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Historia de Euskadi
Euskadi / País Vasco (comunidad autónoma), comunidad autónoma española situada en el norte de la península Ibérica, en la zona costera más oriental del litoral cantábrico, e integrada por las provincias (territorios históricos) de Álava (Araba), Guipúzcoa (Gipuzkoa) y Vizcaya (Bizkaia). Limita al norte con el mar Cantábrico, al oeste con las comunidades de Cantabria y de Castilla y León, al sur con la de La Rioja y al este con la Comunidad Foral de Navarra y Francia. El río Bidasoa marca la frontera entre España y Francia. El origen de su nombre en castellano deriva de la denominación de vascones atribuida a sus primeros habitantes históricamente mencionados. En lengua vasca (euskera) recibe, además del nombre de Euskadi, el de Euskal Herria (Pueblo Vasco). Por su extensión (7.234 km2) ocupa el decimotercer lugar entre las diecisiete comunidades autónomas españolas. La capital es la ciudad de Vitoria.
El relieve del País Vasco se caracteriza por lo accidentado de su territorio, en el que predominan los valles encajados y las montañas. A grandes rasgos podríamos resumirlo como un sistema montañoso (los montes Vascos) que unen las estribaciones orientales del Pirineo por el este con la cordillera Cantábrica al oeste, dividiendo a su vez el territorio en dos vertientes: por un lado, la zona orientada hacia el litoral, y por otro, las tierras del sur, pertenecientes a la depresión del Ebro. Así pues, su configuración se podría estructurar a través de tres grandes unidades de relieve: los valles atlánticos, las montañas vascas interiores y la zona sur o depresión del Ebro. Los valles atlánticos (Oria, Urola, Deba, Leniz, Nervión, Asa y Cadagua, entre otros) forman un paisaje de valles sinuosos por los que suelen discurrir ríos caudalosos encajados en montañas de pendiente pronunciada pero de moderada altura, ya que son pocas las que superan los 1.000 m de altitud. De este a oeste las más importantes serían: Jaizkibel (543 m), Ernio (1.072 m), Izarraitz (1.026 m), Urko (791 m), Oiz (1.025 m), Sollube (673 m) y Santo Domingo (719 m). Las montañas del interior marcan la línea de separación entre las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya con Álava. Se trata de crestas calcáreas de alturas comprendidas entre los 1.000 y los 1.600 m de altitud, que forman una barrera natural respecto de las zonas más llanas al sur de la comunidad. De este a oeste los subsistemas más importantes serían la sierra de Aralar (con su máxima altitud en el monte Txindoki, de 1.410 m), la sierra de Aitzkorri (Aitzkorri, 1.544 m), la sierra de Urkilla (Aratz, 1.442 m), la sierra de Elgea, la sierra de Anboto (Anboto, 1.296 m), el macizo del Gorbea (peña Gorbea 1.475 m), el Ganekogorta (998 m) y, finalmente, las sierras de la Peña y Salvada, que hacen frontera con la provincia castellano-leonesa de Burgos. Al sur de las sierras de Arkamo, Gorbea (Gorbeia) y Elgea, y hasta llegar al Ebro, que marca el límite meridional de la comunidad, se extiende una zona de valles más anchos y montañas más moderadas. La comarca conocida como la Llanada Alavesa queda, así, enmarcada entre la sierra de Baldaia (con su máxima Oteros, de 1.042 m), al oeste; los montes de Vitoria y de Iturrieta (Kapildui, 1.175 m) y la sierra de la Encía, al sur; y finalmente, la sierra de Elgea y de Urkilla, al norte. Toda esta área constituiría la subunidad más representativa. En el extremo meridional del territorio vasco se alzan las crestas calcáreas de las sierras de Toloño (Toloño 1.267 m) y de Cantabria (peña del Castillo, 1.435 m). Se trata de La Rioja Alavesa, una comarca que presenta ya netas características mediterráneas.
El País Vasco pertenece a la llamada Iberia húmeda de clima oceánico, caracterizada por precipitaciones anuales en torno a los 1.000 mm y por temperaturas suaves con escasa oscilación térmica. De todas maneras cabe distinguir la zona propiamente oceánica del litoral y los montes Vascos (con un promedio anual de 1.719 mm de lluvia en Donostia-San Sebastián y una oscilación térmica de 12 °C), de la zona meridional de clima mediterráneo continentalizado, con inviernos más duros y veranos más secos, situada en el centro y sur de Álava (902 mm y 15 °C de oscilación térmica anual en Vitoria-Gasteiz).
