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CONCLUSIÓN Hemos visto el nacimiento del libro moderno. No obstante, no hay que olvidar que éste convive también con el libro manuscrito, como el Misal Rico de Cisneros. Desde la 2ª mitad del siglo, en España y otros países, se frenó en la evolución del libro por la Inquisición y la concesión de privilegios. Para ir concluyendo citaremos brevemente las Bibliotecas destacables de este siglo: la Biblioteca Real Francesa (de Franciso I) y la Biblioteca Real de Austria en el extranjero. En España, la Biblioteca de El Escorial, la de la Universidad Complutense en Alcalá, y la Biblioteca Colombina, en Sevilla. En definitiva, el s. XVI fue un siglo, que revolucionó el libro y su difusión, estableciendo patrones que han llegado a nuestro días. Incluso con los formatos tan distintos que están en el futuro más inmediato como el e-book, todavía recordamos a Gutemberg. Éste da nombre a una Biblioteca Digital de literatura clásica a través de Red. 3.6. EL LIBRO Y LAS BIBLIOTECAS DURANTE EL SIGLO XVII ESQUEMA
Países Bajos Francia España Otros países
El siglo XVII es un siglo de crisis económica, provocada por los largos conflictos bélicos que consumieron los recursos de las potencias europeas. Los enfrentamientos religiosos hicieron desaparecer la idea de la unidad de Europa, muy especialmente tras la Guerra de los 30 años, que consolida la división del continente entre católicos y protestantes. Este hecho motiva que el latín pierda vigencia a favor de las lenguas nacionales. Otro rasgo del S. XVII es que a pesar de la decadencia generalizada, en España, Francia e Inglaterra las literaturas nacionales viven momentos de esplendor, el Siglo de Oro, con autores como Cervantes, Lope, Quevedo, Shakespeare o Racine. También es el momento en el que se desarrollan más otros campos del conocimiento como la física, astronomía, matemáticas, etc. Hay científicos como Bacon, Galileo o Descartes que se desvinculan de la Iglesia y las universidades para desarrollar su investigación en ámbitos profanos como academias o sociedades. 2. INDUSTRIA DEL LIBRO La decadencia general también tiene su reflejo en el mundo del libro. Aunque algunos reyes y la Iglesia patrocinan algunas ediciones lujosas, en el S. XVII los productos bibliográficos son muy inferiores en calidad respecto al siglo anterior. Se fabricaban libros más baratos para tratar de llegar a más público. Las causas de la crisis editorial se deben a:
Si hacemos un repaso por los países más importantes en la industria editorial durante el S. XVII, destacaríamos: PAÍSES BAJOS Se encuentra la producción bibliográfica más importante. Holanda tiene una situación privilegiada porque tras su independencia se convirtió en una potencia económica gracias al dominio del comercio marítimo. Acogió a muchos intelectuales exiliados. Amsterdam toma el relevo de Venecia y Florencia como capital mundial del libro. La familia Elzeviro (o Elsevier) serán los impresores más importantes de la época. Esta dinastía de impresores comienza a trabajar en segunda mitad del S. XVI. En la actualidad continúa existiendo y es una de las editoriales más fuertes en publicaciones científicas y electrónicas. Los Elzeviro reponden más a la figura de comerciante que a la de editor humanista y erudito de la etapa anterior, preocupándose de crear una buena red comercial para vender sus productos. Su éxito estuvo en copiar las fórmulas del pasado, es decir, libros en pequeño formato a buen precio. Los elzeviros se caracterizan por:
