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Adam Bebe, poseen, sin embargo, a juicio de la señora Vaz, un instinto que las lleva a buscar en el niño un elemento de profundo interés para sus estudios de caracteres. Y es ésta una de las cosas que hace que una novela inglesa mediana sea de lectura más útil, provechosa o instructiva que una novela continental (para hablar como ellos). Es el estudio del carácter humano, en sus infinitas modalidades, el tema predilecto de los escritores de Inglaterra. Ahora bien; la clave del carácter del hombre está en el carácter del niño, y está en él asimismo la clave del carácter de la raza. ¿Por qué los latinos, los hispanoamericanos, los mexicanos, que tenemos tan curiosos ejemplos de psicología infantil, desdeñamos esta literatura? El niño de nuestra raza se desenvuelve más rápidamente que el sajón y muestra más temprano que él una individualidad definida. Todas sus cualidades, todos sus defectos, todas sus energías se ostentan en germen antes de los diez años, con una vivacidad que sorprende. Hay en él precocidades admirables, réplicas o interrogaciones verdaderamente desconcertantes. El carácter idealista, imaginativo, ardoroso de la raza, se revela en todos sus actos, a veces muy fuera de razón y de un modo personalísimo e intenso. Y, sin embargo, nuestros escritores andan a caza de problemas sociales que aún no se plantean en nuestro medio en formación, o sobre el eterno hierro del amor, o se enfrascan en la voluptuosidad de historietas afrodisíacas... El único que ha procurado en México desentrañar la psicología infantil, analizar esos espíritos misteriosamente embrionarios de nuestros niños, ha sido -hay que hacerle justicia- Ángel de Campo (Micrós). Hay en su obra, desmadejada a veces y mal estilizada otras, pero siempre sincera y siempre basada en la verdad y en la vida, niños admirablemente sorprendidos. Él sí se ha asomado al alma de la infancia y la conoce tan bien como el inmortal autor de ese Tom Sawyer que, barajado con La mula y el buey, con Las aventuras de Paconito Migajas y otras lindezas de Pérez Galdós (bien escritas, pero mal vistas), interesaba hasta el delirio a nuestros alumnos de primer año de Lengua Nacional. ¿Por qué la Secretaría de Instrucción Pública no patrocina un concurso de novelas de niños, de estudios de almas infantiles? Haría un gran bien, porque no se puede mejorar una raza si no se la conoce, y no se conocen ni las energías, ni las aspiraciones, ni los defectos, ni las cualidades de una raza, si no se ha familiarizado uno con sus niños, si no se ha asomado uno al alma en germinación de sus niños, si no ha sabido uno amarlos, comprenderlos y dirigirlos. - IX - La Universidad Popular de Madrid A riesgo de apartarme, siquiera sea un ápice, del programa que esa Secretaría de su digno cargo se sirvió fijarme para que a él ajustase mis Informes mensuales, quiero hablarle en éste, correspondiente al mes de Mayo, que hoy fina, de una importantísima Institución libre de enseñanza, de vulgarización científica, existente en Madrid y que, aun cuando tiene semejantes en Europa y América, no sólo no ha imitado a ninguna de ellas, sino que reviste caracteres muy especiales. Me refiero a la Universidad Popular de Madrid. ¿Qué clase de Institución es ésta? En primer lugar diré que ni es obra de sectas, como las instituciones similares de Francia, ni vive en modo alguno de apoyo oficial, y ha sabido crear en Madrid el tipo de conferencia amistosa, de conversación familiar, encaminada a educar e instruir a las masas. La Universidad Popular no se jacta por cierto de la originalidad que todos le reconocemos. Si, según las palabras de uno de sus organizadores, no está formada a la moda de ninguna parte, no es porque aspirase deliberadamente a singularizarse, sino porque la prisa que hubo por trabajar, por hacer, no dio tiempo a mirar los modelos que pudieran ser imitados. No se ha pretendido