Los ríos vascos, cortos y caudalosos, fluyen a través de dos vertientes: la cantábrica y la mediterránea. Los ríos de la vertiente cantábrica son de caudal regular y de gran desnivel; cerca de su desembocadura suelen formar valles fértiles y rías profundas. Los más importantes son Bidasoa, Oiartzun (Oyarzun), Urumea, Oria, Urola, Deba, Nervión (Nerbioi), Ibaizábal y Cadagua. Los ríos de la vertiente mediterránea vierten sus aguas en el Ebro; son más largos, cubren un menor desnivel entre nacimiento y desembocadura y presentan un caudal más irregular debido a las condiciones climáticas de sus cuencas. Los más importantes son el propio Ebro (con 100 km de frontera con la provincia de Burgos y con la comunidad autónoma de La Rioja) y sus afluentes Bayas, Zadorra, Inglares y Ega. Debido a la estructura del relieve, los cursos fluviales vascos han permitido la creación de numerosos embalses (Puentelarrá en el río Ebro, Urrunaga en el río Urkiola, Urkulu en el río Deba y los de Gorostiza, Oiola, el Regato y Zollo en la provincia de Vizcaya). La costa vasca tiene 192 km desde la desembocadura del Bidasoa hasta el límite con la comunidad autónoma de Cantabria, cerca de la ría de Somorrostro (en el municipio de Muskiz); es alta, en ella abundan los acantilados y son los cabos Higer, Ogoño, Matxitxako (Machichaco), Billano y Punta Galea los accidentes más importantes. En los entrantes se han formada amplias playas (La Concha, Zarautz, Lekeitio, Deba, Plentzia-Gaminiz y Santurrarán), y numerosas rías que han sido aprovechadas como puertos naturales (Pasaia o Pasajes, Ondarroa, Bermeo, y Bilbao).
Se distinguen en la vegetación del País Vasco dos zonas claramente delimitadas como consecuencia del relieve y del clima. La zona cantábrica sería el territorio del bosque caducifolio, que cuenta con especies tales como hayedos (por encima de los 700 m), robledales y castaños, todos ellos muy disminuidos por las talas abusivas destinadas a las ferrerías, la construcción naval y los ferrocarriles. Recientemente han sido sustituidos en gran parte por el pino de Monterrey, procedente del estado estadounidense de California, que es con mucho el árbol más abundante hoy en el País Vasco (162.300 ha). En el centro y sur de Álava predomina el bosque perennifolio de pinos negros y abetos (en las zonas más altas), el pino silvestre y la encina. La fauna autóctona está constituida por especies como jabalí, zorro, liebre y conejo. Entre las aves destacan la perdiz, la cigüeña, el águila real, el cernícalo vulgar, el halcón peregrino, la paloma torcaz y el búho real. En cuanto a las especies que viven en los ríos son particularmente apreciados la trucha, el barbo y el cangrejo. Este último, a causa de la contaminación, está en vías de extinción.
El País Vasco es rico en recursos naturales, una de las raíces de su tradicional prosperidad económica. En primer lugar destaca la minería, en especial la del mineral del hierro, conocida y explotada desde la antigüedad; sus minas más importantes están localizadas en la cuenca del Nervión-Ibaizábal, lo que dio origen a las numerosas ferrerías tradicionales ubicadas en sus cercanías. A partir de 1902, con la creación de los Altos Hornos de Vizcaya, la industrialización de Euskadi obtuvo su impulso definitivo. Se puede afirmar que la existencia del hierro fue la base y punto de partida de la Revolución Industrial en el País Vasco. Existen también yacimientos de cinc en Oiartzun, Aitzkorri y Baranbio, aunque no tienen tanta importancia. La pesca ocupa un lugar relevante entre los recursos naturales del País Vasco, con gran abundancia de especies. Euskadi ocupa el tercer lugar en capturas y número de pescadores en el conjunto español, detrás de Galicia y Andalucía. Las principales especies capturadas son merluza, sardina, anchoa, atún, bacalao, verdel (caballa) y chicharro. Los principales puertos de pesca de altura están en Pasaia, Bermeo y Ondarroa. Entre los de pesca de bajura destacan, además de Bermeo y Ondarroa, los de Getaria, Hondarribia, Mutriku, Lekeitio, Elantxobe, Mundaka, Armintza y Santurzi. El sector pesquero atraviesa últimamente una situación delicada a causa de la prohibición de pesca en las aguas jurisdiccionales de otros países (a 200 km de la costa francesa, por ejemplo), la contaminación de la mar y la sobreexplotación o el uso de aparejos ilegales (redes de tramado inferior al permitido) que no respetan los ciclos reproductivos de las diversas especies capturadas.
