MAÑANA Lectura del Salmo 131 (130)
INFANCIA ESPIRITUAL
Con una gran espontaneidad, el salmista describe su actitud humilde y confiada delante de Dios, fundada en la renuncia a toda “aspiración desmedida” (v. 1). Esta actitud se expresa admirablemente en la imagen del niño que descansa tranquilo en los “brazos de su madre” (v. 2). El versículo final amplía la perspectiva a todo Israel, para exhortarlo a tener ese mismo espíritu de humildad y confianza en el Señor.
TARDE Huellas en la nieve. En Logroño; un diciembre especialmente frío; la ciudad cubierta de nieve. El beato José María tiene unos 14 años y va camino del colegio. De pronto, algo llama poderosamente su atención: -Pero... ¿qué es eso? ¡Son huellas de pies descalzos que se alejan! ¿A quién pertenecerán? A cierta distancia descubre un religioso carmelita descalzo que se dirige a su convento, situado en las afueras de la ciudad. "¡Son suyas!, se dice José María, ¡Pobre sacerdote! ¡Cuánto frío estará pasando!" Este hecho le remueve el corazón. "Si ese carmelita es capaz de sacrificarse así por amor a Dios, ¿qué es lo que yo debo hacer por Él? Nadie se da cuenta, pero a "partir de ese momento, siente grandes deseos de acercarse a Dios. Comienza a oír la Santa Misa y a comulgar a diario; a confesarse más a menudo; a ofrecer todos los días sacrificios por amor a Dios y a los demás." Señor, y yo ¿qué deberé hacer por Ti? Continúa hablándole a Dios con tus palabras
MARTES MAÑANA Lectura del Salmo 132 (131)
LA PROMESA HECHA A DAVID
Este Salmo rememora el traslado del Arca de la Alianza al monte Sión (2 Sam. 6. 12-19). Las dos partes que lo integran se corresponden en perfecto paralelismo. La primera (vs. 1-10) comienza con el recuerdo del “juramento” hecho por David de no concederse ningún descanso hasta encontrar una Morada digna del Señor (vs. 1-5). La segunda (vs. 11-18) es la respuesta divina a los desvelos del rey: en forma de oráculo, el Señor “jura” a David que su dinastía no tendrá fin y le promete la prosperidad para su Pueblo.
Los cortes abruptos de los vs. 6-10 dejan entrever los diversos momentos de una liturgia procesional. Algunos indicios permiten afirmar que esta era celebrada anualmente, en tiempos de la monarquía, para conmemorar la elección de la dinastía davídica y del monte Sión (2 Sam. 7). TARDE Presencia de Dios. La madre que tiene el pequeño en la cuna, trabaja arreglando las cosas de la casa; plancha, limpia..., pero siempre está pendiente del hijo. Esta madre tiene presencia del hijo, no lo pierde de vista. Lo mismo que esa madre podemos hacer nosotros con el Señor. Mientras estudiamos, mientras hacemos deporte, cuando estamos en clase, cuando vamos por la calle, a la hora de comer, al meternos en la cama, y en todas las circunstancias en que nos podamos encontrar, son situaciones en las que si nos empeñamos podemos hablar con el Señor, decirle una jaculatoria, pedirle ayuda, etc... Si no tienes concretada una jaculatoria para repetir durante el día, la Cuaresma es buen momento para hacerlo, porque así el señor se sentirá más acompañado y más querido. Alguna jaculatoria puede ser: ¡Jesús te amo!, ¡Señor, perdóname porque soy un pecador! Y los días anteriores ya han salido buenas ocasiones para decir jaculatorias: al ver un crucifijo, visitar sagrarios cuando pasas cerca de una iglesia, al hacer un sacrificio, cuando te vienen a la cabeza excusas para no mortificarte, cuando ves que actúas con la ley del gusto. Puedes hacer un poco de examen para ver cómo vas en eso. Señor, yo quiero acordarme y decirte muchas jaculatorias durante el día; recuérdamelo Tú. Y tú, ángel de mi guarda. Continúa hablándole a Dios con tus palabras
MIERCOLES MAÑANA Lectura del Salmo 133 (132)
EL REBAÑO REUNIDO
Este delicado poema es un elogio de la convivencia fraternal, tanto en la intimidad de la familia como en la comunidad nacional y religiosa. Las grandes fiestas anuales -cuando toda la comunidad de Israel se congregaba en el monte Sión- eran la ocasión más propicia para intensificar los vínculos fraternales entre los miembros del Pueblo de Dios. De allí la inserción de este Salmo en el grupo de los “Cantos de peregrinación”. TARDE Pureza. "Por defender su pureza, San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal , San Bernardo se zambulló en un estanque helado... Tú, ¿Qué has hecho?", escribía el beato José María. Así huyeron de las ocasiones, y cortaron las tentaciones los santos. Tú, como ellos, tienes tentaciones. Madre mía, que como ellos sea fuerte para no ponerme en ocasión de pecado y para cortar desde el principio las tentaciones. Cuando las tenga, rezaré un bendita sea tu pureza, y, así contigo, seré más fuerte. Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.
