[Poemas de Salvador Díaz Mirón]
| Antología de poemas
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Poemas de: Salvador Díaz Mirón
 INDICE
A GLORIA
OJOS VERDES A UN PESCADOR
RIMAS ASONANCIAS
MUDANZA DONES FATÍDICOS
DESEOS A MARGARITA
DEA LA CANCIÓN DEL PAJE
AVERNUS PAQUITO
BEATUS ILLE PINCELADAS
A UNA ARAUCARIA A UN JORNALERO
AUDACIA A LA SEÑORITA SOFÍA MARTINEZ
A LA SEÑORITA JULIA ZÁRATE IN HOC SIGNO
ENTRE DOS LENTES ÓPALO
ORACIÓN DEL PRESO CANCIÓN MEDIOEVAL
EL FANTASMA NOX
ENGARCE LANCE
IDILIO A TI
A ELLA GRIS PERLA
CLAUDIA A TIRSA
A MIS VERSOS EPÍSTOLA JOCO-SERIA
EL PREDESTINADO
MÚSICA DE SCHUBERT
EXCÉLSIOR
CINTAS DE SOL
DUELO
EL MUERTO
PEPILLA
MÚSICA FUNEBRE
LA GIGANTA
ECCE HOMO
VIGILIA Y SUEÑO
EJEMPLO
A GLORIA
No intentes convencerme de torpeza con los delirios de tu mente loca: mi razón es al par luz y firmeza, firmeza y luz como el cristal de roca.
Semejante al nocturno peregrino, mi esperanza inmortal no mira el suelo; no viendo más que sombra en el camino, sólo contempla el esplendor del cielo.
Vanas son las imágenes que entraña tu espíritu infantil, santuario oscuro. Tu numen, como el oro en la montaña, es virginal y, por lo mismo, impuro.
A través de este vórtice que crispa, y ávido de brillar, vuelo o me arrastro, oruga enamorada de una chispa o águila seducida por un astro.
Inútil es que con tenaz murmullo exageres el lance en que me enredo: yo soy altivo, y el que alienta orgullo lleva un broquel impenetrable al miedo.
Fiando en el instinto que me empuja, desprecio los peligros que señalas. "El ave canta aunque la rama cruja: como que sabe lo que son sus alas."
Erguido bajo el golpe en la porfía, me siento superior a la victoria. Tengo fe en mí; la adversidad podría, quitarme el triunfo, pero no la gloria.
¡Deja que me persigan los abyectos! ¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume! La flor en que se posan los insectos es rica de matiz y de perfume.
El mal es el teatro en cuyo foro la virtud, esa trágica, descuella; es la sibila de palabra de oro, la sombra que hace resaltar la estrella.
¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido será el fuego voraz que me consuma! La perla brota del molusco herido y Venus nace de la amarga espuma.
Los claros timbres de que estoy ufano han de salir de la calumnia ilesos. Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan... ¡Mi plumaje es de esos!
¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma crece en la orilla que el oleaje azota. El mérito es el náufrago del alma: ¡vivo, se hunde; pero muerto, flota!
¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle! ¡Consuela el corazón del que te ama! ¡Dios dijo al agua del torrente: bulle!; ¡y al río de la margen: embalsama!
Confórmate, mujer! Hemos venido a este valle de lágrimas que abate, tú, como la paloma, para el nido, y yo, como el león, para el combate.

OJOS VERDES
Ojos que nunca me veis, por recelo o por decoro, ojos de esmeralda y oro, fuerza es que me contempléis; quiero que me consoléis hermosos ojos que adoro; ¡estoy triste y os imploro puesta en tierra la rodilla! ¡Piedad para el que se humilla, ojos de esmeralda y oro!
Ojos en que reverbera la estrella crepuscular, ojos verdes como el mar, como el mar por la ribera, ojos de lumbre hechicera que ignoráis lo que es llorar, ¡glorificad mi penar! ¡No me desoléis así! ¡Tened compasión de mí! ¡Ojos verdes como el mar!
Ojos cuyo amor anhelo porque alegra cuanto alcanza, ojos color de esperanza, con lejanías de cielo: ojos que a través del velo radian bienaventuranza, mi alma a vosotros se lanza en alas de la embriaguez, miradme una sola vez, ojos color de esperanza.
Cese ya vuestro desvío, ojos que me dais congojas; ojos con aspecto de hojas empapadas de rocío. Húmedo esplendor de río que por esquivo me enojas. Luz que la del sol sonrojas y cuyos toques son besos, derrámate en mí por esos ojos con aspecto de hojas.