La economía del País Vasco se caracteriza por su madurez industrial, ampliamente desarrollada a lo largo del siglo XX. Tanto es así que, a pesar de los graves problemas derivados de las crisis y de las reconversiones industriales de las décadas de 1970 y 1980, el perfil de la población activa de esta comunidad se puede identificar con el de los países más desarrollados. En 2003, los servicios absorbían un 60,9% del total de los empleados de la comunidad autónoma, seguidos por el sector industrial (con un 28%), la construcción (9,7%) y el sector agrario (1,4%). Dentro del sector primario la agricultura ocupa actualmente un lugar de segundo orden, especialmente en Guipúzcoa y Vizcaya, donde la actividad agraria se limita al maíz, la patata (papa) y los forrajes, además de la explotación forestal. En la provincia de Álava, especialmente en la zona central y del sur, se desarrolla una agricultura mediterránea en la que destacan el olivo, la vid y diversos cultivos cerealísticos. Las patatas y el trigo encabezan la producción agraria vasca. La ganadería goza de una larga tradición a causa de la abundancia de pastizales; en primer lugar se debe mencionar el ganado bovino diversificado en tres razas (frisona, alpina y pirenaica) destinado fundamentalmente a la producción lechera; también la cabaña ovina tiene su importancia, destacando la raza conocida como latxa (cabeza y patas coloreadas de marrón y negro); finalmente va cobrando cada día mayor importancia el ganado porcino y avícola. La unidad de explotación del sector primario continúa siendo el tradicional caserío. La industria se concentra en Vizcaya, en la comarca del Gran Bilbao (Bilbo Haundi) y en la zona del curso medio del río Ibaizábal medio. En Guipúzcoa se dispersa más por toda la provincia, aunque el cinturón en torno a Donostia-San Sebastián ha aumentado su proporción. En Álava la industria se centra prácticamente alrededor de Vitoria-Gasteiz y en el valle de Ayala (Llodio-Amurrio). En Vizcaya, la zona de mayor tradición industrial, predominan las industrias siderometalúrgica, naval y química. En Guipúzcoa, en cambio, prevalecen los transformados metálicos y las industrias papelera, textil, metálica básica, alimentaria y mobiliaria. En Vitoria-Gasteiz, la industria se orienta a la producción y transformación de los metales, al caucho, la alimentación y al material auxiliar del automóvil. Durante la década de 1970, la crisis golpeó duramente la industria tradicional vasca, de tal manera que entre 1975 y 1988 desaparecieron más de 120.000 puestos de trabajo; posteriormente surgieron focos innovadores como el Grupo Cooperativo Mondragón y la diversidad productiva emergente en el valle de Asúa, al este de la ría bilbaína (Parque Tecnológico de Zamudio). El liderazgo del valor de producción lo continúan ostentando los productos metálicos, seguidos de los productos siderúrgicos y, a mayor distancia, la maquinaria y equipamiento y el material eléctrico y electrónico. El material de transporte y los productos químicos ocupan el quinto y sexto lugar respectivamente. La energía es, en su mayoría, de origen térmico, con carbón procedente de la comunidad autónoma de Asturias y de la provincia castillo-leonesa de León. El sector terciario está en plena expansión y se caracteriza por su diversificación. El mayor número de empleos en este sector se da en el comercio, los servicios públicos y los transportes y comunicaciones, seguidos por la hostelería, el crédito y los seguros, la enseñanza y otros servicios. Durante el periodo 1995-2000, la economía vasca presentó un crecimiento real acumulado (27,8%) ligeramente superior al del conjunto de España (26,4%), lo que sitúa a la región en un puesto intermedio entre las comunidades autónomas. Álava es la provincia que ha experimentado un mayor crecimiento nominal.
