LO QUE CONTINÚA EN LA CASA ES EL SUJETO DEL ACTO
Entrevista a Max Silva Tuesta y Miguel Pachas Almeyda
Lo encontramos sentado en su cómodo sofá que, si bien no es el sillón ayo de dinástico cuero, sí ha sostenido muchas lecturas atentas e importantes anotaciones de la obra de César Vallejo. Don Max Silva Tuesta, médico de profesión y especializado en psicoanálisis, no estaba solo. Lo acompañaba su eterna compañera Luchita y el acucioso investigador de la vida y obra de Georgette, Miguel Pachas Almeyda. A pesar de ser nosotros unos perfectos desconocidos, nos recibieron con toda la cordialidad del mundo y comprobamos una vez más que el intelectual cuanto más trascendencia alcanza, más humano y sensible es. Cincuenta años estudiando la obra de Vallejo lo convierte en una autoridad en el tema. A pesar de no contar con una pensión del gobierno y de ganarse gratuitamente enemigos por decir lo que piensa, sigue escribiendo y amando al Perú. Este es el diálogo que sostuvimos con el Dr. Max Silva (MS) y con Miguel Pachas (MP). Esperamos lo disfruten tanto como nosotros.
Doctor Max Silva, se ha dicho hasta el cansancio que Vallejo es el poeta del dolor y que se queja mucho en sus poemas. Sin embargo, en sus estudios usted plantea que esto no es gratuito y que, de ser cierta la afirmación, partiría de un sentimiento de culpa que acosa al poeta. ¿Dónde se origina dicho sentimiento de culpa? ¿Cómo se manifiesta la culpa en sus poemas amorosos?
MS: Vallejo fue santiaguino de nacimiento y trujillano por adopción; por lo tanto, estuvo influenciado fuertemente por la herencia familiar. Sin embargo, en la casa Vallejo predominaba el silencio como señal de respeto hacia los mayores, pero también como si se quisiera ocultar algo. Este es el sentimiento de culpa, que César Vallejo lleva a cuestas desde niño, por tener abuelos sacerdotes. Además, se manifiesta a nivel de resentimiento, pues si en esa época decirle a alguien que era hijo de cura, de por sí ya denotaba algo sumamente ofensivo, imagínense tener abuelos sacerdotes, y dos todavía. Este sentimiento de culpa se traslada a su poesía, pero no solamente a sus poemas religiosos, sino principalmente a aquellos en los que se presenta el amor carnal contrapuesto con el amor puro, “mariano”, virginal. Entendamos, desde luego, que en esa época se vivía en una sociedad himenizada; es decir, la gracia de una muchacha se debía a su condición de virgen. Un poema representativo de lo virginal es “Para el alma imposible de mi amada” y del otro lado tenemos a “Amor prohibido” como clara muestra de lo carnal, incluso trata a la amada de mujerzuela. Freud llama a eso “la disociación amor/ ternura” y quien disocia la ternura de la carnalidad presenta un “complejo de Edipo”.
Existen muchos ejemplos del “complejo de Edipo” en la poesía de Vallejo. Se me viene a la mente la frase “La mujer de mi padre está enamorada de mí”, expresada en un poema en prosa. Consecuentemente, este complejo edípico lo lleva a enfrentarse al padre y se me ocurre que ahí reside también un grave sentimiento de culpa. ¿Qué otras referencias de su vida llevarían a Vallejo a sentirse culpable?
MS: El mismo Vallejo habla en Escalas Melografiadas, y no sé por qué muchos críticos no lo han notado, del amor incestuoso –idealizado, tal vez- que siente por su hermana Victoria Natividad. En Muro antártico él está en la cárcel y recuerda el deseo sexual que siente por su hermana y se pregunta: “¿Por qué con mi hermana? ¿Por qué con ella, que a esta hora estará seguramente durmiendo en apacible e inocente sosiego? ¿Por qué, pues, precisamente con ella?”. La culpa, entonces, no solamente le viene porque es nieto de dos curas, sino también por esta experiencia incestuosa subconciente, tal vez incentivada por Nativa que era algunos años mayor que él.
