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Explicación intencional Intencionalidad. Explicar la conducta intencionalmente es equivalente a demostrar que es conducta intencional, conducta realizada para lograr una meta. Explicamos una acción intencionalmente (o la entendemos) cuando podemos especificar el estado futuro que se pretendía crear. Un agente intencional elige una acción que cree será el medio para su meta. La explicación intencional comprende una relación triádica entre acción, deseo y creencia. Actuar con una razón significa que el actor tiene razones para hacer lo que hace, y actuar por una razón significa que hizo lo que hizo debido a dichas razones. La explicación intencional incluye mostrar que el actor hizo lo que hizo por una razón. La conducta intencional esta esencialmente relacionada con el “futuro”. Es acción guiada por una meta ausente, no realizada aún, simplemente imaginada y representada. Además de esperar, que incluye la capacidad de rechazar opciones favorables para acceder a opciones aún mas favorables mas adelante, el hombre también tiene la capacidad de utilizar estratégicas indirectas, es decir, de aceptar opciones desfavorables para acceder a las muy favorables mas tarde. Intencionalidad y racionalidad. Nunca habría que caracterizar una creencia, una acción o un modelo de conducta como racional a no ser que se está dispuesto a afirmar que la racionalidad “explica” que lo que se dice es racional. El término “racional” se utiliza frecuentemente para caracterizar la acción de un modo que hace poco claro si realmente hay una intención de explicación. La manera habitual de definir conducta racional es apelando a algún concepto de optimización. Se dice que el agente racional elige una acción que no sólo es un medio para el fin, sino que el mejor de todos los medios que cree disponible. La racionalidad implica “consistencia” de metas y creencias. Un sistema de creencias es consistente solamente si existe un mundo posible en el que son todas ciertas y creídas. Los criterios de consistencia para los deseos pueden definirse análogamente a los criterios para la creencia: debería haber algún mundo posible en el que el deseo se cumple, y se cumple a través del intento de hacerlo. Racionalidad y optimalidad. Hay dos razones por las que la interpretación de racionalidad como optimalidad no vale para la generalidad. También hay razones para creer que algunas veces la racionalidad debe entenderse como satisfacerse, es decir, como que encuentra una alternativa “lo suficientemente buena” para nuestro propósito y no la “mejor”. Racionalidad parametrica Conducta racional dentro de un medio que el agente supone está formado por objetos naturales gobernados por leyes causales, y por otros agentes que o bien son tales que su conducta no le resulta distinta, o si sí le resulta distinta, se suponen menos sofisticados de lo que él es. Esta ultima condición implica que el agente piensa en si mismo como una variable y de los demás como constantes (parametrica). La parte de la racionalidad implica que el agente trata de hacer lo mejor posible para sí, dadas sus creencias acerca del mundo. Incluso si el actor supone que el medio es parametrico, puede tener información incompleta sobre él. Aquí se debe hacer una distinción básica entre riesgo e incertidumbre. Hay riesgo cuando el agente tiene grados cuantificables de creencia, o “probabilidades subjetivas” sobre los diversos estados posibles del mundo. En este caso racionalidad implica que el agente debería maximizar la utilidad esperada asociada con los diversos cursos de acción, es decir, un promedio de las conveniencias que se realizarán para las diferencias del estado del mundo. La incertidumbre surge cuando el agente no puede especificar probabilidades numéricas; tampoco puede especificar un conjunto completo de los posibles estados del mundo sin mencionar su probabilidad. Racionalidad estratégica: el agente actúa en medio de otros actores, ninguno de los cuales puede suponerse diferente racional que él mismo. Entonces cada actor necesita anticipar las decisiones de los demás antes de tomar la propia. Teoría de los juegos o de las decisiones interdependientes. La vida social esta constituida por los cuatro conjuntos de interdependencias:
La teoría del juego cooperativo supone que grupos de agentes pueden activar juntos contra otros grupos y no investiga la posibilidad ni las condiciones para que se produzca dicha cooperación. Esto significa que la teoría no puede tener gran poder de explicación aunque puede resultar útil para el análisis normativo. La teoría del juego no cooperativo es mas satisfactoria en este respecto pues solamente postula decisiones racionales individuales. Dentro de los no cooperativos se encuentran los juegos en los que cada participante o jugador tiene un curso de acción o estrategia que es su mejor opción sin considerar cómo eligen los demás. El dilema de los prisioneros al egoísmo como estrategia dominante. Aunque la recompensa de cada uno esta afectada por la decisión de todos, la decisión de cada uno puede tomarse independientemente de las decisiones de todos. El juego de los seguros no tiene estrategias dominantes, pero tiene solución. El concepto de solución en la teoría del juego no cooperativo consiste en un conjunto de estrategias hacia las cuales los jugadores racionales y perfectamente informados convergerán tácitamente. Si la solución está formada por estrategias dominantes, solamente será bloqueada por falta de racionalidad individual. En juegos sin estrategias dominantes, la solución puede estar bloqueada por falta de información. Debido a la falta de información se puede obtener un resultado que es peor para todos que cualquier otro resultado. Tal se denomina Pareto-subóptimo. La suboptimidad en el juego de los seguros surge de una falta de información, en el dilema de los prisioneros de una falla en la coordinación. Una importante tarea de liderazgo es proporcionar la información que permita a las personas converger en una conducta por la que todos tienen una preferencia condicional. Con preferencias incondicionalmente altruistas no hay necesidad de liderazgo y con preferencias incondicionalmente egoístas se necesita coerción para lograr el óptimo colectivo. Los juegos sin solución son situaciones en donde no hay conductas estratégicamente racionales:
