O el mundo de los pobres, las prostitutas y de quienes tenían dificultades para mantenerse dentro de la ley, en la ciudad de París, durante los siglos XIV-XV






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Comentario histórico sobre la obra poética de François Villon

(o el mundo de los pobres, las prostitutas y de quienes tenían dificultades para mantenerse dentro de la ley, en la ciudad de París, durante los siglos XIV-XV)

Jacobo de Camps Mora

Índice

1. ¿Quién fue François Villon? 3
2. ¿En qué tipo de sociedad vivió y a qué mundo perteneció? 4
3. La fuerza de la muerte 6
4. La risa, la burla y la ironía 8
5. Las prostitutas 9


  1. ¿Quién fue François Villon?



Para empezar el presente trabajo, es importante subrayar algunos aspectos de la vida del poeta francés François Villon. Nació en 1431 y murió después de 1463 (aunque no se sabe la fecha exacta). Fue, además, “huérfano de padre en la infancia” y “se educó al lado de su tío [y protector] Guillermo Villon” (V.V. A. A, 1929: 1620). Años más tarde, “estudió maestro en artes en la Sorbona y se matriculó en la Facultad de Derecho”, aunque “no siguió estos estudios con mucho aprovechamiento, entregándose á (sic) una vida desordenada y tratándose con gentes de la peor especie” (Op. Cit.). En el año 1455, “hirió mortalmente á (sic) un sacerdote, con el cual había tenido cuestiones y le había […] [pegado] en la cara” (Op. cit.). Debido a esto, huyó de París hasta que, siete meses más tarde, fue indultado, alegando que había actuado en “legítima defensa” (Op. cit.). No obstante, en este punto, el poeta se vio a sí mismo sin recursos y se juntó a una banda de ladrones, ganándose, de esta forma, la mala fama que le precedió. Como podemos observar, no es casualidad que, durante la obra del poeta francés, podamos apreciar una crítica indirecta1 a la desigual distribución de recursos (que él mismo sufrió). De esta forma, los siguientes versos nos demuestran que Villon no considera la pobreza como algo positivo:
CXLII

[…] Recomienda el Sabio el no contender

contra el poderoso al que sea pobre,

a fin de evitar que tienda sus redes

y quede atrapado en fuertes lazos.

CXLIII

A Gontier no temo: no tiene vasallos,

ni tiene riquezas, está igual que yo.

Y en este debate nos hallamos ambos,

ya que su pobreza siempre está alabando

y vivir cual pobre en cada ocasión,

y considerando que es felicidad

lo que considero que es una desgracia. (1985: 120)
Sin embargo, no debemos olvidar que, gracias a Guillermo de Villon, el poeta podría haber escogido una vida tranquila y “desprovista de sobresaltos”, pero, finalmente2, se acaba situando en el “plano de irrelevancia fáctica […] en el que figuraban la mayoría de habitantes de París” (Ibíd.: 16) y, sin quererlo, acaba viviendo en una pobreza de la que buscará huir constantemente. Habiendo vivido en las mismas condiciones que estos habitantes, no extraña, por tanto, que su poesía demuestre una gran capacidad a la hora de captar las dificultades que estos tenían para “mantenerse dentro de los límites que marca la ley” (Op. cit).


  1. ¿En qué tipo de sociedad vivió y a qué mundo perteneció?



En cuanto a la ciudad en la que nació, es importante subrayar las palabras de Jacques Le Goff: “la plus grande ville [del occidente cristiano] fut incontestablement Paris” (2003: 139). Así, es fácil imaginarse las diferencias en el nivel de vida, la miserias, los problemas y las injusticias que tuvieron lugar:
On a vu se former une élite dominante qui institue l’injustice, surtout dans le domaine de la fiscalité, et qui écrase une masse, sans cesse s’accroissant, de pauvres. C’est l’Europe de la misère urbaine. (Íbid: 149)
Debido a esto, el poeta prestará especial atención, en su obra poética, a aquellas personas que propiciaron desigualdades y llevaron una doble moral, así como también plasmará la miseria y el mundo de los bajos fondos3 4; pues Villon pertenecía, como nos explica Brodnislaw Geremek, “all’ambiente dei “tipi pericolosi”, condivide la vita dei banditi, dei fuorilegge.” (1972: 3). En consecuencia, en su obra encontramos una mordaz crítica contra aquellos cuya manera de vida chocaba con la de Villon, si no la dificultaba. En este sentido, Juan Victorio cree que debemos entender su burla como una crítica a unos valores y, en especial, a un gran número de individualidades, a quienes les lega “su esperpéntico retrato, su ridiculez” (Ibíd.: 15-17). A modo de ejemplo,

