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Ensayo del amor al desamor 3/02/2011 Mi propósito no es dar un argumento documentado, sino transformar mi interpretación subjetiva, del amor al desamor, en un ensayo. Un ensayo cargado de divagaciones – o de sendas abiertas que puedan interpretarse a voluntad del lector –. Como dijo Andrenio, periodista y crítico literario español: “El ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía y hace excursiones del uno al otro”. Convirtiendo sus palabras en mi Padrenuestro – sin abogar favoritismos cristianos con la metáfora –, voy a hacer una excursión desde los sentimientos, sensaciones e impresiones, en una prosa poética, hacia el género didáctico, creando una frontera apenas perceptible – y por tanto, diluida – entre mis pretensiones literarias y el tema expuesto. Dicho esto - y ya con un ensayo iniciado desde las primeras palabras escritas –, he de reiterar que el valor poético del texto predomina sobre la intención de lo que en sí relata. Dando por sabido el concepto de amor – en todas sus vertientes - y, como consecuencia de la falta de este sentimiento, el desamor; me aventuro a la reflexión, a desempolvar un sentimiento tan antiguo y cotidiano que, a veces, tristemente, toma un matiz único: de lo bueno – el amor – a lo malo – el desamor. Siendo consciente de la reiteración de mis palabras, y pervirtiendo lo bello del lenguaje concienzudamente, me siento en la honesta libertad de convertir al lector en una sensata fuente de amor y desamor, de hacerlo entendedor de su significado - explícito e implícito -. Ahora, reflexionemos sobre qué entendemos por amor y desamor, y que, como siempre, cada cual deduzca lo que quiera. Una amiga me dijo una vez que la sinceridad es una condición sine qua non de la honestidad. Qué erudita, pensé, considerándola una persona que conoce con amplitud los “documentos” relativos de este arte - calificando dicho arte como ser sinceros con los demás para poder ser honestos con nosotros mismos- . Quizá, ahora, nuestra reflexión cambie, o quizá no. Ahí va la mía: La melodía de tu voz se convierte en un susurro lejano que se desvanece en el tiempo. El silencio invade el espacio; aquel espacio que un día fue nuestro. Tu silueta se vuelve imprecisa…se deshace, lentamente, a un ritmo acompasado que te desubica fuera de todo tiempo presente. Entretanto, mis recuerdos, torpes, tantean una historia improvisada. El tic-tac del reloj me recuerda que los minutos siguen avanzando y que solo has sido un fragmento de tiempo en un reloj de infinitas horas, un segmento de una historia con principio y fin. Cierro los ojos y te dibujo, mentalmente, petrificando tu destello para hacerlo eterno. No recuerdo en qué momento mi reflejo proyectó, por primera vez, un cuerpo y dos almas: la tuya y la mía. Cada instante a tu lado quebrantó una madeja en innumerables extremos de los que, en momentos como hoy, tiro para hacer real un recuerdo, para perpetuar tu figura en una partitura inacabada. Te recuerdo tal cual fuiste o, entendiendo que se revive lo que en primera persona se sintió - siendo este recuerdo real o ficción -, te recuerdo tal cual yo quise creer que eras…Ya dije que “tanteaba una historia improvisada”. Lo mejor de que se nos presenten situaciones- satisfactorias- es poder contarlas porque, solo entonces, se vuelven a vivir, incluso, podemos colorearlas a nuestro antojo, poniendo un color más intenso en aquello que resultó ser más pálido, o modelando con una forma precisa lo que meramente quedó esbozado. Así es como quiero recordarte, acentuada y perfilada, para pensar que nuestra historia fue real. Sin embargo, ironías de la vida, un teatro más que queda en apenas un ensayo didáctico tras el telón de mi expectante mirada. Y, en el intento de clasificar la historia en buena o mala, comprendí que es mejor aquel recuerdo que bosqueja sonrisas que aquel que, contrariamente, las empaña. Siendo fiel a mis pretensiones iniciales, con mi reflexión trato de mostrar lo bello del lenguaje, pudiendo llegar a provocar un cierto matiz abstracto en el argumento. Por ello, voy a desentramar, de una forma menos poética – que no menos bella – mi reflexión: Del amor al odio no hay un paso – dicho popular transformado, por mi antojo, a la negación –; del amor al odio hay cuantos pasos queramos, de hecho, alejarnos del amor no implica, forzosamente, el camino hacia el odio…Hay tantos atajos como, pragmáticamente, queramos vislumbrar. He aquí una historia de amor con principio y con final, en el que dos personas - afortunadas durante y víctimas después -, se aventuran en el perfecto sentir del deseo. Una de las protagonistas – anclada a un recuerdo que perdura en el tiempo – cuenta cómo honra a la que un día fue su amada, a la que un día quiso para siempre, confesándonos, al final, que no fue la única con la que se prometió amor eterno – entendiendo eterno de manera coloquial, es decir, como algo que se prolonga muchísimo o excesivamente-. Tras el amor llegó el desamor, y, con este, el vago recuerdo pervertido por su capricho de querer convertir lo que fue malo – o menos bueno – en favorable. Nuestra protagonista – llamemos así a la única implicada de quien testimonio alguno tenemos – nos explica que es mejor quedarse con lo bello e, incluso, hacer hermoso aquello que no lo fue, porque, al final de una historia, la sonrisa que perdura es la voz que desde un corazón boyante habla. Y, como dijo Candela Peña – en la película Princesas -: “Las cosas no son porque existan, son porque se sienten, porque alguien las retiene, las recuerda, les da vida”. – que, como siempre, cada uno las sienta, retenga, recuerde y de vida como quiera -. Para finalizar, nuestra protagonista nos relata como aprende, una vez más, de una historia que no ha sido única en su vida y de la que, desde su butaca espera, atenta, a que se estrene o no. Entretanto, se imagina esa historia a su libre albedrío y modifica el guión, añadiendo y quitando palabras, para hacerlo fiel a su exquisito y radiante deseo de sonreír al recordarla. He aquí otra profética cita, esta vez de la película Amélie, que dice: “La vida no es más que un interminable ensayo de una obra que jamás se estrenará”. – Luces, cámara, acción… y corten tantas veces quieran -. |
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![]() | «amor cortés» (pág. 217 del libro de texto, pregunta 1) e indica qué característica del amor cortés se dan en el Texto 2 | ![]() | «rienda suelta a la pasión y al amor, muchas veces ese amor imposible que atormenta el alma» |
![]() | «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» publicó Kant en Komgsbey (1764) este ensayo de vario y atrayente contenido.... | ![]() |