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HISTORIA Y GEOGRAFIA DE AREQUIPA SEMANA 35 – 4º SECUNDARIA Cuna de hombres ilustres y testigo de innumerables acciones heroicas en pos de la libertad nacional, Arequipa es uno de los departamentos con mayor protagonismo en la historia del Perú. Por otro lado, Arequipa es una tierra bendecida por su espléndida geografía y hermosas ciudades que ofrecen al viajero todas las facilidades para una grata estadía. Ya sea en el sorprendente valle del Colca, con sus andenes y sus iglesias coloniales frecuentadas por hombres y mujeres collaguas y cabanas; en sus nevados, que encierran antiguos misterios como el de la “Momia Juanita” y el del nacimiento del río Amazonas; en el Cañón de Cotahuasi —el más profundo del mundo—, en el valle de los volcanes de Andagua, en los balnearios de Mollendo y Camaná, en el valle de los olivos de Yauca o en la misma “Ciudad blanca”, un cúmulo de tradiciones, fiestas, sabores, paisajes y expresiones artísticas y de desarrollo regional hacen de este departamento el mejor sinónimo del progreso entre los pueblos del Perú. El departamento de Arequipa presenta diversos climas en su territorio, que van desde cálido y templado (propios de la costa) hasta el glaciar y de nieves perpetuas (en las altas montañas). Es cálido en la costa, con atmósfera húmeda y pocas precipitaciones. A los mil metros de altitud, el clima varía de templado-cálido a templado, templado-frío y frío en las montañas que dominan el paisaje; la variación de la temperatura es notoria entre el sol y la sombra y entre el día y la noche. En las altas punas la temperatura desciende considerablemente, superando sólo en el mes más cálido los 0ºC. Pero se debe tener en cuenta que este promedio puede variar durante el año. Son frecuentes las precipitaciones de nieve, con mayor incidencia en los meses de julio y agosto, fenómeno que causa grandes pérdidas económicas entre los agricultores y ganaderos de la región. Las lluvias en la región andina caen regularmente entre los meses de enero y marzo. En la costa son frecuentes las lloviznas o garúas, así como las neblinas a ras del suelo. En el Océano Pacífico desembocan los principales ríos arequipeños, nacidos en su mayoría de la Cordillera de Chila. El Acarí y el Yauca nacen al sur del departamento de Ayacucho. El Ocoña y el Camaná también pertenecen a la cuenca del Pacífico. El Quilca se forma de la confluencia de los ríos Sihuas y Vítor; este último es llamado Chili a su paso por la ciudad de Arequipa. Al sur del departamento desemboca el río Tambo, que tiene su origen en Moquegua. En las cumbres del nevado Mismi (5 597 metros sobre el nivel del mar), en la Cordillera de Chila, se ha podido comprobar el nacimiento del río Amazonas, descubrimiento que lo convierte en el más largo y caudaloso del mundo. En su nacimiento se llama Carhuasanta y en su recorrido adopta los nombres de Santo Tomás, Apurímac, Ene, Tambo, Ucayali y finalmente Amazonas. El mar de Grau baña los 430 kilómetros de litoral arequipeño, el más extenso del país y el que presenta mayor uniformidad. Sus aguas tienen temperaturas relativamente frescas, fenómeno producido por el afloramiento de aguas profundas. Si bien casi no existen bahías ni penínsulas, en cambio sí son frecuentes los acantilados y playas, algunas de éstas de varios kilómetros de extensión. La estrecha franja costera del departamento está limitada por el Océano Pacífico y por las estribaciones andinas. Su ancho depende de cuán cerca o lejos se encuentren las estribaciones del litoral, que van desde los 5 km en Punta Lobos (Atico) hasta los 60 km al norte de Mollendo. Un sistema de colinas y elevaciones propias, denominado Cordillera de la Costa, sobresale en la región sur y también afecta a los departamentos de Moquegua y Tacna, con altitudes variables que oscilan entre 1 000 y 1 500 metros sobre el nivel del mar. Las pampas, terrenos llanos y áridos de ancho variable, están ubicadas entre los macizos cordilleranos y andinos y son muy comunes en el paisaje del departamento. Por sus valles costeros, que recorren el territorio de norte a sur, discurren ríos de carácter regular o estacional, constituyendo el sistema de drenaje de la región. Sobresalen los valles de Acarí, Ocoña, Camaná, Majes, Tambo, Yauca, Chala, Atico, Pescadores y Quilca, dedicados principalmente a la explotación de recursos agropecuarios. La rama occidental de