Sin embargo, materialmente son peores que los Manucio. Publicaron unas 2000 obras, sobre todo religiosas y teológicas, pero también de derecho y política. Destaca especialmente su colección de clásicos latinos iniciada en 1629 con Horacio y Ovidio. Otra novedad es que además de sus libros, vendían los libros que editaban otros impresores. Se instalaron fuera de Holanda y sus ediciones se distribuyeron por toda Europa. En la parte católica de Países Bajos siguieron editándose libros en español porque era mucho más barato que hacerlo en España. Destacan en Amberes los herederos de Cristóbal Plantino, los Moretus (o Moreto), que imprimen libros de gran formato, sobre todo de cartografía y geografía, ilustrados con la técnica de grabado en cobre. FRANCIA El triunfo de los católicos supuso un robustecimiento de la autoridad de los reyes, que impusieron una dura censura política y religiosa aunque no se pudo impedir la entrada de obras desde los Países Bajos. También se imponen fuertes impuestos que hicieron disminuir la calidad de las obras. El editor más importante fue Sebastián Cramoisy, protegido de Richelieu, impresor y librero del rey. Entre su producción, destacan obras clásicas y también de escritores religiosos modernos y libros de texto. En 1640 se instala en el Louvre la Imprimerie Royale, por iniciativa del cardenal Richelieu, convirtiéndose en un instrumento propagandístico ya que contaba con el privilegio para imprimir libros de contenido político y religioso. ESPAÑA La herencia de los privilegios otorgados por Felipe II a algunos impresores y el incremento de tasas a los libros afectan a la producción. Además aumentan los impuestos, sobre todo a la importación del papel. Además en 1627 Felipe IV incluye en la censura previa a todo tipo de libros, incluso prohíbe publicar libros “no necesarios”. Esto demuestra la lamentable situación que la industria del libro vivía en nuestro país y la baja calidad material de los libros. Así vieron la luz las primeras ediciones de las obras más célebres de la literatura española del Siglo de Oro. Las imprentas están muy localizadas, sobre todo en Madrid, que llegó a contar con un centenar de talleres y unos 50 comerciantes de libros. Mientras que en otras ciudades castellanas, como Alcalá o Toledo, la actividad disminuía. El taller más importante del siglo es la Imprenta Real, una institución nacida a finales del XVI, a la que se encargaba las obras de más calidad. De sus talleres salía la Gaceta de Madrid, publicación con las leyes y crónica de la Corte, los libros de calidad encargados por la Corona que recogían paradas reales, homenajes, etc. También se puede citar el taller de Luis Sánchez, hombre muy culto y preocupado por la calidad de su trabajo tipográfico. OTROS PAÍSES Inglaterra tampoco destacó por una especial brillantez, mientras que en EEUU se instaló la primera imprenta un siglo después de su llegada a México. En Italia desaparecieron las grandes empresas familiares del esplendoroso siglo anterior. Por su parte, Alemania quedó arruinada tras la Guerra de los 30 años y decreció su influencia política y cultural. La industria del libro cae a niveles muy bajos y se percibe la división entre católicos y protestantes. Sólo podemos destacar en Leipzig los talleres de Lamberg.
El S. XVII es el siglo del Barroco, así que junto a la exaltación de la imagen y los sentidos las principales características del libro barroco son:
- escasa calidad de tintas y papeles - tipos desgastados - tapas sin mucha resistencia - abundantes erratas porque no se hacen correcciones de pruebas
En este siglo languidece el negocio de las ediciones de los clásicos, de los padres de la Iglesia y de autores medievales porque la mayoría de las bibliotecas ya estaban nutridas en estos temas. Aunque se siguen editando libros religiosos como la Biblia India o la Biblia políglota sacra inglesa. Surge un mayor interés por las obras informativas y de carácter técnico como Catalogación y forma de la colección en una biblioteca, de Gabriel Naudé, así como muchos diccionarios históricos y filosóficos. En España destaca muy especialmente la edición de todos los autores del Siglo de Oro, como por ejemplo las Novelas ejemplares de Cervantes, impresa por Juan de la Cuesta en 1613, que también imprime en 1615 la Segunda parte del Quijote. Es importante destacar que es en el S. XVII cuando aparecen las primeras publicaciones periódicas, como la Gazzette francesa o la Gaceta de Madrid, con un cierto carácter político. Mientras que en el último cuarto del XVII surgen las primeras revistas científicas y literarias como el Journal des Sçavants. Por esos años aparecen también las primeras crónicas de la vida social, por ejemplo el Mercure Galant de París.