A pesar de su complicado relieve, el País Vasco goza hoy de buenas comunicaciones terrestres por carretera, estimulada sin duda su construcción por el alto dinamismo económico de la zona. Destaca la red de autopistas que, formando un triángulo, unen Bilbao con Donostia-San Sebastián y Vitoria-Gasteiz. Asimismo, las comunicaciones por carretera con el resto de España están aseguradas a través de las autopistas que, desde Donostia-San Sebastián, discurren por Pamplona hasta enlazar con la autopista de Zaragoza-Barcelona y la que une Bilbao con el nudo de Miranda de Ebro, que conecta con Logroño y también con Valladolid y Burgos. La densidad de carreteras es también alta en Guipúzcoa y Vizcaya y un poco menor en Álava. El tráfico más denso se da en torno a las capitales provinciales. La línea férrea más tradicional es la que llega desde Madrid en dirección a Irun pasando por Vitoria-Gasteiz, desde donde se centraliza la red de vía ancha del País Vasco. También es importante la que, a través de Miranda de Ebro, une Madrid con Bilbao a través de Burgos. Existe una línea de ferrocarriles de vía estrecha (Eusko Trenbideak) que une distintas zonas dentro del País Vasco y se comunica con Cantabria y la zona norte de Burgos. Euskadi cuenta con puertos marítimos comerciales de primer orden, como el de Bilbao-Santurtzi (con especial importancia del sector conocido como Superpuerto de Bilbao) y el de Pasaia (Pasajes) que permiten comunicar líneas de pasajeros y de mercancías con todos los continentes del mundo. En el territorio vasco existen también tres aeropuertos: el de Sondika (Bilbao), el de Foronda (Vitoria-Gasteiz), ambos con vuelos nacionales e internacionales, y el de Hondarribia. El comercio vasco se caracteriza por la tendencia exportadora de bienes de equipo e industriales, por el poder económico de sus entidades crediticias y por la importación de productos alimentarios y agrarios.
La población del País Vasco (2003) es de 2.112.204 habitantes, con una densidad de 292 hab/km2, muy superior a la media española (81 hab/km2). En cifras absolutas el País Vasco creció en más de millón y medio de personas a lo largo del siglo XX, situándose el momento álgido en la década de 1950 y principios de la de 1960. En la década de 1980 el ritmo poblacional cambió de signo, disminuyendo en casi 30.000 personas. Las causas de ese descenso se encuentran en la caída de la natalidad y en la crisis económica de la década de 1970, que afectó de manera muy dura a la economía industrial, haciendo pasar a Euskadi de receptor a centro emisor de emigrantes durante la década posterior, por falta de expectativas de trabajo. Sólo Álava se vio libre de un saldo migratorio negativo al contar con una industria más moderna y debido a la expansión de los servicios. La población se distribuye desigualmente sobre el territorio, ya que sólo en Vizcaya se concentra más del 50% del total de la comunidad, en Guipúzcoa un tercio y en Álava poco más del 10%. Así, pues, la vertiente hidrográfica cantábrica constituye la zona más densamente poblada, mientras que la zona correspondiente a la vertiente mediterránea registra una menor densidad.