singularizar la obra; se ha pretendido simplemente adaptarla a la índole del pueblo español. No se ha desdeñado la enseñanza de lo que se practica en otros países, pero, al desarrollar ese estudio, los fundadores llevaban ya por delante una considerable cantidad de labor y de observaciones propias y estuvieron por ello a cubierto de caer en lo demasiado exótico. Por lo apuntado se viene fácilmente en conocimiento de la índole de esta obra educativa, y puede ya responderse a la pregunta hecha arriba: ¿Qué clase de institución es la Universidad Popular? «La Universidad Popular -dice el artículo 1º de sus estatutos- es una institución que tiene por objeto realizar una obra de educación social, divulgando entre los elementos populares toda clase de conocimientos útiles por medio de conferencias, cursos, veladas, excursiones, visitas a museos y fábricas, publicaciones especiales, etc., etc». La idea generadora de esta institución fue una idea de alta solidaridad, y su tendencia, según las palabras de los fundadores, la de aproximar a los que están distanciados y mantener unidos a los que se hallan en peligro de separarse. Su acción, pues, ha tenido que ser recíproca: llevando a los elementos populares los resultados más fácilmente asimilables del estudio ordenado que no han podido hacer por sí mismos, y recogiendo de ellos, en cambio, las enseñanzas valiosas que de modo tan pródigo da la realidad viva siempre que a ella se acude con ansia de aprender. Añádase a esto el nobilísimo afán de sacudir la apatía ambiente, de destruir la ignorancia, de matar la intransigencia, y tendréis en obra a la Universidad Popular. Para fundarla no se ha necesitado más que buena voluntad. A sostenerla contribuyen todos. No hay profesor, no hay artista, no hay hombre que pueda decir una palabra de bien, de progreso, de amor, de enseñanza, que no acepte gustoso la invitación que se le hace. Como local, la Universidad Popular puede decirse que no tiene más que uno y que los tiene innumerables. Últimamente se ha instalado en la calle del Sacramento, número 4; pero va por todo Madrid difundiendo sus enseñanzas y sus beneficios. El nuevo domicilio en que se ha instalado tiene pocas y modestas habitaciones. En ellas no se ven más que mapas, carteles antialcohólicos y pizarras y muchos libros, casi todos obsequio de generosos donantes. Pero de aquel modesto refugio la Universidad Popular irradia poderosamente y poderosamente difunde una inmensa cantidad de bien. La labor hecha por la Universidad Popular desde 1904 hasta la fecha ha sido enorme, como verá usted por las listas que acompañarán a este informe. La norma adoptada desde el primer momento fue la de no limitarse a ofrecer, para que la aprovecharan los que quisieran ir en su busca, sino llevarla en primer término a los puntos de reunión habitual de los obreros y, en general, de todos los elementos a los cuales puede esta enseñanza convenir. Las mujeres tienen su porción de cuidados, de cultura, de educación en la Universidad Popular, la cual ha dado clases especiales de instrucción primaria para señoritas. Oigamos lo que a este respecto nos cuenta don Antonio Gascón y Miramón, vocal de la Junta de gobierno de la Universidad: «La Asociación general de modistas -dice este señor- se dirigió de oficio a la Universidad Popular rogando que se proporcionara a sus asociadas las enseñanzas de lectura, escritura, gramática y aritmética. Nuestra Universidad creyó que no podía contestar con una negativa a esta demanda; pero considerando que por la índole de la nueva enseñanza pedida y de las alumnas que habrían de recibirla era precisa una organización especial, recabó el concurso de la Asociación para la enseñanza de la mujer, cuyas alumnas más adelantadas, en unión de algunos individuos del Profesorado de dicha Asociación, tomarían a su cargo la tarea, conservando siempre los profesores de la Universidad Popular cuanto se refiere a la organización