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MURAL DE PALABRAS DICIEMBRE Por Winston Orrillo EL PREMIO NOBEL DE VARGAS LLOSA Avasallado por toneladas de interesada propaganda de los latifundios mediáticos, el Premio Nobel para el novelista peruano, Mario Vargas Llosa, ha pretendido maquillar su posición de enemigo jurado –y obseso- de todos los regímenes que quieren demostrarnos que otro mundo es posible. La calidad literaria de algunas de sus novelas no está en discusión (aunque las hay, igualmente, cuestionables), pero lo que aquí nos interesa es dilucidar una posición que es prácticamente emblemática de todo lo que signifique denuesto y furibundo ataque contra los pueblos que luchan por su liberación del estigma deletéreo del neoliberalismo (disfraz o avatar del imperialismo de siempre). La condición de demócrata sui generis del autor –como por ejemplo su reciente carta al presidente García para criticar instrumentos jurídicos que en la práctica avalarían la impunidad para delitos de lesa humanidad- es incompatible con su inicuo –y persistente- ataque a los gobiernos populares de la República Bolivariana de Venezuela, la Bolivia combativa de Evo Morales y, sobre todo, la querida Patria de Martí, sobre la que vuelca su odio desmesurado e irracional. Quiero ofrecer, a mis lectores, un documento de algún modo histórico: el que escribí con motivo del mitin de lanzamiento de nuestro autor como personaje de la política activa. Lo reproduciré parcialmente. Su título fue “”Pantaleón” Vargas Llosa y sus “visitadoras”:(Debut político del escribidor) He aquí su texto, y creo que no ha perdido actualidad, sobre todo en lo que se refiere a la derecha peruana de antaño y hogaño. “Pablo Macera dijo alguna vez que el Perú era un burdel, y nunca estuvo mejor aplicada esa frase que cuando Mario Vargas Llosa reunió, en la Plaza San Martín, la noche del viernes 21 de agosto de 1987, a toda esa retahíla de proxenetas y sus pupilas, que componen el conglomerado de la derecha peruana y sus a lateres y paniaguados. Con la estupidez histórica que caracteriza a esta clase, el escribidor y los suyos se convirtieron, muy a su pesar, en los mejores propagandistas del apra y sus frustrados proyectos de modernización del capitalismo. El oráculo de Pablo Macera En entrevista reciente, el historiador y ensayista declaró que esta era la última oportunidad que tenía la derecha peruana ´` para entrar en la modernidad´ (sus palabras literales fueron `modernizar a patadas el capitalismo enano de los peruanos, hacerlos crecer con toneladas de Emulsión de Scott”). Y sigue: `es posible que la estatización sea, sobre todo, un elemento clave dentro de un programa mayor contrainsurreccional´ Y finaliza: `dentro de este modelo socioeconómico del apra, resulta indispensable salvar a los empresarios a pesar de sí mismos”. Una derecha que no entiende nada: al basurero de la historia Luego de ver ese mitin de la Plaza San Martín, luego de escuchar a sus líderes, uno encuentra que la derecha peruana tiene su lugar impostergable en el basurero de la historia. Ciega de toda ceguedad, obcecada por un discurso de elementales y anacrónicos lugares comunes, aquella masa de pitucos y olorosos maniquiés que desfiló por primera vez en Limalahorrible (ellos de Las Casuarinas, Higuereta, La Molina, Chacarilla, San Isidro, Miraflores, y, claro unos cuantos asalariados de sectores lumpenizados ) no se daban cuenta que sus volatines ya habían sido ensayados y puestos en práctica por la derecha que hizo caer a Allende y sumió a Chile en la negra noche del pinochetismo, que vino a ser un salto atrás en el desarrollo del capitalismo, tanto que hasta su antiguo progenitor, el imperialismo yanqui, le ha quitado sus preferencias. Un histrión de la ultraderecha Para los que tenemos algún respeto por la literatura peruana –que ha producido un Vallejo, un Mariátegui, un Arguedas- no podía sino causarnos una penosa impresión ver a `Pantaleón´ Vargas Llosa convertido en un triste histrión de la ultraderecha peruana, que lo movía a su entera voluntad. De conceptos políticos no podemos hablar, porque allí no hubo nada de eso. Simples lugares comunes, estereotipos que un alumno de primero de Letras ya ha dejado atrás por su estulticia, y que `Varguitas¨ repite como quien descubre la pólvora (tal el nivel de nuestra derecha educada por la televisión nacional y la prédica bedoyista o belaundoide). Ver a quien para algunos representa el non plus ultra de la inteligencia peruana, cuando pedía aplausos para esos `ilustres demócratas´ como el fascista doctor Bedoya o el esclerosado