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UNIDAD 3: LA LITERATURA MEDIEVAL
Se llama Edad Media a un larguísimo periodo de unos mil años que va desde el siglo V hasta finales del siglo XV. En Literatura, la Edad Media se extiende desde los primeros textos artísticos conocidos (jarchas mozárabes, del siglo XI; Cantar del Cid, siglo XII) hasta finales del siglo XV (La Celestina, 1499). Periodo que, sin embargo, no puede considerarse homogéneo. Es preciso contemplar los primeros siglos medievales de forma independiente respecto al siglo XIV, momento en que los valores medievales entran en crisis, y el siglo XV, considerado como Prerrenacimiento o etapa de transición al Renacimiento
Se trataba de una sociedad estamental caracterizada por: a) La sociedad estaba dividida en tres estamentos: el de los nobles, el de los eclesiásticos y el de los campesinos. Los dos primeros propietarios de la tierra y disponían de todos los privilegios, los campesinos eran los que trabajaban la tierra y entregaban parte del fruto a los señores a cambio de protección. Los nobles eran los encargados de defender militarmente a sus vasallos y la Iglesia se encargaba de la vida espiritual. b) Cada hombre nacía en una determinada situación social y difícilmente podría salir de ella. Era prácticamente imposible la movilidad entre los estamentos, excepto en el caso de los campesinos que podían acceder a formar parte del bajo clero. c) Esta estructura social se llamaba feudalismo y estaba basada en la creencia de que Dios ha creado así el mundo y no se puede cambiar. Esta organización social entró en crisis a partir del siglo XII, cuando las ciudades crecieron y se multiplicaron las rutas comerciales. Desde entonces, tuvieron más importancia los burgos (las ciudades) y sus habitantes, los burgueses, formaron una nueva clase social: la burguesía. 1.3. CULTURA MEDIEVAL 1.3.1. Cultura escrita Durante todos estos siglos la cultura escrita se refugió en los monasterios, donde los monjes se encargaron de conservar y transmitir los saberes de la Antigüedad. Allí se copiaban a mano los libros (manuscritos), que eran, por ello, poco abundantes. La cultura, como la sociedad, se considera inamovible y todo es así porque de ese modo lo ha creado Dios. La cultura medieval es teocéntrica, considera que Dios es el centro, el origen y el destino de todas las cosas. Con el tiempo, la cultura dejó de estar unida necesariamente a la Iglesia. Aparecieron durante los siglos XII y XIII las primeras universidades, en cuyas bibliotecas eran muy leídos los autores antiguos. 1.3.2. Cultura popular Se trataba de una cultura no escrita, de transmisión oral, una cultura pagana que todavía no había desaparecido con la extensión del cristianismo. Lógicamente, ha llegado hasta nosotros a través de referencias, copias o alusiones de autores cultos. Se trata de una cultura propia de una sociedad agrícola, muy ligada a los ciclos de la naturaleza y muy vitalista.
En la Península Ibérica, desde la llegada de los árabes en el año 711, existen durante la Edad Media una zona musulmana al Sur y diversos reinos cristianos al Norte. Estos van progresivamente extendiéndose hacia el Sur. Por ello en Castilla, en Aragón y en Al-Andalus convivieron gentes de tres culturas y tres religiones: cristiana mahometana y judía. La convivencia de las culturas cristiana, mahometana y judía determinó y enriqueció la cultura hispana. En la cultura de los reinos cristianos fue muy grande la influencia de la cultura islámica, debido a su superioridad en todos los campos del saber (astronomía, matemáticas, medicina…). La cultura europea también influyó en la cultura peninsular; por ejemplo, el influjo francés fue muy acusado a través del camino de Santiago. Y la estrecha relación del reino de Aragón con Italia facilitó el intercambio de ideas. A partir del siglo XIV se rompió la armonía medieval y se extendió el antisemitismo, que culminaría con la expulsión de judíos y moriscos de la península ibérica. Lingüísticamente, el latín, que siglos antes había sustituido en la Península Ibérica a todas las lenguas prerromanas con la excepción del vasco, fue adquiriendo particularidades que lo hicieron diferente según las zonas, lo que dio lugar a las diversas lenguas románicas. Aunque el castellano se extendió por el predominio político de Castilla, el latín siguió usándose como lengua de cultura hasta mucho más tarde.