Nosotros dictamos clases sobre la vida y obra de Vallejo, y hemos notado que los alumnos, cuando se enteran de estos aspectos biográficos del poeta, lo imaginan como un ser monstruoso y amoral. Incluso, se fijan mucho en la diferencia de edad que había entre él y sus parejas. Desde el psicoanálisis, y más allá del sentimiento de culpa, ¿cómo puede entenderse esta predilección por mujeres muy jóvenes?
MS: Ser menor de edad no significa ser completamente inocente. Es cierto, Vallejo le llevó algunos años a sus parejas (María Rosa Sandoval tenía 16 años; Zoila Rosa Cuadra, 15; Otilia Villanueva, 16, incluso a Georgette, su esposa, le aventajaba 16 años); sin embargo, se podría decir que Zoila Rosa Cuadra fue quien sedujo y jugó con el poeta, provocándole una crisis de celos que casi lo lleva al suicidio. Ahora, desde el punto de vista del psicoanálisis, esta es una variante del complejo de Edipo, ya que Vallejo, al ser mayor de edad, cumple el papel del padre protector y celoso. Cedo la palabra a Miguel Pachas, quien ha investigado sobre los amores de Vallejo.
MP: Pienso que los primeros amores de Vallejo alcanzaron una realización puramente espiritual. Ya con Otilia Villanueva se torna carnal. El poeta no solo evidenció un deseo sexual por su hermana, sino también por Otilia Vallejo Gamboa, su sobrina, hija de Víctor Clemente. Creo que eso es parte de la naturaleza humana; por lo tanto, no me parece justo que se piense que César Vallejo fue alguien que no supo controlar sus instintos. Sus poemas son muy humanos, justamente porque se atrevió a tocar estos temas que pueden ser inmorales para nuestra sociedad, pero que evidencian la naturaleza de un ser sensible y cabal.
Vienen a mi memoria algunos versos de Vallejo donde la mujer realiza labores domésticas como planchar, lavar, cocinar, servir la mesa, actividades realizadas generalmente por una madre dedicada a su hogar. ¿Puede tomarse esto como que en la poesía de Vallejo hay una proyección de la madre en las distintas mujeres presentes en los textos?
MS: Lo que pasa es que cuando la poesía se escribe con las entrañas, visceralmente o radicalmente (en el sentido de la raíz de cada uno de nosotros), le sale a uno el niño en relación a la madre, o el padre cuando hay que proteger a la amada joven.
¿No hablaríamos allí de una posición de género como muchos estudiosos han querido ver?
Sin duda, si es que lo vemos desde el punto de vista de las feministas que han fracasado rotundamente desde los años sesenta. Ellas reniegan de la hermosa y sagrada labor del ama de casa. ¡Ya quisiera yo, si tuviera tiempo, escribir y que se me publique un elogio de la ama de casa!; mi madre fue un ama de casa: Silveria Tuesta Peña Herrera. Ella tenía un hermano diputado y cuando este le consigue un puesto burocrático y le dice “hermana, vas a trabajar dirigiendo el vaso de leche”, mi madre se echa a llorar. Él pensaba que era de alegría, sin embargo ella, muy apenada le dice “pero hermano, yo trabajo en mi casa; yo lavo, cocino, plancho para mis hijos y mi esposo, y me siento muy contenta con ello”. Entonces, ese elogio del ama de casa sería para mi madre. Volviendo al tema, el feminismo, ha fracasado. Para citar un ejemplo de Marco Aurelio Denegri, que la mujer, debido a la publicidad, se haya convertido en objeto erótico, es la más evidente forma de fracaso del feminismo.
Esto me hace recordar un artículo periodístico de Vallejo titulado “Las mujeres de París”, donde se dice que las mujeres parisinas no poseen el instinto materno, ya que pagarían miles de francos para procurarse un aborto y las compara con las mujeres latinoamericanas, donde el amor por la maternidad las lleva a dar la vida por sus hijos. Vallejo tenía preferencias por estas últimas; es decir, por la mujer que puede ser madre (o cumplir las labores de madre) sin dejar de ser bella. ¿Cómo era la relación de Vallejo y Georgette en este sentido? ¿Se daba en ella la conjunción de madre protectora y mujer a la vez?