A UN PESCADOR
En buen esquife tu afán madruga, el firmamento luce arrebol; grata la linfa no tiene arruga; la blanca vela roba en su fuga visos dorados al nuevo sol.
Pero prorrumpes en canturía que inculta y tosca mueve a llorar; oigo la ingenua melancolía ¡del que inseguro del pan del día surca y arrostra pérfido mar!
Tímida y mustia por los recelos tu mujercita dirá: -Señor, une las aguas, limpia los cielos; cuida y conduce, por los chicuelos, ¡la navecilla del pescador!

RIMAS
El día con su manto de vívidos colores, inspira cosas dulces: la risa y la ilusión. Entonces la mirada se inclina hacia las flores... Las flores son los versos ¡que el prado canta al sol!
La noche con su sombra, que deja ardientes rastros, inspira cosas graves: la angustia y la oración. Entonces la mirada se eleva hacia los astros... Los astros son los versos ¡que el cielo canta a Dios!
Qué pliegue su ala de oro la tarde en el vacío; que pasen por mi mente las ondas del Cedrón; que caiga de la nube la gota de rocío; ¡que radien las estrellas, que trine el ruiseñor!

ASONANCIAS
Sabedlo, soberanos y vasallos, próceres y mendigos: nadie tendrá derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto.
Lo que llamamos caridad y ahora es sólo un móvil íntimo, será en un porvenir lejano o próximo el resultado del deber escrito.
Y la Equidad se sentará en el trono de que huya el Egoísmo, y a la ley del embudo, que hoy impera, sucederá la ley del equilibrio.

MUDANZA
Ayer, el cielo azul, la mar en calma y el sol ignipotente y cremesino, y muchas ilusiones en mi alma y flores por doquier en mi camino.
Mi vida toda júbilos y encantos, mi pecho rebosando de pureza, mi carmen pleno de perfume y cantos y muy lejos, muy lejos, la tristeza.
Ayer, la inspiración rica y galana llenando mi cerebro de fulgores; y tú, sonriente y dulce en tu ventana, hablándome de dichas y de amores.
Ayer, cuanto era luz y poesía: las albas puras y las tardes bellas henchidas de sutil melancolía, y las noches pletóricas de estrellas...
Y hoy... la sombra y el ansia del desierto, perdida la esperanza, y la creencia, y el amor en tu espíritu ya muerto, y sembrada de espinas la existencia.

DONES FATIDICOS
Palma, no te enorgullezcas de superar en altura a los laureles y almendros sobre cuyas copas triunfas. La tempestad se avecina, y cuando el rayo fulgura, las frentes menos enhiestas son las que están más seguras.
No te ensoberbezcas, rosa, porque brillas y perfumas, y en el jardín y en el prado reinas, excedes y ofuscas. Esmalte y aroma en flores son signos de desventura... Manos vendrán que te arranquen o insectos que te destruyan.
Dulce planta de la selva, cantor que esponjas la pluma y abres el pico y exhalas chorros de perlas de música. No te envanezca el gorjeo, calla: los hombres lo escuchan, y trinos aprestan redes al ave que los modula.
Tierra, no envidies al astro que te calienta y fecunda, y que surgente o occiduo prodiga el oro y la púrpura. Tamaña magnificencia nace de inmensa tortura... El resplandor de un incendio ¡te vivifica y alumbra!
Cuán caro pagas, espíritu, ¡el nimbo que te circunda! Tener ingenio y renombre es tu verdadera culpa. De rencores a tu gloria es cómplice la fortuna, y pereces lapidado con montañas de imposturas.

