Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos






descargar 1.21 Mb.
títuloRamatís El Evangelio a la Luz del Cosmos
página1/32
fecha de publicación08.04.2017
tamaño1.21 Mb.
tipoDocumentos
l.exam-10.com > Ley > Documentos
  1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   32

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos

El Evangelio

A la Luz del Cosmos


Ramatís

Psicografiada por: Dr. Hercilio Maes

TERCERA EDICIÓN

Traducida del portugués por MANUEL VALVERDE

EDITORIAL KIER S.A.

Av Santa Fe 1260

(1059) Buenos Aires - Argentina

Título original en portugués:

O Evangelho a Luz do CosmoEdiciones en castellano:

Editorial Kier S.A.; Buenos Aires

Años: 1978-1984-1995

Tapa: Horacio Cardo

LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

I.S.B.N.: 950-17-1334-2

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

© 1995 by Editorial Kier S.A. Buenos Aires

Impreso en la Argentina

Printed in Argentina

MI HOMENAJE
Al colega ANTONIO PUNIÓ DA SILVA ALVIM, dedicado trabajador en la siembra espiri­tualista y fundador de la "Sociedad Espirita Ramatís", que distribuye cuantiosos e incalcula­bles beneficios de orden material y espiritual para todos los necesitados, sin tener en cuenta credos o razas, dedico esta obra cumpliendo con mi gratitud y sincero afecto.
Curitiba, 9 de Junio de 1974
REGLA ÁUREA
Cristianismo

... "Todo cuanto quieras que los otros hagan por ti, tu debes hacerlo para los demás..."
Confucionismo

"No hagas a los otros aquello que no quieres para ti."
Budismo

"De cinco formas un verdadero líder debe tratar a sus ami­gos y demás personas; con generosidad, cortesía, benevolencia, dando lo que de él esperan recibir y ser tan fiel, como sus palabras lo expresan."
Hinduísmo

"No hagas a los demás, aquello que si te fuera hecho a ti, te causaría dolor."
Islamismo

"Ninguno podrá ser creyente hasta que ame a su hermano, como a sí mismo."
Sikhismo

"Juzga a los demás, como lo haces contigo mismo. Entonces participarás del Cielo."
Jainísmo

"Tanto en la felicidad, como en la infelicidad, en la alegría como en el dolor, necesitamos mirar a todas las criaturas, como nos miramos a nosotros mismos."
Zoroatrismo

"La Naturaleza sólo es amiga, cuando hacemos a los demás, aquello que es bueno para nosotros mismos-"
Taoísmo

"Considera las ganancias y las pérdidas de tu vecino, como si fueran tuyas."
Judaísmo

"No hagas a tus semejantes aquello que a ti te resulta do­loroso."

AGRADECIMIENTO
No podía dejar de mencionar al comienzo de esta obra, mi sin­cero reconocimiento al amigo y colega, Dr. BRENNO TRAUT-WEIN, médico psiquiatra dedicado al estudio de los fenómenos mediúmnicos y a las leyes de la vida espiritual, a cuyo talento, conocimiento y acervo de valiosas experiencias, debo la revisión de esta obra.
Curitiba, 9 de Junio de 1974


ORACIÓN
Yo no soy mi cuerpo físico,

Yo no soy los deseos que lo afectan,

Yo soy la mente;

Yo soy la Divina Llama

Dentro de mi corazón,

Eterna, Antigua, Sin Comienzo

Y sin Fin.

Más radiante que el Sol,

Más pura que la Nieve,

Más sutil que el Éter,

Es el Espíritu el Yo,

El Ser dentro de mi corazón.

Yo soy ese Ser; ese Ser soy Yo.
(Poema de GEOFFREY HODSON)

PREFACIO
Estimados lectores:

Entregamos a vosotros estas sencillas páginas de comunica­ciones trascendentales, en donde Ramatís no pretende agregar algo nuevo, sublime o inigualable al contenido del Evangelio, que de por sí es capaz de transformar al hombre en ángel y fue plasmado a lo vivo por el estoicismo, sacrificio y fidelidad por el Cristo Jesús. Jamás alguien pudo efectuar cualquier corrección o adicionar, con éxito, alguna interpolación personal o histórica en el deslumbrante e inmodificable Evangelio; ade­más, agreguemos 1, que es el verdadero Código de ascenso y evo­lución espiritual. Conforme dice Ramatís, "Una vírgula extraída o insertada en ese compendio de quimismo divino, enseñado a lo vivo por Jesús, sería lo mismo que sacar de plomo la pared de la vieja catedral".