La decadencia generaliza del S. XVII también afectó a las bibliotecas. Las guerras de religión provocaron la destrucción de libros y bibliotecas, la dispersión de muchas bibliotecas, así como los cambios de dueño. Por ejemplo, la biblioteca Palatina de Heidelberg fue enviada a Roma por Maximiliano de Baviera como trofeo de guerra. Pero también aparecen hechos muy positivos, como que en este periodo surge el embrión de lo que más tarde serán las bibliotecas públicas. Fueron bibliotecas creadas por hombres generosos que veían positivo emplear su riqueza en poner al servicio de los hombres el conocimiento acumulado en los libros. Sin llegar a ser auténticas bibliotecas públicas, se abren a todo tipo de lectores, sobre todo estudiosos y eruditos, sin establecer distinción entre los usuarios en cuanto a los requisitos previos para la consulta de los fondos. Por primera vez se establecen horarios de acceso público, legalizándose el derecho de acceso a la lectura, sin tener que pedir previamente una solicitud. Son bibliotecas como la Biblioteca Angélica, Biblioteca Ambrosiana o la Biblioteca Mazarina. Otro aspecto fundamental fue que en el S. XVII nace la figura del bibliotecario profesional, como Gabriel Naudé, lo cual favoreció la conversión de las bibliotecas en instrumentos de trabajo al servicio de la cultura superior. Se asientan las técnicas bibliotecarias. El bibliotecario no asume sólo la responsabilidad de comprar los libros, sino que también asesorará al lector. Se tienen en cuenta los siguientes aspectos:
A parte de estas bibliotecas con nuevas características, siguen desarrollándose las bibliotecas barrocas de los reyes y miembros de la alta nobleza. Siguen ubicándose en partes de sus palacios e incrementan sus colecciones porque son símbolo de prestigio, aunque no sean precisamente muy utilizados. También se desarrollan bibliotecas de burgueses que reúnen libros necesarios para el desarrollo de su profesión.
A caballo entre el S. XVI y XVII se crean las primeras bibliotecas abiertas al público sin distinciones y sin requisitos previos para la consulta del fondo. Destacan:
Otro tipo de bibliotecas de gran importancia en el S. XVII fueron las bibliotecas universitarias, entre las que destacamos:
En nuestro país no se creó ninguna biblioteca abierta al público, como la Ambrosiana en Milán o la de Mazarino en París, ni tampoco al servicio de la Universidad, debido a la decadencia de la universidad española en esos años. Lo que sí se formaron fueron algunas bibliotecas eclesiásticas, que no se sumaron a la corriente de bibliotecarios profesionales y descuidaron sus fondos, como la
Pero sobre todo destacaron importantes bibliotecas privadas. Las más importantes fueron:
Hemos visto cómo el siglo S. XVII, después del esplendor del siglo anterior, es el de la decadencia en el mundo del libro. Lo más destacable de este decadente siglo fue que arrancó la idea de biblioteca abierta al público. La biblioteca pública cuajó y se desarrolló definitivamente durante la Ilustración, pero ya vemos las primeras iniciativas de convertir a la biblioteca en un espacio al servicio de la población. Por otro lado, los bibliotecarios comienzan a reflexionar sobre su actividad profesional y aparecen los primeros estudios sobre biblioteconomía. Sin embargo, se inician cuestiones tan importantes como el nacimiento de las publicaciones periódicas o cierta apertura de la biblioteca y del libro a la comunidad. Estos aspectos tendrán su desarrollo definitivo con la Ilustración, que supone además la recuperación de la calidad en la industria editorial. 3.7. LA IMPRENTA INDUSTRIAL: AVANCES TECNOLOGICOS A PARTIR DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX. ESQUEMA
En los siglos XVIII y XIX se producirán importantes hechos históricos que afectarán a la economía y la sociedad de la época.
El siglo XVIII es llamado el Siglo de las Luces. Se extendió por toda Europa un movimiento racionalista eminentemente laico que buscaba el conocimiento, se interesaba por la ciencia y aportaba una nueva visión del mundo: la Ilustración. El espíritu de la Ilustración influiría en acontecimientos históricos tan importantes como la Revolución Francesa (1789), que supuso la abolición del Antiguo Régimen, el reconocimiento de la soberanía popular y de los derechos de las personas. Las Academias, Sociedades de Amigos adquieren gran relevancia en el mundo científico y cultural y las tertulias y los salones son centros habituales de reunión.
