FRANCISCO MÁRQUEZ VILLANUEVA
PERSONAJES y TEMAS
DEL QUIJOTE

Cubierta de Al Andalus,
sobre foto original del autor.
© 1975, Francisco Márquez Villanueva
TAURUS EDICIONES, S. A.
Plaza del Marqués de Salamanca, 7. Madrid-6
ISBN: 84-306-2080-X
Depósito Legal: M. 15605-1975
Printed in Spain
A DÁmaso Alonso
Con admiración, gratitud
y cariño.
ÍNDICE
ÍNDICE 4
PROLOGO 6
AMANTES EN SIERRA MORENA 9
LAS NOVELAS EPISÓDICAS 9
PREMISAS LITERARIAS 11
DOROTEA: DICHO Y NO DICHO 15
LOS DOS DISCURSOS 18
PENITENCIAS DE AMOR 21
LOCURAS DE AMOR 28
EL FIEL CONTRASTE DEL YERMO 31
LA LITERATURA, ÚLTIMA VERDAD 34
DOROTEA O LA SENSUALIDAD ACEPTADA 36
ANTE EL MATRIMONIO CRISTIANO 39
EL PERSONAJE CERVANTINO 45
LEANDRA, ZORAIDA Y SUS FUENTES FRANCO-ITALIANAS 48
LA CABRA MANCHADA 48
LA «LEANDRA» DE DURANTE DA GUALDO 50
EL TEMA MISÓGINO 54
EL TEMA DE LOS CAUTIVOS 58
RUI PÉREZ DE VIEDMA 60
LA HIJA DE AGÍ MORATO 62
LA LEYENDA MARIANA 64
LA TRADICIÓN DE «LA MORICA GARRIDA» 67
FLORIPÉS 70
¿HISTORIA DE AMOR? 72
LA FUGA 77
¿EJEMPLARIDAD TRIDENTINA? 79
LAS FUENTES, UNA VEZ MÁS 84
LEGADOS Y HORIZONTES 88
EL CABALLERO DEL VERDE GABÁN 93
Y SU REINO DE PARADOJA 93
CERVANTES, ARQUITECTO 93
«SIMILITUDO OPPOSITORUM» 94
EL MARAVILLOSO SILENCIO 98
ARQUETIPOS 101
LA MORAL ERASMISTA 103
EL EPICUREÍSMO CRISTIANO 106
LA CABALLERÍA AVENTURERA 110
LA AVENTURA DE LOS LEONES 113
REQUESONES EN EL YELMO 116
¿QUÉ ES POESÍA? 119
EL JOVEN DON LORENZO 123
LITERATURA DEL «QUERER SER» 125
DERROTA IRÓNICA 128
EL MUNDO LITERARIO DE LA PARADOJA 130
LA PARADOJA CERVANTINA 133
EL FINAL DE LA PARADOJA 135
EL GABÁN VERDE 137
EL MORISCO RICOTE 143
O LA HISPANA RAZÓN DE ESTADO 143
HISTORIA Y FICCIÓN 143
SANCHO Y RICOTE 146
RICOTE: REFLEJO Y ECO 148
LA NOVELA MORISCA 151
LA EXPULSIÓN DE RICOTE 154
«HASTA EL VALLE DE RICOTE» 158
LA CUESTIÓN MORISCA 160
TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA EXPULSIÓN 164
LA LIBERTAD DE CONCIENCIA 173
LOS MORISCOS DEL «PERSILES» 178
EL MORISCO DEL «COLOQUIO» 184
CERVANTES O LA OPINIÓN MODERADA 189
LA SECTA DE LOS POLÍTICOS 197
DESENLACE 204
PROLOGO Un libro más, otro bloque recién desprendido del cantil e incorporado al alud sin tregua ni fronteras de la bibliografía cervantina. Y en esta hora difícil (tan temida por Cervantes, gran artífice de prólogos), ¿cómo reducir el hervor de la tarea a cifra de unas palabras serenas? ¿Cómo trasponernos, después de hechos a laborar en maravilloso silencio, a un tono de Sepan cuantos...?