Sin embargo, existe una gran diferencia entre agregar "algo" más a lo que dijo Jesús hace dos mil años, en su Evangelio, y el estudio sincero y apasionante de los razonamientos que el mismo encierra, y además, justifica el querer saber el porqué Jesús entregó tan elevado mensaje. Se abren nuevos caminos para nuevas auscultaciones espirituales sobre esa elucidación divi­na para el terrícola, inclusive una ilación más exotérica de los motivos que fueron ocultados en aquella época, pero que actual­mente pueden ser aclarados, entendidos y meditados en el si­glo XX. El hombre moderno se encuentra más capacitado para activar su raciocinio sobre el área de la Vida Inmortal, y a su vez, posibilita un nuevo enfoque, tal vez más íntimo y perspicaz sobre las excelsas enseñanzas de Jesús.

Rajo la vestimenta poética de las parábolas y de los con­ceptos evangélicos trascendentales, se encuentra el sublime men­saje espiritual, que expone directrices morales para el espíritu encarnado; y aún más, se encuentra oculta una realidad cien­tífica del Universo sintetizada en el microcosmos de la obra humana. El terrícola, a pesar de su primitivismo e ignorancia tradicional sobre el Espíritu Inmortal, ya se muestra más sen­sible e ingenioso para percibir las bases creativas y científicas de la vida. Es capaz de comprender que el sublime e indestruc­tible edificio del Evangelio, es la miniatura de las leyes que rigen al Cosmos.

Aunque nuestra simple argumentación no pueda realzar un poco más la belleza eterna del Evangelio, del Cristo Jesús, sin embargo, insistimos en recordar a la humanidad afligida e insen­sata, que ha de ser destruida por sus propios inventos mortíferos y por la eclosión indisciplinada de las fuerzas desintegradoras de la vida humana, siempre que sigan ignorando la ruta salva­dora del "Evangelio".

Las parábolas, los conceptos y las normas de ese maravilloso mensaje, son autenticas condensaciones de las leyes cósmicas del Universo. Jesús, además de ser un avanzado psicólogo sideral, instructor moral y maestro espiritual de nuestra humanidad, posee el más alto índice de conocimiento y experiencia científica que gobierna a vuestro mundo. Bajo la simplicidad de la poesía y el encanto conmovedor de sus parábolas palpita el "micro-esquema" de las leyes y los principios fundamentales del Cosmos, al igual que la energía eléctrica de elevado voltaje se va graduando sen­siblemente hasta cumplir con la necesidad de la simple lampa­rilla que ilumina el modesto cuarto. Hay un ritmo, una dinámica y cadencia poco común en la exposición evangélica, que demues­tra a los espíritus sutiles la miniatura de la legislación creativa y cósmica. Las mismas leyes que rigen el inmensurable metabo­lismo del Universo, están genialmente sintetizadas en los con­ceptos y parábolas inolvidables de Jesús, así como la contextura gigantesca del roble se miniaturiza potencialmente en el creci­miento de la pequeña semilla.

A través de las palabras tiernas y llenas de esperanzas del Cristo Jesús, fluye la fuerza del Verbo de la Creación. Por eso, el Evangelio no es un tratado rígido de virtudes salvadoras, ni un simple manual cívk o para mantener una conducta espiritual; ante que nada, es un compendio de las leyes para el perfeccionamiento de la Vida Inmortal y la metamorfosis del hombre para trans­formarse en ángel.

