Unidad literatura – Romanticismo






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títuloUnidad literatura – Romanticismo
fecha de publicación25.06.2016
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tipoLiteratura
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Depto. Lenguaje y Comunicación

III Medio
I SEMESTRE 2015

UNIDAD LITERATURA – Romanticismo.
Nombre: Curso: 3 medio “ “ Fecha: / /2015
EL ROMANTICISMO
El Romanticismo es un movimiento cultural, no sólo literario, que supone una revolución en todos los ámbitos de la vida: sociedad, arte, ideología... Trae consigo una nueva forma de entender el mundo y refleja una actitud novedosa ante la existencia. De sus características trata el siguiente documento.

Texto 1:
Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia; he aquí la divisa de la época, he aquí la nuestra.

Mariano José de Larra

  1. ¿Cuál es la consigna de la época según el autor?

  2. ¿En qué se manifiesta en la vida este culto a la libertad?






Texto 2:
- La primera generación de románticos vivió su juventud alrededor del año   1800, y podemos llamar al movimiento romántico la primera insurrección   juvenil de Europa. Los románticos tenían varios rasgos comunes con la   cultura hippie que surgió ciento cincuenta años más tarde.
- ¿Flores y pelo largo, música de guitarra y pereza?
- Sí, se ha dicho que la ociosidad es el ideal del genio y la pereza la virtud   romántica. Era la obligación del romántico vivir la vida o soñar para   alejarse de ella. El comercio cotidiano y los quehaceres de todos los días     eran cosas de los filisteos.

Jostein Gaarder. El mundo de Sofía.




  1. • ¿Cuándo sitúa el texto la aparición del Romanticismo? Explica brevemente   las características del contexto histórico y social de comienzos del siglo XIX.

  2. • Analiza las actitudes que toma el romántico ante la vida y relaciónalas con   las que fueron propias del movimiento anterior, el Neoclasicismo.




Texto 3:
Ya que vio “romantizada” su persona, toda su atención se convirtió a romantizar igualmente sus ideas, su carácter y sus estudios. Por de pronto me declaró rotundamente su resolución contraria a seguir ninguna de las carreras que le propuse, asegurándome que encontraba en su corazón algo volcánico y sublime, incompatible con la exactitud matemática, o con las fórmulas del foro; y después de largas disertaciones vine a sacar en consecuencia que la carrera que le parecía más análoga a sus circunstancias era la carrera de poeta, que, según él, es la que guía derechita al templo de la inmortalidad.

En busca de sublimes inspiraciones, y con el objeto sin duda de formar su carácter tétrico y sepulcral, recorrió día y noche los cementerios y escuelas anatómicas, trabó amistosa relación con los enterradores y fisiólogos, aprendió el lenguaje de los búhos y de las lechuzas, y se perdió en la espesura de los bosques.

Ramón de Mesonero Romanos. Escenas matritenses.

  1. • ¿En qué aspectos del texto vemos que el Romanticismo no es solo un   movimiento literario?

  2. • Justifica el porqué de la afirmación “la carrera de poeta es la que guía   derechita al templo de la inmortalidad” teniendo en cuenta lo que conoces   sobre los románticos.

  3. • Explica en qué consiste según el autor el aprendizaje para la profesión de   poeta y comenta los tópicos propios del Romanticismo que aparecen aquí   citados.



La poesía lírica I: Gustavo Adolfo Bécquer

La poesía lírica es el género romántico por excelencia, pues en ella afloran los sentimientos más íntimos del poeta. Gustavo Adolfo Bécquer representa el punto de partida de la poesía española contemporánea. En el siguiente documento nos acercaremos a su poética y a alguna de sus Rimas.

Hay una poesía magnífica y sonora; hecha de la meditación y del arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que se mueve con una cadenciosa majestad.
Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento como una palabra y huye, y, desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía.
La una es el fruto divino de la unión del arte y de la fantasía; la otra es la centella inflamada que brota del choque del sentimiento y de la pasión.

Gustavo Adolfo Bécquer
Rimas y leyendas

  1. ¿A qué dos tipos de poesía se refiere Bécquer en este fragmento? ¿Cómo los define?

  2. Caracteriza brevemente la poesía que prefiere el poeta.

  3. ¿Crees que estos dos tipos se corresponden con las dos vertientes de la poesía romántica que hemos estudiado? Resume los rasgos de cada una.