El País Vasco está formado por los tres territorios históricos que coinciden con las actuales provincias de Álava (3.037 km2), Guipúzcoa (1.980 km2) y Vizcaya (2.217 km2). Cada uno de los territorios históricos está dividido en comarcas (eskualdeak) de dimensiones relativamente similares salvo alguna excepción. Guipúzcoa tiene nueve comarcas, la mayoría de las cuales coinciden con tramos de valles denominados por sus respectivos recorridos hidrográficos (Bajo Bidasoa, San Sebastián, Costa Occidental, Oria Medio, Urola Medio, Alto Urola, Deba Medio, Alto Deba y Goierri). Vizcaya se divide en siete comarcas que, de este a oeste y de norte a sur, reciben las siguientes denominaciones: Las Encartaciones (Enkartazioak), Gran Bilbao, Plentzia-Mungia, Gernika-Bermeo, Marquina (Markina), Arratia-Nervión y el Duranguesado. Finalmente, Álava tiene cinco comarcas: Cantábrica Alavesa, Estribaciones del Gorbea, Valles Alaveses, Llanada Alavesa, Montaña Alavesa y La Rioja Alavesa. Asimismo, dentro de la provincia de Álava se encuentra el enclave extraterritorial del Condado de Treviño, que pertenece a la provincia de Burgos. El límite territorial de la actual comunidad autónoma denominada indistintamente País Vasco o Euskadi no debe confundirse con los de la región igualmente denominada País Vasco. La red urbana vasca responde, de una parte, a la localización de las villas medievales y, de otra, a la evolución promovida por el desarrollo industrial. Se integra en dos grandes subsistemas: el litoral y el interior. El subsistema litoral comprende las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa. En esta zona destaca la concentración de Bilbao (353.173 habitantes) y de su área metropolitana. Dentro de esta área, el espacio urbano se articula en ciudades de 10.000 a 30.000 habitantes que coinciden con los asentamientos de las antiguas villas aforadas medievales (Durango, Bermeo, Amorebieta-Etxano, Gernika-Lumo, y Ondarroa, entre otras). Guipúzcoa, a pesar de la primacía de Donostia-San Sebastián (182.930 habitantes), presenta una jerarquía equilibrada. A partir de la segunda ciudad, Irun (59.508 habitantes), se observa una gradualización de los tamaños de población con numerosos núcleos medios de 10.000 a 45.000 habitantes (Rentería, Eibar, Arrasate, Pasaia, Hernani, Lasarte-Oria y Tolosa, entre otros). El subsistema interior de Álava se caracteriza por la macrocefalia de Vitoria-Gasteiz (226.490 habitantes), capital de la comunidad, frente a la cual no existen núcleos que ejerzan una auténtica centralidad zonal. La mayor parte de ellos son auténticos asentamientos secundarios ya que las únicas poblaciones con entidad —Llodio y Amurrio— están en la órbita bilbaína. En contrapartida, gran parte de los flujos del Alto Deba guipuzcoano se relacionan con la atracción de Vitoria-Gasteiz.
El País Vasco se rige, desde el 18 de diciembre de 1979, por el Estatuto de Autonomía, en cuya parte dogmática se define la comunidad como nacionalidad histórica. Los órganos de gobierno son el Parlamento (Eusko Legebiltzarra), elegido por sufragio universal, el presidente (lehendakari), elegido por el Parlamento, y el Gobierno (Eusko Jaurlaritza), formado por los consejeros designados por el presidente. La sede de los órganos de gobierno es Vitoria-Gasteiz. Además, y como es preceptivo según la planta judicial española propia de su ordenamiento jurídico, cuenta con su Tribunal Superior de Justicia. Originarias del País Vasco son las diputaciones provinciales (denominadas diputaciones forales o foru aldundiak) que se extendieron al resto de España a partir de la Constitución de Cádiz de 1812. En Euskadi existe también otra institución autóctona por encima de las diputaciones que son las Juntas Generales de cada provincia, cuyos miembros son elegidos por los ayuntamientos. Es particularmente relevante la Casa de Juntas de Gernika, donde tradicionalmente se han reunido siempre las Juntas Generales de Vizcaya.
Uno de los rasgos más sobresalientes de la comunidad autónoma vasca consiste en el hecho de poseer una lengua propia distinta del español (castellano) que, además, cuenta con el extraño privilegio de ser anterior a la expansión de las lenguas indoeuropeas (siglo VI a.C.) y de no tener parentesco lingüístico conocido en ninguna parte del mundo. Probablemente se trate de la lengua más antigua que aún pervive entre nosotros. Posee ocho dialectos que han sido unificados en fechas recientes en el euskera batua, una refundición de todos ellos. La institución que regula el uso del euskera es la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia). El País Vasco cuenta con un sistema educativo basado en el carácter bilingüe de su población. Por lo que se refiere a la educación superior, existe una universidad pública, la Universidad del País Vasco (UPV), con escuelas y facultades en las tres capitales, y la Universidad de Deusto, de carácter privado.