El Evangelio, como su nombre lo indica, es el "Camino" que reconduce a la criatura hacia la intimidad del Creador, y lo integra en la vida auténtica de las leyes que son la manifestación de la "Verdad". Esa criatura va alcanzando un mayor grado de conciencia, debido a la angelización paulatina que la introduce en el eterno metabolismo para la Vida Inmortal. A medida que el hombre amplía su conciencia, debido a la constante penetra­ción en la vida oculta espiritual, también adquiere una mejor no­ción de existir y, por lo tanto, alcanza una mayor comprensión sobre Dios. Es un hecho real, porque la Divinidad vibra en la intimidad de la criatura humana. Desde los tiempos inmemoriales, los magos, iniciados y sacerdotes esotéricos enseñaban constan­temente los preceptos de que el "macrocosmos" está en el "mi­crocosmos", y "lo que está arriba, también está abajo", paralela­mente al concepto del Génesis, que dice así: "El hombre fue hecho a imagen de Dios".

Por analogía, un átomo en constante expansión podría desenvolver sus elementos constitutivos hasta volverse semejantes a los astros de una constelación astronómica; el hombre, "creado a imagen de Dios", también usufructúa la gracia de poder expan­dirse y sintonizarse a una mayor área del Creador. Bajo la inde­fectible belleza mística y moral del Evangelio, se oculta el cientificismo irrevocable de las leyes mayores del Universo, por cuyo motivo, se justifica el concepto esotérico de que "el reino de Dios está en el hombre". La pulsación divina palpita constan­temente en la conciencia espiritual del hombre y le provoca los fundamentos creadores de la individualidad, sin desvincularlo de Dios, a la vez que lo libera del yugo educativo de la materia para integrarlo definitivamente en la paz y ventura eterna.

Ojalá el lector comprenda que en esta sencilla comunicación a través de un mediador humano, Ramatís únicamente pretende servir y advertir, y que vale la pena que el hombre viva integrado a las enseñanzas del Cristo Jesús, porque esos preceptos de moral sideral son la miniatura del metabolismo del Creador del Universo.
NAVARANA

Curitiba, Marzo 8 de 1974
PREÁMBULO
Mis Hermanos. Paz y Amor.
El ciudadano terrícola está alcanzando el fin del segundo milenio, y es arrojado sobre las crestas de las ondas embravecidas de una civilización electronizada, asistida por computadoras y "robots", y deslumbrada por el transplante de órganos como admirada por la conquista de la luna. Infelizmente, no duda que se encuentra al borde de la implacable destrucción provocada por los excesos de ambición, ateísmo, orgullo e inmoralidad- El hombre moderno sólo se preocupa por la salud de su cuerpo y trata de sacarle al máximo el goce y los placeres ilusorios, aunque todavía no sabe quién es, de dónde viene y hacia dónde va. Sólo le preocupa vestir bien? comer mejor y divertirse. Epicúrea­mente, activa los deseos y vive muchas de sus indisciplinadas emociones, pero sin conseguir liberarse de la atracción de las sensaciones. A través de una vida desnaturalizada y sin control sensorial, confundiendo la explotación indiscriminada de su cuer­po carnal con la verdadera vida humana, el ciudadano terrícola vive sumiso al primarismo de una existencia física sin poder encontrarse con la realidad del espíritu inmortal. Abusando de la mediocridad y transitoriedad de los placeres carnales, camina entontecido hacia la tumba, asemejándose al turista que porta su máquina fotográfica y binóculos colgados de su cuello, que toma paisajes y edificaciones de las grandes ciudades para él desco­nocidas, pero no le produce ninguna transformación intima-Gracias a la casi milagrosa evolución de la ciencia y la técni­ca, el hombre terreno alcanza, en la actualidad, el máximo en lo que se refiere al empleo de los sentidos y emociones. Eufórico por los adelantos modernos, que le proporcionan el exceso de confort y goce material, que le satisfacen sus exigencias epicúreas del organismo, se envanece por la facilidad y rapidez con que se mueve entre los polos antípodas y latitudes geográficas más alejadas de su mundo. Seguro de que dispone de un poder incomún, entonces olvida a Dios e ironiza la ternura comunicativa del Cristo Jesús que lo invita amorosamente a la vida espiritual. Disfruta de los países bonitos y panorámicos que observa desde la altura de un avión jet; desayuna en Nueva York, almuerza en Lisboa y cena en París, pero, infelizmente, continúa estático en relación a la evolución de su espíritu inmortal.