arquitecto Belaunde, o el felón y dictadorzuelo (a su lado Odría resulta Napoleón Bonaparte) Morales Bermúdez, resultó ya el clímax… La derecha peruana adornó la alicaída Plaza San Martín, con sus cintarajos, pitos y matracas, y con banderitas que repartían enjoyadas y pelipintadas damas y damiselas. ¡Todo un espectáculo circense! El circo romano inicia su función Orlando Orfei Circus hacía su función de debut y despedida. La temporada de Fiestas Patrias ha concluido, pero comienza, muy probablemente, el circo en el sentido romano del término. Esta derecha, a pesar de algunos momentos casi plañideros de ese demócrata `formal´ que aparenta ser Vargas Llosa, pide sangre. El gran titiritero Alan García quiere salvarla y, con ella, salvar a la burguesía que el apra tiene la misión histórica de preservar en el Perú. Pero la derecha no quiere ceder un ápice de sus seculares privilegios. Prefiere la caverna –a pesar de usar computadoras- antes que se la toque con el pétalo de una estatización (de farándula) más. En fin, la derecha peruana no quiere saber nada de nada. Se enfrenta al apra y pide su cabeza (recuérdese que esto fue escrito hace veintitrés años). Convierte en héroe a García al denostarlo, y con ello contribuye a la confusión general…” Los tiempos han mutado, y García, ahora, es portavoz y gonfalonero de la derecha peruana. Vargas Llosa, igualmente (es decir, sigue en lo mismo). Con Premio Nobel o sin él, su posición es impertérrita: todo lo que exude cambio o transformación social a favor de los humillados y ofendidos, contará, inevitablemente, con sus anatemas. Como anécdota histórica recordamos que esa ultraderecha que prohijó a nuestro flamante Premio Nobel, en esa oportunidad, apenas se aupó al poder el indeseable Fujimori, se puso a su lado y comió, una vez más, de ese plato sabrosón cuya fórmula tiene derechos reservados: la felonía, la traición sin dudas ni murmuraciones. Todo esto, por otro lado, se puede leer en “El pez en el agua”, libro lleno de anécdotas respecto a sus originales auspiciadores, y a favor de los cuales se lanzó al ruedo histórico, con los resultados que todos conocemos. Era importante recordar todo esto –a pesar de que para algunos suene muy duro- , porque, especialmente los maestros, deben tener, viva y fresca, la memoria histórica, ya que es parte de su formación intelectual y esclarecedora respecto a las nuevas generaciones. MARIO VARGAS LLOSA HABLA AHORA DE MALA FE (Una colaboración del embajador de Nicaragua en el Perú, ensayista y poeta Tomás Borge) Mario Vargas Llosa, brillante escritor, visitó Nicaragua, durante el primer gobierno sandinista. Lo atendí, le ofrecí una recepción a la cual asistió Gioconda Belli. Mario quedó deslumbrado por la belleza física de Gioconda, fascinación acentuada cuando le di a conocer algunos de sus poemas. Platicamos un largo rato y Vargas Llosa me desafío sonriendo, y me dijo: esta hermosa mujer algún día estará en la línea correcta. Logramos, desde entonces, tener cierta cordialidad difícil, adornada con puntos suspensivos y breves saludos. En aquella oportunidad Vargas escribió, para un diario norteamericano, varios capítulos sobre el FSLN. En sus crónicas relata que yo, supuestamente, le dije: “¿Cómo siendo tan buen escritor, sos tan reaccionario?”. “Yo me desquite —dice Mario— señalándome con su largo dedo. ¿Cómo siendo tan elocuente eres tan represivo?” En realidad yo le dije — y no quiso ser textual— “¿Cómo es posible que teniendo un lucero en la frente, tengas un pedazo de noche en la conciencia?” Mario agregó en su desquite: “Tomás Borge utiliza las metáforas hasta la perversidad.” El célebre peruano fue apasionado partidario de la revolución cubana. En algún minuto misterioso tuvo una reyerta con García Márquez y con Cuba. De pronto desconoció los méritos en educación, salud y solidaridad de la revolución martiana y escupió el rostro descomunal de Fidel Castro. No obstante, desde su visita a Nicaragua creí que el iluminado prosista peruano era propietario de una pesada honestidad manchada, tan solo, por sus prejuicios ideológicos. Siempre pensé que, aunque contrarrevolucionario, hablaba de buena fe, aunque, a veces, fue víctima de una mortal dosis de ingenuidad política, como cuando durante la campaña presidencial de la cual fue protagonista en el Perú, afirmó que despediría, apenas le pusieran la banda, a no sé cuantos centenares de miles de empleados fantasmas del corrupto gobierno de su país, de ese momento. Desde luego los centenares de miles de empleados votaron por quien sería un presidente ladronzuelo y criminal, Alberto Fujimori. No