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Puros Cuentos Índice _______________________________________________________
_____________________________________________________ Índice temático _____________________
________________________________________________________________ Una vez al año el baldío detrás del mercado se convierte en el centro del pueblo: ¡cuando llega el circo! No hay quien no se acerca para admirar a los tigres, a los dromedarios y –sobre todo – al gigantesco elefante africano. Durante la función, la enorme bestia hace despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante queda sujeto solamente por una cadena que aprisiona una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca es solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena es gruesa y poderosa parece obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Alguien probablemente explicara que el elefante no se escapa porque esta amaestrado. Sigue entonces la pregunta obvia: Si esta amaestrado, ¿por qué lo encadenan? Se necesita a la mujer sabia del pueblo para encontrar una respuesta coherente. ‘El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño. Seguramente en aquel momento el elefantito empujo, tiró, sudó tratando de soltarse y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede. Él tiene registro de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez...’ Fuente Adaptación de Frans Limpens de un cuento que circulaba por Internet sin fuente. 2. El niño nuevo _____________________ Esta es la historia de Vicente, un niño del sur, que junto a su familia, se vino a vivir a la ciudad. Vicente tenía unos ojos negros, grandes y hermosos, como gajos de uvitas. Su piel era morena y siempre lucía una gran sonrisa de dientes blancos. Pero Vicente se vino a la ciudad y se sentía solo. Miraba por la ventana todo el día. Una tarde, vio un@s niñ@s que jugaban a la pelota. Salió a la calle y preguntó: -¿Puedo jugar? -No -dijo uno de l@s niñ@s, -no te conocemos. Vicente se fue muy triste. Otro día, vio a l@s niñ@s jugando con unos autitos. Salió nuevamente y preguntó: -¿Puedo jugar? -No -volvió a decir el niño, - no te conocemos. Vicente se fue triste otra vez. Entonces, un día, vio que l@s niñ@s jugaban a la pelota y de repente, la pelota se les cayó a una casa, arriba del techo, y no la pudieron sacar. L@s niñ@s se sentaron en la vereda, tristes y aburridos. Entonces Vicente salió y les dijo: -¿Quieren jugar conmigo? -¿Tienes juguetes? -preguntó el niño que no lo había dejado jugar. -No,-dijo Vicente, -pero igual podemos jugar. -¿Cómo? ¿Sin juguetes? -Sí -dijo Vicente y les enseñó a jugar a imitar animales y adivinar, les enseñó a jugar imaginando cosas que se veían en las nubes. Desde ese día, Vicente ya no está solo ni triste. Y l@s niñ@s le pidieron perdón por ser tan egoístas y se dieron cuenta que Vicente era un niño igual que ell@s y que era rico tenerlo en el barrio. Fuente Romo, Verónica, Derechos y deberes de los niños y niñas del mundo. Santiago de Chile, Amnistía Internacional, sf. 3. Los cuatro amigos ___________________________ Un día en un parque, se encontraron cuatro niños. Uno de ellos, moreno, de pelo y ojos oscuros, miró a los otros tres y dijo: ¡Hola! -Pero los otros lo miraron y no respondieron. El otro niño de pelo café claro, dijo 'Bonjour' y sonrió. Pero los otros niños lo miraron y no contestaron. Entonces, el niño rubio de ojos azules dijo -¡Hi!- y miró a los tres. Pero ninguno respondió. El niño de poncho cintillo y ojos oscuros les dijo -'Chumleyme peni' y sonrió levantando la mano. ¡Era un saludo!-¡Chumleyme peni! -dijeron todos-. -'Hola' -volvió a decir el niño moreno, levantando su mano. -'Hola' -respondieron los otros tres, saludando. Y el niño de pelo café claro dijo -'Bonjour'-con su mano en alto. -¡Bonjour! -contestaron los otros. Finalmente, el niño rubio dijo '¡hi!' -y agitó su mano. -¡Hi! -rieron todos agitando sus manos. -¡Hola! decía el chileno. -¡Hi!- decía el niño inglés. -¡Bonjour! -decía el francés. -¡Chumleyme peni! -decía el niño mapuche de poncho y cintillo. Los cuatro niños jugaron toda la tarde y se entendieron con gestos y risas. No importaba que hablaran diferente. Cada uno había aprendido lo que en su familia y país le enseñaron. Pero eran todos iguales. Todos niños. Todas personas. Fuente |