Gracias a los recursos mágicos de la televisión retransmitida por los satélites en órbita, el hombre percibe instantáneamente los progresos del arte moderno, de los más recientes descubri­mientos científicos, de los propulsores conceptos de la filosofía y potencializa su cerebro por las constantes revelaciones de la cibernética; mientras tanto, aún no sabe explicar porqué existe. Paradójicamente, arregla inmejorablemente el medio externo don­de vive, multiplicando conocimientos e inventos de la vida tran­sitoria y no logra liberarse de la condición de títere, preso en los cordeles del instinto.

A pesar de encontrarse en la era de las computadoras y de la conquista de la luna, además de la manifestación de ideas y conceptos incomunes que consagran a los genios, filósofos y cien­tíficos de elevado renombre, el hombre civilizado y orgulloso del siglo xx todavía no pudo librarse del rígido esqueleto del tro­glodita. Se mueve en el escenario del mundo actual, como ciu­dadano bien acondicionado, pero de su intimidad surge a cada instante el ser prehistórico. A pesar del esfuerzo desesperado que realiza para adaptarse a las reglas, convenciones sociales y cos­tumbres que rigen a la vida civilizada, dos tercios de la huma­nidad terrícola todavía actúa en forma cruel, brutal, indiscipli­nada, deshonesta e imbécil, cuyas características son similares a1 sus antepasados de las cavernas.

Aunque el hombre terrícola manifieste tener sentido supe­rior de la justicia, promueva y alcance progresos en la filosofía y psicología en favor de la mente humana, detente poderes téc­nicos y científicos que parecerían sobrepasar las facultades mágicas de las hadas y de los genios de antaño, sin embargo, no pasa de ser un desventurado carnicero que tritura la carne humana en los charcos de las luchas fratricidas, para defender retazos de paños patrióticos y límites de tierra que sólo pertene­cen a Dios. En su insania mental y primitivismo espiritual, los poderes públicos arrebatan y seleccionan a los jóvenes y más saludables de su nación, después los uniforman y los someten a entrenamientos específicos de belicosidad y terminan enviándolos a los campos de exterminio, para someterlos a la cruenta car­nicería que ha de sustraerles las manos, los brazos o los pies, deformándoles sus caras y vaciando sus ojos, o desfigurándoles la fisonomía que Dios modeló para reflejar la sabiduría y la ter­nura del alma eterna.

Después de las luchas sangrientas, donde matan y estropean a los hombres sanos, otros hombres vestidos de blanco se apre­suran a retirar a los mutilados del matadero fratricida, y en una tarea piadosa y casi sacerdotal, les ajustan los brazos, piernas y manos, substituyéndoles los auténticos por otros miembros arti­ficiales y genialmente electronizados. Los más desgraciados y víctimas de la ceguera, les colocan ojos de vidrio, tan perfectos, que hasta parecen "naturales"... ¡Y, a los infelices de carnes atro­fiadas, huesos fracturados y nervios lesionados, les injertan teji­dos y trozos de piel de las partes menos visibles del cuerpo humano!.

Sin duda alguna, las criaturas que se encuentren a la altura de la era paleolítica, son capaces de practicar esa insensata y cruel actividad enfermiza de movilizar la materia prima humana, en perfecto estado de salud, para después exponerla a las bom­bas y metrallas fratricidas, transformándola en complejo teratológico, que más tarde vivirá y caminará por el centro de las grandes ciudades, cual muestra del alcance y evolución de la técnica moderna. Desfigurados a propósito por los imperativos de la guerra, la "mejor" juventud de un pueblo se transforma en harapos vivos, ¡recompuestos por la medicina!... En la era pre­histórica, los monstruos antediluvianos eran cazados y destruidos por los trogloditas expertos y valerosos; hoy, entre los hombres del siglo XX, a pesar de tener una civilización milenaria, del advenimiento de la cibernética y del control atómico, sus hermanos son cazados y triturados fácilmente bajo las patas de los monstruos modernos, que además vomitan fuego y plomo pulveri­zándolos en pocos instantes. La vida humana en medio de la civilización aún es tan insegura y precaria, que hasta un para­noico fustigado por delirios mesiánicos podría exacerbar las pasiones belicosas de un pueblo, y aumentar el índice de­mográfico de la población mutilada y teratológica, resultante de los mataderos fratricidas 1.