El siglo XIX asimila los cambios radicales que suponen el pensamiento moderno y el surgimiento de la Sociedad Industrial. La explosión demográfica, acompañada de una expansión de la educación obligatoria en muchos países europeos, hace crecer el número de lectores y de personas alfabetizadas. Irán surgiendo bibliotecas públicas a lo largo del siglo. El siglo XIX es el siglo de esplendor de la prensa periódica, que tuvo un papel decisivo en la afición a la lectura y consolidación de su hábito. Además, la prensa fue el motor que impulsó los cambios tecnológicos de la imprenta industrial. En España, los periódicos también experimentaron un notable incremento. Tenían gran aceptación las cabeceras de corte político, entre los que destacan El Imparcial y El Heraldo de Madrid.
La imprenta del siglo XVIII tenía ya unos siglos de andadura y desde su invención en el siglo XV no se habían dado cambios técnicos notables. Es ahora, con la industrialización, cuando las artes gráficas se ven impulsadas por la mecanización. Vamos a exponer a continuación algunos antecedentes de la imprenta industrial:
La imprenta fue inventada por Gutenberg a mediados del siglo XV. Como indica Svan Dahl en su Historia del libro, los tipos sueltos habían sido inventados en China mucho antes, donde ya se conocía la impresión en madera. En Europa hubo tímidos intentos paralelos de impresión xilográfica, que se plasmaron en imágenes de santos, naipes e incluso algún pequeño libro, como la Biblia Pauperum. La invención por la que Gutemberg pasó a la Historia, y que fue realizada con total ignorancia de la existencia de los inventos chinos recién mencionados, fue la invención de un instrumento para fundir tipos de metal. Los tipos se hacían con una aleación de plomo, antimonio y bismuto. El material, una vez sólido, era extraordinariamente resistente a la presión de la prensa. Gracias al trabajo de Gutemberg se hizo posible la utilización de de la imprenta de una manera práctica y efectiva. Los primeros libros salidos de la imprenta se denominan incunables. Los primeros incunables imitaban en todos los aspectos al libro manuscrito. Baste el ejemplo del primer libro impreso y el único atribuible con total seguridad al taller de Gutenberg: la Biblia de las 42 líneas. La imprenta tuvo en poco tiempo una enorme expansión. Como en otros países europeos, la imprenta llegó a España en el siglo XV de la mano de maestros impresores alemanes.
En el siglo XVI el libro impreso va adquiriendo ya sus propias características. La imprenta es una industria definitivamente consolidada. La imprenta y la Reforma Protestante se autoimpulsaron mutuamente. Ésta vio en la imprenta un medio eficaz para propagar sus ideas. Existen grandes impresores como Aldo Manucio, la familia Giunta o Cristobal Plantino y destacados tipógrafos como Claude Garamond. Hay que señalar que el libro manuscrito convivió durante cierto tiempo con el libro impreso.
Hasta el siglo XIX, como comentábamos, las artes gráficas no experimentaron cambios de consideración. Curiosamente, los talleres tipográficos justo anteriores a la industralización se parecían mucho a los talleres más primitivos. El núcleo del local lo componían las grandes prensas de roble, fijas al suelo y al techo, que se accionaban a brazo de obreros fuertes. La composición tipográfica también se hacía a mano y se entintaba con unas bolas de cuero. La impresión no abarcaba generalmente todo el pliego, lo que obligaba a imprimirlo por partes, ralentizando la producción. Seguía utilizándose el papel verjurado, hecho a mano hoja por hoja, según la receta que se aprendió en la Edad Media. Todo esto está a punto de cambiar con el empleo de nuevos procedimientos técnicos que conseguirán aumentar la producción, abaratarla y hacerla llegar a sectores más amplios de la sociedad.
En el siglo XVIII se consiguen mejoras técnicas en cuanto a la imprenta y la tipografía experimenta un gran desarrollo. Los libros que se imprimen son mejores y más legibles que en el nefasto siglo XVII. Las tintas mejoran su calidad, el papel tiene mejor acabado y la distribución de la mancha en las páginas interiores es aceptable. Es digno de reseñar un nuevo sistema para medir tipos que introdujo un miembro de la familia de impresores Didot. El “punto Didot”, como se denominó, era una regla para establecer la medida de los cuerpos tipográficos, que curiosamente han heredado los procesadores de texto actuales.