XIII

En cuanto a maese Robert de Valée

pobre funcionario en el Parlamento,

el cual nada entiende de montes ni valles

dejo aquí dispuesto, convenientemente,

que le sean dadas sin problema alguno

mis prendas, que están en las Trumillières

y pueda cubrir más honestamente

a su buena amiga Jeanne de Millières.
XIV

Y ya que procede de familia noble,

necesita ser más recompensado,

porque así lo quiere el Santo Paráclito,

por más que se trate de un perfecto idiota (Ibíd.: 40)
Cabe destacar, pues, el uso irónico de la palabra “pobre”: por muchas riquezas que tuviese el conocido (en la época) Robert de Valée, el poeta francés se ríe de él llamándole pobre en conocimientos, ignorante, de poco valor. Muestra de ello es que ‘Valée’ significa monte y, al decir que “nada entiende de montes ni valles”, Villon insinúa que ignora de dónde viene “y muchas cosas más” (Op. cit. ). Por otro lado, también se ríe de él insinuando que “es incapaz de satisfacer a su amiga” (Op. cit) y que ella busca esta satisfacción en otras partes. En consecuencia, se hace patente que en la poesía del vate francés encontramos una constante invectiva contra gente poderosa y pudiente (en este caso, plasmado en la irónica frase “ya que procede de familia noble / necesita ser recompensado”) que se aprovechaba de una sociedad en la que existían grandes desigualdades.5


  1. La fuerza de la muerte


Antes de seguir, es importante mencionar que Villon escribió Le Lais y, posteriormente, Le Testament, así como poemas diversos, entre los que se encuentra la anteriormente mencionada Balada de las Contradicciones. Sobre Le Lais y Le Testament, cabe subrayar que ambos están escritos utilizando el mismo tono y la misma fórmula; hecho que nos hace pensar en que su Legado tuvo una gran popularidad, como ya hemos apuntado (Ibíd.: 16). De esta manera, en ambas obras podemos apreciar unos versos burlescos que, en ocasiones, incluso incluyen personajes conocidos de la época. No obstante, el Testamento se distingue de la primera composición del poeta debido a su mayor duración, a la inclusión de baladas dentro del mismo y a la introducción del tema de la muerte, como se hace patente en su Balada de las Damas de Antaño. En este sentido, es interesante tener en cuenta que, para Johan Huizinga, “no hay época que haya impreso a todo el mundo la imagen de la muerte con tan continuada insistencia como el siglo XV”, pues, desde su punto de vista, la predicación, que aumentó “con el auge de las órdenes mendicantes”, hizo que se “redoblar[a]n las exhortaciones [que inculcaban la fe en relación a la idea de la muerte] hasta convertirse en un coro amenazador que resonaba por el mundo con la vivacidad de una fuga” (1989: 194). Pese a esto, años más tarde, diferentes estudiosos, entre ellos Peter Burke, de la Universidad de Cambridge, han puesto en tela de juicio la manera en que Huizinga ilustra esta idea –tildándola de demasiado impresionista. 6

Sea como sea, no podemos negar que, en el Testamento, el tema de la muerte obtiene una fuerza muy especial. En este sentido, Villon, aparte de temerla, la entiende como algo omniprésent et toute-puissante, frappant également les princes et les petits, venjant les parias en accablant les grands.” (Duforunet, 1984: 18). De esta forma, el poeta francés nos transmite una visión de la realidad que fue cobrando lugar durante la Edad Media: frente a las crecientes desigualdades existentes en la sociedad urbana (y acrecentadas por guerras de poder, como la de los Cien Años), la muerte se convierte en un elemento que reafirma el poco sentido de estas formas de vida y que se utiliza para ir en contra de las riquezas y de la ostentación. En pocas palabras, si todos, finalmente, acabaremos muriendo, ¿qué sentido tienen el lujo y las luchas de poder?
CLIX

Os hablo a vosotros, amigos de juerga, […]

pasad vuestra vida lo mejor posible,

pero ¡por Dios santo! No habéis de olvidar

que el día venidero habréis de morir. […]

CLXI

En esto que digo no hay risa ni juego.

