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Antyok hizo una pausa y aguardó una reacción que no se produjo. El rostro de cefeida permaneció inalterable, excepto por un suave temblor en la zona rugosa que era el tubo de beber desinflado. Es... es una cuestión que vacilábamos en mencionar continuó Antyok porque tiene aspectos muy personales. Mi Gobierno no desea entrometerse y hemos hecho lo posible para investigar el problema 73 con discreción y sin molestar a tu gente. Pero, francamente, nosotros... ¿Habéis fracasado? concluyó el cefeida, cuando la pausa se prolongó. Sí. Al menos no hemos descubierto una incapacidad concreta para imitar el ámbito de vuestro mundo original, a excepción de algunas modificaciones necesarias con el fin de hacerlo más habitable. Naturalmente, se piensa que existe algún problema químico. Y por eso pido tu ayuda voluntaria en el asunto. Tu gente está avanzada en el estudio de la bioquímica que os es propia. Si no quieres, o prefieres... No, no. Puedo ayudar. Parecía de buen humor. Arrugó los tersos y chatos rasgos de su cráneo lampiño, en la manifestación alienígena de una emoción incierta . No se nos hubiera ocurrido pensar que esto os turbara. Es un indicio más de vuestra bien intencionada amabilídad. Este mundo nos resulta satisfactorio, un paraíso en comparación con el viejo. Las condiciones que prevalecen son propias de nuestras leyendas de la Edad de Oro. Bien... Pero hay algo, algo que quizá vosotros no entendáis. No podemos esperar que otras inteligencias piensen del mismo modo. Intentaré entenderlo. La voz del cefeida se hizo más suave; los límpidos tonos graves, más pronunciados: En nuestro mundo natal agonizábamos, pero estábamos luchando. Nuestra ciencia, desarrollada a lo largo de una historia más antigua que la vuestra, llevaba las de perder, pero aún no estaba derrotada. Tal vez fuese porque nuestra ciencia era fundamentalmente biológica, no física como la vuestra. Vuestro pueblo descubrió nuevas formas de energía y llegó a las estrellas; el nuestro descubrió nuevas verdades en psicología y en psiquiatría y construyó una sociedad funcional libre de enfermedades y de delitos. »No es preciso preguntarse cuál de ambos enfoques era el más loable, pero no hay dudas en cuanto a cuál tuvo mayor éxito al final. En nuestro mundo agonizante, sin medios de vida ni fuentes de energía, nuestra ciencia biológica sólo podía facilitar la muerte. »Y aun así luchamos. Durante siglos hemos buscado a tientas los elementos de la energía atómica y lentamente se encendió la chispa de la esperanza que nos permitiría romper los límites bidimensionales de nuestra superficie planetaria para alcanzar las estrellas. En nuestro sistema no había otros planetas que nos sirvieran como escalas en el camino. Nada, salvo veinte años luz hasta la estrella más próxima y sin el conocimiento de la posibilidad de la existencia de otros sistemas planetarios, sino más bien lo contrario. »Pero en toda vida hay algo que insiste en luchar, aunque la lucha 74 sea inútil. En los últimos días quedábamos sólo cinco mil. Sólo cinco mil. Y nuestra nave estaba preparada. Era experimental y tal vez hubiera sido un fracaso, pero ya teníamos correctamente elaborados todos los principios de propulsión y navegación. Hubo una larga pausa y los ojíllos negros del cefeida parecieron cubrirse de nostalgia. ¿Y entonces llegamos nosotros? intervino el periodista. Y entonces llegasteis vosotros asintíó . Eso lo cambió todo. Disponíamos de energía. Disponíamos de un nuevo mundo no sólo satisfactorio, sino ideal. Si nosotros habíamos resuelto nuestros problemas sociales tiempo atrás, vosotros resolvisteis repentina y completamente nuestros aún más difíciles problemas de medio ambiente. ¿Y? preguntó Antyok. Pues... de algún modo eso no estaba bien. Durante siglos nuestros ancestros habían luchado por llegar a las estrellas y de pronto las estrellas resultaban ser de propiedad ajena. Habíamos luchado por la vida y de pronto ésta se transformaba en un obsequio que otros nos hacían. Ya no hay razones para luchar, ya no hay nada que alcanzar, todo el universo es propiedad de vuestra raza. Este mundo es vuestro dijo afablemente Antyok. Por consentimiento. Es un obsequio. No es nuestro por derecho. En mi opinión os lo habéis ganado. El cefeida fijó la vista en el semblante de su interlocutor. Tienes buenas intenciones, pero dudo que lo entiendas. No tenemos adónde ir, salvo este mundo con el que nos habéis obsequiado. Estamos en un callejón sin salida. La función de la vida es luchar y se nos ha arrebatado. La