El premio nobel de vargas llosa






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MURAL DE PALABRAS DICIEMBRE

Por Winston Orrillo

EL PREMIO NOBEL DE VARGAS LLOSA

Avasallado por toneladas de interesada propaganda de los latifundios mediáticos, el Premio Nobel para el novelista peruano, Mario Vargas Llosa, ha pretendido maquillar su posición de enemigo jurado –y obseso- de todos los regímenes que quieren demostrarnos que otro mundo es posible.

La calidad literaria de algunas de sus novelas no está en discusión (aunque las hay, igualmente, cuestionables), pero lo que aquí nos interesa es dilucidar una posición que es prácticamente emblemática de todo lo que signifique denuesto y furibundo ataque contra los pueblos que luchan por su liberación del estigma deletéreo del neoliberalismo (disfraz o avatar del imperialismo de siempre).

La condición de demócrata sui generis del autor –como por ejemplo su reciente carta al presidente García para criticar instrumentos jurídicos que en la práctica avalarían la impunidad para delitos de lesa humanidad- es incompatible con su inicuo –y persistente- ataque a los gobiernos populares de la República Bolivariana de Venezuela, la Bolivia combativa de Evo Morales y, sobre todo, la querida Patria de Martí, sobre la que vuelca su odio desmesurado e irracional.

Quiero ofrecer, a mis lectores, un documento de algún modo histórico: el que escribí con motivo del mitin de lanzamiento de nuestro autor como personaje de la política activa. Lo reproduciré parcialmente. Su título fue “”Pantaleón” Vargas Llosa y sus “visitadoras”:(Debut político del escribidor)

He aquí su texto, y creo que no ha perdido actualidad, sobre todo en lo que se refiere a la derecha peruana de antaño y hogaño.

“Pablo Macera dijo alguna vez que el Perú era un burdel, y nunca estuvo mejor aplicada esa frase que cuando Mario Vargas Llosa reunió, en la Plaza San Martín, la noche del viernes 21 de agosto de 1987, a toda esa retahíla de proxenetas y sus pupilas, que componen el conglomerado de la derecha peruana y sus a lateres y paniaguados.

Con la estupidez histórica que caracteriza a esta clase, el escribidor y los suyos se convirtieron, muy a su pesar, en los mejores propagandistas del apra y sus frustrados proyectos de modernización del capitalismo.

El oráculo de Pablo Macera

En entrevista reciente, el historiador y ensayista declaró que esta era la última oportunidad que tenía la derecha peruana ´` para entrar en la modernidad´ (sus palabras literales fueron `modernizar a patadas el capitalismo enano de los peruanos, hacerlos crecer con toneladas de Emulsión de Scott”). Y sigue: `es posible que la estatización sea, sobre todo, un elemento clave dentro de un programa mayor contrainsurreccional´ Y finaliza: `dentro de este modelo socioeconómico del apra, resulta indispensable salvar a los empresarios a pesar de sí mismos”.

Una derecha que no entiende nada: al basurero de la historia

Luego de ver ese mitin de la Plaza San Martín, luego de escuchar a sus líderes, uno encuentra que la derecha peruana tiene su lugar impostergable en el basurero de la historia.

Ciega de toda ceguedad, obcecada por un discurso de elementales y anacrónicos lugares comunes, aquella masa de pitucos y olorosos maniquiés que desfiló por primera vez en Limalahorrible (ellos de Las Casuarinas, Higuereta, La Molina, Chacarilla, San Isidro, Miraflores, y, claro unos cuantos asalariados de sectores lumpenizados ) no se daban cuenta que sus volatines ya habían sido ensayados y puestos en práctica por la derecha que hizo caer a Allende y sumió a Chile en la negra noche del pinochetismo, que vino a ser un salto atrás en el desarrollo del capitalismo, tanto que hasta su antiguo progenitor, el imperialismo yanqui, le ha quitado sus preferencias.