tengo duda que de haber llegado al poder Vargas Llosa hubiera protagonizado un gobierno derechista, aunque sin robos ni asesinatos. La buena fe del escritor originada en mi fantasía, la pongo en duda, con sus nuevas incursiones políticas acerca de las próximas elecciones legislativas en Venezuela. “Chávez está manipulando, desde ahora, los resultados de las próximas elecciones legislativas”, afirma con odiosa intencionalidad política, para que sus numerosos lectores pongan en duda, la inevitable victoria de las fuerzas revolucionarias de ese país fraterno. Actúa con mala certidumbre, desde su elevado prestigio literario dando a conocer su retorcido criterio a través de CNN y otros instrumentos mediáticos contrarrevolucionarios y, por lo tanto, calumniosos, así como en canales y diarios, enemigos de Chávez, en el propio Venezuela. Esos son los extremos del encono a los cuales conduce la repugnante maestría de la mentira deliberada y salvaje. A pesar de tanta deformación no dejaré de reconocer la calidad del novelista Mario Vargas Llosa, como no sería correcto ignorar la agilidad literaria y los meritos de Jorge Luis Borges y Pablo Antonio Cuadra. ALGO MÁS SOBRE MARIO VARGAS LLOSA (Otra opinión de Tomás Borge) Escribí un artículo sobre Mario Vargas Llosa y lo consulté con Marcela Pérez Silva a quien respeto y admiro por su honestidad y talento. Peruana, al fin, no estuvo de acuerdo con las críticas al novelista. Para los peruanos Vargas Llosa es tan sagrado como el himno nacional. Los revolucionarios peruanos —casi todos los peruanos— están orgullosos. Pregúntenselo al excelente poeta Arturo Corcuera o al hombre de bien, César Lévano, director del prestigiado diario “La Primera”, quienes, en esencia, han escrito panegíricos sobre el extraordinario escritor con suavísimos señalamientos críticos. Si ahora se lo propusiera, Vargas Llosa sería presidente del Perú con la incertidumbre y el riesgo inevitable sobre sus relaciones con los países del Alba. Incluso a mí se me alegró el oído al escuchar la noticia del galardón, lo cual más bien debe incomodar a Vargas —si acaso le da una ojeada, desde su Olimpo, a este escritor. Considero, como un deber, no obstante, referirme a las atrocidades de Vargas Llosa contra Fidel y la revolución cubana, puesto que prefiero la muerte a la cobardía del silencio. No me asusta —pero duele— saber como Marcela y la inmensa mayoría de los peruanos no estarán conformes con mis apreciaciones. Desde que Mario Vargas Llosa escribió “Conversación en la Catedral”, o a lo mejor antes, debió de haber recibido el premio Nobel. Este premio debería ser entregado por méritos literarios y no por inclinaciones ideológicas. Fue por la triste manera de ver al mundo y por sus barbaridades políticas, que el brillante novelista —según se dice— no fue galardonado. Parece ser que quienes deciden sobre esta merced se han vuelto conservadores o menos exigentes. Le otorgaron el Nobel de la Paz a Obama, quien aún no ha demostrado tener suficientes méritos y, ahora, a un disidente chino. Por muy justa que sea la honra a Mario Vargas Llosa, tal decisión se enmarca, al parecer, en esta nueva cultura derechista sueca. Si el parámetro para dar esa distinción siguiese siendo las bajas notas ideológicas, Vargas jamás sería digno de semejante honor. En fecha reciente dijo: “Esta mañana he vivido esa sensación de asco e ira, viendo al risueño presidente Lula del Brasil abrazando cariñosamente a Fidel y Raúl Castro”. Esta aversión la tiene el Nobel de Literatura por Daniel Ortega, Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa y cuanto revolucionario exista sobre la tierra. Marcela —quien es revolucionaria y admiradora de Fidel— hubiese preferido que no se dijera semejante tosquedad, pero se dijo y fue publicada en las leídas páginas del diario, ahora derechista, de España, “El País” y reproducida quien sabe en cuantos medios de derecha de este mundo que son los más leídos y numerosos. No es para nada un accidente de que estos dueños de la información del engaño perfecto resalten más las posiciones ideológicas y políticas del afortunado Nobel que sus méritos literarios. No le agrada al célebre escritor la amistad de Lula con Fidel, quien es objeto de reconocimiento por todos los líderes mundiales e intelectuales de mayor renombre: Mandela, Felipe González, Mario Benedetti, García Márquez, Julio Cortázar, el Rey de España e incontables y prestigiadas celebridades, de casi todos los premios Nobel de la Paz y de la Literatura.
