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que hoy abro y mañana desaparecen. Yo estoy en la edad de los caminos: caminos cruzados, caminos paralelos. Yo vivo en encrucijada y mi brújula, Señor, no marca el norte. Yo corro cansado hacia la meta y el polvo del camino se me agarra a cada paso, como la oscuridad a la noche. Yo voy a galope caminando, y a tientas busco un rastro, y sigo unas pisadas. Y me digo: ¿Dónde me lleva el camino? ¿Eres quien ha extendido a lo largo de mi vida un camino? ¿Cuál es el mío? Si Tú me lo has dado me pertenece. ¿Dónde me lleva? Si Tú lo has trazado quiero saber la meta. ¿Voy solo? ¿Camino en grupo? Tengo miedo que mi cantimplora y mi mochila se queden vacías y a mi lado nadie comparta conmigo. Señor, Tú sales al paso en mi camino para marcar mi rumbo. Es tu voz, hecha llamada, quien me indica, palmo a palmo, mi ruta por el llano o la montaña escarpada. Es tu voz, hecha llamada, quien me arranca de mi siesta, de mi vida fácil y segura, de los míos y de lo mío. Es tu voz, hecha llamada, quien me lanza a ser apoyo, y servicio, y comprensión, y alegría, y ayuda... de los otros. Es tu voz, hecha llamada, quien me arranca de mí, y me hace grupo. Señor, yo busco tu camino (sólo uno), y me fío de tu Palabra. Dame fuerza, tesón a cada paso para caminar contigo. Dame un grupo de amigos decididos, prontos a la marcha. Llevaremos nuestra tienda te llevaremos con nosotros, y serás cada día, quien oriente nuestra marcha. Yo busco ahora un camino, Señor. Tú, que eres Camino, da luz verde a mi vida pues a abrir camino Tú me llamas. 1.A LOS PIES DE MI ÁFRICAA los pies de mi África que está, hace cuatrocientos años crucificada, y no obstante palpita todavía, permite, Señor, que te dirija una plegaria de paz y de perdón... ¡Señor, perdona a la Europa blanca! Ya que necesitan tu perdón, Señor, los que cazaron a mis hijos como elefantes salvajes y los subyugaron a latigazos, e hicieron de ellos las manos negras de los que tenían las manos blancas. Ya que necesitan tu perdón los que deportaron diez millones de mis hijos en las bodegas de sus naves, y eliminaron a doscientos millones, y me han procurado una vejez solitaria en las selvas de mis noches y en la sabana de mis días. Señor, mi vista se ofusca, y la serpiente del odio yergue su cabeza en mi corazón, aquella serpiente que creíamos muerta. Abátela, Señor, puesto que debo proseguir mi camino... Bendice a este pueblo, Señor, que busca sus propios rasgos bajo la máscara e intenta reconocerlos. Que busca en el frío, en el hambre que roe sus entrañas y sus huesos... Bendice a este pueblo que rompe sus cadenas, bendice a este pueblo que vive en la frontera que separa a los silenciosos hambrientos de los poderosos y torturadores. Y con él a todos los pueblos del mundo por cuyos rostros corren sudores de sangre y sufrimiento. Y entre estas inmensas multitudes, mira los rostros inquietos de mi pueblo, y concede a sus manos ardientes poder enlazarse con otras manos fraternas que acordonen la tierra, bajo el arco iris de la paz. Leopoldo Sedar Senghor. Presidente Senegal. |
![]() | ![]() | «la lógica de una decisión de verter los residuos tóxicos en África es una lógica impecable. Es preciso contaminar los países menos... | |
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