MP: Georgette consoló el llanto de Vallejo en más de una ocasión; en ese sentido, hizo la labor de madre protectora, a pesar de ser menor que él. En ella Vallejo pudo encontrar un equilibrio para su alma atormentada. El carácter de esta joven francesa ayudó a madurar la personalidad de Vallejo, que se caracterizaba por ser muy sufrida. Georgette también fue el ama de casa amorosa; se dice que cuando Vallejo llegaba al hogar, ella le decía: “Ahí está tu mesita bien servida”. También aquí cumple el rol de la madre protectora.
MS: Es cierto que en su relación con Georgette hay coito, carnalidad, sentido de protección y solidaridad, hay empeño de un destino común. Con ella sí pudo plasmar todos sus deseos del hombre que ama.
En Los heraldos negros se encuentran referencias religiosas relacionadas con el sufrimiento de la mujer. En El poeta a su amada dice “Tú te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso”, en el poema Amor manifiesta: “amor, cruz divina”, hasta llegar a la mujer madre divinizada que reparte hostias y bendiciones, la madre que muere para no morir…
MS: Esa es la identificación de Vallejo con Cristo. En su poesía se aprecia un enfrentamiento de Dios hijo con Dios padre, siendo el verdadero Dios el imperfecto, el que sufre, el hijo. Vallejo sería el Cristo de sus poemas en la medida de que, por el complejo de Edipo, llega a retar al padre por el sufrimiento de la humanidad, y, de paso, por la posesión de la madre virginal. En el poema Dios es el dios hijo el que gana (“yo te consagro Dios, porque amas tanto”); en cambio, en el poema Los dados eternos le niega al Dios padre su condición divina: “Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!”.
MP: Cuando Clemente Palma leyó el poema Dios, le gustó tanto que no paró hasta conocer a César Vallejo y a reconciliarse con él por la crítica lapidante que le hizo a un poema anterior. Respecto de lo afirmado por mi amigo Max Silva, yo discrepo en parte, pues no olvidemos que Vallejo, antes de morir, le pide a Georgette que escriba “yo tengo un defensor, ese es Dios”.
MS: Es muy discutible lo citado por Pachas, pues es inverosímil que en los últimos momentos de su vida, y después de delirar por varios días, producto de la fiebre, Vallejo haya tenido la suficiente lucidez para dictar esas palabras; sin embargo, es indiscutible que Vallejo se identificó con Cristo.
Voy a lanzar una pregunta que tal vez le moleste, y esto desde el punto de vista de los detractores: ¿qué tan válida es la categoría del psicoanálisis para interpretar textos literarios?
MS: Bueno, eso es a lo único que yo me dedico (y he dedicado gran parte de mi vida): a analizar a Vallejo y a Vargas Llosa desde el punto de vista psicoanalítico.
MP: El estudio psicoanalítico que ha hecho el doctor Max sobre la obra de Vallejo es de gran valor para analizar, organizar y entender la biografía del poeta. Sin esa categoría de estudio jamás podríamos comprender por qué Vallejo fue un hombre tan humanamente difícil, y ahí están el complejo de Edipo y el sentido de indefensión ante el mundo que manifiesta en su poesía.
He leído, doctor Max, su artículo que explica la rebeldía de Vallejo hacia Dios y el postrero sentimiento de culpa que lo acosa. Usted lo ha planteado como el complejo de Tántalo. ¿Podría darnos mayores alcances sobre el mismo?