y cuidado de la enseñanza. Con la ayuda ocasional de varios de nuestros compañeros, cuidaron especialmente de este servicio, y no faltaron ni un solo día los señores don Constancio Bernaldo de Quirós y don Guillermo Beeluire». Las clases se dieron por la noche, tres veces a la semana, y los resultados fueron verdaderamente alentadores. Una de las tareas más simpáticas de la Universidad Popular es la de las visitas a los Museos. Yo he presenciado casualmente algunas, pues son muy frecuentes, y he quedado encantado de la diafanidad, del espíritu claro y sintético con que se dan las explicaciones. Estas visitas han sido frecuentes; fijándonos en el año de 1905, tenemos que solamente del 15 de enero al 9 de julio se hicieron a los Museos del Prado, de Arte Contemporáneo, de Reproducciones, Arqueológico y de Ciencias Naturales, veintiuna visitas en otros tantos domingos. Cada profesor tuvo a su cargo un grupo de 12 a 20 alumnos. Los primeros grupos se formaron con los asistentes a las conferencias dadas en el Centro de Sociedades Obreras, después se formaron otros en la Asociación general de Dependientes de Comercio y en la de Modistas y ya avanzado el curso, la Sociedad El Fomento de las Artes formó un grupo más, del que se encargó uno de los profesores de la Universidad Popular. Los alumnos matriculados pasaron de 250. Los que asistieron en cada día fueron de 80 a 18. Los 16 profesores que se encargaron de este trabajo dieron nada menos que ciento treinta y cuatro lecciones! El público de la Universidad Popular es, por todo extremo, interesante. Veréis allí desde el sexagenario hasta el niño; veréis a los dos sexos representados por sus más humildes individuos; veréis el amor, la devoción, la sostenida quietud y atención con que todo el mundo oye las lecciones que le dan, la puntualidad con que todo el mundo acude a oírlas. Este espectáculo constituye sin duda la mejor recompensa, el mejor estímulo para las nobles energías que en la Universidad Popular laboran. No quiero concluir este informe sin dar el último resumen de trabajos hechos, a saber, el efectuado en el curso de 1905-1906, advirtiendo que si no doy el de los trabajos completos, desde la fundación de la Universidad, es porque no bastarían para ello muchas páginas. Ojalá que este resumen determine, en las diversas instituciones docentes de nuestro México, el movimiento de simpatía hacia la Universidad Popular de Madrid, a que las nobilísimas tareas de ésta le dan derecho. CURSO DE 1905 A 1906 Resumen de los trabajos hechos en este curso hasta el día 22 de abril inclusive. - Conferencias y lecciones diversas ................................. 148 »con proyecciones...................................... 14 »con ejemplos musicales ........................... 26 - Audiciones musicales .................................................... 25 - Curso de Economía, lecciones ...................................... 12 »de Geografía, lecciones ...................................... 6 - Lecciones en los Museos .............................................. 121 »en el estudio del señor Sorolla ..................... 2 - Clases a las obreras ....................................................... 139 - Conferencias sobre Higiene bucal en las Escuelas Municipales................................... 19 - TOTAL .......................................................................... 512 Los Centros en que ha trabajado este año la Universidad Popular, son: Centro de Sociedades Obreras. Relatores, 24. Centro de Sociedades de Dependientes de Comercio. Costanilla de los Ángeles, 1, 2.º Centro Obrero Societario. Costanilla de los Ángeles, 1, 1.º Centro de Pintores Decoradores. Horno de la Mata, 7, 2.