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TRABAJO DE LECTURA OBLIGATORIA. ANTONIO MACHADO 4ºESO A A continuación te presentamos una antología poética de Antonio Machado. Primero responderás a unas cuestiones teóricas. Una vez hayas terminado esta parte, realizarás la parte práctica con los poemas seleccionados. Los trabajos se presentarán en tamaño folio o DIN A4, debidamente numerados, grapados o en clasificador, de forma individual o por parejas, y contarán obligatoriamente con portada, índice y bibliografía. Si se opta por entregarlo impreso, se presentará a doble espacio con tipo de letra Times New Roman 12. CUESTIONES TEÓRICAS:
A continuación, responde a las preguntas sobre cada uno de sus libros de poemas
PRÁCTICA PARTE I. SOLEDADES Este poemario aparece en plena moda modernista. Aquí predomina el tono melancólico. Sus temas: el amor, el paso del tiempo, la soledad, la infancia perdida, los sueños, Dios como deseable (aunque racionalmente inexistente, al estilo de Unamuno), el paisaje como reflejo del estado de ánimo del poeta, o la búsqueda del yo. Sus símbolos: el camino, el espejo, el cristal, el laberinto, la fuente, el río, el mar, el jardín, el crepúsculo, la tarde, las galerías del alma, el otoño… pero no siempre con el mismo significado. Se aprecian influencias del Romanticismo de Bécquer, así como del Modernismo, el Simbolismo y la poesía popular. TEXTO 1 El viajero Está en la sala familiar, sombría, y entre nosotros, el querido hermano que en el sueño infantil de un claro día vimos partir hacia un país lejano. Hoy tiene ya las sienes plateadas, 5 un gris mechón sobre la angosta frente, y la fría inquietud de sus miradas revela un alma casi toda ausente. Deshójanse las copas otoñales del parque mustio y viejo. 10 La tarde, tras los húmedos cristales, se pinta, y en el fondo del espejo. El rostro del hermano se ilumina suavemente. ¿Floridos desengaños dorados por la tarde que declina? 15 ¿Ansias de vida nueva en nuevos años? ¿Lamentará la juventud perdida? Lejos quedó -la pobre loba- muerta. ¿La blanca juventud nunca vivida teme, que ha de cantar ante su puerta? 20 ¿Sonríe el sol de oro de la tierra de un sueño no encontrada; y ve su nave hender el mar sonoro, de viento y luz la blanca vela hinchada? Él ha visto las hojas otoñales, 25 amarillas, rodar, las olorosas ramas del eucalipto, los rosales que enseñan otra vez sus blancas rosas Y este dolor que añora o desconfía el temblor de una lágrima reprime, 30 y un resto de viril hipocresía en el semblante pálido se imprime. Serio retrato en la pared clarea todavía. Nosotros divagamos. En la tristeza del hogar golpea 35 el tictac del reloj. Todos callamos.
TEXTO 2 Daba el reloj las doce... y eran doce golpes de azada en tierra... ... ¡Mi hora! —grité— ... El silencio me respondió: —No temas; tú no verás caer la última gota 5 que en la clepsidra tiembla. Dormirás muchas horas todavía sobre la orilla vieja y encontrarás una mañana pura amarrada tu barca a otra ribera. 10
TEXTO 3 Nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir. ¡Gran cantar! Entre los poetas míos tiene Manrique un altar. 5 Dulce goce de vivir: mala ciencia del pasar, ciego huir a la mar. Tras el pavor del morir está el placer de llegar. 10 ¡Gran placer! Mas ¿y el horror de volver? ¡Gran pesar!
Las ascuas de un crepúsculo morado detrás del negro cipresal humean... En la glorieta en sombra está la fuente con su alado y desnudo Amor de piedra, que sueña mudo. En la marmórea taza 5 reposa el agua muerta.