La revolución cubana ha obtenido —y así lo reconocen los organismos especializados de las Naciones Unidas— logros extraordinarios en cuanto a desarrollo humano, abolición del racismo, acceso a la cultura, nutrición, protección a los ancianos y al medio ambiente y mortalidad materna. Cuba es el país más avanzado de la tierra en los índices de mortalidad infantil. Cuba ha contribuido a eliminar el analfabetismo en Bolivia, Venezuela y Nicaragua. Cuba ha operado con éxito a más de un millón de latinoamericanos de cataratas y otros males de la visión, incluyendo a miles de compatriotas de Vargas. A Mario Vargas Llosa —quien tiene un lucero literario en la frente y rechaza a Cuba y Fidel— no le produjo repugnancia abrazar al repugnante cómplice de Bush y Tony Blair en la guerra contra Irak que costó más de un millón de vidas inocentes, José María Aznar. Y le produce simpatía el terrorista cubano Luis Posada Carriles, responsable del crimen de un avión donde murieron casi un centenar de deportistas cubanos. Ninguno de los matarifes, ultraderechistas de este planeta azul le producen rechazo al exquisito escritor peruano. Sin duda, hay una feroz y descomunal desarmonía entre la luminosa creación del novelista con mayor estatura del Perú y sus fobias y simpatías ideológicas y políticas. Lástima. PALABRAS SOBRE “EL MITICO JAGUAR DE LA ESPESURA”: FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS Nuestra Institución prepara, para junio de 2011, un homenaje singular al gran “Pancho” Izquierdo Ríos, con un Encuentro Anual, del autor con su pueblo, en Saposoa, bajo el título de este epígrafe. Con ese motivo, añadimos –a las ya dichas con maestría- unas palabras sobre nuestro querido y emblemático autor amazónico. Escribió novelas y cuentos para niños, pero esencialmente –en todo y con todo- fue un maestro, uno de esos humildes y grandes docentes –anónimos y populares- de este Perú de metal y melancolía, como apuntara García Lorca. En una inolvidable página sobre él, debida al también narrador arequipeño, César Vega Herrera, recuerda éste cómo era el orgullo de nuestro escritor selvático, nacido en Saposoa, “apacible y soledoso pueblo de la Ceja de Selva del Departamento de San Martín”. Porque a partir del telúrico orgullo raigal de Francisco Izquierdo Ríos, podemos entender cómo lo acompañó su pequeño poblado por todos los vericuetos del Perú, que tuvo que recorrer en sus avatares de maestro de peruanidad, de buceador en el folklore, de perspicuo auscultador de la conciencia vernácula de nuestro pueblo: todo lo cual iba a ser volcado en una literatura directa, sencilla, eficaz. Con una obra polivalente de maestro, ensayista y creador narrativo, FIR dejó, además, la impronta de su singular personalidad, inolvidable para todos los que lo frecuentamos en su trabajo, primero en la añosa Casa de la Cultura, de la que fue fundador, y luego en el hoy tan venido a menos INC, donde ocupara la dirección de publicaciones. Con cuarenta años de servicios, se retiró de la función pública, pero no de la literatura y el pensamiento de avanzada: a ellos siguió sirviendo desde la presidencia de la ANEA, a la que insuflara su vitalidad y bonhomía. Yo recuerdo que admiré a “Panchito” –como todos le decíamos- por su fe insobornable en la literatura: siempre tenía un libro en preparación o uno recién editado, en un país donde es tan difícil publicar (él lo hacía echando mano de sus propios ahorros, invirtiendo lo que hubiera utilizado en gastos de frivolidades que a él no le interesaban). Así fueron apareciendo textos inolvidables como Mateo Paiva, el maestro (¿su alter ego?), Días oscuros, Belén, Gregorillo. O libros de cuentos tan bellos como El árbol blanco, que lo hiciera acreedor al Premio Nacional de Cultura, 1963; y otros como El colibrí con cola de pavo real; Shinti, el viborero, Cuentos de Adán Torres, En la tierra de los árboles, etc. Pancho Izquierdo es un escritor símbolo de la autorrealización: autodidacto en la literatura, extrajo ésta no de los libros o polvorientos infolios, sino de ese árbol inagotable y prodigioso de la vida; es decir, de su experiencia intransferible de gran caminador y sufridor del Perú en trance de parto histórico. HOMENAJE A VIOLETA VALCÁRCEL Recientemente falleció Violeta Valcárcel, emblemática luchadora social y periodista, esposa y compañera de Gustavo Valcárcel, notable poeta de la Generación del 50. Ella merece nuestro homenaje. Primero recogemos las palabras de su hija, la poeta Rosina Valcárcel. Luego el inmortal poema “Carta a Violeta” de Gustavo, nuestro propio homenaje y unas bellas palabras del novelista y abogado, Jorge Rendón Vásquez.
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