  4. Explica cómo se manifiestan en la poesía lírica los temas del movimiento romántico.

  5. ¿Por qué decimos que con la poesía de Bécquer arranca la lírica moderna? Investiga en qué poetas posteriores tuvo influencia su obra

El teatro, a lo largo de la historia, nos ha mostrado cómo era la sociedad del momento. Los románticos lo concibieron como un espectáculo para conmover al público y hacerle llegar las ideas, el lenguaje, los escenarios y las insatisfacciones románticas encarnadas en sus protagonistas. El documento siguiente nos propone el comentario del drama romántico más popular: Don Juan Tenorio de José Zorrilla.

DON JUAN
   ¿Y aquel entierro que pasa?
   ESTATUA
   Es el tuyo
   DON JUAN
   ¡Muerto soy!
   ESTATUA
   El capitán te mató
   a la puerta de tu casa.
   DON JUAN
   Tarde la luz de la fe
   penetra en mi corazón,
   pues crimen es mi razón



a su luz tan solo ve.
   Los ve... y con horrible afán:
   porque al ver su multitud
   ve a Dios en la plenitud
   de su ira contra don Juan.
   ¡Ah! Por doquiera que fui:
   la razón atropellé,
  

 la virtud escarnecí,
   a la justicia burlé
   y emponzoñé cuanto vi.
   Yo a las cabañas bajé
   y a los palacios subí,
   y los claustros escalé;
   y pues tal mi vida fue,
   no, no hay perdón para mí ...]

(Se hinca de rodillas. Las sombras, esqueletos, etc., van a abalanzarse sobre él, cuando se abre la tumba de doña Inés y aparece ésta, que toma la mano que don Juan tiende al cielo).
                                               José Zorrilla
                                    Don Juan Tenorio

  1. Resume el fragmento y explica a qué momento de la obra corresponde. Para ello, reconstruye brevemente el argumento y estructura de la misma. Investiga el argumento en la Web

  2. ¿Qué rasgos del héroe romántico muestra Don Juan en el texto?

  3. ¿Quién es la estatua que dialoga con el protagonista? ¿Qué función cumple en el texto? Destaca otros personajes importantes del drama y retrátalos brevemente.

  4. ¿Qué obra teatral anterior recrea Don Juan Tenorio con mentalidad romántica?

  5. Señala los rasgos del teatro romántico que aparecen en este fragmento.

  6. Indica los recursos teatrales propios del Romanticismo que encuentres en el texto.

  7. A la luz de este texto habla brevemente de la importancia de Zorrilla y su obra dramática.



Crónicas Románticas de España

ESPECIAL POESÍA ROMÁNTICA

Características

  - Subjetividad.
  - Genio creador.
  - Interés por la Edad     Media y recreación de la     poesía tradicional.
    - Originalidad.

Forma preferida:
el romance
 Ventajas del romance:
  - Ritmo fácil
  - Extensión variable
  - Libertad en el ritmo y en     la rima.
  - Carácter narrativo

Temas


  - El paisaje: independiente     del poeta o como reflejo     de sus sentimientos.
  - Las ruinas: nostalgia del     pasado y símbolo del     paso del tiempo.
  - La pasión en el amor, la     muerte y el dolor.




Crónicas Románticas de España





SUPLEMENTO: CÓMO ESCRIBIR PROSA ROMÁNTICA

La prosa es el vehículo de las ideas románticas. En esta sección pretendemos informar a nuestros lectores de cómo escribir un texto romántico en cualquiera de los géneros en prosa de más éxito. ¡Sólo hay que fijarse en los grandes maestros !







Artículo de costumbres
El esquema es fijo: título, tema y desarrollo.
Los personajes son imaginarios.
Se mezclan diferentes géneros: descripción, narración, diálogo, ensayo.
A menudo la intención es satírica o didáctica.
Para aprender de un maestro: Mariano José de Larra.

Leyenda
Son relatos fantásticos y legendarios situados generalmente en la Edad Media. El mejor modelo: Leyendas, de Gustavo Adolfo Bécquer.
Novela romántica

¡Cuidado! Se considera peligrosa por reflejar conductas inmorales y propagar ideas revolucionarias.
Dos tendencias: novela histórica (lea El señor de Bembibre, de E. Gil y Carrasco) y novela social o popular (lea también María, la hija de un jornalero, de Ayguals de Izco).