TEXTO 4 Hacia un ocaso ardiente caminaba el sol de estío, y era, entre nubes de fuego, una trompeta gigante, tras de los álamos verdes de las márgenes del río. Dentro de un olmo sonaba la sempiterna tijera 5 de la cigarra cantora, el monorritmo jovial, entre metal y madera, que es la canción estival. En una huerta sombría giraban los cangilones de la noria soñolienta. 10 Bajo las ramas oscuras el son del agua se oía. Era una tarde de julio, luminosa y polvorienta. Yo iba haciendo mi camino, absorto en el solitario crepúsculo campesino. Y pensaba: «¡Hermosa tarde, nota de la lira inmensa 15 toda desdén y armonía; hermosa tarde, tú curas la pobre melancolía de este rincón vanidoso, oscuro rincón que piensa!» Pasaba el agua rizada bajo los ojos del puente. Lejos la ciudad dormía 20 como cubierta de un mago fanal de oro transparente. Bajo los arcos de piedra el agua clara corría. Los últimos arreboles coronaban las colinas manchadas de olivos grises y de negruzcas encinas. Yo caminaba cansado, 25 sintiendo la vieja angustia que hace el corazón pesado. El agua en sombra pasaba tan melancólicamente, bajos los arcos del puente, como si al pasar dijera: «Apenas desamarrada 30 la pobre barca, viajero, del árbol de la ribera, se canta: no somos nada. Donde acaba el pobre río la inmensa mar nos espera». Bajo los ojos del puente pasaba el agua sombría. (Yo pensaba: ¡el alma mía!) 35 Y me detuve un momento, en la tarde, a meditar... ¿Qué es esta gota en el viento que grita al mar: soy el mar? Vibraba el aire asordado 40 por los élitros cantores que hacen el campo sonoro, cual si estuviera sembrado de campanitas de oro. En el azul fulguraba un lucero diamantino. 45 Cálido viento soplaba, alborotando el camino. Yo, en la tarde polvorienta, hacia la ciudad volvía. Sonaban los cangilones de la noria soñolienta. 50 Bajo las ramas oscuras caer el agua se oía.
TEXTO 5 Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía dentro de mi corazón. Di, ¿por qué acequia escondida, 5 agua, vienes hasta mí, manantial de nueva vida de donde nunca bebí? Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, 10 que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él, con las amarguras viejas, 15 blanca cera y dulce miel. Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón. 20 Era ardiente porque daba calores de rojo hogar, y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar. Anoche cuando dormía 25 soñé, ¡bendita ilusión!, que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón.
TEXTO 6 I Es una tarde cenicienta y mustia, destartalada, como el alma mía; y es esta vieja angustia que habita mi usual hipocondría. La causa de esta angustia no consigo 5 ni vagamente comprender siquiera; pero recuerdo y, recordando, digo: —Sí, yo era niño, y tú, mi compañera. II Y no es verdad, dolor, yo te conozco, tú eres nostalgia de la vida buena 10 y soledad de corazón sombrío, de barco sin naufragio y sin estrella. Como perro olvidado que no tiene huella ni olfato y yerra por los caminos, sin camino, como 15 el niño que en la noche de una fiesta se pierde entre el gentío y el aire polvoriento y las candelas chispeantes, atónito, y asombra su corazón de música y de pena, 20 así voy yo, borracho melancólico, guitarrista lunático, poeta, y pobre hombre en sueños, siempre buscando a Dios entre la niebla.
PARTE II. CAMPOS DE CASTILLA Este libro supone cambios con respecto a Soledades. Pasa a primer plano la realidad exterior y se atenúa la subjetividad y la introspección, es decir, el paisaje es menos simbólico y está descrito de forma más realista: el mundo del poeta se abre a los demás, como superación del simbolismo modernista. Son ahora otros los temas: El contraste entre el pasado heroico y un presente miserable, la descripción del paisaje castellano y de sus gentes (visto con nostalgia desde Baeza), la crítica al señorito andaluz… La poesía sentenciosa y filosófica de la serie Proverbios y cantares, unida a las estrofas de tono popular y acompañada de ironía son el medio de expresión para varios temas recurrentes: el conocimiento, la verdad, Dios, el sueño y la realidad… En la parte final del libro, Elogios, muestra su admiración por Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Rubén Darío, Francisco Giner de los Ríos, Ortega y Gasset, Valle-Inclán… TEXTO 7 Retrato Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero. Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido 5 —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, más recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; 10 y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética, 15 ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. 20 ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada. Converso con el hombre que siempre va conmigo 25 —quien habla solo espera hablar a Dios un día—; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago 30 el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. Y cuando llegue el día del último vïaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 35 casi desnudo, como los hijos de la mar.
