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Historia de la Filosofía Tema 1 Orígenes de la Filosofía Occidental ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL 1
La filosofía no es algo que surge de manera espontánea y aislada en la Grecia Antigua sino que hunde sus raíces en el pensamiento arcaico, aparece en distintos lugares y está indisolublemente unido tanto al pensamiento racional como al avance de la cultura y la civilización. El pensamiento filosófico surgió simultáneamente, en el siglo –VI1, en tres zonas distintas de nuestro planeta: la India, China y Grecia. En estas tres regiones del mundo se va a producir desde este siglo y durante los dos siglos siguientes un desarrollo extraordinario de la especulación y el pensamiento reflexivo, que abrió los cauces por la que estas tres tradiciones filosóficas habrían de discurrir durante los dos mil años siguientes. Según los estudiosos, serian varias las causas que habrían producido este desarrollo de la espiritualidad entre las que destaca la aparición de los primeros imperios. Sin embargo no existe una teoría definitiva que explique este fenómeno de manera satisfactoria. Por tanto, nos conformaremos con constatarlo. Las filosofías india china y griega surgieron en mundos muy distintos y tuvieron desde el principio un origen común. En los tres sitios observamos el esfuerzo de los primeros filósofos por librarse de las tradiciones del pensamiento arcaico y sustituirlas por un pensamiento más libre. También en cuestiones de detalle hallamos sorprendentes analogías: así la doctrina de la trasmigración de las almas de Pitágoras se parece asombrosamente a la doctrina del samsâra de los upanisad indios; o la idea de la persistencia del cambio de Heráklitos se parece mucho a la doctrina del Tao Te King de Lao Tzú Sin embargo, las diferencias entre las tres culturas eran enormes. La filosofía india surgió en un entre sacerdotes y ascetas, y la china entre funcionarios y servidores del estado, ambas tierra adentro, muy lejos del mar. La cultura griega, en cambio surgió en las islas y puertos de mar, entre comerciantes curiosos, marinos audaces, y en ausencia de sacerdotes y funcionarios. Ha sido la tradición filosófica occidental que surge en Grecia (y no otra) la que ha dado lugar a la ciencia moderna. Eso le concede una preeminencia indiscutible en el panorama del pensamiento mundial. Pero si dejamos de lado los gérmenes científicos que contiene, en todo lo demás no es superior a las tradiciones india y china. En algunos aspectos incluso es inferior. El análisis de la paz y de la guerra por el filósofo chino Mo Di, la comunión con la naturaleza de los Taoistas, el respeto reverencial por todas las criaturas vivientes de budistas y Jainistas y la impregnación de la vida entera por la meditación pueden servir como ejemplos. Precisamente la actual preocupación por la paz y por la protección de la naturaleza, asociada a nuestra nueva sensibilidad “ecológica”, nos lleva a constatar la insuficiencia de nuestra tradición de pensamiento occidental y nos lleva a abrirnos con generosa curiosidad a otros horizontes culturales.
L ![]() Sobre las bases del imperio Medo y el Babilónico, Kurus (en griego Kyros, latinizado como Ciro), Kambuziya (Kambyses, Cambises) y Darayavaus (Daríos, Dario), el imperio Persa alcanza su máximo esplendor. Especialmente con Darayavaus, que fue el verdadero organizador del imperio. Entre sus transformaciones se encuentran la división del territorio en satrapías o provincias al mando de un sátrapa o gobernador bajo la dependencia directa del Gran Rey o Sha; la centralización de la burocracia y el establecimiento de una lengua común, el arameo, escrito en el alfabeto fenicio, además una moneda común, la obligación de contribuir mediante tributos a las arcas del rey, un eficacísimo sistema de correo y una notable red de comunicaciones. El mundo nunca había conocido un Estado tan extenso y tan bien organizado. Los pueblos, lenguas, religiones y costumbres más diversas convivían en ese gran imperio, unificado bajo la autoridad absoluta del gran rey, frente al que todos los súbditos eran meros siervos.
En marcado contraste con el gran imperio Persa, la Hélade estaba constituida por unas 1.500 minúsculas ciudades-estado independientes desparramas por todo el mediterráneo y el Mar Negro. La mayor parte de estas comunidades o póleis (plural de pólis, ciudad) apenas si merecían el nombre de ciudad, pues eran aldeas agrícolas de apenas mil habitantes. Sin embargo, algunas de ellas como Míletos, Esparta, Kórinthos, Atenas y Siracusa eran ya ciudades de cierta importancia. ![]() Todos los griegos compartían la misma cultura, hablaban dialectos de la misma lengua, escuchaban con gusto los mismos poemas homéricos y honraban a los mismos dioses olímpicos a los que dedicaban cada cuatro años los juegos olímpicos (celebrados, en honor de Zeus, al pie del monte Olimpo, hogar de los dioses) y en los que participaban atletas, poetas, charlatanes y curiosos de toda la Hélade. Con el tiempo Kórinthos y Míletos se convertirían en activos centros comerciales. Esparta era la ciudad más poderosa desde el punto de vista político y militar, puesto que sus ciudadanos vivían en permanente servicio de armas, por lo que siempre estaban preparados para la guerra. Y Atenas que había logrado unificar todas las aldeas del Atikí (la región de Ática) en una sola pólis e iniciaba una serie de reformas políticas que la pondrían a la cabeza del mundo griego en el siglo siguiente.
Estas reformas vienen determinadas por el aumento de población que obligaban a los ciudadanos a vender sus tierras a la aristocracia terrateniente o a emigrar fundando ciudades por todo el mediterráneo. Sin embargo los que se quedaban dependían cada vez más de los aristócratas propietarios de la tierra hasta tal punto que tenían que poner como garantía sus propias personas, al no poder devolver los préstamos acababan convertidos en esclavos del prestamista. Esto provocaba grandes tensiones y conflictos sociales que eran dirimidos por los propios aristócratas, únicos jueces y gobernantes de las póleis, que con frecuencia fallaban injustamente en su propio provecho. La aristocracia afirmaba seguir las leyes tradicionales pero como no estaban escritas en ningún lado y tampoco existía una fuerte casta sacerdotal como en otros lugares que se constituyera en la garantía de fiabilidad ante los dioses, su administración e interpretación por los aristócratas se prestaba a toda clase de abusos y arbitrariedades. En esta situación de continuo conflicto social se elevó un gran clamor popular pidiendo que las leyes se escribiesen y fuesen hechas públicas a fin de evitar abusos e interpretaciones arbitrarias. Surge así la figura del legislador que no solo ponía por escrito la legislación sino también, como en el caso de Atenas con Drakon y Solon, se convertían en auténticos reformadores sociales. Una vez escritas las leyes se convertían en logos elementos razonados que podían ser analizadas, criticadas o reformadas. Las leyes se convirtieron así en el vínculo de unificación entre los griegos de una misma. De ahí el inmenso respeto que muestran en sus escritos por la ley. Incluso con frecuencia contraponían su propia vida, regulada por las leyes de la ciudad, que estaban por encima de la voluntad individual, a la vida de los bárbaros, sometidos a la voluntad arbitraria de un soberano. Para los griegos la libertad y la seguridad del individuo, el imperio de la razón y la civilización se basaba en el respeto por la ley. |