¿Pues de qué les vale poseer riquezas,

o regodearse en cómodos lechos,

o trasegar vino en sus gruesas panzas,

pasárselo bien en fiestas y en danzas

y estar siempre prestos a cosas como éstas?

Estas diversiones tienen un final;

pero no el pecado, el cual permanece. (1985: 130-131)
De esta forma, ¡qué ridículos parecen, con el trasfondo de la muerte, los honores y las bellas maneras! Como hemos dicho, se hace patente que, durante el s. XV, estas crecientes desigualdades y las batallas por tener más autoridad y supremacía sobre un territorio–encarnadas tanto por personajes pertenecientes a la Iglesia como por la clase noble o burguesa– encuentran un duro crítico en François Villon:

CLXIII

Y pienso en aquellas que se saludaban

unas a las otras durante sus vidas,

de las cuales unas iban bien coronadas,

otras de las cuales, con temor, servían;

todas allí veo, a su fin llegadas,

juntas, en montón, a un gran desorden:

todos los honores les fueron quitados,

a nadie allí llaman maestro ni clérigo. (1985: 132)
En definitiva, es interesante recordar que la idea de la muerte como fuerza que se lleva a todos por igual y que, por tanto, nos obliga a preguntarnos por lo verdaderamente importante, fue un tema muy desarrollado durante lo que llamamos la última Edad Media. No en vano las palabras memento mori, es decir, “recuerda que vas a morir”, deviend[ra] le fondement de la dévotion et d’un style de vie et de réflexion(Le Goff, 2003: 214).


  1. La risa, la burla y la ironía


Como hemos ido viendo durante el trabajo, la obra poética de Villon está repleta de burlas contra personajes específicos; debido a esto, no es difícil imaginarse las carcajadas que sus poemas debían de provocar. Así, el poeta francés se inscribe en una tradición que buscaba, en sus composiciones, la risa del público; y, como los autores de los fabliaux, pertenecía a
un second monde, organise autour du rire et du corps, dans lequel tous les gens étaient mêlés à des moments déterminés de l’année, à l’ombre de chacune des fêtes religieuses. Fêtes du rire […] dont les plus connus sont les carnavales et les processions burlesques. (Dufournet, 1984: 31)

Al escarnio y la ironía, consecuentemente, le concede un papel primordial en su obra, pues lo cómico y ridículo es utilizado por la voz poética para sublimarse y tomar distancia de una realidad que no le gusta, a la vez que ensalza el poder del placer causado por la risa.

Con todo, no debemos caer en el error de afirmar que provocar la carcajada es el único objetivo de la obra de Villon. Como muestra de ello, no sólo encontramos momentos en su obra poética en que esta provocación es dejada totalmente de lado (como cuando el poeta habla de la fuerza de la muerte y se lamenta por tener que morir), sino que también podemos encontrar, como hemos ido señalando, el retrato del mundo que frecuentaba el poeta y la manera en que interpretaba la realidad en la que vivía (es decir, sus valores). Sin embargo, durante este apartado, es importante señalar que, el humor, conseguido mediante la burla y la ironía, tiene una gran importancia en su obra: como ya hemos mencionado, permite al poeta tomar distancia de una realidad que no le gusta y, además, legar a individuos conocidos (pertenecientes a mundos que chocaban con el del poeta y que, en su mayoría, le habían causado perjuicio o se habían aprovechado de una situación de poder) “su esperpéntico retrato, su ridiculez” (Victorio.: 15-17).

6. Las prostitutas

Como hemos explicado anteriormente, Villon plasmó en sus poemas el mundo que le rodeaba. Así, es interesante tener en cuenta su representación de las prostitutas:

La bella yelmera7 a las mozas alegres

Piensa, pues, en esto, tú, bella guantera,
tú que me solías hacer compañía,
y tú también, Blanca, gentil zapatera:
éste es el momento que hay que aprovechar.
Coged donde haya, a izquierda o derecha,
y no os neguéis nunca, éste es mi consejo
puesto que de vieja ya no vales mucho;
sólo eres moneda de ningún valor […]

Permitid, muchachas, que os dé estos consejos
y escuchad un poco mis llantos y gritos,
ya que yo no puedo seguir ese juego:
sólo eres moneda de ningún valor. […]

LVIII

[…] y quien me quisiera cubrir de reproches
por lo que yo digo, diciéndome: “Escucha,
si de amar te aleja y te decepciona
el inmenso engaño de las que nombraste,
tú mismo cometes gran desvarío,
puesto que no son sino gente pública. […]

LX

Yo admito que alguno dirá tales cosas,
aunque añadiré que no estoy de acuerdo.
Efectivamente, está concluyendo
(y creo que en esto he entendido bien)
que amar se debiera sólo a las honradas;
pero aquellas a las que he nombrado, […]
¿no fueron acaso mujeres honestas?