º Centro Instructivo de obreros republicanos del distrito de la Inclusa. Abades, 20. Centro Instructivo de obreros republicanos del distrito de la Latina. Ruda, 21. El Fomento de las Artes. San Lorenzo, 13. El curso de Economía se ha dado en el Centro de Sociedades de Dependientes de Comercio. El de Geografía se da en un local del Ateneo, los domingos por la mañana. *** En la semana próxima comenzarán los trabajos en los centros siguientes: Centro Instructivo de obreros republicanos del distrito de Buenavista. Núñez de Balboa, 23. «La Única.» Sociedad de los gremios de comestibles unidos. Pontejos, 1. Cinco centros de obreros católicos. Poco después se inaugurará la tarea en el Centro Instructivo de obreros republicanos del distrito de Palacio. Reyes, 19. Constructores de carruajes. Relatores, 24. Sordo-mundos. Luzón, 4. Centro Instructivo y Protector de ciegos. Barbieri, 21 *** Como he dicho, la Universidad Popular ha arrendado hace días un modestísimo local en la calle del Sacramento, número 4. Esto la permitirá centralizar su labor y montar algunas enseñanzas sistematiza das, sin perjuicio de continuar, como hasta ahora, sus demás trabajos. Queda abierta la matrícula enteramente libre y gratuita para los cursos siguientes: Geografía. Historia de España. Aritmética. Geometría. Física. Antropología. Higiene popular. Legislación social. Derecho político. Derecho mercantil. Solfeo. Los cursos serán, por ahora, de una a dos lecciones semanales, según los casos. Las clases se darán n las últimas horas de la tarde y por la noche hasta las once, comenzando en los primeros días de Mayo. - X - Los estudios histórico-literarios en España. -La poesía. -La novela histórica. -Literatura anecdótica. -Cultivo entusiasta de un noble género Es admirable cómo de pocos años a esta parte, la literatura histórica, esa flor y nata de la prosa didáctica, ha florecido en España. ¿Será que la nación, amargada un tanto por sus recientes desventuras, se vuelve hacia su glorioso pasado en demanda de consuelos? No lo creo. Más bien pienso que esta moda francesa de las monografías, esta boga de la historia anecdótica, de la reconstrucción y resurrección de épocas más o menos olvidadas, ha acabado de pasar los Pirineos y ha hallado en España un medio ambiente propicio. Yo me explico perfectamente, por lo demás, ese novísimo y entusiasta cultivo de la historia, aquí donde es historia todo, donde las piedras hablan a quienes saben interrogarlas, donde cada florecita del camino, cada jaramago, cada cardo, podrían decirnos al oído cosas muy bellas y muy hondas. El venero es tan rico, tan opulenta la veta, que todo el mundo va dejándose tentar y ya casi no hay autor que no emprenda uno de esos libros de historia amena que tanto enseñan sonriendo, que por sus dimensiones y por su estilo nos invitan poderosamente a leerlos, y que son como guías literarias y admirablemente documentadas para viajar por este mundo de recuerdos. Los españoles han sido siempre historiadores. Tantas cosas han visto en esa su secular época, de conquista, de colonización, de dominio casi universal, que no han resistido al natural impulso de contarlas. Y así se vio en otros siglos, especialmente en el XVI y XVII, a esos soldados y a esos frailes que al propio tiempo que guerreaban o evangelizaban, iban historiando lo que veían, en verso, como don Alonso de Ercilla en su Araucana, o en prosa, como don Diego Hurtado de Mendoza, Hernán Cortés en sus Cartas de Relación sobre el descubrimiento y conquista de la Nueva España, el capitán Bernal Díaz del Castillo, don Francisco de Xerez, don Gonzalo de Hernández de Oviedo, Garcilaso de la Vega, ¡qué más!, el mismísimo Carlos V en sus comentarios, por desgracia perdidos. Pero todos los prosadores históricos de la época clásica hacían sus relaciones harto mazacotudas, vertebradas con enormes períodos, y construidas con esa penosa sintaxis de los expresados siglos XVI y XVII, y tanta paciencia se necesita ahora, dentro del vértigo de la vida moderna, para leer a un Gonzalo de Illescas como a un Luis del Mármol Carvajal, a un Zurita, a un Bernardino de Mendoza, a un Mariana, etcétera. Por lo que ve a los |