Un histrión de la ultraderecha

Para los que tenemos algún respeto por la literatura peruana –que ha producido un Vallejo, un Mariátegui, un Arguedas- no podía sino causarnos una penosa impresión ver a `Pantaleón´ Vargas Llosa convertido en un triste histrión de la ultraderecha peruana, que lo movía a su entera voluntad.

De conceptos políticos no podemos hablar, porque allí no hubo nada de eso. Simples lugares comunes, estereotipos que un alumno de primero de Letras ya ha dejado atrás por su estulticia, y que `Varguitas¨ repite como quien descubre la pólvora (tal el nivel de nuestra derecha educada por la televisión nacional y la prédica bedoyista o belaundoide).

Ver a quien para algunos representa el non plus ultra de la inteligencia peruana, cuando pedía aplausos para esos `ilustres demócratas´ como el fascista doctor Bedoya o el esclerosado arquitecto Belaunde, o el felón y dictadorzuelo (a su lado Odría resulta Napoleón Bonaparte) Morales Bermúdez, resultó ya el clímax…

La derecha peruana adornó la alicaída Plaza San Martín, con sus cintarajos, pitos y matracas, y con banderitas que repartían enjoyadas y pelipintadas damas y damiselas. ¡Todo un espectáculo circense!

El circo romano inicia su función

Orlando Orfei Circus hacía su función de debut y despedida. La temporada de Fiestas Patrias ha concluido, pero comienza, muy probablemente, el circo en el sentido romano del término.

Esta derecha, a pesar de algunos momentos casi plañideros de ese demócrata `formal´ que aparenta ser Vargas Llosa, pide sangre.

El gran titiritero Alan García quiere salvarla y, con ella, salvar a la burguesía que el apra tiene la misión histórica de preservar en el Perú.

Pero la derecha no quiere ceder un ápice de sus seculares privilegios. Prefiere la caverna –a pesar de usar computadoras- antes que se la toque con el pétalo de una estatización (de farándula) más.

En fin, la derecha peruana no quiere saber nada de nada.

Se enfrenta al apra y pide su cabeza (recuérdese que esto fue escrito hace veintitrés años). Convierte en héroe a García al denostarlo, y con ello contribuye a la confusión general…”

Los tiempos han mutado, y García, ahora, es portavoz y gonfalonero de la derecha peruana. Vargas Llosa, igualmente (es decir, sigue en lo mismo).

Con Premio Nobel o sin él, su posición es impertérrita: todo lo que exude cambio o transformación social a favor de los humillados y ofendidos, contará, inevitablemente, con sus anatemas.

Como anécdota histórica recordamos que esa ultraderecha que prohijó a nuestro flamante Premio Nobel, en esa oportunidad, apenas se aupó al poder el indeseable Fujimori, se puso a su lado y comió, una vez más, de ese plato sabrosón cuya fórmula tiene derechos reservados: la felonía, la traición sin dudas ni murmuraciones.

Todo esto, por otro lado, se puede leer en “El pez en el agua”, libro lleno de anécdotas respecto a sus originales auspiciadores, y a favor de los cuales se lanzó al ruedo histórico, con los resultados que todos conocemos.

Era importante recordar todo esto –a pesar de que para algunos suene muy duro- , porque, especialmente los maestros, deben tener, viva y fresca, la memoria histórica, ya que es parte de su formación intelectual y esclarecedora respecto a las nuevas generaciones.

MARIO VARGAS LLOSA HABLA AHORA DE MALA FE
(Una colaboración del embajador de Nicaragua en el Perú, ensayista y poeta

Tomás Borge)
Mario Vargas Llosa, brillante escritor, visitó Nicaragua, durante el primer gobierno sandinista. Lo atendí, le ofrecí una recepción a la cual asistió Gioconda Belli. Mario quedó deslumbrado por la belleza física de Gioconda, fascinación acentuada cuando le di a conocer algunos de sus poemas. Platicamos un largo rato y Vargas Llosa me desafío sonriendo, y me dijo: esta hermosa mujer algún día estará en la línea correcta.