DESEOS
Yo quisiera salvar esa distancia ese abismo fatal que nos divide, y embriagarme de amor con la fragancia mística y pura que tu ser despide.
Yo quisiera ser uno de los lazos con que decoras tus radiantes sienes; yo quisiera en el cielo de tus brazos beber la gloria que en los labios tienes.
Yo quisiera ser agua y que en mis olas, que en mis olas vinieras a bañarte, para poder, como lo sueño a solas, ¡a un mismo tiempo por doquier besarte!
Yo quisiera ser lino y en tu lecho, allá en la sombra, con ardor cubrirte, temblar con los temblores de tu pecho ¡y morir de placer al comprimirte!
Oh, yo quisiera mucho más! Quisiera llevarte en mí como la nube al fuego, mas no como la nube en su carrera ¡para estallar y separarse luego!
Yo quisiera en mi mismo confundirte, confundirte en mí mismo y entrañarte; yo quisiera en perfume convertirte, ¡convertirte en perfume y aspirarte!
Aspirarte en un soplo como esencia, y unir a mis latidos tus latidos, y unir a mi existencia tu existencia, ¡y unir a mis sentidos tus sentidos!

A MARGARITA
Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila ¡bajo el dosel de tu melena blonda! Qué abismo tan profundo tu pupila, ¡pérfida y azulada como la onda!
El fulgor soñoliento que destella en tus ojos donde hay siempre un reproche viene cual la mirada de la estrella de un cielo ennegrecido por la noche.
Tu rojo labio en que la abeja sacia su sed de miel, de aroma y embeleso, ha sido modelada por la gracia más para la oración que para el beso.
Tu voz que ora es aguda y ora grave, llena de gratitud suena en mi oído como el saludo arrullador del ave al sol naciente que despierta el nido.

