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Sabiduría del patriotaEl patriota sabe que las raíces terrestres que nos nutren son las hondas raíces de la Patria. Sabe que nuestra infancia y sus prados son irrenunciables, que nuestra juventud y sus campanas no tienen precio, y que la madurez y todos sus frutos duramente aprendidos, no pueden negociarse. Que el paisaje que las ha cobijado es parte de ellas mismas, es nuestro nutriente y nuestro gozo y se indigna ante quien, ignorándolo todo, profanándolo todo, hace mercancía la tierra, el mar, el aire y sus linderos victoriosos en el cautivo vientre de la Patria. El patriota valora que somos muchos, todos hermanos con derecho al abrazo seguro de una tierra que canta. Y que nadie podrá, so pretexto de gobernar, ahondar las diferencias, empobrecer las vidas, despedazar los sueños ciudadanos para erigirse en dueño y mercader. El patriota medita que después de su tiempo la Patria seguirá. Y ella nos necesita, brazo sobre el abrazo, fiero abrazo del yo y el tú enlazados. El patriota conoce que el hoy marca el mañana. Que los actos de aquellos que dieron a esta tierra su sabio aliento solidario, claman por nuestro esfuerzo para dejar a todos los que hoy nacen una Patria en que la vida merezca ser vivida. El patriota está en pie. Firme, sereno, solidario, vigilante, ... y resiste. Ya llegará la hora luminosa en la Patria. “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila.” Mariano Moreno Luz Stella Martínez Medellín, Colombia - 1967 Lluvia La lluvia precipita contra el asfalto su voz sorda me dice cómo renuncia Al caer sobre el vacío eterno es el viaje fugaz su paso de El libro del silencio – Cuadernos negros, editorial – Colombia, 2010 Ricardo Rubio Mataderos, Buenos Aires, Argentina - 1951La rueca Hay un reclamo de lógica perdida en la espalda del viento. Un reclamo de espacios y de ciencias en la infinita sabiduría de las rocas. Como nave cristalina el tiempo reviste la desnudez de la tierra y los profanos hijos del ancestro se pintan de colores y se visten de espejos nunca vistos. Y hay otras tantas formas de huir Hay un llanto esmeralda acariciando la mansedad de la montaña donde yace el mineral con su verdad dormida. Alguien descompuso esas semillas y creyéndose sabio les dio una cifra, y cifra y letra formaron extraños parásitos de papel que no sacian nuestra honda sed de invitados sin regalo. La claridad brota de viejas filosofías no escritas aún, los astros nada saben de palomas ni de credos, pero el suelo ha dado flores e insectos y sin contarnos nos envuelve en silencio y a él volvemos. Hay otras tantas formas de huir. Objeto de insignes pensadores con grandes cerebros y fortunas y profetas, magos, monjes e ingenieros; objeto de inútiles pisadas, de invasiones, de colonización de intrépidos periplos alrededor de qué o de quién, de formas y dibujos, de forzados cambios y de lluvias atómicas que nada saben de núcleo ni de átomo. Por eso el suelo aguantando no es sed y es amparo, sin embargo el gemido asoma en el desierto y el grito en el volcán. ¿Quién me dará una almeja y un balde de arena? ¿Quién me enseñará a no saber nada? Y otras tantas formas de huir. de “Pueblos repentinos” (1986) Simón Salvador Esain Maipú, Buenos Aires, Argentina -1945 Despedida de los balnearios¿Marzo ha vuelto de su viaje? soplan cantidades del Este en la bolsa oscura asomarse al patio es como asomarse a la vieja playa de San Clemente en la hora de partir cielo polvoriento el