Logramos, desde entonces, tener cierta cordialidad difícil, adornada con puntos suspensivos y breves saludos. En aquella oportunidad Vargas escribió, para un diario norteamericano, varios capítulos sobre el FSLN. En sus crónicas relata que yo, supuestamente, le dije: “¿Cómo siendo tan buen escritor, sos tan reaccionario?”. “Yo me desquite —dice Mario— señalándome con su largo dedo. ¿Cómo siendo tan elocuente eres tan represivo?” En realidad yo le dije — y no quiso ser textual— “¿Cómo es posible que teniendo un lucero en la frente, tengas un pedazo de noche en la conciencia?” Mario agregó en su desquite: “Tomás Borge utiliza las metáforas hasta la perversidad.”

El célebre peruano fue apasionado partidario de la revolución cubana. En algún minuto misterioso tuvo una reyerta con García Márquez y con Cuba. De pronto desconoció los méritos en educación, salud y solidaridad de la revolución martiana y escupió el rostro descomunal de Fidel Castro.

No obstante, desde su visita a Nicaragua creí que el iluminado prosista peruano era propietario de una pesada honestidad manchada, tan solo, por sus prejuicios ideológicos. Siempre pensé que, aunque contrarrevolucionario, hablaba de buena fe, aunque, a veces, fue víctima de una mortal dosis de ingenuidad política, como cuando durante la campaña presidencial de la cual fue protagonista en el Perú, afirmó que despediría, apenas le pusieran la banda, a no sé cuantos centenares de miles de empleados fantasmas del corrupto gobierno de su país, de ese momento. Desde luego los centenares de miles de empleados votaron por quien sería un presidente ladronzuelo y criminal, Alberto Fujimori. No tengo duda que de haber llegado al poder Vargas Llosa hubiera protagonizado un gobierno derechista, aunque sin robos ni asesinatos.

La buena fe del escritor originada en mi fantasía, la pongo en duda, con sus nuevas incursiones políticas acerca de las próximas elecciones legislativas en Venezuela. “Chávez está manipulando, desde ahora, los resultados de las próximas elecciones legislativas”, afirma con odiosa intencionalidad política, para que sus numerosos lectores pongan en duda, la inevitable victoria de las fuerzas revolucionarias de ese país fraterno. Actúa con mala certidumbre, desde su elevado prestigio literario dando a conocer su retorcido criterio a través de CNN y otros instrumentos mediáticos contrarrevolucionarios y, por lo tanto, calumniosos, así como en canales y diarios, enemigos de Chávez, en el propio Venezuela. Esos son los extremos del encono a los cuales conduce la repugnante maestría de la mentira deliberada y salvaje.

A pesar de tanta deformación no dejaré de reconocer la calidad del novelista Mario Vargas Llosa, como no sería correcto ignorar la agilidad literaria y los meritos de Jorge Luis Borges y Pablo Antonio Cuadra.

 

ALGO MÁS SOBRE MARIO VARGAS LLOSA 

(Otra opinión de Tomás Borge)

 

Escribí un artículo sobre Mario Vargas Llosa y lo consulté con Marcela Pérez Silva a quien respeto y admiro por su honestidad y talento.  Peruana, al fin, no estuvo de acuerdo con las críticas al novelista. Para los peruanos Vargas Llosa es tan sagrado como el himno nacional.