JUEVES MAÑANA Lectura del Salmo 134 (133)
ALABANZA PERPETUA
Una exhortación a bendecir al Señor (vs. 1-2) y un augurio de bendición divina (v. 3), componen este breve Salmo, que es a la vez un himno y una plegaria. La alusión a “las horas de la noche” (v. 1) deja entrever que el Salmo era cantado en una celebración nocturna.
Con este Salmo, concluye la serie de los llamados Salmos “graduales” o “de peregrinación” (Sal. 120 - 134). TARDE ¡Qué error compararse con los demás! Pedro había sido un hombre muy favorecido por la vida. Había tenido unos padres cariñosos y una niñez feliz. Su mente era despierta y siempre sacó buenas notas. Tuvo éxito en la vida y su posición social era más que desahogada. Se casó con una mujer guapa, excelente ama de casa y buena madre de familia; además adoraba a Pedro a quien consideraba el mejor hombre del mundo... En resumen: Que tuvo una existencia feliz, en una atmósfera tranquila, libre de tensiones y de frustraciones. Su vida, pues, había sido irreprochable, gozando de una merecida buena reputación. La vida de Juan había sido otra cosa. Tuvo una juventud amarga, pues sus padres se llevaban mal, discutían constantemente y amenazaban con separarse. Fuese por sus taras emocionales, fuese porque no era demasiado inteligente, sus notas eran casi siempre malas. Obtuvo a duras penas un título universitario casi por condescendencia, y luego un modesto empleo, justo para malvivir. Sin posibilidades para ahorrar, temía siempre caer enfermo o sufrir un accidente grave. Había vivido en un barrio modestísimo, ruidoso y poco recomendable, con casas antiguas y apiñadas. Su mujer era apática y además gruñona. Tal vez por eso Juan bebía demasiado, perdía los nervios con frecuencia y decía palabras malsonantes. Ambos eran católicos y cumplían con sus deberes religiosos. Pedro iba a Misa y comulgaba a menudo; Juan, sólo los domingos, las fiestas de guardar y algunas otras fiestas señaladas. Dios se los llevó casi al mismo tiempo, y los dos comparecieron ante Él para ser juzgados. Fueron ambos al Cielo, pero el juicio les deparó sorpresas considerables. La de Pedro consistió en que no obtuvo el puesto que se esperaba. "Sí, fuiste bueno -le dijo Dios-, pero ¿cómo no ibas a serlo? Apenas tuviste contrariedades ni problemas. Tus pasiones eran por naturaleza moderadas y no tuviste en tu vida fuertes tentaciones. Has sido un hombre virtuoso, sí, pero debías haber sido un hombre santo. Juan, por su parte, tuvo una sorpresa todavía mayor, porque pasó por delante y quedó situado más alto. Sin duda podías haber sido mejor -le dijo el Señor- pero, al menos, luchaste. No te compadeciste en exceso de ti mismo y nunca tiraste la toalla. Teniendo en cuenta tus insuficiencias y tus circunstancias, no lo hiciste mal del todo y aprovechaste muchas de mis gracias... Tú, ¿por quién te ves representado? El Señor nos pide que seamos santos. No te compares con el resto de la gente pues puede sucederles lo que a Juan. Jesús, que sólo me compare contigo y que te imite en todo. Continúa hablándole a Dios con tus palabras
VIERNES MAÑANA Lectura del Salmo 135 (134)
ALABANZA DE ISRAEL A SU DIOS
Basta una simple lectura de este Salmo para advertir que ha sido compuesto con elementos tomados de otros himnos litúrgicos, en especial, de los Salmos 113. 1; 115. 4-8; 136. 17-22. A pesar de esto, forma un conjunto orgánico, que se caracteriza por la ordenada distribución de sus partes. Después de una exhortación a la alabanza (vs. 1-4), se exalta el poder de Dios, manifestado en las obras de la creación (vs. 5-7) y en la liberación de su Pueblo (vs. 8-14). Luego viene una profesión de fe en el único Dios, en abierta polémica contra las creencias del paganismo. Por último, se exhorta a todo el Pueblo a bendecir al Señor “que habita en Jerusalén” (vs. 19-21). TARDE Perdonar siempre. Un día, la Madre Teresa de Calcuta, encontró sobre un montón de basura una mujer moribunda que le dijo que su propio hijo la había dejado abandonada allí. La Madre la recogió y la llevó al hogar de Kalighat. Aquella mujer no se quejaba de su estado sino de que hubiera sido su propio hijo quien la dejó allí. No podía perdonarle... La Madre Teresa, que quería que aquella mujer muriese en gracia de Dios, trataba de convencerla: ¿Debe perdonar a su hijo? le decía. Es carne de su carne y sangre de su sangre... Sin duda hizo lo que hizo en un momento de locura y ya estará arrepentido... Pórtese como una verdadera madre y perdónelo... Si ha pedido a Dios que le perdone sus pecados debe perdonar el que su hijo cometió con usted. Si lo hace, Dios recompensará su generosidad con un lugar en el Cielo. La mujer se resistía, pero la gracia terminó venciendo. -Le perdono, le perdono... dijo por fin llorando. Poco después moría. Dios mío, dame gracia y amor para perdonar siempre: que ningún día me acueste guardando rencor a alguien, aunque me parezca que tengo motivos. ¡Me has perdonado Tú a mí! Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.