Euskadi cuenta con una literatura propia relativamente desconocida fuera del país. Los textos literarios más antiguos son fragmentos de cantos relativos a las luchas de los siglos XIV y XV. A través del canto de Bereterretx, que narra el asesinato de un joven, podemos tener una idea de lo que debían ser muchos de los poemas medievales hoy perdidos. El primer libro impreso en lengua vasca fue una breve antología de versos titulada Linguae vasconum primitiae, aparecida en 1545 en la ciudad francesa de Burdeos, obra de Bernard Dechepare. El más clásico de los prosistas vascos es Pedro de Axular, autor de Guero (Después, 1643), un largo libro de ascética cristiana. A finales del siglo XVIII y principios del XIX aparecieron los primeros escritores vizcaínos entre los que sobresale Juan Antonio Moguel y Urquiza (1745-1804), autor de Peru Abarca (1800), obra en la que formula una toma de conciencia de la unidad del pueblo vasco. Entre la excelente generación de poetas del siglo XIX el más popular es sin duda José María Iparraguirre (1820-1881), antiguo carlista, que compuso Gernikako arbola (El árbol de Gernika, 1851), el himno de los vascos, lo que le valió el exilio. Otros poetas decimonónicos fueron Indalecio Bizcarrondo, Felipe Arrese y Beitia, Jean-Baptiste Elisamburu y Pierre Topet. Entre los poetas del siglo XX cabe destacar a Nicolás de Ormaechea (Orixe), Salvador Michelena, Esteban de Urkiaga (Lauaxeta), Juan Mari Lekuona y, por encima de todos los demás, a José María Aguirre, que firmaba como Xabier de Lizardi. Señalado lingüista y escritor fue también Koldo Mitxelena. La novela ha sido un género de aparición más tardía, con el vizcaíno Domingo Aguirre (1865-1920), autor de Kresala (Agua de mar, 1906) y Garoa (El helecho, 1912). Después de la Guerra Civil española, y debido a la persecución a que el franquismo sometió a la lengua vasca y a cualquier expresión cultural vinculada a los nacionalismos no estrictamente españoles, la literatura en vasco sufrió una tremenda regresión tras el desarrollo que había iniciado en el primer tercio del siglo XX. A pesar de ello, en torno a los años de la década de 1960, comienza una nueva recuperación con voces tan personales como las de Gabriel Aresti o Xabier Gereño, entre otros. Con la llegada de la democracia, a partir de 1977, y la consiguiente normalización lingüística la literatura vasca se afianzó y en la actualidad tiene figuras tan destacadas como Bernardo Atxaga, novelista reconocido tanto cuando escribe en vasco como en castellano, o la poetisa y narradora Arantxa Urretabizkaia.
El folclore vasco es de una personalidad acusadísima. La mayor parte de sus competiciones lúdicas tienen su origen en el trabajo tradicional del campo como los aizkolariak (cortadores de troncos), los arijasotzaileak (levantadores de piedras), los segalariak (cortadores de hierba), los gizon proba (arrastre de piedras), los soka tira (tiro de la cuerda) y los idi proba (arrastre de piedras con bueyes), entre otros. Las canciones (como Gernikako Arbola, Agur Jaunak o Boga Boga) y las danzas (aurresku, con la representativa danza del zorcico; ezpatadantza; brokeldantza; y bordondantza), juntamente con los instrumentos tradicionales del txistu y el tamboril, completan una muestra de sus ricas y particulares tradiciones. Más propios del mundo del deporte, pero igualmente aferrados a la más pura tradición vasca, son los juegos de pelota.
La riqueza gastronómica de Euskadi queda avalada por la calidad de los productos empleados, la variedad y sencillez de sus platos y el buen número de cocineros que ha dado esta tierra al ámbito de la restauración. En cuanto a los productos empleados, los pescados son la esencia de la cocina vasca: merluza, bonito, besugo, sardina, anchoa, lubina y rape, elaborados todos ellos con excelentes y originales salsas y de muy diversas maneras. Además, hay que citar las carnes de oveja y de buey, asadas o guisadas, y las legumbres y verduras (alubias de Tolosa, habas, judías verdes o vainas, puerros, berzas, espárragos, guisantes). A todo ello, hay que añadir los excelentes vinos de La Rioja Alavesa, la pujanza del txakoli (vino afrutado y joven elaborado sobre todo en Vizcaya y Guipúzcoa) y su riquísima aunque no muy conocida sidra.
