierto), pasado (el temor de haber sido) y futuro (un futuro terror), lo que supone una angustia dolorosa.
El tercer apartado enlaza con lo anterior mediante un violento encabalgamiento que une el segundo serventesio con el tercero y que refleja la brusquedad del ánimo del poeta. En este serventesio se nos muestran los dos polos opuestos de la vida humana: el impulso erótico vital (la carne que tienta con sus frescos racimos) y la muerte
( la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos). Para expresar esta oposición utiliza el paralelismo sintáctico, perfecto, y con el mismo ritmo acentual en los dos alejandrinos (acentos en 3ª, 6ª, 10ª y 13ª sílabas), y la antítesis (ya comentada).
El último apartado es una síntesis de toda la angustia existencial que nos ha mostrado el poeta en todos los versos anteriores. Los versos 12 y 13 se resaltan por adoptar una forma métrica diferente y por ser exclamativos; asimismo se utiliza el paralelismo y la antítesis de nuevo para resumir la falta de sentido, de rumbo, de la existencia humana: ¡Y no saber adónde vamos / ni de dónde venimos1, detectada en el uso de las interrogativas indirectas parciales
El Modernismo no es Rubén Darío, y menos la parte decorativa y extranjerizante de este gran poeta. E1 Modernismo se caracteriza por los cambios operados en el modo de pensar (no tanto en el de sentir, pues en lo esencial sigue fiel a los arquetipos emocionales románticos), a consecuencia de las transformaciones ocurridas en la sociedad occidental del siglo XIX, desde el Volga al cabo de Hornos. La industrialización, el positivismo filosófico, la politización creciente de la vida, el anarquismo ideológico y práctico, el marxismo incipiente, el militarismo, la lucha de clases, la ciencia experimental, el auge del capitalismo y la burguesía, neoidealismos y utopías, todo mezclado; mas, fundido, provoca en las gentes, y desde luego en los artistas, una reacción compleja y a veces devastadora.
El artista, partiendo de la herencia romántica, se siente al margen de la sociedad y rebelde contra ella; se afirma alternativamente maldito o vocero de Dios, pero distinto del «vulgo municipal y espeso», del antagonista natural que en los tiempos nuevos dicta su ley: la chabacanería [...]
En la época modernista, la protesta contra el orden burgués aparece con frecuencia en formas escapistas. El artista rechaza la indeseable realidad (la realidad social: no la natural), en la que ni puede ni quiere integrarse, y busca caminos para la evasión. Uno de ellos, acaso el más obvio, lo abre la nostalgia, y conduce al pasado; otro, trazado por el ensueño, lleva a la transfiguración de lo distante (en tiempo o espacio, o en ambos); lejos de la vulgaridad cotidiana. Suele llamárseles indigenismo y exotismo, y su raíz escapista y rebelde es la misma.
No se contradicen, sino se complementan, expresando afanes intemporales del alma, que en ciertas épocas, según aconteció en el fin de siglo y ahora vuelve a suceder, se convierten en irrefrenables impulsos de extrañamiento. Y no se contradicen, digo, pues son las dos fases jánicas del mismo deseo de adscribirse, de integrarse en algo distinto de lo presente. R. Gullón. Direcciones del Modernismo. Madrid: Gredos, 1971, pp. 64-65
LO FATAL. Rubén Darío Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, [5]
y el temor de haber sido, y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida, y por la sombra, y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos, [10]
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber dónde vamos,
ni de dónde venimos...!
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