Examen del evangelio






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Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de la verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros (Juan 14:16-17).
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho (Juan 14:26).
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí (Juan 15:26).
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me voy, os lo enviaré (Juan 16:7).
Por lo general, los musulmanes alegan que la palabra griega parakletos (que significa Consolador, Consejero, Abogado, etc., en efecto, uno que une a los hombres con Dios) no es la palabra original, sino que Jesús de hecho había predicho la venida de Mahoma por su mismo nombre, y que la traducción de su nombre al griego (o al menos el significado de su nombre en griego) es «periklutos», es decir, «el alabado».

No hay evidencia alguna en favor de la aserción de que la palabra original fuese «periklutos». Tenemos miles de manuscritos del Nuevo Testamento anteriores al Islam, y ninguno de ellos contiene la palabra «periklutos». Una lectura de pasada de los textos en los que aparece la palabra «parakletos» muestra que es la única palabra que se ajusta al contexto.

Muchos musulmanes admiten en realidad que «consolador» es la traducción correcta, y luego mantienen que Mahoma era el consolador al que hace referencia Jesús aquí. La comunidad cristiana entiende que el Consolador es el Espíritu Santo, que viene a morar en los creyentes tras Pentecostés.

A la luz de las claras referencias en Juan al hecho de que el Consolador es el Espíritu Santo (Juan 14:17 y 26; 15:26; 16:13), es difícil sacar ninguna otra conclusión válida. Un estudio cuidadoso del pasaje ayuda a identificar el Consolador como el Espíritu, y no Mahoma.

Parece claro por los textos citados que el Consolador, el Espíritu Santo y el Espíritu de verdad son términos intercambiables, y que Jesús, en cada caso, se está refiriendo a la misma persona. El hecho que surge constantemente es que el Consolador es un espíritu. El hecho de que Jesús siempre hable del Espíritu en género masculino no sugiere en absoluto que el Consolador tenga que ser un hombre, como lo sugiere alguna publicación musulmana. El mismo Dios es también mencionado en la Biblia y en el Corán en género masculino, y Dios es espíritu —Juan 4:24. De la misma manera, Jesús siempre hace referencia al Consolador como espíritu, y no como un hombre.

Si aplicamos una sana exégesis a Juan 14:16-17, descubriremos no menos que ocho razones por las que el Consolador no puede ser Mahoma en absoluto.
1. «El Padre … os dará otro Consolador.»
Jesús prometió a Sus discípulos que Dios les enviaría el Consolador a ellos. Él les enviaría el Espíritu de Verdad a Pedro y a Juan y al resto de los discípulos —no a los habitantes de la Meca, de Medina o a los Árabes.
2. «El Padre … os dará otro Consolador.»
Si, tal como pretenden los musulmanes, la palabra original era periklutos y los cristianos la cambiaron a parakletos, entonces la frase debería leerse como «os enviará otro alabado», y esta declaración está fuera de lugar en su contexto y carente de apoyo en otros pasajes en la Biblia. Jesús nunca es llamado el periklutos en la Biblia (y esta palabra no aparece en ningún lugar de la Biblia), por lo que es sumamente improbable que Él dijese: «El Padre os dará otro alabado» cuando Él mismo nunca es llamado con este título.

Juan 16:12-13 pone en claro que la palabra parakletos es la correcta. El texto dice: «Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad.» En otras palabras, yo he sido vuestro Consolador, vuestro parakletos, y tengo muchas cosas que deciros, pero os envío el Espíritu de Verdad a vosotros, otro Consolador, otro parakletos.

En 1 Juan 2:1 leemos que los cristianos tienen un «abogado» para con el Padre, a «Jesucristo el Justo», y la palabra traducida «abogado» es parakletos en griego. De modo que Jesús es nuestro parakletos, nuestro abogado.
3. «Para que esté con vosotros para siempre
Cuando Mahoma vino no se quedó con su pueblo para siempre, sino que murió en el 632 d.C., y su sepulcro se encuentra en Medina, donde su cuerpo ha estado yaciendo por más de 1300 años. En cambio, Jesús dijo que el Consolador, cuando viniese, nunca dejaría a Sus discípulos, sino que estaría con ellos para siempre.