LXI

Sí fueron honestas, verdaderamente,
y no se merecen reproche ninguno […]

LXIII

¿Qué les mueve a ello? Pues yo me imagino,
sin querer dañar la fama de nadie,
que en toda mujer es muy natural
en ese gran fuego querer consumirse… […]

DOBLE BALADA

Por lo cual, amad cuanto os venga en gana,
no os perdáis reuniones, ni tampoco fiestas,
pues a fin de cuenta nada perderéis,
excepto una cosa: quizás la cabeza. […] (1985: 80-82)

Podemos constatar, por tanto, como, para una parte de la sociedad, las meretrices no eran consideradas de manera negativa; si bien, para otra, continuaban siendo “un fenómeno peccaminoso, come qualcose che viola le norme morali vigenti”, por el cual “va perseguita, e tutti i provedimenti volti alla sua eliminazione meritano plauso e appoggio” (Geremek, 1990: 143). No obstante, “le esperienze pratiche mostravano la poca efficacia delle tendenze abolizionistiche” (Op. cit.) y se acabaría reconociendo que “la prostitution fut un moyen de contrôler l’excès d’un monde où les célibataire étaient nombreux, clercs ou jeunes privés de femme.” (Le Goff, 2003: 145). En este sentido, la prostitución, debido a los peligros que los grandes centros urbanos entrañaban –i.e.: violaciones– y de los crecientes miedos y prejuicios que existían hacia la sodomía, cumplió una función social indispensable.

Del resto, gli stessi Padri della Chiesa, […] affermavano che la prostituzione era il “male minore”, perché rafforzava la sicurezza della virtù delle altre donne. (Geremek, 1990: 143)

En consecuencia, el burdel se convirtió en algo socialmente tolerado para los solteros e, incluso, quién lo era y no iba, podía ser considerado como sospechoso de ser homosexual. Debido a esto, cuando Luis IX de Francia –en el siglo XIII– quiso abolir los burdeles, “son entourage, y compris l’évêque de Paris, lui fit comprendre que ce serait là non seulement une entreprise vaine, mais contraire à l’ordre social.” (Op. cit.) Así, dos siglos más tarde, gracias al poeta de los bajos fondos en cuya poesía las referencias a la prostitución son numerosas, observamos que, con el mayor crecimiento de las ciudades, las prostitutas continuaban teniendo un papel importantísimo: eran aceptadas como manera de reducir los numerosos delitos sexuales que tenían lugar en las grandes urbes; eran toleradas por la Iglesia, aunque bajo unas condiciones muy específicas8; y no eran rechazadas de manera frontal por la sociedad media.9

Sin embargo, como nos explica Bronislaw Geremek, si bien la ley toleraba la prostitución, no hacía lo mismo con el proxenetismo; la condena moral se rebajó debido a la importancia social de las meretrices, mas cayó con fuerza sobre los proxenetas:

Se nei confronti delle metrici prevale nella legislazione una política di tolleranza, allora colpisce la severità con la quale vengono tratate le mezzane (d’altronde come i lenoni) […]

La dureza nel perseguiré […] traevano origine […] dal fatto che inducessero alla prostituzione e praticassero la ruffianeria nei confronti di figlie e mogli proveniente da famiglie oneste. […]

Chiaramente condannabile, sia sul piano morale che su quello giuridico, era il fatto di trarre profitti dalla prostituzione, poiché essi erano considerati guadagni disonesti. (Geremek, 1990: 166-171)

Así, podemos ver que Villon hace honor a las palabras de Geremek en el siguiente poema:

CLXIX

Ítem, al famoso maese Jacques James10,
que se está matando amasando bienes,
le lego que tome todas las mujeres
que quiera tomar; ¿y casarse?, nada.
¿Para quién amasa? ¿Para su familia?
Jamás se preocupa, salvo por sí mismo:
así, todo aquello que gastó en las cerdas
deberán quedarse por ley los cerditos. (Victorio: 1985: 134)

