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Santiago Tobón Sexto Piso
Editorial Sexto Piso nació como un proyecto independiente y con la clara intención de publicar textos de calidad. El nombre es una combinación entre una idea muy clara que siempre tuvimos del logo (el sujeto lanzándose desde un edificio), y una muletilla que utilizamos desde hace años entre nosotros: «prefiero lanzarme de un Sexto Piso a…». Para nosotros resume un espíritu de querer transgredir la concepción tradicional del trabajo y la intención de búsqueda permanente del riesgo que implica emprender proyectos basados en el gusto personal y en la calidad literaria, antes que en cualquier valor comercial.
No creo necesario tener un propósito para hacer algo. Más cosas de las que se reconoce se empiezan a hacer sin saber muy bien por qué y después se encuentran las justificaciones necesarias. Dicho esto, creo que los libros tienen un espacio que todavía no se ve que puedan perder de forma definitiva. Las imágenes tienen otro distinto e importante, y no necesariamente compiten entre ellos. Hemos tratado de intervenir también ese lugar de las imágenes con nuestra colección Sexto Piso Ilustrado, pero no olvidamos que la editorial nació haciendo libros de literatura y ensayo «tradicionales». Por otra parte, no comparto que la gente sea cada vez más reacia a la lectura. Creo incluso que en los últimos años se ha aumentado el número de lectores.
Quizá cada uno de los que conformamos el proyecto tenga en su cabeza una respuesta diferente. Yo mencionaría los siguientes casos: Memorias de un enfermo de nervios, de Daniel Paul Schreber; un libro denso y riguroso, que despierta interés en las personas más disímiles y en espacios igualmente heterogéneos: desde psicoanalistas consagrados que compran en librerías especializadas en el tema hasta punkis que lo buscan en ferias del libro de provincia. Ahora preparamos una nueva edición aumentada –con anexos de Calasso, Canetti y Freud– que nos tiene muy satisfechos. Por otro lado, Goran Petrovic, de quien hemos publicado hasta ahora sus novelas Atlas descrito por el cielo y La Mano de la Buena Fortuna. Ha sido un baluarte en nuestro catálogo. Un escritor totalmente desconocido en nuestra lengua que ha crecido con la editorial y que se ha vuelto un punto de referencia para nuestros lectores. Y autores como Vila-Matas, Calasso, Kipling, Musil o Kafka siempre tienen un camino más expedito por su notoriedad.
La idea surge del desconocimiento absoluto del medio, de un alto grado de inconsciencia y del impulso de hacer algo que pudiera ser una forma de vida congruente con lo que siempre nos ha entusiasmado, la lectura de textos. Cada título que publicamos debería reflejar las señas de identidad del proyecto. Lo que ocurre es que la suerte que corre cada libro en el mercado es diferente y hay autores con mayor reconocimiento. Ambas cosas hacen que un sello editorial sea asociado con determinados nombres.
Tenemos contacto permanente con editoriales semejantes a la nuestra como Tumbona y Almadía, en México; Libros del Zorzal y El Cuenco de Plata, en Argentina; Gadir, Impedimenta, Nórdica, Periférica, Barataria, Libros del Asteroide o Global Rhythm, en España. De hecho, hemos puesto en marcha una distribuidora en México y trabajamos con varios de los sellos que menciono. Compartimos no sólo la preocupación por la visibilidad, sino también iniciativas y experiencias muy diversas y aprendemos mucho de todos.
Creo que el sector editorial en España goza de buena salud. Eso me indica a mí la constante aparición de nuevos proyectos con catálogos y apuestas novedosas y de calidad. La discusión a propósito del fin del libro, amenazado por las nuevas tecnologías, lleva ya bastantes años y aún sigue aplazándose el momento apocalíptico. Hay que seguir de cerca el tema para adaptarse a los cambios pero no es un asunto que me quite el sueño. Hay suficientes cosas más inmediatas por resolver. |