4. «El Espíritu de la verdad, al cual el mundo no puede recibir.»
El Corán dice que Mahoma fue enviado como mensajero universal a los hombres (Sura 34:28). Si es así, Jesús no se estaba refiriendo a Mahoma, porque dijo que el mundo como un todo no puede recibir al Consolador, el Espíritu de la verdad.
5. «Pero vosotros le conocéis
Es bien evidente por esta afirmación que los discípulos conocían al Espíritu de la verdad. Por cuanto Mahoma nació más de quinientos años después, desde luego no podía tratarse de él. La siguiente cláusula muestra hasta qué punto lo conocían los discípulos. Podemos ver claramente para ahora que el Consolador es un espíritu que estaba ya presente en los discípulos.
6. «Porque mora con vosotros.»
¿Dónde moraba el Consolador «con ellos»? Por medio de varios versículos, especialmente Juan 1:32, podemos ver que el Espíritu estaba en el mismo Jesús y que por tanto estaba con los discípulos.
7. «Estará en vosotros.»
Aquí se propina un duro golpe contra la teoría de que Mahoma sea el Consolador, el Espíritu de la verdad. Así como el Espíritu estaba en Jesús, también estaría en los discípulos. La palabra griega aquí es en, y significa «en el interior». De modo que Jesús estaba diciendo: «Estará en vuestro interior.»
8. La última razón es en realidad un renovado énfasis de la primera. ¿Vemos cuán a menudo Jesús se dirige a sus propios discípulos cuando les habla de la esfera de influencia del Consolador? «Vosotros le conocéis … mora con vosotros … estará en vosotros.» Es cosa bien evidente que los discípulos debían anticipar la venida del Consolador como un espíritu que acudiría a ellos justo después que Jesús les hubiese dejado. No se puede dar otra interpretación justa a este texto.

Leamos cómo el Espíritu acudió a Jesús: «Descendió sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma» (Lucas 3:22). Leemos que el Espíritu, el Consolador, vino a los discípulos de una manera similar poco después de la ascensión de Jesús (como Jesús les había dicho que sucedería): «Y se les aparecieron lenguas como de fuego, que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos fueron llenos del Espíritu Santo» (Hechos 2:3-4). Estuvo con los discípulos en la persona de Jesús (mientras estuvo con ellos), y estuvo en los discípulos desde el día de Pentecostés.

Al cabo de sólo diez días de la ascensión de Jesús, los discípulos recibieron el Consolador, tal como les había sido prometido por Jesús. Él les había dicho que esperasen en Jerusalén hasta que viniese el Espíritu Santo, el Consolador (Hechos 1:4-8), como así sucedió mientras ellos estaban juntos orando por su venida en la ciudad. No hay evidencia alguna, en absoluto, de que se tenga aquí a la vista a Mahoma.

Pasando adelante a Juan 16:7 (citado antes), todo el sentido de este versículo queda claro en base de la declaración de Jesús: «Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar» (Juan 16:12). Jesús había dicho: «Os conviene que yo me vaya.» Los discípulos no podían sobrellevar ahora Su enseñanza, porque eran hombres ordinarios carentes de capacidad para comprender o aplicar lo que Él había dicho. El Espíritu de Verdad estaba ciertamente en Jesús, pero no estaba aún en Sus discípulos, por lo que no podían seguir los elementos espirituales de Su enseñanza. Sin embargo, después de la ascensión recibieron el Espíritu, y ahora podrían comunicar y comprender Su enseñanza, porque el Espíritu de Verdad estaba también en ellos. Por eso dijo Jesús: «Os conviene que yo me vaya.» Pablo deja esto igualmente claro:
Cosas que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por medio del Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha otorgado gratuitamente (1 Corintios 2:9-13).
Pablo pone en claro que el Espíritu ya había sido dado y que si no, no habría sido ninguna ventaja para los discípulos estar sin Jesús.

De modo que se hace evidente que Mahoma no es el Espíritu de la verdad, el Consolador, cuya venida anunció Jesús de antemano. ¿Quién es entonces el Consolador? Es el mismo Espíritu del Dios viviente, como se puede ver de algunas de las citas que ya han sido dadas. En el día en que el Consolador vino sobre los discípulos, Su venida fue acompañada de un enorme fragor, «como de un viento recio que soplaba» (Hechos 2:2). Cuando los judíos lo oyeron, se precipitaron para ver lo que pasaba. Pedro, el discípulo, declaró a todos los que se habían congregado:
Esto es lo dicho por medio del profeta Joel: Y sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne (Hechos 2:16, 17).
El Consolador, el Espíritu de Dios, había descendido sobre los discípulos, como Jesús prometió, e iba a ser dado a los cristianos creyentes de todas las naciones bajo el sol. Pero observemos cuán cuidadosamente Pedro vinculó la venida del Espíritu, el Consolador, con la ascensión de Cristo:
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís (Hechos 2:32-33).
Evidentemente, la venida del Consolador estaba inextricablemente unida con el Jesús resucitado, ascendido y glorificado en el lugar más exaltado que el cielo admite. El Consolador es también llamado el «Espíritu de Cristo» (Romanos 8:9), y la razón es evidente, en base de lo dicho por Jesús:
1. «Él me glorificará» (Juan 16:14).

2. «Él dará testimonio acerca de » (Juan 15:26).

3. «Y cuando él venga, redargüirá al mundo de pecado … por cuanto no creen en mí» (Juan 16:8-9).

4. «Él … tomará de lo mío, y os lo hará saber» (Juan 16:14).

