IGLESIA CRISTIANA IMPACTO A LAS NACIONES ORAR LA PALABRA
Una disciplina espiritual efectiva
. “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” dijeron los doce ante el crecimiento de la iglesia primitiva. Ante la urgencia del ministerio de la predicación es necesario hacer un alto, despojarnos de la investidura de pastores o maestros y tener un encuentro sincero, sencillo, disciplinado y constante con la palabra de Dios por medio de la oración. Esta pausa, no quita impulso al ministerio de la palabra, por el contrario lo vitaliza; ya decía James Hudson Taylor "He visto a muchos hombres trabajar sin orar, pero nunca he visto uno que haya orado y no haya trabajado."
Los pasos son cuatro: Leer, Callar, Imaginar y Orar. Y cada uno expone un propósito definido así:
1. LEER para ESCUCHAR
CALLAR para MEDITAR
IMAGINAR para IDENTIFICARSE
ORAR para RESPONDER
LEER para ESCUCHAR
Consiste en responder a la pregunta ¿Qué dice este texto bíblico?
Para lograrlo es necesario comparar varias versiones de la Biblia en español (3 es un buen número). Será infaltable incluir la tradicional RVR1960, una versión textual (como la BLA), y una dinámica (como la NTV). También se pueden considerar DHH, NBH, NVI, PDT, TLA, NC, BNP, BL, BLS, RVR1995, RVRC entre otras.
Es INDISPENSABLE leer en voz alta y ponerle sentido a las palabras (Nehemías 8:8)
Una persona lee en voz alta el pasaje. Las otras la escuchan o siguen en silencio la lectura del texto en su propia Biblia. Después otra persona lee en otra versión y así hasta una tercera lectura como máximo.
Errores a evitar:
Leer mentalmente.
Leer muy rápido o en medio de ruido.
Escoger una pericopa demasiado extensa.
Usar un texto incompleto y/o fuera de contexto.
Abordar varias pericopas en un solo ejercicio.
CALLAR para MEDITAR.
Responder a la pregunta ¿Qué me dice este texto bíblico?
En silencio interior y exterior se vuelve al texto bíblico. En silencio de celulares, de televisores, de música, de secretaria, de asistente, de internet, y hasta de uno mismo, del propio corazón. Es necesario resistir la presión de la velocidad y el ruido. Respirar profundamente, sin prisas, con profundidad. Sentir la calma y cuando todo esté callado esperar con fe.
La actitud contemplativa hacia el texto aquí es muy importante, con los ojos bien abiertos clavados en el texto hasta que las palabras cobren vida y se escuche el susurro de Dios.
Se debe tener una libreta y un lápiz para escribir las observaciones, fruto de la meditación.
(Josué 1:8 Salmo 1:2)
Errores a evitar:
El ruido y la velocidad
Imitar actitudes de meditación esotérica.
Cerrar los ojos para meditar. (Esto puede generar distracción)
Querer ayudar al Espíritu Santo.
IMAGINAR para IDENTIFICARSE.
Responder a la pregunta ¿Cómo me identifico con este texto bíblico?
Hacerme vulnerable al trato del Espíritu Santo.
Debemos ser como niños al momento de echar a volar la imaginación; Arthur Benoit en un poema titulado Soy un Niño afirma
“Soy un niño
Y vivo en mi maravilloso mundo infantil.
Pero, ¿cómo pretendes que lo disfrute,
si como adulto esperas que me comporte yo?” Despojarnos de nuestra adultez y jugar, imaginar, darles vida a los personajes, recrear la escena con información pertinente, leer entre líneas, considerar detalles, matices, colores, olores, texturas, tonos de voz, el clima, el viento, si es de día o de noche etc.
Una vez parado en medio de la escena imaginada, me identifico con la situación, reconozco si pertenezco al grupo de los equivocados, o de los perseguidores, o de los murmuradores... O si por el contrario me identifico con el grupo de los asertivos.
No se trata de idealizar mi posición, sino de reconocer mi condición.
Errores a evitar:
Ridiculizar los detalles imaginados
Caer en prototipos y clichés
Ser muy obvio y predecible
Resistir y/o apagar al Espíritu.
ORAR para RESPONDER.
Responder las preguntas ¿Qué le digo a Dios? ¿Qué decisión tomo? ¿A qué me comprometo? Responder al texto bíblico en oración.
El facilitador del ejercicio retoma el texto bíblico y todos los demás permanecen en oración. Empieza a leer el texto, hace una pausa guiado por el Espíritu Santo (generalmente se lee teniendo en cuenta las divisiones naturales del texto). Una vez el facilitador hace la pausa, una persona levanta la voz haciendo una oración en respuesta al texto recién leído; una vez esa persona termina, otra hace su oración, y así hasta agotar las personas que quieran orar o el tiempo destinado para tal fin (Tres orantes por turno sería suficiente). El facilitador retoma la lectura del texto, sin editarlo y nuevamente hace la pausa para que haya oraciones pertinentes al texto.
Las oraciones son en voz alta, cortas, intensas pero no extensas, por turno, sin interrumpirse, en primera persona del singular (yo… reconozco…decido... perdóname, etc.) y dejando la oración abierta (sin decir: en el nombre de Jesús... sin comentar las oraciones, ni decir Amén en cada participación), dado que quien cierra la oración es el facilitador cuando haya agotado todo el texto meditado.
Sería una buena opción que haya un secretario colocando por escrito las oraciones pronunciadas dado que ellas son la teología y exegesis bíblica de la comunidad de fe.
Errores a evitar:
Editar la lectura del texto.
Permitir oraciones simultáneas en las pausas.
Hacer oraciones que no tengan que ver con el texto leído (ni siquiera se debe orar por el conjunto de todos los versículos, se debe instruir a que se ora sobre lo recién leído).
Que unos pocos monopolicen las intervenciones y no permitan que otros oren.
Caer en oraciones prefabricadas, decir lo que las demás personas quieren escuchar.
Tratar de impresionar. Exegesis es extraer el significado de un texto. La exegesis bíblica apela a la investigación diligente (Lucas 1:3), pero la disciplina espiritual de ORAR LA PALABRA nos llevará a la Exegesis del Espíritu.
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