la Cordillera de los Andes atraviesa el departamento en su parte media. Forma en su pendiente mesetas con diferentes altitudes, albergando valles angostos y pequeños y profundos cañones como el del Colca y el del Cotahuasi. Está coronada por grandes cumbres que van desde los 3 000 hasta los 6 000 metros sobre el nivel del mar, generalmente cubiertas de hielo y nieves perpetuas. La mayoría de estas elevaciones son conos volcánicos, como el Misti, Chachani, Pichu Picchu, Ampato, Coropuna, Solimana, Mismi y Sabancaya (este último, en actividad desde 1985). La región occidental de los Andes sureños es conocida también como Cordillera Volcánica. El departamento de Arequipa fue creado por ley del 26 de abril de 1822 sobre el antiguo territorio de la intendencia de Arequipa, creada en 1784. Su capital es la ciudad de Arequipa, y es la más importante del país después de Lima. El departamento de Arequipa posee una población de 1 072 958 habitantes (según estimaciones del INEI para el año 2000), repartida en ocho provincias y 107 distritos. Provincias: Arequipa, Camaná, Caravelí, Castilla, Caylloma, Condesuyos, Islay y La Unión. La ciudad de Arequipa tiene una antigüedad de más de 450 años. Durante la Colonia fue una de las principales ciudades del sur del virreinato peruano, junto con Ayacucho (Huamanga), Cuzco, Puno, Charcas y Potosí, y ya para las postrimerías del periodo colonial se había convertido en la ciudad comercial más importante del sur peruano. La intendencia de Arequipa abarcaba el actual territorio de los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna, además de Arica y Tarapacá. Luego de la Guerra con Chile, Arequipa modificó su territorio hasta lo que actualmente ocupa, sin mayores cambios durante el siglo XX. Arequipa es uno de los departamentos que más ha contribuido en la construcción histórica del Perú. Desde tiempos prehispánicos, diversas poblaciones se han asentado en su territorio y dejado vestigios de su paso, como los famosos petroglifos de Toro Muerto, o diversos emplazamientos ahora sumamente deteriorados, como los de la cultura Churajón. Los incas, al dominar la región en tiempos de Mayta Cápac, sometieron a los distintos grupos —collaguas, yanahuaras o yarabayas— hasta la llegada de los españoles en 1532. Durante la Colonia, la importancia de Arequipa la hizo merecedora de los más variados títulos. Igualmente, su economía era próspera por ser el eje de la región sur del virreinato peruano. El comercio era la actividad más importante y, durante la era republicana, la economía sureña se vio fuertemente favorecida por la exportación de lanas y otros bienes hacia las grandes potencias mundiales, a cambio de mercancías principalmente de procedencia inglesa y estadounidense. Dicha política de intercambio, prácticamente sin restricciones, no convenía a otras regiones del país, como Lima y la costa norte, que se beneficiaban más bien de una económica dirigida desde la capital que restringía las importaciones a través de aranceles elevados y favorecía la exportación de productos como la plata y el azúcar. Aún así, en su vida republicana Arequipa nunca perdió el protagonismo. Desde este territorio se produjeron las más importantes revueltas y alzamientos durante la mayor parte del siglo XIX y la mitad del XX, en pos de la libertad, de la justicia y de importantes reivindicaciones regionales. Arequipa ha desarrollado desde siempre un papel importante en el desarrollo cultural y artístico del Perú. Sus principales promotores han trascendido el ámbito regional e incluso el nacional. Uno de sus creadores más importantes fue el poeta Mariano Melgar (1790-1815), célebre por sus dolidos yaravíes, que evocan los cantos de los mitimaes incas. Otros intelectuales dignos de mención son Francisco Mostajo (1874-1953), Mariano Felipe Paz Soldán (1821-1886), Percy Gibson (1885-1960), Víctor Andrés Belaúnde (1883-1966), César Atahualpa Rodríguez (1890-1937), Augusto Aguirre Morales (1888-1957), Alberto Hidalgo (1897-1967) y Guillermo Mercado (1904-1983). En este nuevo siglo, indudablemente el narrador Mario Vargas Llosa es la figura más destacada, seguido por otros poetas y narradores como Pedro Cateriano, Cesáreo Martínez, José y Alonso Ruiz Rosas y Oswaldo Chanove (grupo Ómnibus). Otros dos intelectuales de prestigio son los investigadores Antonio y Jorge Cornejo Polar. En la pintura hubo varios artistas coloniales que se inspiraron