La historia ha dejado sus huellas artísticas desde la misma prehistoria (dolmen de Arrizala, en Álava; pinturas parietales de Santimamiñe, en el vizcaíno Parque natural Urdaibai) hasta nuestros días (por ejemplo, en las obras escultóricas de Eduardo Chillida, que en su gran mayoría se pueden apreciar en el museo Chillida-Leku, y Jorge de Oteiza). Los romanos dejaron el puente de Trespuentes y el poblado de Iruña (en lo que hoy es el municipio de Iruña Oka), en la actual Álava; y las ruinas de Feloaga, en la guipuzcoana localidad de Oiartzun. De la época del románico (siglos XI y XII) es preciso mencionar la iglesia de Lemoiz, la ermita de San Pedro de Abrisketa, en Arrigorriaga, y el santuario de Estíbaliz. De estilo gótico (siglos XIII-XV) Euskadi cuenta con la catedral vieja de Santa María en Vitoria-Gasteiz; la catedral de Santiago, en Bilbao; y la iglesia de San Salvador, en Getaria. El palacio de Bendaña, la Universidad del Espiritu Santo, en Oñati y la colegiata de Cenarruza son ejemplos importantes de la época renacentista (siglos XVI-XVII). También el barroco (siglos XVII-XVIII) ha dejado su testimonio en la iglesia de Santa María en Donostia y el santuario de San Ignacio de Loyola en las proximidades de la localidad guipuzcoana de Azpeitia, así como también el neoclasico (siglos XVIII y XIX), cuya muestra más importante es, sin duda, la plaza de España de Vitoria-Gasteiz. El puente colgante de Portugalete, que conecta esta localidad con la de Getxo y es un signo identificador del paisaje urbano del propio Bilbao, es una obra arquitectónica señera de los últimos años del siglo XIX. Su nombre oficial es el de puente Vizcaya. Construcciones importantes por su valor artístico en el siglo XX son la basílica y santuario de Nuestra Señora de Arantzazu, en las faldas del monte Aitzkorri (Aitzgorri); la Casa de Juntas de Gernika; y la catedral nueva de Vitoria-Gasteiz. En la arquitectura popular es necesario mencionar los diversos tipos de caserío, auténtica raíz del alma vasca. Dos edificios señeros de la arquitectura más reciente han sido construidos en la comunidad autónoma: el Palacio de Congresos y Auditorio del Kursaal, en Donostia-San Sebastián; y el Museo Guggenheim Bilbao. Por otra parte, cabe destacar entre sus directores de cine a Julio Medem y a Imanol Uribe.
Si bien existen numerosos testimonios que atestiguan el poblamiento de este territorio durante el paleolítico (Oiz, peña Gorbea, Aitzkorri), las primeras noticias históricas sobre el País Vasco aparecen en los textos del escritor romano del siglo I Plinio el Viejo, y en los del astrónomo y matemático griego del siglo II Claudio Tolomeo. Sus primeros pobladores de los que se tienen conocimientos plenamente históricos eran los vascones. La romanización, aunque existió, no parece que fuera importante al norte de Pamplona, ciudad fundada en el 74 a.C. por el general romano Cneo Pompeyo Magno sobre el poblado vascón de Iruña (en lengua vasca, ‘la ciudad’). Durante la alta edad media, los vascos (o vascones, en puridad) se distinguieron por su oposición a las influencias suevas y visigodas. No parece ser exacto que la actual ciudad de Vitoria-Gasteiz tuviera su origen en la fortaleza de Victoriaco, mandada construir por el rey visigodo Leovigildo en el 581 con el fin de contener y vigilar a los vascones. Tal vez sea más correcto atribuir la fundación de esa ciudad alavesa a un monarca del reino de Navarra, Sancho VI el Sabio, quien en 1181 erigió Nueva Victoria sobre una antigua aldea denominada Gasteiz. A principios del siglo VII, se empezó a constituir una unidad política, el ducado de Vasconia, que comprendía tierras a ambos lados de los Pirineos que hoy se hallan repartidas entre Francia (Benabarre, Lapurdi y Zuberoa) y España (Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra). Un siglo después, aprovechando la invasión musulmana, los vascones vencieron a sus enemigos visigodos, cuya estructura de poder se había venido abajo tras la llegada islámica en el 711. Este primigenio ducado de Vasconia dio origen, a principios del siglo IX, al reino de Pamplona, luego llamado de Navarra, como territorio independiente bajo la dinastía de los Arista (Aritza), que acababa de vencer la presión a la que le sometían los musulmanes por el sur y la dinastía Carolingia por el norte. No