Son los más antiguos testimonios de la lírica oral peninsular en la Edad Media. Son breves composiciones líricas, escritas en mozárabe, la lengua derivada del latín que se hablaba en territorio musulmán, hoy desaparecida. Estos poemillas se transmitieron oralmente y algunos de ellos quedaron recogidos en textos cultos escritos en su lengua por poetas árabes y hebreos andalusíes, en los siglos XI y XII. No fueron descubiertas hasta el año 1948 porque, aunque las palabras eran mozárabes, las letras eran árabes (a esta forma de escribir se llama aljamiado) y a simple vista no se podían distinguir del resto. Así, tomaban la jarcha, escribían una moaxaja larga con el mismo tema y copiaban al final la canción tradicional. Las jarchas muestran gran parecido con otros poemas peninsulares y europeos: tema amoroso, canciones puestas en boca de una mujer, sencillez expresiva, versos cortos. Ciertos aspectos las podrían acercar al mundo oriental: el ambiente urbano, el erotismo de ciertas composiciones, la desenvoltura y el atrevimiento de las mujeres. En cuanto a la forma, son muy simples: poemas de dos, tres o cuatro versos; los versos suelen ser cortos y con rima asonante y, a veces, tosca, puesto que repiten la misma palabra al final de dos versos. La gramática usa todos los métodos de actualización: es siempre un diálogo entre el “yo”, la joven, y alguien, un “tú/vosotros”, aunque nunca leemos la respuesta. Es un lirismo directo, donde se expresan abiertamente las emociones, por ello abundan los vocativos con los que la mujer se dirige a su amado (habib, sahhara…), a su madre o a sus hermanas. La emoción se expresa igualmente con el uso de diminutivos de carácter afectivo (hermanitas, boquita…), interrogaciones y exclamaciones y un vocabulario apasionado y sentimental.
Las cantigas de amigo más antiguas son del siglo XII. Comparten muchos rasgos con las jarchas: por ejemplo, el tema amoroso y la voz femenina. Sin embargo, también existen importantes diferencias: mayor extensión, estrofas encadenadas mediante el uso de paralelismo, continuas referencias a la naturaleza, que revelan la realidad campesina y marinera de Galicia, frente al ambiente urbano mozárabe. La forma característica de las cantigas de amigo es la canción paralelística, basada en el paralelismo1. El paralelismo es el artificio esencial al que se pliegan los demás elementos, tanto métricos como temáticos y estilísticos. Conviene resaltar también el empleo del estribillo como elemento estructurador, así como el uso del llamado leixa-prén (“toma y deja”), característico de la poesía gallega, es decir, en la tercera estrofa se vuelve a repetir un verso de la primera. Un rasgo esencial del paralelismo de las cantigas de amigo es su inmovilidad, las cantigas tienen una progresión narrativa mínima, apenas cuentan nada, limitándose a repetir los mismos elementos añadiendo pequeñas variaciones.
En una sociedad fundamentalmente iletrada, el verso es anterior a la prosa, pues los textos se debían transmitir de memoria y el verso, unido a la música, favorecía esa memorización. La poesía lírica se expresaba a través de canciones y bailes. La poesía épica también iba acompañada a menudo de música. Ambas, lírica y épica, eran difundidas por los juglares, cantores y actores que divertían a las gentes en pueblos y castillos. De ahí que se denomine mester de juglaría (oficio de juglares) a la “escuela literaria” de los juglares. Las características de las obras del mester de juglaría son:
La épica: los cantares de gesta Los poemas épicos cuentan sucesos de carácter histórico, aunque con muchos elementos totalmente inventados. Estos poemas recibían el nombre de cantares de gesta porque se recitaban o cantaban acompañados de una melodía y porque relataban gestas o hazañas de grandes héroes. En la Europa medieval fueron frecuentes. Destacan el francés Cantar de Roldán y el alemán Cantar de los Nibelungos. Aunque debieron de ser más numerosos, apenas conocemos hoy cantares de gesta en castellano. El más importante es, desde luego, el Cantar de mio Cid. Nuestro cantar de gesta conservado: El Cantar de mío Cid Texto, autoría y fecha de composición El Cantar de Mío Cid se conserva en un manuscrito de la Biblioteca Nacional copiado en el siglo XIV. Consta de 3730 versos. Se ha perdido el primer folio del manuscrito. Al final del manuscrito un tal Per Abbat indica que los escribió en 1207. Al parecer, Per Abbat solo fue el copista. En cuanto a su fecha de composición, hay quien piensa que, tras diversas refundiciones, el texto que hoy conocemos sería de hacia 1140 y obra de dos o más juglares. Para otros, sin embargo, la unidad y la perfección del texto hacen suponer un único autor culto. Argumento La obra se basa en la parte final de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar (h. 1043-1099), caballero de la corte de Sancho II de Castilla, quien, tras la muerte de su señor, pasó a servir a Alfonso VI. Los hechos narrados se refieren a sucesos posteriores a 1081, año en que el rey Alfonso desterró al Cid, acusado del robo de la recaudación de unos impuestos. El tema del cantar: la recuperación de la honra del héroe El Cantar desarrolla tres líneas narrativas entrelazadas, usuales en la épica, y en especial, en la épica castellana.