Crónicas Europeas




¡Extraños jóvenes invaden las tertulias literarias de toda Europa!
Son alemanes, franceses, ingleses... Visten de forma extravagante, son provocadores y escriben sin respetar la tradición: ¡son los ROMÁNTICOS!
Hablan sobre la libertad y el amor; luchan por la emancipación de las naciones; frecuentan lugares solitarios y viven de noche...
Escriben poesía, novelas ambientadas en tiempos lejanos, obras de teatro contrarias al buen gusto... ¡Y publican artículos en los mejores periódicos!

Victor Hugo estrena Hernani en el Teatro de la Comedia Francesa




Sturm und Drang,
responsables de esta revolución
El grupo alemán Sturm und Drang es quien ha suscitado en los jóvenes una rebeldía no conocida hasta este momento, sentimientos demasiado apasionados y una exaltación del genio creador y del instinto.

Walter Scott publica Ivanhoe,
paradigma de la novela histórica




¡No se pierdan la última entrega de nuestro folletín!

 

Ya está a la venta Don Juan,
el poema inacabado de Lord Byron






Crónicas Románticas de España




LA CARTELERA MÁS ROMÁNTICA




¿Qué tipo de teatro puede usted ver?

Recomendaciones




  - Tema recurrente: el amor no correspondido.
  - Elementos dramáticos: efectismo, dinamismo,
    sorpresa. Drama romántico
  - Su principio es la libertad de forma y contenido.
  - Rompe con las normas neoclásicas
Comedia costumbrista
  - Describe el mundo burgués.
  - Suave crítica social.

La conjuración de Venecia, de Martínez de la Rosa.
Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas.
Los amantes de Teruel, de Hartzenbusch.
Don Juan Tenorio, de José Zorrilla.




Crónicas Románticas de España

¿Éxito teatral o atrevimiento literario?
El Duque de Rivas estrena
Don Álvaro o la fuerza del sino
Lo que para unos ha supuesto un rotundo éxito, para otros no pasa de extravagancia y atrevimiento. En la obra no se respetan las unidades clásicas lo trágico se mezcla con lo cómico, la gesticulación es desmesurada y el desenlace no puede ser más dramático. Se confirma el nacimiento del teatro romántico español.

Julia Espín, inspiradora de los poemas de Bécquer

Todo indica que Julia Espín, la hija de Don Joaquín Espín, profesor del Conservatorio y organista de la Capilla Real, es la joven que ocupa el corazón del poeta sevillano.
Parece ser que la señorita Julia no le corresponde con el mismo sentimiento, al no considerar a un bohemio escritor digno de su persona No es de extrañar, por tanto, el tono doliente y melancólico de algunos de sus más famosos poemas publicados ya en algunos periódicos.

José de Larra se suicida a los 27 años

Ha muerto la mirada más crítica de España. ¿Muerte romántica de un romántico? Sus amigos lloran la muerte de Larra.

Las mujeres románticas también escriben Mariano.


En las orillas del Sar
es un libro de poemas en los que la poetisa gallega Rosalía de Castro se plantea el sentido de la existencia humana. ¡No se pierdan una de las mejores obras del Romanticismo más subjetivo!

Actividad de clases:
Lectura : Leyenda Ojos verdes

Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir cualquier cosa con este título. Hoy, que se me ha presentado ocasión, lo he puesto con letras grandes en la primera cuartilla de papel, y luego he dejado a capricho volar la pluma.

Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si en sueños, pero yo los he visto. De seguro no los podré describir tal cuales ellos eran: luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano. De todos modos, cuento con la imaginación de mis lectores para hacerme comprender en este que pudiéramos llamar boceto de un cuadro que pintaré algún día.

I

—Herido va el ciervo..., herido va... no hay duda. Se ve el rastro de la sangre entre las zarzas del monte, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas... Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban... En cuarenta años de montero no he visto mejor golpe... Pero, ¡por San Saturio, patrón de Soria!, cortadle el paso por esas carrascas, azuzad los perros, soplad en esas trompas hasta echar los hígados, y hundid a los corceles una cuarta de hierro en los ijares: ¿no veis que se dirige hacia la fuente de los Alamos y si la salva antes de morir podemos darlo por perdido?

Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el latir de la jauría desencadenada, y las voces de los pajes resonaron con nueva furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros, se dirigió al punto que Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más a propósito para cortarle el paso a la res.

Pero todo fue inútil. Cuando el más ágil de los lebreles llegó a las carrascas, jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha que conducía a la fuente.