Pero, conforme a las profecías bíblicas que anunciaban el "Fin de los Tiempos", desde Isaías, Miqueas, Job, Malaquías, Daniel, Ezequiel, Juan Evangelista y el mismo Jesús, incluyendo también los profetas modernos como Santa Odila, el Cura de Ars, Catalina Emmerik, el campesino Maximino, el profeta Frau Silbiger, Paracelso, Madre Shipton e Izgur, hasta el famoso vi­dente Nostradamus, cuyos tiempos profetizados ya está viviendo la actual humanidad, encontrándose en el más grave y espinoso examen de su conducta espiritual. Día a día, conforme citan las profecías bíblicas, la Administración Sideral del orbe juzga a los "vivos" y a los "muertos", es decir, a los encarnados y desencarnados, promoviendo a dos grupos distintos de espíritus. A la derecha del Cristo, símbolo del Amor, se sentarán los buenos, cuyos espíritus “heredarán la tierra", una vez depurada y verticalizada, retornando en futuras reencarnaciones, a fin de apresurar­se en las ciencias y en las artes, para poder demostrar su potencialidad divina. A la izquierda, se colocarán los dos tercios de almas, integradas por los malos, o los citados bíblicamente como los lobos o yuyo, en fin, los reprobados en el "Juicio Final", y que deberán emigrar hacia otro planeta, donde podrán reco­menzar sus lecciones hasta alcanzar el grado de altruismo, exigido para habitar mundos pacíficos, sanos y venturosos. Los "de la izquierda" del Cristo son criaturas indisciplinadas, perversas, ava­rientas, orgullosas, egoístas, tiránicas, lujuriosas, hipócritas y ven­gativas. Deberán encontrarse en el ambiente del mundo primario donde irán a habitar, siéndoles sus condiciones apropiadas para dar cabida a sus insanias, maldad y violencia, como lo hacen actualmente en la tierra. Bajo la Técnica Sideral que se deno­mina "los semejantes curan a los semejantes", los exiliados de la tierra encontrarán la cura espiritual bajo el signo de las mismas pasiones, torpezas y vicios, que tanto usan y abusan en estos momentos. Mientras tanto, el "pueblo de Dios", que será probado, estará conformado por las criaturas pacíficas, amorosas y humil­des, incapaces de tener deseos de pillajes y venganzas. Aunque todavía no sean personas santificadas, sin embargo integrarán las falanges de los "de la derecha" del Cristo, debido a sus buenas intenciones y redoblados esfuerzos por seguir en el camino del Bien.
1 Es evidente que Ramatís se está refiriendo a los tipos megalo maniáticos como Hitler, Mussolini y tantos otros que arrastran a su pueblo a la destrucción e infelicidad humana.

Realmente, esos tipos de ciudadanos adulterados por los vi­cios, estigmatizados por las pasiones desenfrenadas de una civi­lización cada vez más epicúrea, se transforman en pesadas cargas para los bien intencionados. Cultores de doctrinas excéntricas, negativistas y sensualistas, que ironizan la mansedumbre y la humildad de los seguidores del Cristo, operan negativamente en el plan evolutivo del planeta tierra, debiendo ser apartados de las almas que aún confían en Dios y en el Mensaje del Evange­lio. Es una consecuencia ecológica, similar al proceso de las hier­bas dañinas, cuando invaden la buena siembra, debiendo el jar­dinero apartarlas de las plantas útiles a fin de preservar la espe­cie superior.

