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1. ORACIÓN PRIMERA AL HACEDOR Jailli1 recopilado por Cristóbal de Molina en Fábulas y ritos de los incas (1575) Raíz del ser, Viracocha2, Dios siempre cercano, Señor de vestidura deslumbradora. Dios que gobierna y preserva, que crea con sólo decir: "sea hombre, sea mujer". El ser que pusiste y criaste, que viva libre y sin peligro. ¿Dónde te encuentras? ¿Fuera del mundo, dentro del mundo, en medio de las nubes o en medio de las sombras? Escúchame. Respóndeme. Haz que viva por muchos días, hasta la edad en que deba encanecer. Levántame, tómame en tus brazos. Y en mi cansancio auxíliame, dondequiera que estés, Padre Viracocha. 2. LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL SITIO DE TENOCHTITLÁN Poema indígena del siglo XVI, compilado en Visión de los vencidos de Miguel León Portilla Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, nosotros lo admiramos. Con esta lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados. En los caminos yacen dardos1 rotos, los cabellos están esparcidos. Destechadas están las casas, enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan2 por calles y plazas, y en las paredes están salpicados los sesos. Rojas están las aguas, están como teñidas, y cuando las bebimos, es como si bebiéramos agua de salitre. Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe3, y era nuestra herencia una red de agujeros. Con los escudos fue su resguardo, pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad. Hemos comido palos de colorín, hemos masticado grama4 salitrosa, piedras de adobe, lagartijas, ratones, tierra en polvo, gusanos . . . Comimos la carne apenas, sobre el fuego estaba puesta. Cuando estaba cocida la carne, de allí la arrebataban, en el fuego mismo, la comían. Se nos puso precio. Precio del joven, del sacerdote, del niño y de la doncella. Basta: de un pobre era el precio sólo dos puñados de maíz, sólo diez tortas de mosco1; sólo era nuestro precio veinte tortas de grama salitrosa. Oro, jades2, mantas ricas, plumajes de quetzal3, todo eso que es precioso, en nada fue estimado… 3. DE LA ISLA DE CUBA Fragmentos de Brevísima relación de la destrucción de las Indias, por Fray Bartolomé de Las Casas (1484-1566) El año de mil y quinientos y once pasaron a la isla de Cuba, que es como dije tan luenga4 como de Valladolid a Roma (donde había grandes provincias de gentes), comenzaron y acabaron de las maneras susodichas5 y mucho más y más cruelmente. Aquí acaecieron6 cosas muy señaladas. (...) Este cacique7 y señor anduvo siempre huyendo de los cristianos desde que llegaron a aquella isla de Cuba, como quien los conocía, y defendíase cuando los topaba, y al fin lo prendieron8. Y sólo porque huía de gente tan inicua y cruel y se defendía de quien lo quería matar y oprimir hasta la muerte a sí y toda su gente y generación, lo hubieron vivo de quemar. Atado a un palo decíale un religioso de San Francisco, santo varón que allí estaba, algunas cosas de Dios y de nuestra fe, (el cual nunca las había jamás oído), lo que podía bastar aquel poquillo tiempo que los verdugos le daban, y que si quería creer aquello que le decía iría al cielo, donde había gloria y eterno descanso, y si no, que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. Él, pensando un poco, preguntó al religioso si iban cristianos al cielo. El religioso le respondió que sí, pero que iban los que eran buenos. Dijo luego el cacique, sin más pensar, que no quería él ir allá, sino al infierno, por no estar donde estuviesen y por no ver tan cruel gente. Esta es la fama y honra que Dios y nuestra fe ha ganado con los cristianos que han ido a las Indias. Una vez, saliéndonos a recibir con mantenimientos1 y regalos diez leguas de un gran pueblo, y llegados allá, nos dieron gran cantidad de pescado y pan y comida con todo lo que más pudieron; súbitamente se les revistió2 el diablo a los cristianos y meten a cuchillo en mi presencia (sin motivo ni causa que tuviesen) más de tres mil ánimas que estaban sentados delante de nosotros, hombres y mujeres y niños. Allí vi tan grandes crueldades que nunca los vivos tal vieron ni pensaron ver. (...) Después de que todos los indios de la tierra de esta isla fueron puestos en la servidumbre y calamidad de los de la Española, viéndose morir y perecer sin remedio, todos comenzaron a huir a los montes; otros, a ahorcarse de desesperados, y ahorcábanse maridos e mujeres, y consigo ahorcaban los hijos; y por las crueldades de un español muy tirano (que yo conocí) se ahorcaron más de doscientos indios. Pereció de esta manera infinita gente. (...) En tres o cuatro meses, estando yo presente, murieron de hambre, por llevarles los padres y las madres a las minas, más de siete mil niños. Otras cosas vi espantables. 