En ausencia del amigo socarrón que una vez sacara de apuros a Cervantes, no nos queda otra alternativa que la de buscar refugio en la más absoluta sinceridad. Nace este libro, simplemente, de un acto de fe. De fe en la historia literaria, es decir, en una de las religiones hoy día más inhóspitas y desfavorecidas. Personajes y temas, menudos detalles y amplias tendencias, son aquí estudiados como acción y reacción de la mente creadora de Cervantes frente a tradiciones, esquemas y materiales accesibles para éste en el mundo que tuvo a su alrededor. Que el radio particular de aquel círculo era prodigiosamente largo (en contraste con las viejas ideas del Cervantes povero uomo y demás) constituye para nosotros tanto un punto de partida como una línea de llegada, que en modo alguno trataremos de ocultar. Que el Quijote sea eje de un universo literario denso y complejo se nos antoja no ya como el más modesto de los dogmas, sino como un principio sujeto a prueba experimental en todas y cada una de las páginas de este libro.
Seguimos creyendo que la finalidad de conocer la obra literaria en cuanto cuerpo separado e individual requiere una previa intelección profunda de sus circunstancias. Pero de acuerdo [11] con la metodología expuesta en otro lugar1, no se trata con ello de acumular materiales de mera ilustración, de acuerdo con la vieja técnica positivista. Muy al contrario, se apunta ahora al reconocimiento y trazado de núcleos genéticos y procesos de elaboración de la obra literaria. Por esto mismo, la tarea de encuesta externa no será nunca un fin en sí, sino un instrumento para el análisis de cuanto en aquélla no se aprecia a simple vista. El concepto de la creación como acto libre y exento de todo determinismo es también el cabello partido que nos separa de la crítica historicista, que de tan escaso provecho se ha mostrado en el campo de los estudios cervantinos. Este libro no se ocupa para nada de si el Quijote es barroco o renacentista.
Como ejemplo y caso más sencillo puede servirnos aquel maravilloso personaje del morisco Rico te. Que en él se ventilen profundos, fundamentales aspectos ideológicos de Cervantes, no es puesto en duda por nadie. La crítica se vuelve, en cambio, un caótico amasijo a la hora de identificar y valorar el sentido de aquéllos. Y no es aquí de culpar la diligencia de los críticos literarios, sino la persistencia de una historia de la expulsión de los moriscos obnubilada hasta el día de hoy por una apologética vindicativa. Quien desee entender allí a Cervantes no tendrá otro recurso que lanzarse a un prolijo estudio (que ya debería estar realizado) del sentido que aquel gran hecho histórico revistió para la opinión contemporánea, y sobre todo de la más enterada y responsable. No será preciso decir que Cervantes constituye una fuente de primer orden dentro de ésta, y que toda oportunidad de calibrarla se justificaría por derecho propio dentro de la historia de la expulsión. Pero ha sido aquel propósito de desentrañar unos textos, y no afán de seguir la boga actual de las investigaciones que llaman interdisciplinarias, lo que allí nos obligó a poner tan boca arriba el naipe histórico al lado del literario.