en escenas religiosas; lamentablemente, sus obras están dispersas en colecciones privadas y no existe un catálogo completo con sus nombres. Un pintor cumbre fue Jorge Vinatea Reinoso (1900-1931). Otros artistas importantes son el retratista Luis Palao, Ramiro Pareja, Mauricio Guinassi y José Ricketts. En la fotografía destacan Alicia Benavides, Roberto Fantozzi y Fernando La Rosa, quienes expresan su admiración por la tradición inaugurada por los hermanos Vargas, fotógrafos de reconocida trascendencia. El departamento de Arequipa, gracias a su especial posición geográfica, ha sabido combinar los elementos costeños y andinos, formando una identidad regional, propia y única en todo el Perú, presente en todas las manifestaciones populares, artísticas y culturales. Su folclor es muestra de ese mestizaje, recogido también por las tradiciones que desde hace más de 400 años se han ido fundiendo en el poblador arequipeño. Sus principales muestras son fiestas como Semana Santa, la Virgen de Chapi o las peleas de toros y de gallos tan populares y propias de Arequipa. También lo son las celebraciones en provincias, que se distinguen por un despliegue único de color y coreografía. La gastronomía es un placer que no puede dejarse de lado: rocoto relleno, ocopa a la arequipeña, adobo, anisados, té piteado y los exquisitos dulces de La Ibérica ofrecen un excelente panorama del buen comer en esta región. Arequipa perteneció al Tahuantinsuyo en los tiempos incaicos y, según cuenta la leyenda, le debe al inca Mayta Cápac su nombre actual. La frase “Sí, quédense” (Ari quepay, en lengua quechua) es puesta en boca del Inca al dirigirse a su ejército para confirmar la región como zona de reposo de sus huestes. Arequipa fue una región importante para los incas, porque en ella se encontraban los collaguas, grupo étnico emparentado con los collas del Altiplano, célebres por sus técnicas agrícolas como las andenerías utilizadas en el valle del Colca. Otros grupos importantes fueron los yanahuaras, los chumbivilcas, los kuntis de Cabana, los yarabayas y cupoatas. Uno de sus principales centros arqueológicos es Quebrada la Vaca (o Waca), también llamado Puerto Inca, en la costa de Caravelí (kilómetro 603 de la Panamericana sur). Se afirma que desde ahí se transportaba el pescado para el Cuzco. En el lugar hay canchas para el secado y salado de peces e instalaciones que hacen pensar en embarcaderos, zonas residenciales y varias tumbas. Por allí también pasaba el Camino Inca o Capacñan de la costa. Sin embargo, los restos incaicos más importantes no son precisamente los arquitectónicos, sino los correspondientes al sacrificio de una joven inca de 14 años, a quien han bautizado como la “Dama de Ampato” o “Juanita”. La momia fue encontrada en excelente estado de conservación en la cima del nevado Ampato (6 310 msnm), considerado un santuario de altura. Se estima que fue sacrificada como parte de la ceremonia ritual del Cápac Cocha, realizada periódicamente para aplacar la ira del volcán Sabancaya. “Juanita” fue encontrada envuelta en textiles y acompañada de figurillas humanas, animales en miniatura, vajilla y joyas. Entre los estilos locales sobresale Churajón, ruinas a 50 km de la ciudad de Arequipa, descubiertas en 1931 por monseñor Bernedo Málaga, quien encontró tumbas, chullpas y diversas piezas cerámicas. Sus investigaciones están reunidas en el libro titulado La cultura Puquina. Este famoso centro arqueológico es constantemente estudiado por investigadores nacionales y extranjeros. El complejo está rodeado por varios cerros, cubiertos casi en su totalidad por andenerías de diverso tamaño. La cerámica presenta seis fases diferenciadas: Churajón sencillo polícromo, englobado, bícromo, polícromo, tres cruces polícromo y modelado. La presencia española en la región arequipeña se puede rastrear desde la llegada de Francisco Pizarro a territorio peruano (1532), fecha en la que empezaron las expediciones enviadas a los curacazgos del sur. Estos viajes-visita se realizaban con el fin de obtener mayores datos acerca del Tahuantinsuyo y repartir tierras y encomiendas de indios a los conquistadores. Así, antes de su fundación, Arequipa ya tenía varias encomiendas. Hacia 1539 se fundó, por orden de Francisco Pizarro, la primera ciudad en Arequipa: Camaná, con el nombre de Villa Hermosa, pero ese mismo año se decidió trasladarla a otra región, porque en ella se desató un brote