 

 

Los revolucionarios peruanos —casi todos los peruanos— están orgullosos. Pregúntenselo al excelente poeta Arturo Corcuera o al hombre de bien, César Lévano, director del prestigiado diario “La Primera”, quienes, en esencia, han escrito panegíricos sobre el extraordinario escritor con suavísimos señalamientos críticos. Si ahora se lo propusiera, Vargas Llosa sería presidente del Perú con la incertidumbre y el riesgo inevitable sobre sus relaciones con los países del Alba.  Incluso a mí se me alegró el oído al escuchar la noticia del galardón, lo cual más bien debe incomodar a Vargas —si acaso le da una ojeada, desde su Olimpo, a este escritor. Considero, como un deber, no obstante, referirme a las atrocidades de Vargas Llosa contra Fidel y la revolución cubana, puesto que prefiero la muerte a la cobardía del silencio. No me asusta —pero duele— saber como Marcela y la inmensa mayoría de los peruanos no estarán conformes con mis apreciaciones.

 

 

Desde que Mario Vargas Llosa escribió “Conversación en la Catedral”, o a lo mejor antes, debió de haber recibido el premio Nobel.

 

 

Este premio debería ser entregado por méritos literarios y no por inclinaciones ideológicas.  Fue por la triste manera de ver al mundo y por sus barbaridades políticas, que el brillante novelista —según se dice— no fue galardonado. Parece ser que quienes deciden sobre esta merced se han

vuelto conservadores o menos exigentes.  Le otorgaron el Nobel de la Paz a Obama, quien aún no ha demostrado tener suficientes méritos y, ahora, a un disidente chino. Por muy justa que sea la honra a Mario Vargas Llosa, tal decisión se enmarca, al parecer, en esta nueva cultura derechista sueca.

 
Si el parámetro para dar esa distinción siguiese siendo las bajas notas ideológicas,  Vargas jamás sería digno de semejante honor.

 

 

En fecha reciente dijo: “Esta mañana he vivido esa sensación de asco e ira, viendo al risueño presidente Lula del Brasil abrazando cariñosamente a Fidel y Raúl Castro”.  Esta aversión la  tiene el Nobel de Literatura por Daniel Ortega, Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa y cuanto revolucionario exista sobre la tierra.

 

 

Marcela —quien es revolucionaria y admiradora de Fidel— hubiese preferido que no se dijera semejante tosquedad,  pero se dijo y fue publicada en las leídas páginas del diario, ahora derechista, de España, “El País” y reproducida quien sabe en cuantos medios de derecha de este mundo que son los más leídos y numerosos. No es para nada un accidente de que estos dueños de la información del engaño perfecto resalten más las posiciones ideológicas y políticas del afortunado Nobel que sus méritos literarios.

 

 

No le agrada al célebre escritor la amistad de Lula con Fidel, quien es objeto de reconocimiento por todos los líderes mundiales e intelectuales de mayor renombre: Mandela, Felipe González, Mario Benedetti, García Márquez, Julio Cortázar, el Rey de España e incontables  y prestigiadas celebridades, de casi todos los premios Nobel de la Paz y de la Literatura. 

 

  • 3 -



La  revolución cubana ha obtenido  —y así lo reconocen los organismos especializados de las Naciones Unidas— logros extraordinarios en cuanto a desarrollo humano, abolición del racismo, acceso a la cultura, nutrición, protección a los ancianos y al medio ambiente y mortalidad materna.  Cuba es el país más avanzado de la tierra en los índices de mortalidad infantil. Cuba ha contribuido a eliminar el analfabetismo en Bolivia, Venezuela y Nicaragua.  Cuba ha operado con éxito a más de un millón de latinoamericanos de cataratas y otros males de la visión, incluyendo a miles de compatriotas de Vargas.

 

 

A Mario Vargas Llosa —quien tiene un lucero literario en la frente y rechaza a Cuba y Fidel— no le produjo repugnancia abrazar al  repugnante  cómplice de Bush y Tony Blair en  la guerra contra Irak que costó más de un millón de vidas inocentes, José María Aznar. Y le produce simpatía el terrorista cubano Luis Posada Carriles, responsable del crimen de un avión donde murieron casi un centenar de deportistas cubanos.  Ninguno de los matarifes, ultraderechistas de este planeta azul le producen rechazo al exquisito escritor peruano.