MS: Ese es uno de mis principales aportes. El complejo de Tántalo es la forma oral del complejo de Edipo. Sucede que Tántalo quiso probar a los dioses, mató a su hijo Pélope y lo sirvió como cena. Los dioses descubrieron el engaño y lo castigaron a sufrir hambre y sed por toda la eternidad. Cuando estaba a punto de servirse de algo, esto desaparecía: la ley del casi. El año 88, y esto lo cuento vanidosamente, Roberto Paoli, el Papa del Vallejismo, en medio de Coyné y compañía, después de una conferencia de quince minutos donde Planteé lo de Tántalo, confesó que él había pedido que no lo inviten más a reuniones vallejianas pues siempre repetían lo mismo, sin embargo encontró en mi disertación una novedad: el complejo de Tántalo. Pues, mis queridos amigos, todos somos tantálicos: toda nuestra vida es un gran escaparate donde se nos ofrecen las maravillas del mundo, pero uno muere sin poder alcanzarlas, porque no tuvo los medios suficientes o, porque nunca lo merece. En la poesía de Vallejo, aparecen innumerables referencias, por ejemplo el pan que en la puerta del horno se quema, o cuando Pedro Rojas muere estando cerca ya de todo. Repito, la experiencia del casi, que en Poemas Humanos se presenta en el verso: “Dije casi, por no llorar”. Y es lo que vivimos también a diario: Casi me saco la lotería, casi ingreso a la universidad, casi clasificamos al mundial, etc.
El complejo de Tántalo sería la explicación, entonces, del sentimiento de culpa de Vallejo por enfrentarse al Padre. Precisamente, en el poema XV de España, aparta de mí este cáliz, se afirma “[…] está con ella, padres procesales!”. En este texto se habla que la función de rescatar a la madre España le corresponde a los niños, es decir, a los hijos y no al padre: “[…] salid, niños del mundo; id a buscarla!...”
MS: Por supuesto, he ahí el complejo de Edipo en su forma oral. Yo no me hubiese atrevido a proponer el complejo de Tántalo en la poesía de Vallejo si no lo hubiese estudiado tanto.
En Los heraldos negros, se propone una sensualidad manifiesta, pero aún con el temor a Dios; sin embargo, en Trilce se manifiesta una sexualidad sin tapujos. ¿Usted qué opina sobre este cambio respecto a este tema?
MS: Parece que es uno de los temas que más obsesiona a Vallejo. Y es que en Trilce no solamente se presenta la sexualidad de dos simples mortales, en el libro también se envidia la forma de copular que tienen los animales; pero si nos vamos a referir a la sexualidad vallejiana en todas sus formas, déjenme contarles el exabrupto que cometió Genaro Ledesma Izquieta (excongresista de la República) cuando entrevistó a Georgette. La pregunta que escandalizó a la dama francesa fue ¿me puede decir cómo era César Vallejo en la cama?
MP: No solo en Trilce, sino también en Poemas Humanos se evidencia el tema sexual. En el poema “¡Dulzura por dulzura corazona!”, dedicado a Georgette, dice Vallejo: “tu candado ahogándose de llaves,/ yo ascendiendo y sudando/ y haciendo lo infinito entre tus muslos.”. El tema erótico aquí es manifiesto.
Sabemos que a Georgette no le gustaba ser entrevistada. Usted que la conoció, ¿a qué se debió su antipatía por la prensa?
MS: Lo que dices es muy cierto. Desde que llegó a Lima en 1951 hasta que el día de su muerte, Georgette no brindó más de cinco entrevistas. Su escaso apego a los hombres de prensa puede explicarse de dos maneras. Primero, no le gustaba que le tomen fotos. Presumo porque tenía las orejas muy grandes, y, segundo, porque era muy inteligente y sabía que la mayoría de periodistas solo iba a sacarle secretitos y cosas por el estilo. A mí me la presentó César Calvo cuando pasaba por uno de sus peores momentos y con no hablarle ni preguntarle sobre Vallejo, amistad cien por ciento segura. Contra todo pronóstico, fue ella la que empezó a contarme sobre Vallejo.
Usted que ha conocido a Georgette, me atrevo a preguntarle: ¿es cierto que ella no volvió a tener relación amorosa con hombre alguno después de la muerte de Vallejo, al menos en su etapa en la que vivió en el Perú?
MS: Que se sepa, no. Ninguna relación conocida, aunque algunos atribuyen que entre Georgette y César Calvo pasó algo; sin embargo, la diferencia de edades entre ambos (ella era muy mayor) no posibilitaban la relación. Además, había una tradición muy conservadora de guardar fidelidad al muerto.
¿Su amistad con Georgette duró hasta los últimos momentos de su vida?
