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Resumen del libro de poemas titulado “Vivir con vida”, última publicación del poeta español Rafa Dedi. http://www.librovirtual.org/book/N1294961670/Vivir-con-vida RAFA DEDI (RAFAEL DE DIOS GARCÍA), poeta y actor, nació en Riaguas de San Bartolomé (Segovia) el año 1957. Primer Premio “Villa de Leganés” (Leganés, Madrid, 1981) con Nací para ser libre; Primer Premio “AGA” (Bilbao, 1984) con Corazones arrecidos; Primer Premio “AGA” (Bilbao, 1986) con Estación de penuria; Primer Premio “AGA” (Bilbao, 1992) con Hombres de polvo; Mención Honorífica “Ciudad de Miranda” (Miranda de Ebro, Burgos, 1995) con De los sotos al páramo; Primer Premio “Sindicato Nacional de Escritores Españoles” (1995) con Poemas a las cosas; “Medalla de Oro de San Isidoro de Sevilla” (Sindicato Nacional de Escritores Españoles, 1998). Nació en el campo, vive en el campo, ama al campo y la mayoría de sus poemas están dedicados al campo, aunque no ha dejado de lado ningún otro tema: el mar (vivió cinco años en Menorca), la libertad, el amor, la juventud, la vejez… Sus poemas más conocidos son los dedicados a las cosas: a un sobre, a un sombrero, a una jaula… Fue corresponsal y colaborador de “El Adelantado de Segovia”. Incluido en numerosas obras antológicas, es miembro de varias asociaciones y grupos culturales y colabora asiduamente en revistas y periódicos. Ha publicado los siguientes libros: Poe (1980); Nací para ser libre (1981); Segovia, mis raíces (1983); La promesa (1987); Hombres de polvo (1992); Si no fuera por ti (1994); Poemas de abatimiento (1995); De los sotos al páramo (1996); Poemas a las cosas (1996); Mar azul, mar negra (1998), Rafa Dedi, poemas (2000), Vivir con vida (2010). Algunos poemas de su libro Poemas a las cosas aparecen en los libros de lecturas (Calidoscopio, 4º y Perinola 5º de Primaria) de la editorial EDELVIVES y en los libros Idioma y Fantasía 4º e Idioma y Fantasía 5º, que publica la editorial DISTRIBUIDORA NORMA en Puerto Rico. EL LUGAR DONDE NACÍ En la vieja Castilla nací, con la sierra de Ayllón en el fondo, donde cuidan ganado y labores unos hombres sin nombre que nombro. Lo que llevan cargado en los hombros es un yugo, del que tiran fuerte; y su esfuerzo, tenaz y diario, el ganado y la tierra agradecen. Pero acaso no sea bastante lo que obtienen con tanto trabajo y paisanos que al campo querían terminaron un día marchando. En la vieja Castilla se llora a los muertos y a los muertos vivos. Cuando muera, que sea de muerte, que no sea por haberme ido. ESPERANZA Y volverán al cerro las endrinas, majuelas a las ramas del majuelo y moras a las zarzas con espinas. Y volverán las nuevas primaveras a llenar las terruchas y senderos de verdes esperanzas y acederas. No lloraré a los niños, ni a los viejos, ni lloraré el silencio de las eras, ni a las casas caídas de abandono… LOS NIÑOS Los niños son la sangre venidera que regará con sangre nuestros campos. Los niños son los corazones fuertes que latirán encima de corazones lacios. Los niños son la mano necesaria para obturar heridas y embestir con laureles al errátil futuro. Los niños son esas riberas verdes de nuestros ríos secos. Los niños son mañana, y en mi pueblo… ¡quedan tan pocos niños! LABRADORES Sus casas son de adobes, con pajar y con cámbara. Los suelos, embarrados y las paredes, albas. Al yugo de la tierra están yuncidos siempre. Su flor, la amapola y su triunfo, las mieses. Se mueven en los lomos de las caballerías, que cada vez que trotan tañen melancolías, y van por los caminos, cañadas y senderos, el grano de su vida sembrando en sus terrenos. Estirpe luchadora de seres olvidados que ven hasta del cielo sus campos castigados. Pero cómo los quieren que nadie se les lleva si cabe de sus vientres sacar cosechas nuevas. SECOS ESOS CAMPOS Donde hay cardos, siembra flores el labrador cuando siembra y, a veces, recoge cardos, regados por la tristeza. Secos esos