En verdad, la actual civilización terrena ya alcanzó el grado de su capacidad creadora en el trato con las formas materiales, y en la realización de modelar las instituciones socioculturales, pero, aún permanece espiritualmente inmadura, asemejándose al hombre de las cavernas. Los hombres actuales, mentalmente se asemejan a los monos que viven en un palacio de cristal, cuya belleza no la perciben y su objetivo ignoran, siendo su verdadero estado el vivir en la selva inhóspita y primitiva. Por eso, deben ser devueltos con urgencia al antiguo ambiente de la vida salvaje, para que puedan exponer con amplia libertad sus instintos infe­riores. Imposibilitados de poder adaptarse a las responsabilidades morales y a los objetivos de una vida espiritual superior, la ley de la evolución los vuelve a colocar nuevamente en la cuna de la civilización. Los hombres aún son criaturas triviales y con hábitos primarios, que requieren su pronto retorno a las cavernas paleolíticas, como hijos pródigos que regresan para convivir con su anti­gua parentela.

Es visible en la actual humanidad el sintomático movimiento de retorno mental, en donde dos tercios de la humanidad vuelven a retomar viejos hábitos, gustos y preferencias infantiles y anacró­nicas, ¡confundiendo instintividad con novedad! Imposibilitados de presentir el equilibrio y la armonía para la futura humanidad, seleccionada a la derecha del Cristo, sólo resta a esos retardatarios del progreso espiritual en el trato con la materia, el retorno salu­dable a la edad de piedra, a cuya forma de vida están íntimamen­te ligados y familiarizados. La sintonía expresiva de ese primarismo, en donde cierto porcentaje de la humanidad terrícola parece haber alcanzado un límite de sus posibilidades evolutivas, se observa, poco a poco, en todas las actividades actuales, inclu­sive en sus exteriorizaciones mentales, aunque se encuentren dis­frazadas con los recursos y costumbres modernos. Se acentúa el mal gusto por lo aberrativo y grotesco, el culto incondicional al lenguaje escatológico, y se admite como novedad la "palabrota", que antes era un derecho expresivo de los delincuentes, sin edu­cación de ninguna especie. La poesía, la literatura, la cinemato­grafía y el teatro son exaltados con motivos impúdicos y sexología deformante; las pinturas se asemejan a caricaturas primarias, sa­turadas de tintas llamativas, a pesar de manifestar en sus bases el primitivismo infantil, utilizado en las grutas prehistóricas; la escultura moderna, a pesar de ser un sofisticado mensaje esotérico o investigación inusitada, nos recuerda el mal aprovechamiento dado a la materia prima, conseguida en una subasta pública, cuya finalidad es aprovecharla ya que fue conseguida en forma conve­niente y económica. La música preferida es disonante e histérica, sin melodía ni inspiración, cuyo fondo sonoro trae aparejado el ritmo salvaje, la gritería de los contorneos musculares de los viejos indios, cuando danzaban en son de guerra. Se admite como autén­tico y estético, la libertad sobre las prácticas sexuales, debilitando costumbres e interiorizando niveles sociales, lo que es pura libidinosidad, dado que ninguna trata de exponer en publico las nece­dades fisiológicas, ¡lo que también no dejaría de ser un culto por lo auténtico! Astros de la TV y de la cinematografía hacen con­fesiones extemporáneas y escandalosas, demostrando sus preferencias pervertidas y condenables, que terminan consagradas por la prensa y el pueblo. Es la figura del Anticristo, modelada por la turba subvertida y licenciosa, que al exponer en público sus ba­jezas pecaminosas, lanza un desafío vengativo contra el mensaje de pureza y moral del Evangelio pregonado por Jesús.