 

 

Sin duda, hay una feroz y descomunal desarmonía entre la luminosa creación del novelista con mayor estatura del Perú y sus fobias y simpatías ideológicas y políticas.   Lástima.

 

 

PALABRAS SOBRE “EL MITICO JAGUAR DE LA ESPESURA”: FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS

Nuestra Institución prepara, para junio de 2011, un homenaje singular al gran “Pancho” Izquierdo Ríos, con un Encuentro Anual, del autor con su pueblo, en Saposoa, bajo el título de este epígrafe.

Con ese motivo, añadimos –a las ya dichas con maestría- unas palabras sobre nuestro querido y emblemático autor amazónico.

Escribió novelas y cuentos para niños, pero esencialmente –en todo y con todo- fue un maestro, uno de esos humildes y grandes docentes –anónimos y populares- de este Perú de metal y melancolía, como apuntara García Lorca.

En una inolvidable página sobre él, debida al también narrador arequipeño, César Vega Herrera, recuerda éste cómo era el orgullo de nuestro escritor selvático, nacido en Saposoa, “apacible y soledoso pueblo de la Ceja de Selva del Departamento de San Martín”.

Porque a partir del telúrico orgullo raigal de Francisco Izquierdo Ríos, podemos entender cómo lo acompañó su pequeño poblado por todos los vericuetos del Perú, que tuvo que recorrer en sus avatares de maestro de peruanidad, de buceador en el folklore, de perspicuo auscultador de la conciencia vernácula de nuestro pueblo: todo lo cual iba a ser volcado en una literatura directa, sencilla, eficaz.

Con una obra polivalente de maestro, ensayista y creador narrativo, FIR dejó, además, la impronta de su singular personalidad, inolvidable para todos los que lo frecuentamos en su trabajo, primero en la añosa Casa de la Cultura, de la que fue fundador, y luego en el hoy tan venido a menos INC, donde ocupara la dirección de publicaciones.

Con cuarenta años de servicios, se retiró de la función pública, pero no de la literatura y

el pensamiento de avanzada: a ellos siguió sirviendo desde la presidencia de la ANEA, a la que insuflara su vitalidad y bonhomía.

Yo recuerdo que admiré a “Panchito” –como todos le decíamos- por su fe insobornable en la literatura: siempre tenía un libro en preparación o uno recién editado, en un país donde es tan difícil publicar (él lo hacía echando mano de sus propios ahorros, invirtiendo lo que hubiera utilizado en gastos de frivolidades que a él no le interesaban).

Así fueron apareciendo textos inolvidables como Mateo Paiva, el maestro (¿su alter ego?), Días oscuros, Belén, Gregorillo. O libros de cuentos tan bellos como El árbol blanco, que lo hiciera acreedor al Premio Nacional de Cultura, 1963; y otros como El colibrí con cola de pavo real; Shinti, el viborero, Cuentos de Adán Torres, En la tierra de los árboles, etc.

Pancho Izquierdo es un escritor símbolo de la autorrealización: autodidacto en la literatura, extrajo ésta no de los libros o polvorientos infolios, sino de ese árbol inagotable y prodigioso de la vida; es decir, de su experiencia intransferible de gran caminador y sufridor del Perú en trance de parto histórico.

HOMENAJE A VIOLETA VALCÁRCEL

Recientemente falleció Violeta Valcárcel, emblemática luchadora social y periodista, esposa y compañera de Gustavo Valcárcel, notable poeta de la Generación del 50. Ella merece nuestro homenaje. Primero recogemos las palabras de su hija, la poeta Rosina Valcárcel. Luego el inmortal poema “Carta a Violeta” de Gustavo, nuestro propio homenaje y unas bellas palabras del novelista y abogado, Jorge Rendón Vásquez.



 

Violeta voló como una pajarita,

sus ojos se cerraron a las 7 de la noche del miércoles 15 de septiembre del 2010.