—¡Alto!... ¡Alto todo el mundo! —gritó Iñigo entonces—. Estaba de Dios que había de marcharse.

Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles dejaron refunfuñando la pista a la voz de los cazadores.

En aquel momento, se reunía a la comitiva el héroe de la fiesta, Fernando de Argensola, el primogénito de Almenar.

—¿Qué haces? —exclamó, dirigiéndose a su montero, y en tanto, ya se pintaba el asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos—. ¿Qué haces, imbécil? Ves que la pieza está herida, que es la primera que cae por mi mano, y abandonas el rastro y la dejas perder para que vaya a morir en el fondo del bosque. ¿Crees acaso que he venido a matar ciervos para festines de lobos?

—Señor —murmuró Iñigo entre dientes—, es imposible pasar de este punto.

—¡Imposible! ¿Y por qué?

—Porque esa trocha —prosiguió el montero— conduce a la fuente de los Alamos: la fuente de los Alamos, en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa enturbiar su corriente paga caro su atrevimiento. Ya la res, habrá salvado sus márgenes. ¿Cómo la salvaréis vos sin atraer sobre vuestra cabeza alguna calamidad horrible? Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan un tributo. Fiera que se refugia en esta fuente misteriosa, pieza perdida.

—¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el ánima en manos de Satanás, que permitir que se me escape ese ciervo, el único que ha herido mi venablo, la primicia de mis excursiones de cazador... ¿Lo ves?... ¿Lo ves?... Aún se distingue a intervalos desde aquí; las piernas le fallan, su carrera se acorta; déjame..., déjame; suelta esa brida o te revuelvo en el polvo... ¿Quién sabe si no le daré lugar para que llegue a la fuente? Y si llegase, al diablo ella, su limpidez y sus habitadores. ¡Sus, Relámpago!; ¡sus, caballo mío! Si lo alcanzas, mando engarzar los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.

Caballo y jinete partieron como un huracán. Iñigo los siguió con la vista hasta que se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como él, permanecían inmóviles y consternados.

El montero exclamó al fin:

—Señores, vosotros lo habéis visto; me he expuesto a morir entre los pies de su caballo por detenerlo. Yo he cumplido con mi deber. Con el diablo no sirven valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí en adelante, que pruebe a pasar el capellán con su hisopo.

II

—Tenéis la color quebrada; andáis mustio y sombrío. ¿Qué os sucede? Desde el día, que yo siempre tendré por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Alamos, en pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos. Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras trompas despierta sus ecos. Sólo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las mañanas tomáis la ballesta para enderezaros a la espesura y permanecer en ella hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado al castillo, en valde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa tan largas horas lejos de los que más os quieren?

Mientras Iñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente astillas de su escaño de ébano con un cuchillo de monte.

Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja al resbalar sobre la pulimentada madera, el joven exclamó, dirigiéndose a su servidor, como si no hubiera escuchado una sola de sus palabras:

—Iñigo, tú que eres viejo, tú que conoces las guaridas del Moncayo, que has vivido en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en tus errantes excursiones de cazador subiste más de una vez a su cumbre, dime: ¿has encontrado, por acaso, una mujer que vive entre sus rocas?

—¡Una mujer! —exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito.

—Sí —dijo el joven—, es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí poder guardar ese secreto eternamente, pero ya no es posible; rebosa en mi corazón y asoma a mi semblante. Voy, pues, a revelártelo... Tú me ayudarás a desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura que, al parecer, sólo para mí existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede dame razón de ella.

El montero, sin despegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarse junto al escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos... Este, después de coordinar sus ideas, prosiguió así:

—Desde el día en que, a pesar de sus funestas predicciones, llegué a la fuente de los Alamos, y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de soledad.

Tú no conoces aquel sitio. Mira: la fuente brota escondida en el seno de una peña, y cae, resbalándose gota a gota, por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre los céspedes y, susurrando, susurrando, con un ruido semejante al de las abejas que zumban en torno a las flores, se alejan por entre las arenas y forman un cauce, y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí mismas, saltan, y huyen, y corren, unas veces, con risas; otras, con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa, Para estancarse en una balsa profunda cuya inmóvil superficie apenas riza el viento de la tarde.

Todo allí es grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía. En las plateadas hojas de los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espíritu del hombre.

