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LA LIBRETA DEL DIABLO1 Selman Effendi, es un hombre de treinta y cinco años de edad, cuerpo delgado, trajes elegantes, medias de seda y brillantes zapatos. Fuma cigarros caros y su mano suave y delicada carga un fino bastón incrustado con piedras preciosas y adornos de oro. Selman come en los restaurantes más caros, se codea con la aristocracia y, en su magnífico carruaje tirado por caballos de pura sangre, se pasea por las calles habitadas por la clase alta. La fortuna de Selman Effendi, no fue heredada dé su padre, el cual (que su alma descanse en paz) era un hombre pobre. Tampoco la acumuló por medio de la perspicacia y continuas actividades en el mundo de los negocios. Pues él, está lleno de prejuicios y detesta el trabajo, considerándolo degradante en cualquiera de sus formas. Una vez se lo oyó decir: "Mi cuerpo y mi temperamento no están hechos para el trabajo, el trabajo está hecho para los que tienen la mente pesada y el cuerpo torpe." ¿Cómo es, entonces, que Selman acumuló su riqueza? ¿A través de qué magia, el barro en sus manos se transformaba en oro y plata? Este es uno de los secretos que contiene la Libreta de hojas de plata y que Azrael, el Angel de la Muerte, nos reveló a nosotros y que, ahora, nosotros revelamos. Hace cinco años, Selman Effendi desposó a Faheema, viuda de Butros Namaán, comerciante famoso por su honestidad, perseverancia y dedicación al trabajo. Faheema tenía, entonces, cuarenta y cinco años de edad física y solamente dieciséis dulces años de edad mental y emotiva. Aún ahora, tiñe sus cabellos y, usando cosméticos, trata de parecer joven y hermosa. Sin embargo no logra ver a su joven marido hasta después de medianoche. Y difícilmente consigue algo, excepto miradas despreciativas y palabras duras, de quien está muy ocupado y entretenido en gastar la fortuna que su primer esposo ganara con sudor y esfuerzo. 2 Adib Effendi, es un joven de veintisiete años, nariz grande y ojos pequeños, manos sucias y rostro no muy limpio, ropa remendada y mal arreglada, con manchas de grasa y café. La apariencia desagradable de Adib no es debida a su pobreza, sino a su preocupación por cuestiones espirituales y teológicas. Y se lo ha oído, con frecuencia, citar la sentencia de Amin El Jundy: "La mente no puede dedicarse a dos cosas al mismo tiempo", según la cual un hombre no puede dedicarse, a la vez, a cuidar su persona y atender asuntos del intelecto. Adib habla sin cesar y en cualquier sitio emite juicios acerca de cosas y personas. Después de investigarlo, hemos descubierto que concurrió dos años a una escuela de Beirut para estudiar Retórica; escribe poemas, ensayos y artículos que jamás llegaron a publicarse, lo cual justifica, diciendo que los lectores árabes son ignorantes y que la prensa está degenerada. Ultimamente, Adib Effendi, se ocupa en estudios sobre filosofía antigua y moderna. Admira a Sócrates y a Nietzsche y saborea los dichos de San Agustín tanto como los de Voltaire y Rousseau. En una fiesta de casamiento, lo hemos oído discutiendo acerca de Hamlet; mas su conversación era un monólogo, ya que los demás preferían cantar y beber. En otra ocasión, en un funeral, el tema de su conversación eran los poemas de amor de Ben Al Farid y la "vinología" de Abinauaas, mientras, alrededor de él, la familia del muerto lloraba y gemía apesadumbrada. Muchas veces nos hemos preguntado: ¿Por qué existe Adib Effendi? y ¿por qué pasa inútilmente sus días y sus noches en medio de libros viejos y manuscritos gastados? ¿No sería mejor que comprara un asno y se convirtiera en un saludable y útil transportista? Este es otro de los secretos contenidos en la Libreta de hojas de plata y que nos fuera revelado por Belcebú y que nosotros ahora revelamos. Hace tres años, Adib Effendi compuso un poema en honor de Su Excelencia, el Obispo Joseph Shamoun y lo declamó en la residencia de Habib Bey Seluam. Después de lo cual, el Obispo se acercó a Adib y, poniendo una mano sobre su hombro, dijo sonriendo: - ¡Bravo, hijo mío! ¡Dios te bendiga! No tengo dudas acerca de tu inteligencia, algún día serás uno dé los hombres más grandes de Oriente. 3 Farid Bey Davis es un hombre de cuarenta años, alto, de cabeza pequeña y calva. Camina con paso pomposo y balanceándose, inflando el pecho y estirando el cuello como un' camello. Y, cuando habla a los gritos y pomposamente, quien no lo conoce, lo toma por un Ministro de Estado ocupado en dirigir un Imperio y gobernar a su pueblo. Pero, Farid, sólo se ocupa de concurrir a fiestas y reuniones y hablar de las glorias de sus antepasados. Se deleita en citar frases de conquistadores, como Napoleón y Antar y su pasión, aunque no sepa usarlas, es coleccionar armas. Uno de los proverbios que cita frecuentemente es aquel que dice: "Los hombres nacieron para ser servidos." O sino: "El pueblo es como una mula; sólo obedece a quien sabe montarla." Y también repite: "La pluma es para los débiles y las armas para los fuertes." Pero, ¿qué es lo que induce a Farid a elogiar a sus antecesores y a proceder de esa forma? Esto también es un secreto contenido en la Libreta de hojas de plata y que nos fue revelado por Satanael y que, ahora, nosotros revelamos: En la tercera década del siglo XIX, el Emir Bashiz, Gran Gobernador del Monte Líbano, pasaba con su comitiva, a través de los valles libaneses, por la aldea en que vivía Mansour Davis, abuelo de Farid. El día era excesivamente caluroso y el Emir bajó del caballo y ordenó a sus hombres que desmontaran para descansar a la sombra de un roble. Mansour Davis, informado de la presencia del Emir, llamó a sus vecinos y la buena noticia se esparció por toda la aldea. 'Y fueron todos al encuentro del Emir cargados de cestos con uvas y miel, higos y vino, conducidos por Mansour. Cuando llegaron al sitio en que descansaba la comitiva, Mansour, se adelantó y, arrodillándose frente al Emir, besó el borde de sus ropajes. Después, se levantó y degolló un carnero y exclamó: - ¡Todo esto para vuestra generosidad, oh, Príncipe y Protector de nuestras vidas! Y el Emir, agradecido y satisfecho de tamaña hospitalidad dijo a Mansour: -De hoy en adelante, serás el jefe de esta aldea bajo mi protección. Y durante doce meses este poblado estará libre de impuestos. Y aquella noche, después que hubo partido el Emir, los aldeanos se reunieron en casa del "Shaik" Mansour Davis y juraron lealtad a la recién nominada autoridad. ¡Dios tenga piedad de sus almas! Son muchos más los secretos contenidos en la Libreta de hojas de plata para poder enumerarlos a todos. Los demonios nos revelan algunos casi todos los días y, éstos, los revelaremos antes de que el Angel de la Muerte nos envuelva con sus alas y nos conduzca al infinito. Por ser ya la medianoche y por estar nuestros ojos ya cansados, permitid que nos entreguemos al descanso y, quizás, el maravilloso velo de los sueños transporte nuestras almas a un mundo más honesto que éste. |