obstante, durante el resto de la edad media, los distintos territorios que constituyen la actual comunidad autónoma del País Vasco estuvieron más vinculados a los avatares políticos, económicos y territoriales —expansiones, crisis y contiendas civiles— del condado y reino de Castilla (y la posterior Corona de Castilla), en calidad de señoríos, que a los del reino de Navarra Con la creación del consulado de Bilbao, en 1511, se produjo la consolidación del tremendo empuje de la actividad marinera y comercial de Vizcaya. Al año siguiente, el reino de Navarra fue invadido por los castellanos y tres años más tarde anexionado a la Corona de Castilla. Con todo, el rey aragonés y regente castellano, Fernando II el Católico, juró respetar la soberanía del reino y sus fueros. Así pues, la independencia vasca regida por los fueros continuó invariable —aunque, eso sí, encuadrada dentro de la Monarquía Hispánica— hasta el siglo XIX. Hay que tener presente que los fueros vascos no fueron leyes otorgadas por ningún rey, sino las compilaciones escritas (a partir de 1237, en tiempos del rey navarro Teobaldo I de Champaña) de las leyes transmitidas oralmente, con las que tradicionalmente se autogobernaban los vascos en reuniones ocasionales. Por tal motivo, los vascos afirman que “las leyes fueron antes que los reyes”. Gracias a este singular régimen foral, los vascos no pagaban tributos a ningún monarca, excepto cuando las Juntas Generales lo creían oportuno. También estaban exentos de acudir a la guerra fuera de su territorio. Tras la primera Guerra Carlista, que finalizó completamente en 1840, el gobierno liberal de la reina Isabel II suprimió el poder judicial y legislativo del País Vasco. La tercera Guerra Carlista, que contó entre sus motivaciones ideológicas nuevamente con la defensa de los fueros, terminó en 1876 con la derrota del carlismo. El 21 de julio de ese año, el presidente del gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, suprimió definitivamente todos los fueros. Como consecuencia de esta nueva situación, comenzó a desarrollarse un sentimiento nacionalista, fruto del cual surgió, en 1895, el Partido Nacionalista Vasco (PNV), inspirado por Sabino Arana. En 1936, durante la II República, Euskadi consiguió su primer Estatuto de Autonomía y fue elegido lehendakari el dirigente del PNV José Antonio Aguirre. Pero la experiencia fue abortada rápidamente por la dura represión que siguió a la victoria franquista tras la Guerra Civil. De hecho, todo el territorio vasco había caído en manos de los sublevados en el verano de 1937. Durante la larga dictadura del general Francisco Franco, desde aquel año hasta 1975, e incluso hasta algunos años más tarde, existió un gobierno vasco en el exilio. Aguirre presidió dicha institución hasta su fallecimiento en 1960, año en el que fue sucedido por el también miembro del PNV Jesús María de Leizaola. En 1970, el dictador Franco sufrió una protesta internacional bastante generalizada con motivo del consejo de guerra a que se sometió a varios dirigentes de la organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna) y que es conocido como proceso de Burgos. Desde la recuperación de la democracia a raíz de la transición posterior al franquismo, el País Vasco se rigió, a partir de 1979, por el Estatuto de Autonomía (conocido como Estatuto de Gernika), el más descentralizado de los existentes con arreglo a la Constitución española de 1978. A pesar de ello, el terrorismo de ETA mantuvo su campaña de atentados, amenazas y extorsiones en demanda de la plena independencia de Euskadi. En 1978, se había creado un ente preautonómico denominado Consejo General Vasco, al frente del cual estuvo, al principio, el peneuvista Juan de Ajuriaguerra, y, entre 1978 y 1979, el miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) Ramón Rubial. A este le sucedió quien de hecho se convirtió en el primer lehendakari elegido según el Estatuto de Autonomía, el también peneuvista Carlos Garaikoetxea. Desde 1985 hasta 1999 presidió el gobierno vasco otro dirigente del PNV, José Antonio Ardanza, sucedido por su compañero de partido Juan José Ibarretxe. Un acontecimiento de especial importancia se produjo en marzo de 2006, cuando ETA, por primera vez en su historia, efectuó un comunicado anunciando un “alto el fuego permanente”. |