Se le veló desde las 10:00 am 

del jueves 16 hasta las 10 am del viernes 17 en la Parroquia Nuestra Señora de la Alegría:
Calle Alvarez Calderón 384, SAN BORJA 

Luego, a pedido de ella se le cremó y sus cenizas se sembraron en la

Casona de San Marcos y en el Parque Santos Dumont, de San Eugenio.

Los cuatro hijos, los nietos, las nietas, los familiares y lo mejor de la intelectualidad peruana la acompañaron:

Violeta Carnero Hoke ¡PRESENTE!

R.V.”
(Es imposible no transcribir el que está considerado uno de los poemas símbolos de la literatura nacional, presente en todas las antologías, y homenaje del poeta Gustavo a su inmortal amada).
Carta a Violeta

 

A Ana María e Ignacio MAGALONI

 

 

Te escribo desde tu propio hogar

Ciudad de México, 19 de noviembre,

enfermo como estoy en nuestra cama vieja

sintiendo despeñárseme la sangre

en pos de ti, río inacabable.

 

Sobre la almohada, a mi lado,

tibio yace tu último sueño

ahora en cambio la ciudad acoge

tu vehemencia de ola, tu vigilia de amor,

recorriendo el pan nuestro

que hoy día te lo debemos todos.

 

Antes yo te escribía desde mi juventud

convertida en un gran reloj de cárcel

en romance de piedra, en pasto policial,

en tristeza y tristeza de mis ojos proscritos.

Incomunicado, entonces te escribía

desde una celda o cueva

donde tu nombre era lo único viviente.

 

Luego seguí escribiéndote

desde Antofagasta, frente al Mar Pacífico,

desde Puerto Barrios, frente al Mar Atlántico,

desde Oaxaca, frente al tiempo,

desde ti, frente al cielo, en la orilla del mundo.

 

Y aun cuando te miran mis hijos fijamente

me parece que son frases sus miradas

de un alfabeto que fui incapaz de escribir.

 

Después de tantos meses de silencio

sentí esta mañana el deseo de escribirte

de escribirte una cosa muy sencilla:

para tanto amor, hemos sufrido poco

para tanto amor, hemos hablado poco

para tanto amor, no hemos vivido nada.

 

Vivir – ¿me oyes? –, vivir un día nuevo

en el que nadie nos persiga

ni nadie nos embargue

ni se nos corte la luz por unos pesos

ni se nos acuse de extranjeros.

Vivir un día nuevo

en que trabajemos sin lágrimas ni odios

pudiendo sentirnos camaradas de todos

y en el que por fin nos sea devuelto

el Perú de tus entrañas, nuestro Perú del llanto

 

Vivir –¿me oyes?–, vivir un día nuevo

en el que la vergüenza no nos astille el ojo

como cuando se enteran nuestros hijos

de esta paternal orfandad de dos monedas.

 

Vivir un día nuevo.   Un día, en suma,

en el que podamos cantar todos los hombres

después de sentarnos en la yerba

a jugar a la comidita

–como dice nuestra hija–

sin que a nadie le falte qué comer.

 

Sobre esta nueva vida deseaba escribirte

ahora que marchaste temprano a rescatar

nuestros libros del camarada Lenin

nuestros cuadros de Flores y Gutiérrez

y tu reloj y mi reloj embargados por los mercaderes.

 

Desde la calle me llega

el gorjeo de nuestros pequeños peregrinos

la sinfonía de la  clase obrera

el clamor del mundo.

Estoy enfermo, solo, y este quinto piso

parece un subterráneo sin ustedes.

 

¿No demorarás?

Sobre la almohada, a mi lado,

tibio yace tu último sueño.

Encargo a mis versos una rosa para él

pero hasta la flor de la palabra

cuando quedo solo

no puede olvidar la espina

del tiempo que sufrí.