La índole primaria del hombre, que se cobijó en el progreso de las formas materiales pero que se estancó en su conciencia espiritual, lo conduce de vuelta a sus viejos hábitos, preferencias y costumbres familiares. Así, en la era de los veloces automóviles, se fomenta y promueve la competencia de los vehículos tirados por animales, o aquellos deportistas excéntricos, que promueven excursiones y paseos en globos estratosféricos, ¡cuando el cielo se ve continuamente cruzado por jets! La bicicleta, la calesita y el paseo a caballo son entretenimientos para la playa, "picnics" y excursiones para el interior, que proporcionan un nuevo goce a las-criaturas cansadas de la vida motorizada. Los niños, saturados de los juguetes electrónicos, donde todo se encuentra realizado, que les priva del espíritu creativo, se vuelcan a jugar con barcos de vela, diligencias, soldaditos de plomo, muñecos de paño y artefactos de madera. La propia arquitectura, una vez pasada la fiebre de lo "funcional", va tomando tendencia y entusiasmo hacia los proyectos para los edificios y residencias, hacia el viejo estilo colonial, y tal vez, muy pronto, pasaran al estilo medieval. Las construcciones de aspecto macizo, con pocas ventanas y puertas faltando aire y luz, cuyos antihigiénicos ambientes funcionan con aire acondicionado, parecen un calco del gusto primitivo del hom­bre de las cavernas. Los muebles son otro de los gustos que ma­nifiestan el retroceso hacia la época de Don Juan VI y Luis XV. Hasta los antiguos relojes "cu-cu" y muñequitas bailarinas que danzan a la hora o la media, se acentúan cada vez más en los hogares terrenos, mientras que las antiguas cajitas musicales de tanto éxito en los siglos anteriores, vuelven a ser moda, y con el entusiasmo de las cosas nuevas. Siendo así, no pasará mucho tiempo para que la vieja cítara, el arpa y el bandolín, deban su­plantar nuevamente al piano moderno en los conciertos sociales y serenatas. Por otra parte, va en aumento, la antigua novedad de las propagandas cinematográficas al aire libre y en los frentes de los edificios, y es muy probable, ¡que ha de retornar el coro y la banda de música en la plaza pública!

Después del uso de las ropas excesivamente livianas y mo­dernas, se vuelve a estimar el uso de la ropa de cuero con apli­caciones metálicas. Aparecen los zapatos con hebilla y tacos altos, así como también la mujer se sirve de las botas altas o inedias, tal como sucedía en la Edad Media, cuyos habitantes las usaban para protegerse en las calles de piedras irregulares o enlodadas. Los hombres retornaron a usar el cabello largo y poblada barba, cuyo aspecto configura algo del ciudadano prehistórico. De ahí el gusto primitivo por los llamativos dijes y collares de hierro, metal, loza o conchillas de mar, cinturones de cuero y metal, anillos de piedras vulgares pero relucientes, en franca competen­cia con los indígenas. Sin lugar a dudas, el hombre no demorará en estar a la "moda" usando la peluca, mientras que las mujeres se entusiasman por los peinados a la "Pompadour" y el "maquillaje" que hizo suceso en el viejo Egipto, en Francia, Roma y Grecia en los tiempos donde primaba la barbarie. Y como en el "Fin de los Tiempos" es época de los extremos más contrastantes, las mujeres se visten de la cabeza a los pies, haciendo caso a la moda decretada por los afeminados costureros, e inmediatamente con­curren las playas para demostrar la desnudez salvaje, ¡apenas protegidas por una minúscula bikini!

En verdad la marcha retroactiva hacia las cavernas se refle­ja también en los conflictos populares y en los procedimientos policiales del mundo; bajo el ataque de los estudiantes rebeldes v armados de palos y piedras, las policías europea v asiática se defienden protegidas con armaduras y escudos a "la romana". Algunos de los bárbaros castigos del pasado vuelven a ser reto­mados por los jueces modernos, como sucede en Nigeria. Uganda y otras unidades africanas y asiáticas, los cuales se habían supe­rado: como son, cortar las manos de los ladrones, quitar los oíos a quienes prestan falsos testimonios, castrar a los delincuentes se­xuales o castigar injustamente a los parientes del criminal. Tal vez, por fuerza de ese atavismo mental de la era paleolítica, es que los médicos, abogados, magistrados, profesores, psicólogos y hasta sacerdotes insisten para que se implante la pena de muerte que fuera eliminada clamorosamente por ser un castigo bárbaro e inútil.

Sin lugar a dudas, la tierra está cansada de aguantar en su seno a una humanidad tan feroz, sensual e interesada, que des­pués de alcanzar el límite de su capacidad creadora, se vanagloria con la fiebre de producir armas atómicas genocidas y bombas incendiarias, que son capaces de arrasar su propia morada. El planeta suspira para librarse de esa carga demente y destructora, que lo transforma en un escenario de experiencias ruinosas y tétrico matadero, que vierte la sangre creadora en el suelo y lo transforma en pozos de líquido repugnante. Los terrícolas, para cumplir con sus días educativos en la materia, saltan de sus camas para matar, destruir, robar, tiranizar y prostituir. En con­secuencia, Dios está obligado a seleccionar a la actual humanidad, optando por la solución sensata y lógica que es exiliar hacia otro mundo físico, a esa multitud de almas psicopatológicas, sádicas y masoquistas, que contrarían y desafían a la legislación divina.