El protagonista del Mío Cid El Cantar de Mío Cid es un relato de protagonista, lo que constituye un rasgo común en la poesía épica medieval. Este protagonista es Rodrigo Díaz de Vivar. El resto de los personajes giran y están planteados en torno a la figura principal. Tanto así que todos se pueden englobar en un grupo o personaje colectivo.
Es un personaje histórico, pero nos interesa la versión literaria que de él nos ofrece el poema. En primer lugar, se trata de un protagonista muy complejo y matizado. Frente al carácter poco complejo de la mayoría de los héroes épicos, el Cid es un protagonista de rica personalidad, con sentimientos de dolor, de alegría, de cólera, etc. que acercan al héroe a su público. No es un héroe cliché dotado única y exclusivamente de fuerza y valor sobrehumanos, aunque sí posee rasgos de los tradicionales en esta clase de personajes. Por supuesto, el Cid es un excelente guerrero: es fuerte, valiente, animoso, fiel y atento con sus compañeros de armas. Respeta el orden establecido, particularmente en lo que se refiere a la autoridad real, y es justo y equitativo. A la fuerza física se le añade la fuerza moral que hace de él un “jefe” o “caudillo” y le permite sobreponerse a los grandes reveses que sufre en su vida y de los que sale reforzados. Una de las notas dominantes del carácter del protagonista es la mesura, es decir, su equilibrio emocional y su capacidad para actuar en cada momento como es preciso. Frente al héroe épico típico de las gestas al que sólo le importa la gloria, el Cid supera todas las dificultades dando muestras de prudencia. El Cid se caracteriza además por su sentido práctico: se ocupará de todas las cuestiones prácticas (el dinero, la protección de su familia) con astucia y sagacidad. Con sus hijas y con su mujer se muestra como un padre y un esposo generoso, atento y muy cariñoso Por último, se muestra como un caballero cristiano: se encomienda a Dios o a la Virgen en los momentos de dificultad y siempre les agradece todo lo bueno que le ocurre, sin perder la fe ni siquiera en los momentos más duros. Estructura literaria Organización del texto: Partes del Cantar El poema se ha dividido modernamente en tres partes o cantares: - Cantar del destierro: Narra los sucesos acaecidos desde la partida de Vivar hasta la victoria del Cid sobre el conde de Barcelona. (1084 versos conservados) - Cantar de las bodas: Se extiende desde el comienzo de la campaña levantina hasta las bodas de las hijas del Cid con los infantes de Carrión. (1183 versos conservados) - Cantar de la afrenta de Corpes: Abarca desde la escena del león hasta el desenlace de la historia, con el triunfo final de Rodrigo. (1443 versos conservados) La lengua del poema Destaca por su claridad, lo que es lógico porque los oyentes del poema eran normalmente analfabetos. Los rasgos del texto tienen que ver con la transmisión oral del poema:
Respecto a al métrica, los 3730 versos del Cantar se agrupan en series de versos, o tiradas, de desigual extensión, con la misma rima asonante. Los versos son irregulares, esto es, sin medida fija, y están divididos en dos partes, o hemistiquios, por una fuerte pausa intermedia, o cesura, que suele representarse con una separación central. El hemistiquio más frecuente suele tener ocho sílabas, aunque los hay de muchas otras medidas. La asonancia no siempre se respeta, a veces se logra mediante la adición de una /e/ llamada paragógica. 1 Paralelismo: repetición de construcciones similares en dos o más versos o grupos sintácticos. |
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![]() | «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1971. Considerado uno de los veintiséis... | ![]() | |
![]() | ![]() | «¿Qué hay?». Puede además responderse en una sola palabra: «Todo», y todos aceptarán esta respuesta como verdadera. Sin embargo,... | |
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