DEA
Recio y amplio edificio, que no brilla Por la elegancia y el primor del arte. Fue convento y capilla Y es hospital. Elévase a la orilla Del mar, hacia la parte De Oriente, por la cual hay un baluarte,- De dos que duran a evocar memoria De antiguos tiempos de tumulto y gloria.
Junto a ríspida rampa de granito, Roña de ruinas y despojos muerde Restos de la muralla de circuito, Que son postrer vestigio que se pierde; Y entre la playa bruna y el amparo De los pacientes míseros, un clavo Borda en rústico alarde alfombra verde.*
Al Norte, recta y espaciosa vía, Que a un lado y otro del arroyo cría Y a despecho del régimen propaga Mantos de zacatillo y verdolaga; Y que a un extremo y a cerrar el fondo Tiene un médano gris, enhiesto y mondo.
Al Sur, y herboso como inculto predio, Un parquecillo ruin en cuyo medio Un zócalo mezquino espera en vano, Con una obstinación que infunde tedio, La estatua de un grande hombre mexicano.
He ahí mi asilo y el contorno. -Cruda Flegmasía me atrajo de mazmorra A celda en que perezco de modorra Y que, quizás por imitarme, suda. Compasivo guardián que imparte ayuda; Y cuando halla ocasión, me da permiso De visitar un rato el paraíso. Y a frescos y desnudos corredores, Que rodean un cuadro un patiezuelo, Salgo a ver sonreír frondas y flores, Ya mostrar a la fe de mis dolores Un pedacito del azul del cielo. Y de gracia mi espíritu se viste; Y entonces me pregunto si la suerte Hará otra miel como la paz del fuerte Y otro esplendor como el placer del triste.
Holgábame una vez en tal encanto; Y una moza, con rostro del delirio, Pasó, blanca y derecha como un cirio, Lírica y turbadora como un canto, Odorífera y prócer como un lirio. Parecía ilusión de la mirada. Iba con paso cadencioso y lento, Y alba ropa de lino almidonada, Y un susurro de risa en enramada, Y cual fuego la crin volando al viento. Era de tarde, por abril que adoro, Y en un silencio perturbado apenas; Y efluvios de azahares y azucenas Desleían al sol ámbar en oro.
Quedáme absorto y lúgubre. Sufría Présaga desazón. - ¡Oh imagen pía! Ancha y tersa la frente sin pecado, Helénica nariz, boca de fresa, Zarco el ojo de antílope asustado, Elación y decoro de princesa Y un secreto de angustia en un nublado: ¡asi te llevo en el sensorio impresa!
Costumbre de inquirir, sabia y notoria, A la que rindo y pagaré tributo, Movióme a interrogar. Y oí una historia. ¿A quién? A un servidor del instituto, a un cubano feraz en viles tretas, a un practicante crapuloso y pigre, a un mancebo de sórdidas chancletas, facha de orangután, gesto de tigre. Pero atended. -Su relación incluye Un imán de rumor de agua que fluye.
"La doncella gentil se llama Dea. Su padre, Juan Falot, vino de zuavo; Y aqui, como en Italia y en Crimea, Ganó prez en las lides como bravo. Herido y preso en Camarón, no pudo Seguir, camino a Francia, el regimiento; Y ya en salud y en libertad, a rudo Trabajo demandó noble sustento. Cansado de labrar, y con su ahorro, Adquirióse un tenducho y un ventorro. Y casó con la reina del poblacho, Una mujer de singular trapío, Modesta y cauta sin ficción ni empacho, Y enemiga mortal de todo lío. Y los meses corrieron; y la esposa Engordaba, soñando con querubes; Y una chica nació sana y hermosa, Con un cutis de pétalos de rosa Y un olor como de astros y de nubes."
"Qué suplicio el del parto! ¡Cuál estreno! Fruto de humano amor cumple lo escrito: No se desgaja sin romper un seno Y no respira sin lanzar un grito! Fausto auroral surgió del horizonte; Y a la sangrienta luz que despuntaba, Y en el aroma del cercano monte, Y en las perlas de un trino de sisonte, ¡ay! La madre infeliz agonizaba. Por hemorragia sucumbió al puerperio. El cadáver cayó bajo el imperio De la Química, numen de las cosas, Y es en el más humilde cementerio Polvo siempre fecundo en tuberosas. Pero alma de valer, limpia y cristiana, Yergue aliento que nunca se consume; Y aquélla se fue a Dios, como un perfume, Disuelta en el carmín de la mañana." "El pobre viudo encaneció en un día. ¡Cuán tierno y delicado a la pequeña el que antes, por su indúctil ardentía, resultaba feroz bajo la enseña! Arrapiezo el "bebe", y en la dulzura Del mismo, y al alcance de la mano, Campó sin probar gota de amargura. ¡Frágil y bullidor, lindo y ufano colibrí del vergel de la ventura! Su aspecto de pictórico angelito, Su inventiva, su charla, su despejo, Aliviaban con bálsamo exquisito El ulcerado corazón del viejo."
"¡Precoz muchacha! Con presteza suma se adiestraba en su hogar, según crecía; y llegó con el medro de la espuma a la núbil y sacra lozanía. Y en gusto y dignidad honró penates, Y en cuidar su conducta puso esmero; Y escuchando episodios de combates, Retempló su virtud como un acero. Jamás anduvo en triscas de festines; Y sola con sus caras aficiones, Vivió en intimidad con sus jazmines Y hablábase de tú con sus gorriones. Su pensamiento, si salvaba el muro, Era de fijo en el espacio, allende, Como el soplo sutil, cimero y puro Que por alto pinar vibra y trasciende".
Al estro el narrador detuvo el giro, Y luego continuó, tras un suspiro. "Al destino la dicha es una injuria y el oasis un tósigo al desierto. El anciano "enfermó" de albuminuria Y con la virgen trasladóse al puerto. Arriba está. Malísimo, por cierto, Y de congoja convertido en furia. La bella y santa joven, - que reside No lejos, en unión de unas beatas-, Acude con frecuencia y lo decide A someterse a pócimas y natas. Y bebe horrible hiel en vasta copa; Y con firme palabra y sin misterio,, Dice que pronto marchará a Europa A gemir su orfandad a un monasterio. Musca jerga y nevada muselina Ofrecen a la mártir hechicera Disfraz de prodigiosa golondrina, Palma en inmarcesible primavera".
Veracruz. Hospital de San Sebastián. Mayo |