No obstante, pese a esta dura condena moral (respaldada por las leyes), en la práctica, una de las pocas salidas que tenían las prostitutas, al hacerse mayores, era sacar lucro a través de la prostituciones de meretrices más jóvenes. Como hemos visto en la Balada de la Vieja Yelmera, Villon recuerda a las jóvenes hetairas que “de vieja ya no vales mucho / sólo eres moneda sin ningún valor.” (Victorio, 1985: 80) y, pese a que algunas realizaron “leur rêve de mariage” (Geremek, 1976: 258), el proxenetismo era la prolongación natural de la prostitución (Op. cit.). Sea como sea, cabe remarcar que, con el crecimiento de la cultura del ‘hombre de la bolsa’ (es decir, de los mercaderes) y la fuerza que el comercio fue ganando en las grandes urbes, un canónigo de París, Thomas de Cobham, en un intento de justificar la importancia que las prostitutas tenían en este ambiente urbano, defendió:

les prostituées doivent être comptées parmi les mercenaires. Elles louent, en effet, leur corps et fournissent les bénéfices de la prostitution pour en faire aumônes. Mais si elles se prostituent par plaisir et louent leur corps pour qu’il connaisse la jouissance, alors elles ne fournissent pas un travail, et le bénéfice est aussi honteux que l’acte. (Geremek, 1976: 259)

Se hace patente, pues, un intento, por parte de la Iglesia, de conciliar el choque entre la evidencia de la función social de la prostitución y la moral cristiana. Sin embargo, gracias a Villon, observamos que una parte distinta de la sociedad rechazó este intento de conciliación debido a que condenaba el placer –y no por esto dejó de sentirse cristiana: como defendería Boccaccio, si Dios ha creado la naturaleza, y el goce es natural, éste no puede ser negativo. Así, unas páginas más arriba, veíamos cómo el poeta de los bajos fondos justificaba a las meretrices diciendo que “en toda mujer es muy natural / en ese gran fuego querer consumirse” (Victorio, 1985: 81), y se contraponía frontalmente, de tal forma, a los valores de Cobham.

Por último, es importante subrayar que, como nos dice Geremek, “malgré les ambiguïtés de l’attitude médiévale face à la prostitution, malgré les élément d’intégration à la ville[…], malgré enfin la tolérance dont fait preuve le droit en ce domaine, tout ce monde tend indubitablement à la marginalité.” (1976: 261)

  1. Conclusión

Durante el presente trabajo se ha intentado comprender mejor algunos aspectos del medievo a través de la poesía de François Villon y de la imagen que nos transmite de su mundo particular: los bajos fondos de París durante los siglos XIV y XV.

De este modo, mediante la obra completa del gran Villon, se ha mostrado la ridiculización de un gran número de poderosas individualidades que perpetraron el sentimiento de alienación que debió de sentir el poeta; la idea de la muerte como fuerza que quita el sentido a la ostentación y a las guerras de poder –ya que pone a todos en el mismo lugar; la fuerza de la burla, en su poesía, como elemento que permite al poeta tomar distancia con la realidad que no le gusta –que se inscribe en una tradición literaria que surgió con el primer importante desarrollo urbano y que se distancia de la concepción cristiana de la risa al buscar un placer terrenal en la contemplación del mal ajeno–; y, finalmente, a modo de ejemplo de estos nuevos valores que surgieron en las sociedades urbanas, la consideración de las prostitutas.

Así pues, Villon nos ha legado una visión muy particular de la Edad Media que nos enseña el error en el que caemos al etiquetar de manera simplista cualquier época histórica. Como hemos apreciado durante el trabajo, el medievo no estuvo, en absoluto, dominada por una especie de pensamiento único cristiano, sino que constituyó una amalgama muy interesante de diferentes maneras con las que relacionarse con la realidad.

Sea como sea, en definitiva, la imagen que Villon nos transmite es la de un mundo que “non godeva di alcun privilegio, non proponeva nessun programa e non dimostrava sentimenti di solidarietà colletiva” (Geremek, 1990: 300).





Bibliografía utilizada


ABEL RECHES, Rubén. Poesías. François Villon. Argentina: disponible en: http://bit.ly/Sabv79. Consultado el 12/11/12.