TEXTO 8 VII ¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, oscuros encinares, 5 ariscos pedregales, calvas sierras, caminos blancos y álamos del río, tardes de Soria, mística y guerrera hoy siento por vosotros, en el fondo del corazón, tristeza, 10 tristeza que es amor! ¡Campos de Soria donde parece, que las rocas sueñan, conmigo vais. ¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas! VIII He vuelto a ver los álamos dorados, 15 álamos del camino en la ribera del Duero, entre San Polo y San Saturio, tras las murallas viejas de Soria —barbacana hacia Aragón, en castellana tierra—. 20 Estos chopos del río, que acompañan con el sonido de sus hojas secas el son del agua, cuando el viento sopla, tienen en sus cortezas grabadas iniciales que son nombres 25 de enamorados, cifras que son fechas. ¡Álamos del amor que ayer tuvisteis de ruiseñores vuestras ramas llenas; álamos que seréis mañana liras del viento perfumado en primavera; 30 álamos del amor cerca del agua que corre y pasa y sueña, álamos de las márgenes del Duero, conmigo vais, mi corazón os lleva! IX ¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria, 35 tardes tranquilas, montes de violeta, alamedas del río, verde sueño del suelo gris y de la parda tierra, agria melancolía de la ciudad decrépita. 40 Me habéis llegado al alma, ¿o acaso estabais en el fondo de ella? ¡Gentes del alto llano numantino que a Dios guardáis como cristianas viejas, que el sol de España os llene 45 de alegría, de luz y de riqueza!
TEXTO 9 Orillas del Duero Primavera soriana, primavera humilde, como el sueño de un bendito, de un pobre caminante que durmiera de cansancio en un páramo infinito! ¡Campillo amarillento, 5 como tosco sayal de campesina, pradera de velludo polvoriento donde pace la escuálida merina! ¡Aquellos diminutos pegujales de tierra dura y fría, 10 donde apuntan centenos y trigales que el pan moreno nos darán un día! Y otra vez roca y roca, pedregales desnudos y pelados serrijones, la tierra de las águilas caudales, 15 malezas y jarales, hierbas monteses, zarzas y cambrones. ¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía! ¡Castilla, tus decrépitas ciudades! ¡La agria melancolía 20 que puebla tus sombrías soledades! ¡Castilla varonil, adusta tierra, Castilla del desdén contra la suerte, Castilla del dolor y de la guerra, tierra inmortal, Castilla de la muerte! 25
TEXTO 10. A un olmo seco Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina 5 que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, 10 habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas. Antes que te derribe, olmo del Duero, 15 con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, 20 al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, 25 olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera. 30
TEXTO 11 A José María Palacio Palacio, buen amigo, ¿está la primavera vistiendo ya las ramas de los chopos del río y los caminos? En la estepa del alto Duero, Primavera tarda, 5 ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!... ¿Tienen los viejos olmos algunas hojas nuevas? Aún las acacias estarán desnudas y nevados los montes de las sierras. 10 ¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa, allá, en el cielo de Aragón, tan bella! ¿Hay zarzas florecidas entré las grises peñas, y blancas margaritas 15 entre la fina hierba? Por esos campanarios ya habrán ido llegando las cigüeñas. Habrá trigales verdes, y mulas pardas en las sementeras, 20 y labriegos que siembran los tardíos con las lluvias de abril. Ya las abejas libarán del tomillo y el romero. ¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas? Furtivos cazadores, los reclamos 25 de la perdiz bajo las capas luengas, no faltarán. Palacio, buen amigo, ¿tienen ya ruiseñores las riberas? Con los primeros lirios y las primeras rosas de las huertas, 30 en una tarde azul, sube al Espino, al alto Espino donde está su tierra... Baeza, 29 de abril de 1913
TEXTO 12 El mañana efímero La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y alma inquieta, ha de tener su mármol y su día, 5 su infalible mañana y su poeta. En vano ayer engendrará un mañana vacío y por ventura pasajero. Será un joven lechuzo y tarambana, un sayón con hechuras de bolero, 10 a la moda de Francia realista un poco al uso de París pagano y al estilo de España especialista en el vicio al alcance de la mano. Esa España inferior que ora y bosteza, 15 vieja y tahúr, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y embiste, cuando se digna usar la cabeza, aún tendrá luengo parto de varones amantes de sagradas tradiciones 20 y de sagradas formas y maneras; florecerán las barbas apostólicas, y otras calvas en otras calaveras brillarán, venerables y católicas. El vano ayer engendrará un mañana 25 vacío y ¡por ventura! pasajero, la sombra de un lechuzo tarambana, de un sayón con hechuras de bolero; el vacuo ayer dará un mañana huero. Como la náusea de un borracho ahíto 30 de vino malo, un rojo sol corona de heces turbias las cumbres de granito; hay un mañana estomagante escrito en la tarde pragmática y dulzona. Mas otra España nace, 35 la España del cincel y de la maza, con esa eterna juventud que se hace del pasado macizo de la raza. Una España implacable y redentora, España que alborea 40 con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea.
