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(Madrid, 1891 - Boston, 1951) Poeta español, miembro de la Generación del 27, en la que destacó como poeta del amor. Profundo intelectual y humanista, Salinas estudió las carreras de derecho y de filosofía y letras. Fue lector de español en la Universidad de París entre 1914 y 1917, año en que se doctoró en letras. En la década de 1920 comenzó una asidua colaboración con la Revista de Occidente y fue catedrático de lengua y literatura españolas en las universidades de Sevilla y Murcia. Trabajó como lector de español en Cambridge. Junto a Guillermo de Torre dirigió la revista Índice literario (1932-1936). En este último año emigró a Estados Unidos, donde trabajó como profesor en distintas universidades, y allí vivió hasta su muerte, salvo algunos períodos en que dictó clases en la Universidad de San Juan de Puerto Rico donde está enterrado. Poeta subjetivo, heredero de la tradición amorosa de Garcilaso de la Vega y de Gustavo Adolfo Bécquer, el gran tema de su poesía fue el amor, a través del cual matizó y recreó la realidad y los objetos. En su producción poética se pueden distinguir tres etapas:
Salinas escribió también numerosos ensayos críticos, entre los que destacan Jorge Manrique o tradición y originalidad (1947), La poesía de Rubén Darío (1947), El defensor (1948), relatos como El desnudo impecable y otras narraciones (1951) y varias obras de teatro, la mayor parte todavía inéditas. En 2002 aparecieron finalmente las Cartas a Katherine Whitmore, un resumen de la copiosa correspondencia que intercambió con su amada, sobre todo entre 1932 y 1939.
La «Égloga Tercera» de Garcilaso le ofreció el verso «pienso mover la voz a ti debida» de donde procede el título La Voz a ti debida constituido por 70 poemas sin títulos. El libro La voz a ti debida lleva el subtítulo de “Poema”, lo que nos hace pensar en su unidad. Cada poesía comienza en una página nueva. Además, debemos comentar que muchos de los poemas llevan dos o cuatro versos iniciales, separados del resto de la composición; estos versos iniciales, con frecuencia, son como un resumen o un anuncio del tema que se desarrolla a continuación. El Amor, en Salinas, o más bien la persona amada, tiene en el poeta un efecto de fijación de la propia persona. El mundo pierde su sentido, se difumina, y sólo adquiere relevancia la amada y el efecto que ésta provoca en el poeta, animándole a ser, a convertirse en persona relevante, transformada en trascendente, mientras que antes no era más que un ser anónimo. De ahí el título, La Voz a Ti Debida, una voz que viene, no del poeta, sino del amor. La obra posee una unidad, forma un conjunto que está unido por un desarrollo común o temática amorosa. Salinas expone a lo largo de La voz a ti debida su concepto del amor entendido como proceso de autoconocimiento del “yo” a partir del “tú”, y se afirma el gozo del encuentro, las dudas posteriores y la soledad del fracaso amoroso. El poeta elucubra, a partir de una realidad probablemente autobiográfica acerca del sentido verdadero del amor. Salinas es un idealista, que considera que la unión plena entre dos personas no debe ser puramente física. Aspira a conocer el alma, la verdadera esencia de su amada, a pesar de la resistencia de ella. Intenta fallido, como sabemos, pues finalmente ese proceso de introspección y búsqueda acaban por hacer fracasar la relación amorosa. Ese amor viene de la nada en donde estaba en potencia el amante antes del amor, se dirige a la gloria de la unión y cae en la desolación final o, lo que es lo mismo, se observa una línea que va desde el nacimiento de la pasión, el clímax de la posesión de la amada hasta la despedida (el antes, el durante y el después del amor). Se trata de una separación final material pues “ese dolor que le recuerda a la amante ya nunca se lo podrán quitar, y Ella le acompañará siempre”. El largo poema termina, pues, con la tristeza y la oscuridad del yo lírico pero siempre con serenidad y sin hundirse en su propio lamento. En resumen, los poemas se ordenan en torno a tres “momentos” sucesivos en la historia amorosa:
El poeta nos cuenta una experiencia amorosa y la presenta como una serie de secuencias, pero sin orden temporal. En unos poemas “narra” mientras que en otros “analiza” lo sucedido. Aparecen en este libro huellas de los tópicos literarios amorosos que la poesía amorosa tenía establecidos desde Petrarca:
Según los profesores Sánchez Reboredo y Alonso Girgado todo el libro se centra en el análisis de ese Tú (la amada) y ese Yo (el poeta) y de la relación entre los dos amantes. Desde el primer poema la amada –mujer real, criatura idealizada, construcción mental o intelectual, fenómeno de conciencia- aparece caracterizada como decidida, agresiva, vital, directa, segura de sí misma, certera por intuición ante la realidad. El amado, por el contario, aparece como una sombra que se desdibuja frente a la rotundidad de la amada. La amada posee un inmenso valor y, al igual que sucedía en la poesía petrarquista, el amante se considera pobre en méritos o en valor para aspirar al amor de una mujer que es concebida como algo enormemente valioso. Ante el deslumbramiento que en él produce la realidad de la mujer, él se considera una sombra. Como si el conjunto del libro tuviese una estructura circular, es curioso que el último poema “¿Las oyes cómo piden realidades,” vuelve a mencionar la sombra, pero ahora no es sólo el amante sino ambos que ya están separados. Salinas ha seguido el camino del amor y el camino de la poesía. El amor porque su belleza reside precisamente en ser la única de nuestras operaciones espirituales que más se asemeja a lo divino; y la poesía porque a lo largo de los tiempos ha sido el medio para expresar los estados de unión. Esa unión, que tiene algo de religioso, entre dos seres separados es lo que busca expresar el autor. El amor es un sentimiento que parece abarcar todo el universo. El amor le parece un don tan grande que no lo siente como algo real y si la amada le concede su amor todo el resto de las cosas de la vida dejan de tener valor. Ante la presencia de la amada, no tiene importancia ni el mundo de los negocios o las ocupaciones (“los precios, los catálogos”), ni los viajes, ni el tiempo ni la historia sentimental anterior. El amor es, en Salinas, una actividad exigente, es como una búsqueda. Los amantes deben desprenderse de todo aquello que se considera superficial o falso, deben buscar la desnudez del yo, el ser esencial. Cada uno debe buscar la mejora del otro, porque los hombres pueden mejorar en su ser. El amante ayuda a la amada a ser mejor. Uno de los motivos más repetidos en el libro es el de que la amada debe ir dejando atrás aquello que es anecdótico, que no está en el centro de su ser. Incluso, y eso llama la atención, algunos de los actos amorosos más habituales, como pueden ser las caricias, son considerados como algo poco relevante, frente al encuentro con el ser auténtico. Ese amor produce una gran alegría, como si todo el mundo se iluminase con una luz intensa y el poeta lo hace notar en muchas partes de su libro. Pero también aparece el temor y el temblor, que está, sobre todo, provocado por la separación, aunque también por el miedo a no entenderse. La noche, con la ausencia de la amada, es uno de los peores momentos (“la noche es la gran duda/ del mundo y de tu amor”). En la vida normal las personas permanecen separadas; el amor es aquello que rompe la individualidad y que acerca, lo más que se puede, a dos personas. En La voz a ti debida ese amor lleva incluso a vencer las separaciones de tiempo y espacio. Aunque la amada no esté físicamente presente, el poeta puede percibirla a su lado, con su mente. De todo lo que vamos viendo se desprende que el amor posee una enorme parte de imaginación. Sobre la base de los datos corporales, el poeta inventa a la amada. Se trata, pues, de un amor esencial, como la unión entre lo más propio de cada uno, sin añadidos ni adornos. Hay como un afán de ir hacia una purificación total, como si se quisiera dejar atrás lo que está dado por la historia o por la sociedad, para llegar a lo más desnudo del ser. Se trata, entonces, más que de un poemario sobre el acto amoroso, de un poemario sobre la idea del amor. Lo que viene a decir el poemario es que, en el amor, lo importante es la persona, su auténtica esencia y no aquello, como los títulos, como el dinero, como la fama, que pueden ser accidentales. Lo que vive uno de los amantes pasa a ser también vivencia del otro. Las sensaciones, las experiencias, incluso los recuerdos pasan del uno al otro. El amor derrota a la separación. La unión entre hombre y mujer puede ser tan grande que, aunque estén separados por la distancia, ella, como está pensando en el amante, vive también otra vida: la de él. Por eso, el amante que no sabe lo que ella hace ignora una parte de su vida, la que ella desarrolla en la distancia. Por eso también, se crean recuerdos de algo que uno no ha vivido; si los dos miembros de una pareja son una unidad, lo que uno haga en la distancia le afecta al otro. Pero la separación más definitiva es la de la muerte. Aunque uno muera, queda el recuerdo en la mente de la amada, pues la muerte definitiva le ocurre al que no ama. Hacia el final del poemario el yo lírico trata de buscar sin éxito a la amada. Él se caracteriza a sí mismo como sombrío, trágico, desorientado, pesimista, perdedor. Ella se presenta como una criatura luminosa, alegre, feliz, alta e inalcanzable. La radical oposición de los espacios sentimentales y vitales de los amantes crea la intensidad sentimental de la dolorosa y definitiva pérdida. Él siempre ha sabido que el amor y la felicidad eran efímeros y que algún día acabarían y llegaría la tristeza. En fin, el dolor es lo que queda como testimonio de ese amor. En conclusión, Lázaro Carreter opina que Salinas trasciende las puras anécdotas para encontrar la quintaesencia más gozosa de las relaciones amorosas. Su visión es decididamente antirromántica: la amada no es la “enemiga”; el amor no es desdenes, sufrimiento, frustración. En Salinas, el amor es una prodigiosa fuerza que da plenitud a la vida y confiere sentido al mundo. Es enriquecimiento del propio ser y enriquecimiento de la persona amada. Es un acontecimiento jubiloso. El amor le hace amar la vida y decir que sí al mundo.