De ahí entonces que la Suprema Ley convocó la presencia de todos los infractores y marginados encarnados y desencarna­dos, a fin de explicarles su acción lesiva en el orbe terráqueo y su rechazo en cumplir con los principios y los estatutos de la vida superior. La humanidad terrícola está alcanzando el final de su curso primario iniciado hace 28.000 años, en la Atlántida, por lo cual, se encuentra en las puertas de la más severa y aflic­tiva "prestación de cuentas" ante el tribunal divino de su propia conciencia. En base a ese profético "Fin de los Tiempos", que promueve y reajusta al planeta y a su humanidad, el mismo será elevado a un grado superior de educación espiritual, pero desti­nado únicamente a los espíritus aprobados en el actual "Juicio Final", en total procesamiento. Considerando que todo examen sobre tal o cual materia se elige por medio de una bolilla en el "sorteo", para comprobar la capacidad de los examinados, desde la época de Jesús, ese tema fue anunciado por Juan Evangelista, en forma cabalística y que es fácil de reconocer como la "Bestia del Apocalipsis".

Bajo el ardiente impacto de la fuerza telúrica de la carne, activada por el erotismo animal, los disciplinados y limpios se elevarán por encima de los apetitos, vicios y sentimientos malsanos, propios de la vida instintiva, mientras que serán reproba­das las criaturas sumergidas en el lodo de las pasiones violentas e indisciplinadas, necesitadas del baño catártico espiritual en el caldo de cultura de una vida planetaria, semejante a su propia frecuencia vibratoria e instintiva.

Ojalá las páginas sedativas, amorosas y liberadoras del Evan­gelio del Amado Maestro Jesús todavía puedan inspirar a muchos terrícolas para detener sus pasos a la orilla del abismo, librándo­los de la trágica emigración hacia un mundo inferior, inhóspito y salvaje donde la insania, la brutalidad y la crueldad justifican aquel concepto evangélico, que así advierte a través de Juan: "Y aquellos que no se encuentren en el Libro del Cordero, serán arro­jados en el tanque de azufre y en las regiones donde sólo se escucha el crujir de los dientes".

De ahí entonces que, bajo esa advertencia atribuida al Señor, se podrá comprender que las criaturas carentes de las virtudes señaladas en el Evangelio del Cristo Jesús, serán exiliadas hacia un mundo expiatorio, simbolizado por el "tanque de azufre", es decir, un orbe tan primario y salvaje, cuya vida cruel, violenta e indisciplinada de la animalidad, se encuadra perfectamente en la descripción del "crujir de los dientes", que es la característica de la vida inferior.
  1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   32

Añadir el documento a tu blog o sitio web

similar:

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos iconMucho de la falta de la proclamación del evangelio tiene que ver...

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos icon2. Existe en todo el cosmos la escala sonora de los siete tonos;...
«Este era en el principio con Dios». «Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho». «En...

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos icon1. Elige la opción correcta en cada caso y completa el texto con tus conclusiones
«Que haya luz». Y hubo luz (Gn 1, 1-3). La luz fue el requisito básico para dar forma al mundo

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos iconRamatís La Vida Más Allá de la Sepultura

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos iconMauro: Desde la matriz aqal no se puede explicar en términos de “sincronicidad”...

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos iconImportancia de lo usual, el color del cristal con que se mira o la...
«We have here indeed what may very probably be the most complex type of event yet pro-duced in the evolution of the cosmos»

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos iconCelebración Eucarística clausura del mes del matrimonio y de la familia...
...

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos iconL ectura del Evangelio según san Lucas

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos iconLa Parábola del Sembrador representa perfectamente los diversos matices...

Ramatís El Evangelio a la Luz del Cosmos icon«Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas»
«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» (Jn 11,40). Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del...






© 2015
contactos
l.exam-10.com