Cuando se juega un juego sin solución racional, cada jugador tiene que suponer algo sobre lo que los demás van a hacer, y luego actuar para maximizar su recompensa en base a dicho supuesto. Éste debe producir algún conocimiento psicológico o alguna creencia, ya sea sobre los jugadores específicamente o sobre los seres humanos en general. Intencionalidad y causalidad. La teoría de los juegos estudia lo que podría llamarse “interacción intencional entre seres intencionales”. También ocurre la “interacción causal entre agentes intencionales”. Esto se produce cuando cada agente actúa en base a supuestos injustificados acerca de la conducta de los demás; cuando cada agente se considera como una variable y a los demás como parámetros. Primero debemos “entender” porqué los actores se comportan del modo en que lo hacen; y luego debemos “explicar” porqué, comportándose como lo hacen, provocan lo que hacen. Hay también causalidad subintencional, es decir, procesos causales que moldean creencias y deseos en cuyos términos se pueden explicar intencionalmente las acciones. Los deseos están moldeados, predominantemente por la socialización. Esto no significa que se nos socializa para desear algún producto en particular, sin tener en cuenta el costo. La idea es que de la socialización se aprende cómo comerciar diferentes artículos por otros. No debemos buscar en la socialización la fuente directa de la acción, sólo la causa de determinados esquemas de preferencias que, en medio dado, pueden hacer que se prefiera una acción en lugar de las alternativas factibles. La socialización no es el único mecanismo causal que moldea nuestros deseos. También existe la formación de preferencias de adaptación. Otros procesos causales que moldean los deseos incluyen la producción de disonancia, por ejemplo, mediante el impulso perverso por la novedad, o fenómenos imitativos tales como el conformismo y el anticonformismo. Estos procesos indican la idea de una “teoría sociológica general”, en la que las preferencias y los deseos se explican endogenalmente como un producto de los estados sociales a cuya generación también contribuye. Esta teoría incluiría: la explicación de la acción individual en términos de deseos y creencias individuales; la explicación de macro estados en términos de acciones individuales y; la explicación de deseos y creencias en términos de macro estados. Frecuentemente se dice que las personas con capacidad para formar creencias racionales o bien fundamentadas tienen “juicio”. Decir que una persona tiene cierta creencia porque tiene buenas razones es, en cierto modo, como ofrecer una explicación intencional de la creencia. UNIDAD IV: El problema del lenguaje en la comprensión de la realidad social.
La acción considerada como un texto: hermenéutica se refiere a las reglas requeridas para la interpretación de los documentos escritos de la comprensión. Verstehen (comprensión) depende del reconocimiento de lo que otro sujeto quiere decir o piensa sobre la base de todas las especies de signos en que se expresa su vida psíquica. Austegung (interpretación) sólo abarca la limitada categoría de signos que quedan fijados al escribir, incluyendo todos los tipos de documentos y monumentos que suponen una fijación similar a la escritura. Se puede decir entonces que las ciencias sociales humanas son hermenéuticas en la medida en que su “objeto” revela algunos de los rasgos constitutivos de un texto como texto, y en la medida en que su “metodología” desarrolla la misma clase de procedimientos que los de la Auslegung o interpretación de textos. El paradigma del texto. El discurso es la contrapartida de aquello que los lingüistas llaman sistema de lenguaje o códigos lingüísticos. El discurso es acontecimiento en forma de lenguaje o uso lingüístico. La lingüística del discurso tiene reglas diferentes de las de la lingüística del lenguaje: si el signo es la unidad básica del lenguaje, la oración es la unidad básica del discurso. Por consiguiente, es la lingüística de la oración la que sostiene la teoría del habla como un acontecimiento. Se notarán cuatro rasgos de esta lingüística: I. El discurso se realiza siempre temporalmente y en un presente, mientras que el sistema del lenguaje es virtual y se halla fuera del tiempo. II. En tanto que el lenguaje carece de sujeto, el discurso se retrotrae a quien lo pronuncia. La “instancia del discurso” es auto referencial. III. Mientras que en el lenguaje los signos solo se refieren a otros signos en el marco del mismo sistema, y entretanto que el lenguaje, como consecuencia, carece de un mundo, del mismo modo que carece de temporalidad y subjetividad, el discurso es siempre acerca de algo. Se refiere a un mundo que afirma describir, expresar o representar. En el discurso se actualiza la “función simbólica” del lenguaje. IV. En tanto que el lenguaje es sólo la condición para la comunicación, para la cual provee los códigos, todos los mensajes se intercambian en el lenguaje. En este sentido, el discurso tiene un interlocutor al cual está dirigido. Estos cuatro rasgos constituyen el habla como un acontecimiento.
La escritura fija el habla, en la medida en que es dicha. El acto de hablar está constituido por una jerarquía de actos subordinados que se distribuyen en tres niveles:
El acto locucional se exterioriza en la oración: esta se vuelve una enunciación y, de este modo, se trasfiere a otros como una determinada oración con cierto significado. Pero la fuerza ilocucional se puede exteriorizar también como un resultado de paradigmas gramaticales (que expresan la fuerza ilocucional) que permiten su identificación y reidentificación. En el discurso hablando la fuerza ilocucional se apoya en la mímica, en elementos gestuales y en los aspectos no articulados del discurso. Por otro lado el acto perlocucional caracteriza preferentemente el lenguaje hablado, pero la acción perlocucional es lo menos discursivo del discurso. Actúa por una influencia directa sobre las emociones y las disposiciones afectivas. Resulta necesario entender por el significado del acto del habla, o por el “noema” del decir, no sólo la oración, en el estrecho sentido del acto proposicional, sino también la fuerza ilocucional e incluso la acción perlocucional, en la medida en que los tres aspectos están codificados, reunidos en paradigmas y, por ende, pueden ser identificados y reidentificados como teniendo la igual significación.
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