polen solar enturbia la frescura de la arena mojada en la melancolía soportable, estirada, desprejuiciada se sacuden las fachadas acústicas todavía anudado a ellas el insomnio de la última noche ¿1970? / ¿2001? ¿Abril? la luz cae sin compadecerse de los cuadros todo se presiente en soledad hasta lo hundido en un futuro lleno de turnos repetibles cráteres de horas de antigüedad producto de la caída de pasados instantáneos de paraísos artificiales / tiempo hoy o lo que hoy sea no puede ser nunca ha sido otra cosa De ‘U.S.Me (Paraíso del acobardado)’- Envío Rolando Revagliatti. César Cantoni La Plata, Argentina – 1951 Noche estival Por la ventana abierta de mi cuarto entra el viento encendido que viene del oeste, entra el perfume de las flores del patio, entran la luna y las estrellas, y en medio del bochorno de la noche entra también una mágica luciérnaga, un minúsculo universo que se basta a sí mismo y deja en la penumbra sus improntas de luz para desvelo de la mente absorta. De Continuidad de la noche, 1993 José Emilio Tallarico Buenos Aires, Argentina -1950 Una persiana Cae pesadamente como anunciándole un antes y un después a la luz. Campanada que redobla su apuesta. En Creés mirar lejos y otros poemas, La Luna Que, Buenos Aires, 2011. Esteban Ríos Cruz Asunción Ixtaltepec, Oaxaca - 1962 Laanu’ (lengua zapoteca) Ruualu’ guiidi’ ne ruaa’ chupa siedó’ye’ lo tubi si guibá’. Xquendaruuyalu’ lo xquendaruuya’ chupa guiigu’ cusulaahuaca Ndaani’ tubi si guidxiró’. Lade’ daabi lo ládilu’ chupa ludxi bele caniibica lo tubi si yaga buu caguí. Xquendarioodxisilu’ ne xquendarioodxise chupa ye ba’ cadi cá lá tuuxa lo ca lo tubi si guendarusiaanda. Nosotros Tu boca unida a mi boca dos amaneceres en un mismo cielo. Tu mirada en mi mirada dos ríos desbordados en una misma ciudad Mi cuerpo en tu cuerpo dos hogueras en vaivén en una misma brasa. Tu silencio y mi silencio dos lápidas sin nombres en un mismo olvido. Eugénio de Andrade Póvoa de Atalaia, Portugal – 1923 –2005 Espera Horas, horas sem fim, pesadas, fundas, esperarei por ti até que todas as coisas sejam mudas. Até que uma pedra irrompa e floresça. Até que um pássaro me saia da garganta e no silêncio desapareça. De As Mãos e os Frutos (1935) La TROIKA es el TRICORNIO de L'EUROPE Martín Micharvegas Pompeyo del Valle Honduras - 1929 Balada sola Árboles de mi país entrad en mi alma, antes que os mate el golpe de las hachas. Árboles de mi país entrad en mi alma. La forma de mis pesares se hace de plata, pero muerde lo mismo que las hachas. Árboles de mi país entrad en mi alma. El río caracolea sin ver las matas, llevándose un eco ciego entre sus aguas. Ríos de mi país entrad en mi alma. Eurídice, la de mis ojos, oye, lejana, el eco de mis angustias sobre su falda. Ríos de mi país entrad en mi alma. ―Orfeo, me grita el viento cuando pasa, no he visto casa más sola ni más amarga que el llanto que se desliza por tu palabra. Árboles de mi país entrad en mi alma. Ríos de mi país entrad en mi alma. Selección de Jorge Luis Oviedo, Biblioteca Virtual de Poesía Hondureña Carlos CarboneArgentina Art Tatum Dicen que en sus manos habitaba Dios. Dicen que tenía dos manos derechas. Dicen que su música ponía en armonía el caos de todo horizonte. Dicen que en sus ochenta y cuatro teclas se saciaba el hambre. Dicen que su música derrotaba la amnesia. Dicen que ese negro era la música. Con él descubrí la poesía. De Aspid, Edic. El Mono Armado, Buenos Aires, 2011. Triunfo Arciniegas Málaga, Colombia |