Cuando al despuntar la mañana me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El día en que saltó sobre ella mi Relámpago, creí haber visto brillar en su fondo una cosa extraña.., muy extraña..: los ojos de una mujer.

Tal vez sería un rayo de sol que serpenteó fugitivo entre su espuma; tal vez sería una de esas flores que flotan entre las algas de su seno y cuyos cálices parecen esmeraldas...; no sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía, una mirada que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos. En su busca fui un día y otro a aquel sitio.

Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es verdad; le he hablado ya muchas veces como te hablo a ti ahora...; una tarde encontré sentada en mi puesto, vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de aquella mujer eran los ojos que yo tenía clavados en la mente, unos ojos de un color imposible, unos ojos...

—¡Verdes! —exclamó Iñigo con un acento de profundo terror e incorporándose de un golpe en su asiento.

Fernando lo miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría:

—¿La conoces?

—¡Oh, no! —dijo el montero—. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta estos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro por lo que más améis en la tierra a no volver a la fuente de los álamos. Un día u otro os alcanzará su venganza y expiaréis, muriendo, el delito de haber encenagado sus ondas.

—¡Por lo que más amo! —murmuró el joven con una triste sonrisa.

—Sí —prosiguió el anciano—; por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lágrimas de la que el Cielo destina para vuestra esposa, por las de un servidor, que os ha visto nacer.

—¿Sabes tú lo que más amo en el mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida y todo el cariño que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos... ¡Mira cómo podré dejar yo de buscarlos!

Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los párpados de Iñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío:

—¡Cúmplase la voluntad del Cielo!

III

—¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? ¿En dónde habitas? Yo vengo un día y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares ni a los servidores que conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda. Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre.

El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen.

Sobre una de estas rocas, sobre la que parecía próxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba, temblando, el primogénito Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.

Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro. Y uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.

Cuando el joven acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras; pero exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.

—¡No me respondes! —exclamó Fernando al ver burlada su esperanza—. ¿Querrás que dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...

—O un demonio... ¿Y si lo fuese?

El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:

—Si lo fueses.:, te amaría..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella.

—Fernando —dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música—, yo te amo más aún que tú me amas; yo, que desciendo hasta un mortal siendo un espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la Tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente: hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes lo premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi caso extraño y misterioso.

Mientras ella hablaba así, el joven absorto en la contemplación de su fantástica hermosura, atraído como por una fuerza desconocida, se aproximaba más y más al borde de la roca.

La mujer de los ojos verdes prosiguió así:

—¿Ves, ves el límpido fondo de este lago? ¿Ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y corales..., y yo..., yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado en tus horas de delirio y que no puede ofrecerte nadie... Ven; la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino...; las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles; el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor; ven..., ven.

La noche comenzaba a extender sus sombras; la luna rielaba en la superficie del lago; la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas... Ven, ven... Estas palabras zumbaban en los oídos de Fernando como un conjuro. Ven... y la mujer misteriosa lo llamaba al borde del abismo donde estaba suspendida, y parecía ofrecerle un beso..., un beso...

Fernando dio un paso hacía ella..., otro..., y sintió unos brazos delgados y flexibles que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de nieve..., y vaciló..., y perdió pie, y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre.

Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos de plata fueron ensanchándose, ensanchándose hasta expirar en las orillas.

RESPONDA EN SU CUADERNO (PROCESO 3)


  1. ¿Qué características del Romanticismo encontramos en la obra?

  2. ¿Qué inspira a Bécquer la leyenda de Ojos verdes?

  3. ¿Qué representaba para Fernando de Argensola aquel golpe tan bien dado?
    ¿Qué tributo tenían que pagar los reyes del Moncayo?

  4. ¿Por qué de allí en adelante tenía que pasar el obispo con su hisopo?

  5. ¿Qué buscaba Fernando en sus excursiones?

  6. ¿Cómo había bautizado a su caballo?

  7. ¿Qué era lo que más amaba en el mundo Fernando?

  8. ¿Qué le ofrece Fernando a la mujer de los ojos verdes?

  9. ¿Cómo convence la mujer al joven para que Fernando se deje caer en la fuente?

  10. Busque el significado de las siguientes palabras.

Capricho – boceto – azuzar – lebrel- res – corcel – bramido – trocha – refunfuñar – exhalar – absorto - inefable – melancolía – conjuro – fatuos – haz – lúgubre – límpido – cauce – febril -

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