 

Ven pronto, cielo junto al cielo,

surca calles, vuelas plazas,

sube corriendo los pisos de nuestra altísima pobreza.

Aquí te espero, en esta cama vieja,

que tanto tiene de mí,

de tus sueños cercanos, de tus cartas lejanas,

de nuestros desvelos por los compañeros

los presos del Perú y el mundo

los perseguidos del Perú y el mundo

los explotados del Perú y el mundo.

 

Ven pronto, estrella y mar, música terrestre

aquí te espero y mientras llegas

empezaré a amar el porvenir

hecho luz entre tus ojos

pan en las manos de los niños

leche en tus senos, ala en tu voz,

verso en tu cuerpo, rayo en tus labios

eternidad en tu grito de gran madre

rosa roja en tu pasión de comunista

y alba en todo lo tuyo  que me estoy llevando al sueño.

 

Escribiéndote duermo, camarada,

seguro de que, al despertarme, juntos

gozaremos el resto de la lucha

tomados de la mano hasta que caiga yo

hasta que quepan mis huesos en la tierra nuestra

hasta que mi sangre se despeñe en ti

río inacabable, vida, vida . . .
GUSTAVO VALCÁRCEL
 




 




__________ _____




LA NO MUERTE DE VIOLETA


La de ella fue una de esas partidas que -a pesar de ser esperadas por
los vuelos tenaces del almanaque- no dejan de sorprender.

Porque uno, la verdad, ya había asimilado aquello de que Violeta
Valcárcel o Violeta Carnero de Valcárcel (jamás viuda porque Gustavo,
su esposo, es asimismo, uno de los penates inmortales de la poesía
peruana de todos los tiempos), Violeta, decía, ya había pasado a esa
categoría de trascendente, de trasgresora del avatar de la muerte.

Porque diáfanamente, la justicia, la lucha por los derechos humanos, la
solidaridad, la belleza del gesto fraterno, la dulzura de la tierna
búsqueda de un mundo distinto, son algo que no morirá mientras
tengamos el  honor de seguir discurriendo entre esta gran humanidad
que ha dicho ¡basta¡ y su marcha de gigante no se detendrá sino  hasta
conseguir su segunda y definitiva independencia (Declaracion de La
Habana
).. Aquella con la que, por la que Violeta, Gustavo y todos los
suyos -nosotros- no hemos dejado ni dejaremos de luchar jamás, (Es
hermoso recordar que en tu vuelo, hacia el eterno cielo de la verdad y
la  justicia, pediste que te acompañe la imagen del Che: y así fue: la
vimos sobre tu catafalco).

En momentos en que América ya es, definitivamente, otra: gracias a
Martí, gracias a Mariátegui, gracias al Che, gracias a Fidel, y sus
vástagos entre los que destacan, por solo mencionar a unos cuantos,
Hugo, Evo, Daniel, en estos momentos, con exquisita cortesía, Violeta
nos pide permiso para darse un descansito.

Sí, solo un descansito porque la lucha continúa, Y no podrá cesar
hasta que el  cadáver emocionado del poema "Masa", de ese otro
hermano, César Vallejo, no se haya  echado a andar, precisamente
cuando todos los  hombres de la tierra lo rodeen.

Hacia eso vamos, ¿verdad, Violeta? ¡Hacia ese mundo solidario donde nos
encontremos, desayunados todos, "al borde de una mañana eterna"(¡otra
vez, por cierto, el vate de "Poemas Humanos"¡)

En fin, Violeta, hermana mayor, aquí estamos los que no creemos en la
muerte de nada de lo grande que permite al  Hombre seguir siendo
Hombre, a pesar de los cantos agoreros de los tanatofílicos, de los
mortícolas, de todas esas especies excrementicias que siguen, aún,
medrando, para que, en fin, no sea tan aburrida la vida, esta vida
que tú nos enseñaste a vivir: grande, generosa, inabarcable,
inexhaustible, eviterna.