MS: Ojalá hubiese sido así; sin embargo, ella me tiró un portazo. Quería que yo fuese su guardaespaldas, que me trompeara con Hudson Valdivia o que le diera una paliza a Juan Larrea, y cuando iba a hacer esto último, Marco Martos me dijo: “Max, por favor, Juan es ya valetudinario, o sea un anciano enfermo”. Pero si hablamos de la enemistad entre Larrea y Georgette, me parece que fue, según lo que ella me dijo, por un lío de pantalones, pues Juan le echaba unas miraditas furtivas a Vallejo, que a Georgette como mujer no le gustaban en lo absoluto. Con decirles que hasta Coyné llamó a Larrea “viudo mental de Vallejo”.
MP: Pasa también que Larrea quiso destruir la relación entre Vallejo y Georgette. Esto lo afirmo porque Larrea, cuando vino al Perú conoció a una mujer de mucho dinero y la llevó a París para que César y ella se conozcan. Sin embargo, solo se vieron cuatro veces, porque Vallejo nunca llegó a sentir nada por ella. Esto lo cuenta el mismo Juan Larrea en Aula Vallejo.
Doctor, ¿estuvo usted presente en el entierro de Georgette?
No, no estuve
¿Fue privado?
MS: No, no fue privado. Yo no voy a sepelios, en primer lugar. Soy médico y estoy cansado de ver muertos.
MP: Al sepelio fue muy poca gente y no porque fuera privado, lo que sucede es que la mayoría de intelectuales peruanos no querían a Georgette. Cuando ella fallece en 1984, queda escrito en el Perú una leyenda negra sobre ella, la de haberse adueñado de la obra de Vallejo y de haberse enriquecido con esta. Lo que pasa es que no quería que los demás lucren con los libros de Vallejo y ella, con todo el derecho del mundo, exigía que le pagasen el diez por ciento de derechos de autor que le correspondía por ser la heredera de los textos de su esposo.
¿Se puede decir, entonces, que Vallejo después de muerto le devolvió en algo lo que Georgette le había dado durante su estadía europea?
MP: Por supuesto. Vallejo, mediante su obra, le devolvió a Georgette una cierta comodidad. Georgette, cuando vende los derechos de Poesía Completa en el año 1968, llega a comprarse un departamento en Miraflores y le quedan algunos cobres para vivir decentemente los últimos años. Pero con parte de ese dinero aún ella sigue cumpliendo los deseos de su esposo. Le cumple el sueño que siempre había tenido: ser enterrado en el cementerio de Montparnasse, al lado de Charles Baudelaire, el poeta francés que César más admiraba. Ese último acto consolida el amor que Georgette sentía por Vallejo.
MS: Yo sospecho que fue don Fernando de Szyszlo quien se hizo cargo de los trámites en París para que se trasladen los restos de Vallejo del cementerio de Montrouge al del Montparnasse.
Conocida es, doctor Max Silva, la clasificación que usted ha realizado acerca de los estudiosos de la obra de Vallejo. ¿Puede hablarnos de ella?
Solo como adelanto, porque la explicaré cuando vaya a la Universidad César Vallejo de Lima este para dictar la conferencia. Tenemos a los vallejistas pioneros, vallejólogos, vallejófilos, vallejólatras, vallejogogos (colaboración de don Jorge Puccinelli), vallejoclastas, vallejocidas, vallejócratas y vallejistas bisiestos (quienes escriben sobre Vallejo de vez en cuando, como mi amigo Marco Aurelio Denegri).
Para terminar, una última pregunta, por favor. A excepción de España, aparta de mí este cáliz, he notado que en su poesía póstuma Vallejo habla entrañablemente sobre el Perú y sus manifestaciones culturales. Considerando que él ha estado quince años en Europa. ¿Podemos afirmar, entonces, que el tiempo no puede borrar la nostalgia que siente por el suelo que lo vio nacer?
MP: En los últimos años de su vida César Vallejo, empieza a acercarse más al Perú. Y no solo en su poesía, también en su teatro (arma poderosa para llegar a las masas según el propio Vallejo) intenta representar y denunciar las injusticias de la realidad peruana. Lo podemos apreciar en Colacho hermanos y La piedra cansada, por ejemplo.
MS: César Vallejo, así como Vargas Llosa dijo de sí, cuando recibió el Premio Nobel, siempre será el Perú. |