La gran transformación de la imprenta viene en el siglo XIX, cuando se pasa de los métodos artesanos a los sistemas mecanizados. La mecanización se materializó, como indica Hipólito Escolar en su Historia universal del libro, en los siguientes aspectos:
Empieza a utilizarse de forma mayoritaria la pasta de madera para la fabricación del papel, en vez de los deshechos textiles, que habían sido la materia prima hasta el momento. La pasta de madera se trataba con procedimientos mecánicos y químicos para conseguir celulosa pura. Desde entonces, la industria papelera ha seguido creciendo y hoy en día es una de las más contaminantes. Por otra parte, la invención del papel continuo supuso un gran avance para la producción del libro, del que se benefició enormemente el sistema de rotativas.
El uso del papel continuo en las rotativas fue posible primeramente por la introducción del hierro en la imprenta para sustituir a la madera, pero sobre todo por la invención de la imprenta automática movida a vapor, de la mano de Friedrich Koenig. El creador de la rotativa unos años después fue Marioni, que se centró en la construcción de máquinas de imprimir para la prensa. Todos estos avances para la cultura y la economía tuvieron su lado oscuro en los movimientos obreros, que veían la amenaza cernirse sobre sus puestos de trabajo.
La rotativa necesitó también de otro invento fundamental: la ESTEREOTIPIA. Con el tiempo, los impresores se vieron en la necesidad de encontrar un procedimiento para conservar la composición y no tener que hacerla de nuevo en caso de querer volver a usarla en un momento determinado. Para ello se crearon moldes de cartón sobre los que se derramaba una aleación, que una vez solidificada permitía adaptarla al cilindro de la rotativa. Este invento permitió repetir a gran velocidad tiradas de los libros más solicitados y sacar a la calle hornadas de periódicos, ya que podía imprimirse el mismo texto simultáneamente. Máquinas para componer: la composición mecánica de los tipos en vez de la manual era otra exigencia de la imprenta moderna, acuciante sobre todo para la prensa, que necesitaba poder componer e imprimir noticias a gran velocidad. La LINOTIPIA y la MONOTIPIA facilitaron la composición rápida del texto tanto para máquinas planas como para rotativas. Estos dos inventos, que fueron coetáneos, multiplicaron por cinco la velocidad de composición sin afectar a la calidad de la impresión.
Los adelantos técnicos permitieron ofrecer al público libros muy ilustrados, que además incitaban a su compra y a su lectura. A lo largo del siglo se usaron diversos procedimientos:
Hemos dado un repaso a los avances tecnológicos de la imprenta en los siglos XVIII y XIX. No obstante, hay que reseñar un movimiento que fue forjándose a lo largo del siglo XIX que refleja el sentimiento contrario al mecanicismo imperante por parte de algunos profesionales y artistas. En Inglaterra, un reducido grupo de artistas, denominados “prerrafaelistas” reaccionaron enérgicamente contra la técnica, a la que achacaban la decadencia del arte tipográfico. Uno de sus representantes más activos, William Morris, abogaba por el retorno a los métodos artesanales y llegó incluso a montar un taller de libros de excelente factura.
El siglo XX, por su parte, supuso el triunfo total de la técnica. La informática aparece en este siglo, y ha tenido sus aplicaciones también en la imprenta. A pesar de todo, la imprenta sigue teniendo un cariz eminentemente técnico. Las imprentas modernas usan técnicas como el off-set, el huecograbado y la fototipia.
En cuanto a la imprenta industrial en España, nuestro país asumió las grandes novedades de la Revolución Industrial y la imprenta se mecanizó como en el resto de Europa. La producción, sin embargo, no era muy alta, porque a pesar del aumento de lectores, la alfabetización no era todavía generalizada. En el siglo XVIII destacamos al impresor español Joaquín Ibarra, considerado por muchos el mejor de todos los tiempos. Tuvo un gran sentido estético que le hizo preocuparse por el acabado de sus obras. Utilizó técnicas innovadoras, como el dar al papel una especie de satinado para evitar el relieve de la prensa en la hoja tras la impresión. Asimismo, normalizó la longitud de la línea y consiguió que la ortografía española se modernizara, abandonando los tipos con letras arcaicas.
Como conclusión, y desde la perspectiva que ofrece el siglo XXI, hacemos hincapié en la importancia del desarrollo de la imprenta para la Historia de la Humanidad y en concreto para la Historia del Libro y las Bibliotecas. Esta revolución lenta que supuso la imprenta es comparable al impacto económico y social que está teniendo Internet como medio de comunicación y difusión de la información, donde cada uno es su propio editor e impresor. |