BURKE, Peter. What is cultural history? Second Edition. Cambridge: Polity Books, 2008.
DUFOURNET, Jean. François Villon. Poésies. Paris: GF-Flammarion, 1984.
GEREMEK, Brodnislaw. “Le Monde de la Prostitution”, en: Les Marginaux parisiens aux XIVè et XVè siècles. Traducido del polaco por Daniel Beauvois. Paris: Flammarion, 1976. pp. 238-274
GEREMEK, Brodnislaw. I Bassifondi di Parigi nel Medioevo: il mondo di François Villon. Traducido del polaco por R. Panzone y A. Litwornia. Bari: Editori Laterza: 1990.
HUIZINGA, Johan. El Otoño de la Edad Media: estudios sobre la forma de la vida y del espíritu durante los siglos XIV y XV en Francia y en los Países Bajos. Traducido del holandés por José Gaos. Madrid: Alianza Editorial, 1989.
LE GOFF, Jacques. L’Europe est-elle Née au Moyen Âge? Paris: Seuil, 2003.
VICTORIO, Juan. François Villon. Poesía. Madrid: Cátedra, 1985.
V.V.A.A.. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Tomo LXVIII. Madrid: Espasa-Calpe, 1929, pp. 1620-1621.


1 Con indirecta, quiero decir que el poeta francés acostumbra a ridiculizar a aquéllos que tomaban parte y se aprovechaban de esta miseria urbana, si bien no denuncia directamente reivindicaciones sociales: “La mejora de las condiciones de vida, según se deduce de su obra, provendría de cierto tipo de lotería: la magnanimidad de un señor, de un mecenas. / De ahí sus ataques no a instituciones, sino a ciertos miembros que las representan. Su combate es, pues, de tipo individual […] ignorando el sentimiento de una solidaridad de clase en los términos en que hoy se entiende la expresión.” (Victorio, 1985: 17)

2 Según Juan Victorio, si rechaza esta ‘vida tranquila’ es por “propio impulso lúdico, placentero, pensando que ‘buey suelto bien se lame’.” (Ibíd.: 17)

3 “L’ambiente che egli, come pure centinaia di uomini simili a lui, frequentava en el quale viveva.” (Op. Cit.)

4 Por poner un ejemplo, me remito al poema XXV del Legado (Victorio, 1895: 45)

5 Las burlas hacia individualidades poderosas y ricas que se aprovechan de los demás es una constante en la obra de Villon; el poeta se mofa de aquellas personas cuyos valores (o ausencia de ellos) y comportamientos le parecían ridículos. Desgraciadamente, hoy en día sus palabras aún tienen actualidad: “la plupart du temps, il ressasse les mêmes accusations: ivrognerie, mœurs anormales, débauche ou impuissance, infortunes conjugales, avarice, méchanceté, hypocrisie.” (Dufournet, 1984: 33)

6 “It is well known that what we notice or remember is what interests us personally or fits in with what we already believe, but historians have not always reflected on the moral of this observation. ‘Thirty years ago’, the economic historian John Clapham once confessed, ‘I read and marked Arthur Young’s Travels in France and taught from the marked passages. Five years ago I went through it again to find that whenever Young spoke of a wretched Frenchman I had marked him, but that many of his references to happy or prosperous Frenchman remained unmarked.’ It may be suspected that Huizinga did something of the same King when he was illustrating his claim that ‘No other epoch laid so much stress as the expiring Middle Ages on the thought of death’.” (Burke, 2008: 21)

7 “El apelativo que se daba a las cortesanas evocaba, en general, el oficio que ejercían antes de consagrarse a la prostitución, o el de sus maridos.” (Abel Reches, s/f: 25)

8 Le mouvement de tolérance, lié à l’evolution des sociétés urbaines, amena quelques canonistes […] à légitimer la prostitution à certaines conditions. Elle devait être pratiquée pour des raison de pauvreté et comme moyen d’existence et non pour le plaisir. Les fillettes ne devaient pas avoir

recours à la tromperie grâce, par exemple, à un maquillage outrancier. La prostitution entrait de plus en plus dans la réglamentation habituelle des métiers.” (Ibíd: 146)

9 Pese a esto, “le donne che si mettono sotto il patrocinio di santa Maria Maddalena affermano in tal modo il loro posto nella vita sociale e una dignità sui generis.” (Geremek, 1990: 172)

10Jacques James era un rico constructor y, al parecer, proxeneta.” (Op. cit.)

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