5. «Él … os recordará todo lo que yo os he dicho» (Juan 14:26).
Muy evidentemente, la gran obra del Consolador es llevar a cabo la obra de llevar personas a Jesús, haciéndoles ver a Él como el Salvador y Señor, y atrayéndolos a Él. El Consolador fue dado para que la gloria de Jesús pudiese ser revelada a los hombres y en los hombres. Un hermoso ejemplo de esto mismo es el que da Juan:
Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho (Juan 12:16).
Sin el Espíritu, carecían de entendimiento, pero cuando recibieron el Espíritu después que Jesús fue glorificado, entonces recordaron cómo Jesús les había dicho que lo harían. Juan ilustra esto también en otro pasaje:
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua vida. Esto dijo del Espíritu que iban a recibir los que creyesen en él; pues aún no había sido dado el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado (Juan 7:37-39).
Tan pronto como Jesús fue glorificado, fue dado el Espíritu para que la gloria de Jesús en el cielo se hiciese real para los hombres aquí en la tierra. Tal como dijo Pedro (Hechos 2:33), cuando Jesús fue exaltado a la diestra de Dios, el Espíritu fue dado libremente por Dios, como Él había prometido, a todos los verdaderos creyentes.

También Pedro dijo: «El Dios de Abraham … ha glorificado a su Siervo Jesús» (Hechos 3:13). No podemos ver o comprender esta gloria de Jesucristo aquí en la tierra (y el mismo Jesús dijo: «Gloria de los hombres no recibo» —Juan 5:41), pero Él nos envió el Espíritu para que podamos contemplar esta gloria con los ojos de la fe. Como Jesús mismo dijo a los discípulos, acerca del Espíritu:
Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber (Juan 16:14-15).
Jesucristo habló a Sus propios discípulos acerca de la venida del Consolador, porque el Espíritu fue enviado para consolar y regenerar a todos los verdaderos creyentes en Jesús. Éste es uno de los elementos más significativos y consistentes de la enseñanza de Jesús acerca del Consolador. El propósito primordial de la venida del Consolador —inmediatamente después de la ascensión de Jesús— fue atraer a los hombres a Él mismo para que los que estén influenciados por la obra del Consolador lleguen así a ser seguidores de Jesús.

Bien al contrario de que Mahoma fuese predicho en la Biblia, cada profecía, cada agente de Dios, cada verdadero profeta y espíritu, lo que hacen es contemplar arriba a la irradiación de la gloria del Padre, al que se sienta en el trono, el Señor Jesucristo.

Jesucristo ascendió al cielo —Dios Padre lo tomó para Sí mismo. Jesús solo es el Redentor del mundo. Sólo Él puede entrar en la presencia santa del trono del Padre y llenarlo con Su gloriosa majestad. De la misma manera, puede reconciliar a los pecadores con Dios y será un día vuelto a ver en todo Su esplendor cuando vuelva para llamar a los Suyos —a aquellos que anhelantes esperaron Su venida y a todos aquellos que ahora esperan Su regreso del cielo— para que estén con Él donde Él está y contemplar la gloria que tenía con el Padre antes de la fundación del mundo.

Moisés se regocijó cuando habló del profeta venidero, que era Jesucristo. El Consolador, el Espíritu Santo, sigue regocijándose en revelar Su gloria y majestad a aquellos en los que mora. Los ángeles y los santos fallecidos esperan el día en que toda rodilla se doblará y en que toda lengua confesará que es Jesucristo quien es Señor —para eterna gloria de Dios Padre.
El Evangelio de Bernabé
Los musulmanes mantienen que el relato cristiano de la vida de Jesús en los evangelios no es auténtico, sino que la verdad se encuentra en el Evangelio de Bernabé. Este evangelio, pretendidamente escrito en el siglo primero por el apóstol Bernabé, contiene profecías referentes a la venida de Mahoma, una denuncia de Pablo y de su ministerio, y enseñanzas que rechazan la deidad, mesianismo y singularidad de Jesús. Uno puede ver la influencia de esta cuestión sobre la historia textual del Corán y de que Mahoma fuese predicho como profeta.

El Islam cree que el cristianismo suprimió deliberadamente la enseñanza del Evangelio de Bernabé con su intensa postura pro-islámica, a fin de promover el evangelio cristiano. Sin embargo, no hay ninguna evidencia que apoye la pretensión musulmana —ni en favor de la existencia de un documento histórico escrito por el apóstol Bernabé, ni de que hubiese ninguna supresión de un documento así por parte de la comunidad cristiana primitiva.

Esta es una importante cuestión a resolver, debido a que mucha de la evidencia histórica (si no la mayor parte de la misma) que emplean los musulmanes para apoyar la enseñanza del Corán por encima y en contra de la Biblia tiene su fuente en el Evangelio de Bernabé. En años recientes, el Evangelio de Bernabé ha sido distribuido muy extensamente por el mundo del Islam en muchos idiomas.

Desde 1973, la traducción inglesa del Evangelio de Bernabé de Lonsdale y Laura Ragg ha sido reimpresa en grandes cantidades por la Begum Aisha Bawany Wakf en Paquistán.

Los musulmanes han sido persuadidos de que este libro cuenta la verdad definitiva acerca de la vida y enseñanzas de Jesucristo. Alega que Jesús no era el Hijo de Dios, que no fue crucificado y que predijo la venida de Mahoma. Como resultado, algunos musulmanes creen que este es el verdadero
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