TEXTO 13. Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza. Españolito que vienes 5 al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
TEXTO 14 La saeta ¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar! ¡Cantar del pueblo andaluz, 5 que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! ¡Cantar de la tierra mía, que echa flores 10 al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores! ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero a ese Jesús del madero, 15 sino al que anduvo en el mar!
PARTE III. NUEVAS CANCIONES Y POESÍAS DE LA GUERRA Aunque la obra contiene poemas escritos desde 1917, no se publicó hasta varios años más tarde. Ahora, Machado abandona la introspección subjetiva y la descripción del paisaje. La poesía es ahora filosófica, y enlaza con su obra en prosa (Abel Martín y Juan de Mairena). Contiene breves aforismos, cagados a veces de ironía, que buscan reflejar la esencia de las cosas. Esencialidad y temporalidad son dos fundamentos de esta obra. TEXTO 15 Los sueños dialogados ¿Por qué, decísme, hacia los altos llanos, huye mi corazón de esta ribera, y en tierra labradora y marinera suspiro por los yermos castellanos? Nadie elige su amor. Llevóme un día 5 mi destino a los grises calvijares donde ahuyenta al caer la nieve fría las sombras de los muertos encinares. De aquel trozo de España, alto y roquero, hoy traigo a ti, Guadalquivir florido, 10 una mata del áspero romero. Mi corazón está donde ha nacido, no a la vida, al amor, cerca del Duero... ¡El muro blanco y el ciprés erguido!
TEXTO 16 El crimen fue en Granada. 1. El crimen Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada. Mataron a Federico 5 cuando la luz asomaba. El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara. Todos cerraron los ojos; rezaron: ¡ni Dios te salva! 10 Muerto cayó Federico —sangre en la frente y plomo en las entrañas— ... Que fue en Granada el crimen sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada. 2. El poeta y la muerte Se le vio caminar solo con Ella, 15 sin miedo a su guadaña. —Ya el sol en torre y torre, los martillos en yunque— yunque y yunque de las fraguas. Hablaba Federico, requebrando a la muerte. Ella escuchaba. 20 «Porque ayer en mi verso, compañera, sonaba el golpe de tus secas palmas, y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata, te cantaré la carne que no tienes, 25 los ojos que te faltan, tus cabellos que el viento sacudía, los rojos labios donde te besaban... Hoy como ayer, gitana, muerte mía, qué bien contigo a solas, 30 por estos aires de Granada, ¡mi Granada!» 3. Se le vio caminar... Labrad, amigos, de piedra y sueño en el Alhambra, un túmulo al poeta, 35 sobre una fuente donde llore el agua, y eternamente diga: el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
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![]() | ![]() | «de leche» y termina entre los 2 años y los 2 años y medio. Estos dientes serán sustituidos en los siguientes años por los definitivos.... | |
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![]() | ![]() | «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1971. Considerado uno de los veintiséis... | |
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