de paludismo, aunque también se afirma que fue por intereses fundamentalmente económicos. La historia de la fundación de la ciudad de Arequipa es aún motivo de discrepancia entre los historiadores. Tras varios traslados, el 20 de julio de 1540, se decidió ubicarla a la orilla izquierda del río Chili. La Villa Hermosa se volvió a fundar definitivamente en el valle de Arequipa y a su cargo estuvo Garcí Manuel de Carbajal, quien efectuó el mandato de Pizarro el 15 de agosto de ese mismo año. A partir de este momento, Arequipa ocuparía un lugar preponderante en la administración colonial. Con el tiempo llegó a convertirse en el principal centro económico del sur del país. Su importancia como núcleo urbano la hizo merecedora de los títulos de ciudad, escudo de armas, muy noble, muy leal, fidelísima y al tratamiento de excelencia, distinguiéndose entre las otras ciudades de la Colonia. Durante su vida virreinal, la ciudad de Arequipa contó con una importante población española que a la postre influyó en su posición frente a la independencia. En 1791, según censo realizado durante el gobierno del virrey Gil de Taboada y Lemus, se registraron 37 241 habitantes, de los cuales 22 207 eran españoles, 4 980 mestizos, 5 929 aborígenes y 4 125 negros y castas. A pesar del altísimo porcentaje de españoles, eran pocos los que tenían puestos administrativos o títulos nobiliarios y la mayoría de ellos se dedicaba al comercio o a las actividades agropecuarias. Por ello, Arequipa era un importante productor de vid y algodón. Muchos obrajes se encontraban también en la región y comercializaban sus productos con el Alto Perú (actual República de Bolivia), creando una poderosa elite comercial que extendía sus vínculos de parentesco con las ricas e influyentes familias potosinas y bonaerenses. Posteriormente, las reformas borbónicas implantadas por el rey Carlos III, en especial la creación del Virreinato del Río de la Plata (1776), causaron gran malestar entre los comerciantes y arrieros, que se vieron perjudicados por los nuevos impuestos que debían pagar. En 1780, la rebelión de Túpac Amaru II causó temor en la población blanca o criolla y exaltación en los grupos indígenas que habitaban la ciudad arequipeña. El cacique de Tungasuca, Surimana y Pampamarca había enviado cuatro documentos que buscaban la adhesión de la muy noble ciudad de Arequipa, exhortando a la población a sacudirse de ese “yugo fuerte que les oprime de tanto pecho (impuestos) y tiranía”. El levantamiento tupamarista causó diversas reacciones, pero las rápidas intervenciones de la milicia virreinal sofocaron los pequeños levantamientos que se produjeron en territorio arequipeño. En 1784, cuatro años después de la sofocada rebelión de Túpac Amaru, se crearon las intendencias, como parte de las reformas administrativas dentro del virreinato peruano. Las intendencias buscaban contribuir con la centralización administrativa y con la unidad que tanto deseaba la Corona. Con ella se recortaba poder al virrey, siendo la idea principal que éste se convirtiera en un funcionario más. Bajo este concepto fue creada la intendencia de Arequipa (1784), que por su riqueza y tradición fue una de las más importantes del Perú. Comprendía los partidos de Camaná, Moquegua, Arica, Tarapacá, Caylloma y Condesuyos. A pesar de existir la audiencia del Cuzco, la intendencia arequipeña siguió dependiendo de la poderosa Audiencia de Lima hasta 1821. Ya para esa fecha Arequipa poseía una autonomía regional con gran influencia en el sur andino. Esta autonomía se complementaba con la identidad que el poblador arequipeño sentía con su región, ello debido a muchas causas, como el aislamiento geográfico que sufrió desde su fundación respecto de Lima y del norte peruano. Surgió un mestizaje cultural excepcional, a pesar de que en Arequipa la concentración de población española era sumamente alta. Este factor incidió en la dirección que tomó Arequipa respecto de la independencia. Después del alzamiento de Túpac Amaru y la radicalización que Túpac Catari hizo de la revuelta, la población se sintió amenazada ante otros posibles levantamientos indígenas. La búsqueda de seguridad llevó a gran parte de la población a apoyar a los realistas, que eran sinónimo de orden y mantenimiento del sistema establecido. Sin embargo, económicamente preferían la libertad y la independencia, para poder comerciar libremente por todo el sur andino. |