campos: ojos de los hombres con sus penas; por haber llorado tanto y quedarse el alma seca. Se perdieron en el luto esperando primaveras, los honrados campesinos de los pueblos de mi tierra. Surco arriba, surco abajo, solos en el campo esperan. Van esparciendo la vida por una humilde cosecha. ¡Tantas son las malandanzas que los pueblos acarrean! Sol a sol echando horas y… ¡es tan mísera su hacienda! Tantas son que por amarte, sólo por amor se quedan; por tenerte a ti con ellos como erial y como vega. AMANECER Si el agua corre, es que hay niños que lo hacen correr. Si el viento sopla, es que hay niños que lo hacen soplar. Si amanece, es que ha nacido un niño. Agua estancada soy yo, la vejez. Tímido soplo, que apenas se ve. Día sin luz ni calor. Los niños tienen el sol y los aires. Los niños tienen la fuerza en los pies. Los niños suben al potro del viento y se levantan después de caer. Pero los viejos caminan despacio. Si tienen potro, no pueden subir. Van hacia donde les lleven los vientos y sólo esperan el cielo al morir. MI FLOR Toma, mujer, mi flor: la amapola. Las rosas son las flores de los otros. Toma, mujer, como mi sangre, roja: se la bebió en tu ausencia poco a poco. Toma, mujer: la reina de los campos. No conoció rosal que la quisiera. No sé por qué se me parece tanto. Sí que lo sé: es, como yo, de tierra. LO QUE YO AMO Yo amo lo sencillo, lo casero, a las gentes humildes, verdaderas, a las cosas pequeñas, a las eras, al rebaño que abreva en el venero, al niño que no sabe de dinero y a ti que, como yo, te desesperas por muchas haber sido las esperas y pocos los encuentros; por cochero, al viento que reviente las cadenas; salud, que no riquezas, por carroza; sonrisas por corceles y no penas; y aquí, donde la paz se vive y goza, quedar contra derrotas y condenas lo mismo que la mies sobre la broza. MI PUEBLO Mi pueblo es de secano (cereales…) y por agua, del cuerpo caluroso, el sudor repugnante y oneroso que les brota furioso a manantiales. Mi pueblo es de tocino, boina y peales y no de señorío primoroso. Mi pueblo, aunque sencillo, es más hermoso que los lugares faustos y reales. Te quiero, pueblo mío, con tus lares de adobe, con tus charcos y praderas, con tus páramos yermos y el plantío, con tus amontonados muladares, tus ejidos, tus hatos y tus eras… ¡y con tus sementeras, pueblo mío! EL RÍO DE MI PUEBLO Angosto porque sólo le llueven estrecheces. Ovillo que recoge los hilos de tristeza y va sin equipaje de ranas y de peces soñando los lugares a los que nunca llega. El río que conozco, callado y combatiente, que no es río corriente pues no lava ni riega. El río misterioso, que calla lo que siente y avanza con su poco caudal por la maleza. El río solitario, que fluye entre las mieses. El río, que no es río de cantos y de arena. El río campesino, que llora a los ausentes y lleva un viejo puente colgado a las acuestas. EL POLVO Polvo nuevo, polvo viejo… Polvo que al cielo camina. Levantar polvo es hacer brotar del suelo la vida. Son el polvo de los surcos y el polvo de los rebaños el aliento indispensable de la boca de los campos. Polvo viejo, poco polvo. Nubes inmensas el nuevo. De lo uno y de lo otro que tenga polvo mi pueblo. Eternamente orgullosos seguid al cielo elevando, sea mucho o sea poco, el polvo de vuestros pasos. NOCHES FELICES ¡Qué felices las noches en los bares pasándose el porrón de peripecias si sólo pintan copas en los aires! Y cuando pintan oros… ¡qué felices! Pero su palo casi siempre es otro y entre sus cartas pocos oros viven. Las de su palo son, ellos lo dicen, las espinas, las zarzas, el trabajo…; las de su palo son, aunque no pinten, las espadas clavadas en sus carnes; las de su palo son también los bastos, que les asestan golpes incontables. ¡Qué felices las noches en los bares con el porrón y, pinten lo que pinten, mirándose en la cara de los naipes! BAJO EL POLVO Bajo el polvo del camino los rebaños, bajo el polvo. Bajo el polvo de la