Como conjunto, como texto poético, La voz a ti debida exhibe su condición de tema único: el amor, pero con variaciones y subtemas: perfiles diversos, facetas, revelaciones, estadios de un proceso que va de la luz a la sombra, de la alegría a la tristeza, de la posesión a la pérdida. La voz a ti debida gira en torno al tema del amor en sus dos modos de concebir el mundo, que se podrían denominar como el mundo de la luz (la amada es la que posee la luz) y el mundo de las sombras (en él está el enamorado). La realidad en estos dos mundos es contraria, mientras en el mundo de la luz, la amada triunfa con su orden y claridad, en el mundo de las sombras, todo se problematiza, la realidad se vuelve confusa. Ahora sí, solamente la amada es la que puede sacar al poeta del mundo de las sombras. Nos encontramos, también, que a pesar de que el amor y la amada sean el centro de todo, los dos, amada y amor, son eslabones de la vida y del mundo. La amada forma parte del gran poema que es el mundo, aunque eso sí, muchas veces ella contribuye a que la vida sea perfecta. Por todo ello el poeta y la amada son partes de una cadena de nunca acabar, y como correlato la poesía de Salinas tiene la finalidad de explicar el mundo y la vida a través del amor, y a su vez debe intentar integrar su lírica en el mundo como una pieza más del rompecabezas que es éste. Además, debe repararse en que, junto al plano sentimental está otro imaginativo-intelectual que se manifiesta en los dominios tú-yo de los amantes poéticos en busca de su lucidez y plenitud, de la autenticidad y verdad del amor, de las raíces más definitorias del ser amado. A tal propósito se ha hablado del conceptismo interior de Salinas, de su actitud inquisitiva y de búsqueda, de su juego dialéctico de contrarios, de su sed de absoluto o plenitud del ser, del pensamiento convertido en sueño, ensoñado, y vuelto materia del poema. Carlos Feal Deibe realiza una reflexión sobre los temas en La voz a ti debida a partir del gran tema que le da unidad al poema, el amor.
Lázaro Carreter opina que la lengua poética de Salinas es, aunque sólo en apariencia, sencilla. Se trata de una lengua y unos versos rigurosamente trabajados: las palabras se sitúan en el poema con meditada exactitud, y aparecen cargadas de sentido y profundas resonancias. Feal Deibe cree que Salinas tiene sed de precisiones, que se corresponde muy bien con su visión del mundo. Alejado por igual de lo superficial y lo vago. Desea, con su lengua, concretar lo abstracto.
Según Leo Spitzer, la principal característica del arte de Pedro Salinas es el conceptismo interior, una especie de agudeza y arte de ingenio que se manifiestas en paradojas, observaciones insólitas, sutiles juegos de ideas, condensación de conceptos, etc. Son recursos para hacer que el lenguaje se pliegue a esa empresa suya de ahondamiento en la realidad. Debe señalarse la utilización de metáforas atrevidas o poco usuales, que es un rasgo propio de toda la Generación del 27 a la que pertenece Pedro Salinas. La imagen es la atribución, a un ser (aquí el tú amoroso), de capacidades y dimensiones fantásticas, irracionales, insólitas para exaltarlo o magnificarlo sentimental o estéticamente. Al final, la reflexión se manifiesta viendo hacia atrás un hecho casi lejano. Las sombras y la distancia invaden una habitación vacía, como si la intención premeditada fuera graduar la intensidad para terminar diciendo adiós luego de apagar la luz y dejar el cuarto a oscuras. Como si el autor se despidiera dejando su libro en nuestras manos. Algunas de ellas son:
Según María Rubio Martín de la Universidad de Castilla la Mancha los elementos métricos actúan como elementos de cohesión en los poemas y resultan adecuados para ese fluir constante de pensamiento y sentimiento que es la obra del madrileño (aunque se mueve en unas formas concretas y limitadas). En La voz a ti debida hallamos tres tipos de estructuras métricas: poemas sin división estrófica. El poema como una sola serie de versos es preferido en aquellas composiciones con predominio de lo narrativo y expositivo sobre lo dialógico, como sucede en “Mañana; la palabra”. Suele ser también la forma preferida para aquellos poemas de mayor efusión afectiva, bien sea positiva, como en los poemas de plenitud amorosa (13, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21), bien sea negativa, como en los poemas de separación o ausencia (44, 47, 49, 63). Poemas en series. Se trata de poemas con una división en series, las cuales por su extensión e irregularidad no pueden considerarse estrofas. Generalmente el espacio en blanco indica en estas composiciones un cambio u oposición más acusada que afecta globalmente a la estructura del poema. Los casos más frecuentes en una estructura bipartita son:
Poemas con distribución estrófica. El pie quebrado (reducción brusca en el número de sílabas para llamar la atención) tiene una destacada presencia en los poemas de Pedro Salinas. Mediante este recurso se potencia la relación entre el tema y la forma en “Y súbita, de pronto”, “Tú no la puedes ver” “Las oyes como piden realidades”. En “Qué alegría, vivir” el pie quebrado marca un cambio brusco en el metro e impone al ritmo mayor lentitud. Según Sánchez Reboredo y Alonso Girgado la métrica de La voz a ti debida no es muy habitual en la poesía española. La mayoría de los poemas están escritos en versos heptasílabos (7 sílabas) que mezcla en alguna ocasión con endecasílabos (11 sílabas). Pero no riman formando silvas (serie ilimitada de heptasílabos y endecasílabos y rima consonante a gusto del poeta), estancias (una vez creado el esquema se repite a lo largo de la composición) o liras (7a, 11B, 7a, 7b, 11B). También utiliza algunas veces el verso octosílabo. Hay que señalar también que la medida de los versos de Salinas no es tampoco completamente regular. Así en poemas que tienen versos de siete sílabas en la mayoría del poema se ven a veces interrumpidos por versos menores. Con frecuencia estas interrupciones tienen un valor expresivo. Con menos frecuencia usa también Salinas los endecasílabos, mezclados, a veces, con otros versos de número impar de sílabas. Así por ejemplo podemos verlo en el poema que cierra el libro, donde los endecasílabos blancos se mezclan con versos de nueve, siete, cinco y tres sílabas, y un verso de dos sílabas. No debemos olvidar tampoco, la abundante presencia de palabras agudas y esdrújulas (frente a las llanas, que son las más comunes en castellano) que debemos considerar para medir y que introducen una perturbación o significado llamativo en el poema. Estos versos no suelen seguir una rima determinada y, muy frecuentemente, permanecen sin rima. Serían versos blancos (medida similar pero sin rima). La rima de los poemas de Salinas, cuando existe, suele ser bastante irregular en asonante e interna (“lejos/ viviendo/ espejos”, “estrellas/ ella”, “miraba/ nevaba/ extraña”) del poema “Qué alegría vivir”. Hay que destacar también que en La voz a ti debida abundan enormemente los encabalgamientos. El sentido del verso se desborda y continúa en los versos siguientes. Eso le da al poema un aire de conversación que no se interrumpe, como un flujo de conciencia que le sale al poeta como si surgiese improvisadamente. Salinas utiliza el encabalgamiento abrupto y el suave de acuerdo con el sentido que quiere transmitir. Cuando se trata de sentimientos negativos suele abundar más el abrupto. En ocasiones, el encabalgamiento abrupto sirve para poner de relieve la palabra que viene a continuación, que queda como resaltada en el fluir del poema. El encabalgamiento suave se deja para la relajación, para el acuerdo, para el disfrute de la naturaleza. Como todos los grandes poetas, Salinas tiene un buen oído para el sentido musical de las palabras; el uso de los acentos y de las vocales que son destacadas por ello, sirve en algunos casos para poner de relieve aspectos del significado. Hay un ejemplo del primer poema del libro que puede ser significativo; lo señala con acierto Carlos Feal Deibe: el acento recae en la vocal u: “tú”, “punta”, “pulsas”, “mundo”, “triunfos”, “música”… La u es la vocal menos frecuente en castellano por lo que sorprende por su extrañeza y nos conduce a la aparición del raro amor. Con respecto al tono, hallamos poemas donde predominan los significantes bruscos, la dureza sonora y los significados oscuros (“rutas, tropiece, implacable, cerradas, juego, incógnita, deshechos, traspasados”) que nos transmiten la inquietud íntima del poeta, su desasosiego ante las dificultades y obstáculos e intensidad sentimental. Pero, en general, el tono del poemario se caracteriza por la serenidad del yo en todo momento, pese a indagar en zonas dolorosas, secretas, oscuras de la vida. No hay excesos, ni positivos ni negativos. Todo parece respirar autenticidad, sincera confesionalidad en lo que es un diálogo interior. (A veces, el tono meditativo viene marcado por un cambio de metro). |