4. SENSEMAYÁ3 (CANTO PARA MATAR A UNA CULEBRA4) Nicolás Guillén (cubano, 1902-1989) ¡Mayombe - bombe - mayombé! ¡Mayombe - bombe - mayombé! ¡Mayombe - bombe - mayombé! La culebra tiene los ojos de vidrio; la culebra viene y se enreda en un palo; con sus ojos de vidrio, en un palo, con sus ojos de vidrio. La culebra camina sin patas; la culebra se esconde en la yerba; caminando se esconde en la yerba, caminando sin patas. ¡Mayombe - bombe - mayombé! ¡Mayombe - bombe - mayombé! ¡Mayombe - bombe - mayombé! Tú le das con el hacha, y se muere: ¡dale ya! ¡No le des con el pie, que te muerde, no le des con el pie, que se va! Sensemayá, la culebra, sensemayá. Sensemayá, con sus ojos, sensemayá. Sensemayá, con su lengua, sensemayá. Sensemayá, con su boca, sensemayá. ¡La culebra muerta no puede comer; la culebra muerta no puede silbar; no puede caminar, no puede correr! ¡La culebra muerta no puede mirar; la culebra muerta no puede beber; no puede respirar, no puede morder! ¡Mayombe - bombe - mayombé! Sensemayá, la culebra… ¡Mayombe - bombe - mayombé! Sensemayá, no se mueve… ¡Mayombe - bombe - mayombé! Sensemayá, la culebra… ¡Mayombe - bombe - mayombé! ¡Sensemayá, se murió! 5. EL ZORZAL1 (DIRECTOR DE ORQUESTA) Lorenzo Aillapán (mapuche-chileno, 1940) De todas las melodías y canciones de la tierra capto sus esencias con gran deseo llevo sabor alegre a la gente que vive hace diez mil años que circundo este canto magistral canto en las estaciones de las flores que comienzan en Primavera en la frondosa orilla de los lagos del Maule al Sur resalta mi canto en el campo montañoso. With will ki ki with will ki tañi üy with will ki ki with will ki ki tañi üy. Es la música y su lenguaje de mi bendita canción con notas melódicas surgen compases muy variados al canto y la danza sencilla el director de orquesta invita a los seres nuevos, a las guaguas les silbo la guagua se amamanta al compás del silbido la guagua toma leche al compás del silbido. With will ki ki with will ki ki moyoy ta püñeñ with will ki ki with will ki ki lügchituy ta püñeñ. Cantando digo: vida, alegría, amor entre canciones y baile por el aire a los oídos saludo al humano así, a los que cuidan a sus niños a los que están vivos, gracias a la naturaleza virgen Chülle mapu, paraíso terrenal de Cordillera a Mar de Norte a Sur rejuvenece al volver a la espiritualidad. With will ki ki with will ki ki pürüy ta püñeñ with will ki ki with will ki ki ülkantuy ta püñeñ. 6. LOS NADIES Eduardo Galeano (uruguayo, 1940) Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros1 la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba2. Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre3, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja4 de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata. 7. UN HOMBRE PASA CON UN PAN AL HOMBRO César Vallejo (peruano, 1892-1938) Un hombre pasa con un pan al hombro. ¿Voy a escribir, después, sobre mi doble? Otro se sienta, ráscase, extrae un piojo de su axila, mátalo. ¿Con qué valor hablar del psicoanálisis? Otro ha entrado a mi pecho con un palo en la mano. ¿Hablar luego de Sócrates al médico? Un cojo pasa dando el brazo a un niño. ¿Voy después a leer a André Breton? Otro tiembla de frío, tose, escupe sangre. ¿Cabrá jamás aludir al Yo profundo? Otro busca en el fango huesos, cáscaras. ¿Cómo escribir después del infinito? Un albañil1 cae de un techo, muere y ya no almuerza. ¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora? Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente. ¿Hablar después de cuarta dimensión? Un banquero falsea su balance. ¿Con qué cara llorar en el teatro? Un paria2 duerme con el pie a la espalda. ¿Hablar, después, a nadie de Picasso? Alguien va en un entierro sollozando. ¿Cómo luego ingresar a la academia? Alguien limpia un fusil en su cocina. ¿Con qué valor hablar del más allá? Alguien pasa contando con sus dedos. ¿Cómo hablar del no-yo sin dar un grito? 8. ORACIÓN DE UN DESOCUPADO Juan Gelman (uruguayo, 1930) Padre, desde los cielos bájate, he olvidado las oraciones que me enseñó la abuela, pobrecita, ella reposa ahora, no tiene que lavar, limpiar, no tiene que preocuparse andando el día por la ropa, no tiene que velar la noche, pena y pena, rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente. Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces, que me muero de hambre en esta esquina, que no sé de qué sirve haber nacido, que me miro las manos rechazadas, que no hay trabajo, no hay, bájate un poco, contempla esto que soy, este zapato roto, esta angustia, este estómago vacío, esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre cavándome la carne, este dormir así, bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido te digo que no entiendo, Padre, bájate, tócame el alma, mírame el corazón, yo no robé, no asesiné, fui niño y en cambio me golpean y golpean, te digo que no entiendo, Padre, bájate, si estás, que busco resignación en mí y no tengo y voy a agarrarme la rabia y a afilarla para pegar y voy a gritar a sangre en cuello porque no puedo más, tengo riñones y soy un hombre, bájate, ¿qué han hecho de tu criatura, Padre? ¿un animal furioso que mastica la piedra de la calle? |