tierra los labriegos. Bajo el polvo levantado por el paso de los tiempos. Muchas casas abatidas bajo el polvo de la ausencia y leve soplo de vida el polvo de las cosechas. EL NOMBRE DE MI PUEBLO Hoy todo es como es, nada es somero. Callado, pero lleno de canciones. Y se ven las estrellas en el cielo como ramos de flores. El aire que respiro es… impensable. Ayer respiraría de lo mismo, pero se vino aquí de las ciudades en busca de cariño. Con el polvo a la grupa del camino la gente va de albarcas, boina y peales; una pequeña bota con el vino y un corazón muy grande. Miro el reloj: parece que no corre. ¡Hoy la ciudad está tan bien tan lejos! ¡Tanta pradera!¡Tanta paz que dice el nombre de mi pueblo…! LOS MOZOS ¡Qué terrones más fuertes los mozos y qué solos haciéndose notar entre los surcos, sobresaliendo tanto y tanto del trágico nivel que la rastrilla imperante y mandataria de la senectud impuso! ¡Qué montones de polvo comprimido, irrompible por cualquier azadón que no sea el del tiempo; con el corazón roto por falta de lugar carnal donde ponerle sin que se hiciera daño! Ni todas las obradas de vastos pedregales, cuando sus uñas caven, negárseles podrán. Yo sufro por sus dedos, débiles, que no encuentran afirmación de hembra con la que hacer hogar. EL MUSGO DE LOS SUEÑOS Levanta el sol, se lleva las estrellas que la rosada en la pradera puso. Sobre el cuerpo mojado de las piedras y sobre las cortezas de los árboles, como hinchazón, sobresaliendo, el musgo. Al levantar el sol, sobre sus hilos se tienden a secar ropas y cuerpos. Sobre las piedras mira el campesino y sobre las cortezas de los árboles a ver si nace el musgo de los sueños. EL CAMPO Aquí arriba no tengo nada más que a la espiga; ancianos, que laboran los campos del recuerdo; la casa donde solo mi soledad habita; el aire, sano, puro y el plácido silencio. Aquí arriba es abajo, según decís vosotros, pero yo no comparto los dictámenes vuestros. Placeres y riquezas conozco a lo que obligan: aquí arriba es arriba por lo bien que me siento. Respiro sus perfumes, escucho sus sonidos, camino hasta sus cumbres, retorno cuando llego; y espero que concluya mi vida en estos pagos, al lado del arado mis surcos escribiendo. DEJADME LA PAZ Dejadme la paz, vivir en el campo. Quedaos la guerra de la gran ciudad. Tranquila existencia es lo que reclamo. Dinero es dinero, no felicidad. ¡Dejadme, dejadme, dejadme la paz! Porque yo... mirando las casas caídas, a los cuatro viejos que ya no se irán, a los que laboran y a los que se piensa que dentro de un tiempo también partirán, soy feliz. ¡Dejadme, dejadme la paz! EL GRANO DE LOS PUEBLOS El grano de los pueblos es la vida tranquila, respirar el aire puro. Aquí me vine porque aquí me curo, aquí encontrada la razón perdida. Allá la gente triste y abatida y un cielo cada día más oscuro. Aquí la claridad; y el campo duro, labrado por la mano dolorida. Al mundo no le queda otra salida: el campo, lo veréis, es el futuro. ESPERANZA Y VUELTA Ya no tienen sudor: todo lo echaron orgullosos a cambio de las mieses. En sus sueños, mugidos de las reses y cosechas que nunca terminaron. A marcharse de aquí les obligaron, deseosos de alzar sus intereses, pero fieles al campo y sus reveses a su tierra de siempre regresaron. A su tierra de ejidos y de arados, de simientes logradas y pedidas, de plantíos, de ríos y de prados. A la tierra que causa sus heridas y abarrota de flores sus collados. A su tierra, a sus campos, a sus vidas. HE DE SER He de ser corderillo que salta en el otero huyendo de la turbia mirada de la tierra y escaparme del hato que cuidan los pastores en busca de otros cerros, melgares y praderas. He de ser por mí mismo, hacer lo que deseo, caminar el camino de mis propias ideas; desnudarme del polvo que producen mis pasos y cubrirme del polvo que produzcan mis huellas. *** Para el que busca la felicidad, el campo es mi receta preferida, que no es vivir con más, sino con vida. |