Nos seguimos viendo, Violeta, dulce paloma de alas iluminadas, iluminantes..

Pues "Hay, hermanos, muchísimo que hacer"

Y concluyo -sin concluir- nuevamente con César, porque sé cuánto le
hubiera gustado esto al viejo "Gus".

(W.O.)


VIOLETA VUELVE A SAN MARCOS

Esa mañana del 23 de setiembre de 2010, el sol atisbó las calles del centro de Lima, vacilando tras las nubes que avanzaban, perezosas, hacia el Este. La primavera renacía en el verdor y la frescura de los árboles y el césped, e iluminaba el semblante de los miles de transeúntes. Arrastrándose resignados en lentas caravanas, los autobuses, combis y automóviles se detenían en las esquinas, obedientes a los pequeños bastones de las policías subidas en sus puestos de comando. Y, de pronto, el sol abdicó de su reticencia y, evanesciendo las últimas nubes, se instaló, presa de curiosidad, sobre el Parque Universitario. Los altos muros pintados de amarillo mostaza de la secular Casona de la Universidad de San Marcos refulgieron de alegría, y en los rostros del medio centenar de personas congregadas en el Patio de Derecho desaparecieron los últimos rasgos de circunspección dictada por el acto que allí iba a tener lugar. Los diálogos se hicieron más vivaces y hasta hubo amables sonrisas.

En una esquina del Patio, sobre una mesa, esperaba una pequeña urna de madera con las recientes cenizas de Violeta y las de Gustavo, su esposo, que dieciocho años después consumaban esa definitiva unión. Antes de partir hacia la insondable región del mito, una semana antes, Violeta así lo había pedido. Y la Universidad de San Marcos iba a acoger a esos dos entrañables hijos suyos bajo el césped de su histórico Patio de Derecho.

Cuando los dos hombres encargados de cavar el pequeño foso en el que serían colocadas las cenizas concluyeron su tarea, se hizo el silencio, y todos se aglomeraron en torno a la mesa. Un hombre de pelo castaño, funcionario de la Universidad, comenzó el acto con un emotivo discurso. Siguieron los hijos de la ya mítica pareja, recordando a sus padres con afecto y una serenidad que no alcazaba a ocultar su aflicción. Rosina agradeció las flores y los cientos de mensajes recibidos, y ofrendó un poema a su madre. Luego, la voz de Delfina, Delfinacha, resonó con la fuerza del eco que rebota en las largas quebradas andinas, declamando un poema de César Vallejo sobre el libro y la muerte.

Y fue, entonces, cuando el tiempo pareció detenerse y el espacio fue ocupado por un abismal silencio, las hojas de las altas palmeras cesaron de temblar, y todos volvieron la vista hacia el Patio de Letras. De allí venía Violeta, como tantas otras veces, bella, alta, esbelta, y con ese aire de reflexión y ternura en su rostro juvenil, indemne al acoso de los años, que había invitado a Gustavo a describirla en sus poemas y a los pintores a inmortalizarla en sus lienzos.

—¡El día se ha puesto hermoso, camaradas! —dijo al llegar— Es una buena señal. ¡Triunfaremos, no lo duden! Los trabajadores, los estudiantes, las buenas gentes de los vecindarios están despertando de prisa y sus corazones se agitan como los trigales batidos por el viento. ¡Ánimo, camaradas!

Cruzó el Patio de Derecho y desapareció al ingresar al Patio de Ciencias.

El tiempo retornó, el follaje de los árboles volvió a titilar, y, sin haberlo pensado, las mujeres y los hombres allí reunidos arrancaron a cantar La Internacional, optimistas, seguros y sin un asomo de tristeza en el brillo de su mirada.

En seguida, uno a uno, tomaron la pala y vertieron la tierra en el foso, convencidos de que Violeta y Gustavo se habían convertido para siempre en semillas.

(Jorge Rendón Vásquez)



 



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