SABADO MAÑANA Lectura del Salmo 136 (135)
LETANÍA DE LA MISERICORDIA
Con expresiones breves y vigorosas, este himno responsorial presenta un resumen de la Historia de la Salvación. La evocación de la obra de Dios en la creación (vs. 4-9) sirve de preludio al relato de su “gesta” histórica en favor de Israel, desde el Éxodo hasta la entrada en la Tierra prometida (vs. 10-22). El estribillo expresa la respuesta admirada y agradecida del pueblo, que señala el fundamento y la razón de ser de todas esas maravillas, o sea, el amor gratuito y la misericordiosa bondad del Dios de la Alianza.
TARDE Dolor de los pecados porque pensaba en ti. "¡Qué dolor de muelas! No puedo estudiar, ni leer, ni jugar, y ni siquiera puedo dormir ", se quejaba desconsoladamente. Alguna vez habrás tenido dolor fuerte de algo, ¡qué pesadilla! Pues bien, el dolor de los pecados NO es así. Para perdonarnos en la confesión Dios nos pide dolor, y este dolor consiste en tres cosas: 1) reconocer que se ha pecado voluntariamente; 2) desear no haberlo hecho; 3) querer no volver a hacerlo y, para ello, poner los medios oportunos.
Es bueno que fomentes y busques el dolor de los pecados. Cristo, como Hombre que era, padeció todos los sufrimientos de su Pasión hace muchos siglos. Pero como Dios es eterno, no tiene tiempo: no hay para El un antes y un después. Todo está presente ahora delante de El. Es igual el año 580 que el 1990 o el 3150. Y en el año 30, cuando cargó con la cruz, y le atravesaron sus manos y pies con clavos, etc., tenía presente en su cabeza divina todo lo que yo -y cualquier otra persona- hacemos ahora y en cualquier otro momento de la historia. Por eso en el año 30 PENSABA EN TI, Y TU ESTABAS PRESENTE EN LA PASIÓN. Dame, Señor, dolor de mis pecados. Dolor de amor. Lo que yo hago te afecta. Tú pensabas en mí en tu pasión. Y cada día, en cada misa, renuevas tu pasión. Y la renuevas pensando en mí. Gracias, y auméntame el dolor de mis pecados Continúa hablándole a Dios con tus palabras
DOMINGO MAÑANA Lectura del Salmo 137 (136)
IMPRECACIÓN CONTRA BABILONIA
En este bello poema se expresan elocuentemente los sentimientos de los israelitas deportados a Babilonia: la profunda nostalgia que experimentaban al acordarse de su patria (v. I) y la tristeza que les provocaba el sarcasmo de sus opresores (v. 3).
La destrucción de Jerusalén y del Templo, y la dura experiencia del exilio, explican de alguna manera el odio expresado en las invectivas contra Babilonia y contra todos los que se alegraron por la ruina de Israel (vs. 7-9). TARDE ¿Puedo ayudarte en algo, Dios mío? En una obra del escritor brasileño Pedro Bloch encuentro un diálogo con un niño que me deja literalmente conmovido. - ¿Rezas a Dios? - pregunta Bloch.
- Sí, cada noche - contesta el niño. - ¿Y qué le pides? - Nada. Le pregunto si puedo ayudarle en algo. Y ahora soy yo quien me pregunto a mí mismo qué sentirá Dios al oír a este chiquillo que no va a Él, como la mayoría de los mayores, pidiéndole dinero, salud, amor o abrumándole de quejas, de protestas por lo mal que marcha el mundo, y que en cambio, lo que hace es simplemente ofrecerse a echarle una mano, si es que la necesita para algo. Que muchos días le reces así a Dios. Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con la oración final.

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