Personajes y temas del Quijote. Claro está que no todos, pues ello supondría una tarea casi sobrehumana o, al menos, muy superior a las fuerzas del autor de este libro. No se ha intentado en él sino sacar a la luz cuatro estratigrafías practicadas con un cierto equilibrio, de modo que abarquen personajes masculinos y femeninos, Primera y Segunda Parte, temas [12] de diverso signo y resonancias ideológicas de interés religioso, literario y político. ¿Resultados? Nuestras páginas se confiesan desde este mismo instante horras de ninguna tesis de gran envergadura. No atalayan ningún Cervantes inédito ni insospechado. No tienen tampoco por qué negar su carácter parcial de subcomentario, ímproba labor encaminada a introducir algún concierto en la selva pavorosa de la crítica cervantina. Nuestro método impone un trabajo artesano con problemas muy específicos, que requieren también soluciones de orden concreto e inmediato. Como denominador común de tantos ensayos parciales se perfila, eso sí, un Cervantes de inteligencia poderosamente analítica, muy conocedor de la cultura de su tiempo y harto capaz de anticiparse a la del venidero. Pero ello no es, por supuesto, ningún descubrimiento, ni podría tampoco haber sucedido de otra manera. Indeleblemente marcado por las tesis del humanismo cristiano (según demostró Américo Castro), Cervantes no hace de ellas un archivo de soluciones fáciles, ni deja a su manera de enjuiciarlas en diversos modos. Su mentalidad universalmente crítica desconfía de todas las escolásticas y, en una época de ideologías en pugna, profesa (como sólo él podía hacerlo) una generosa lección sobre la esencial relatividad del hecho humano.
Cervantes nos conduce, por tanto, hacia un mundo donde imperan la matización y el claroscuro. Su compromiso ideológico (el único) con una axiología cristiana, defensora de la dignidad humana, es firme y constante. Pero incluso este asidero desaparece también de la superficie por el hecho de no asumir formulaciones de época y extenderse hasta el punto de entrar en tácito conflicto con éstas (que es lo que viene a ocurrir con un personaje como Zoraida). De modo correlativo, las técnicas cervantinas se vuelven infinitamente flexibles y sutiles, orientadas como están hacia inéditas finalidades en su juego con el lector. Sirven así para introducirnos en un laberinto determinado por la ambigüedad, la aporía y la paradoja, cuya difícil o, tal vez, imposible salida ha de ser buscada por la conciencia personal de cada uno. Lo decisivo aquí es que, si bien no quepa imaginar una meta más huidiza, el camino hacia ese punto final y límite del proceso literario no tiene nada de caprichoso ni insondable. No da, pues, lo mismo leer esto o lo otro en las páginas cervantinas. Su autor no se ha tomado en balde el trabajo de construirlas con líneas muy bien tiradas, en sólida y exquisita trabazón de técnicas y de conceptos, de medios y [13] fines. Nuestro oficio consiste ahora en desandar, recta y gozosamente, toda esa larga jornada.
También Dorotea, Zoraida, Ricote o el caballero del Verde Gabán terminan por dejarnos inermes ante la susodicha muralla de hondas perplejidades. Cabría mantener que el curso eventual de éstas puede constituir también, en ciertos casos, una extensión legítima de la crítica cervantina. Pero la tarea ineludible consiste en no ceder antes de tiempo, en tensar al máximo la red de inteligibilidad en que Cervantes envuelve a sus criaturas. No se olvide que la naturaleza ambigua y aporética de personajes y temas del Quijote no tiene nada de casual: deriva de una coherencia interna muy buscada y no al contrario. Ninguna suerte de abdicación ni pirronismo crítico nos exime de la ardua faena de reconstruir hasta donde sea posible tales esquemas maestros. La historia literaria puede rendirnos entonces el valioso auxilio de que desean dar testimonio las páginas que ahora siguen.
Las cuatro partes que integran este libro son rigurosamente inéditas, con excepción de algunos fragmentos de la primera de ellas2, que comenzó por ser una conferencia pronunciada hace varios años en la Universidad de Pennsylvania. Todo este libro debe, en lo material, su existencia a la amplitud de fondos y generosidad de servicios de las bibliotecas norteamericanas; su autor tiene expresa deuda con el personal de las bibliotecas de las universidades de Harvard, Princeton y Pennsylvania, de la Hispanic Society of America y de la New York Public Library. Desea agradecer también la paciente ayuda de don Antonio Alvarez y la grata cooperación ofrecida en todo momento por Taurus Ediciones.
City University of New York
Graduate Center
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