vida ya no puede interesarnos. No tenemos descendencia voluntariamente. Es nuestro modo de quitarnos del medio. Distraídamente, Antyok había retirado el fluoroglobo de la repisa de la ventana y lo hizo girar sobre la base. La llamativa superficie reflejó la luz al girar y su mole de un metro de altura flotaba en el aire con incongruente gracia y ligereza. ¿Es vuestra única solución? insistió Antyok . ¿La esterilidad? Podríamos escapar susurró el cefeída , pero ¿en qué parte de la galaxia hay sitio para nosotros? Es toda vuestra. Sí, no hay lugar para vosotros más cercano que las Nubes Magallánícas, si buscáis independencia. Las Nubes Magallánicas . Y no nos dejaríais ir. Tenéis buenas intenciones, lo sé. Sí, tenemos buenas intenciones..., pero no podríamos dejaros partir. Es una amabilidad errada. Tal vez, pero ¿no podríais resígnaros? Tenéis un mundo. Es algo que trasciende las explicaciones. Vuestra mentalidad es 75 distinta. No podríamos resignarnos. Creo, administrador, que has pensado ya antes en todo esto. El concepto del callejón sin salida en que nos hallamos atrapados no es nuevo para ti. Antyok se sobresaltó y detuvo el movimiento del fluoroglobo con una mano. ¿Puedes leerme la mente? Es sólo una conjetura. Y creo que es válida. Sí..., pero ¿puedes leerme la mente? ¿Puedes leer las mentes humanas? Es interesante. Los científicos dicen que no podéis, pero a veces me pregunto si simplemente no queréis. ¿Podrías responderme? Tal vez te estoy retrasando más de la cuenta. No..., no. Pero el menudo cefeida se arrebujó en su túnica y hundió el rostro en la almohadilla calefactora eléctrica del cuello . Vosotros habláis de leer mentes. No es así en absoluto, pero sin duda es imposible de explicar. Antyok murmuró el viejo proverbio: Es imposible explicar la visión a un ciego de nacimiento. En efecto. Este sentido que llamáis «lectura de mentes», muy erróneamente, no se aplica a nosotros. No es que no podamos recibir las sensaciones adecuadas, sino que vosotros no las transmitís, y no tenemos modo de explicaros cómo hacerlo. Ya. Hay ocasiones, por supuesto, de gran concentración o de tensión emocional por parte de uno de vosotros, en que algunos de los que somos más expertos en este sentido (más observadores por así decirlo) detectamos algo. Es impreciso. Pero a veces me he preguntado... Antyok hizo girar nuevamente el fluoroglobo. Sumido en sus pensamientos, miraba fijamente al cefeida. Gustiv Bannerd estiró los dedos y releyó sus notas, moviendo los labios en silencio. El fluoroglobo giraba, y poco a poco el cefeida se fue poniendo tenso, a medida que sus ojos escrutaban el brillo de gran colorido de la frágil superficie del globo. ¿Qué es eso? preguntó. Antyok se sobresaltó y su rostro cobró una expresión plácida. ¿Esto? Una moda de hace tres años, lo cual significa que este año es una reliquia anticuada. Se trata de un artilugio inservible, pero bonito. Bannerd, ¿podría ajustar las ventanas para no transmisión? Se oyó el suave chasquido de un contacto y las ventanas se transformaron en oscuras zonas curvadas, mientras en el centro de la habitación el fluoroglobo se transformaba en el centro de una irradiación rosada que parecía brincar en llamas ondulantes. Antyok, una figura 7G escarlata en una habitación escarlata, lo apoyó en la mesa y lo hizo girar con una mano teñida de rojo. Al girar, los colores cambiaban con creciente celeridad, fusionándose y descomponiéndose en los contrastes más extraordinarios. Antyok se hallaba envuelto en la turbadora atmósfera de un arco iris fúlgido y cambiante. La superficie es de un material que exhibe una fluorescencia variable. Casi no tiene peso y es muy frágil, pero está giroscópicamente equilibrado y rara vez se cae. Es bastane bonito, ¿no crees? Extremadamente bonito asintió el cefeida. Pero su momento ha pasado. Ya no está de moda. Es muy bonito. El cefeida parecía abstraído. Antyok hizo un gesto, Bannerd encendió la luz y los colores se disiparon. Eso es algo que agradaría a mí gente comentó el cefeida, mirando el globo con fascinación. Antyok se puso de pie. Será mejor que te vayas. Si te quedas más tiempo, la atmósfera puede surtir malos efectos. Agradezco humildemente tu amabilidad. Yo agradezco humildemente la tuya. El cefeida también se puso de pie. La mayoría de tu gente, por cierto dijo Antyok , ha aceptado el ofrecimiento de estudiar la configuración de nuestras naves modernas. Comprenderás, supongo, que el propósito era analizar sus reacciones ante nuestra tecnología. Confío en que eso no atente contra vuestro sentido del decoro. No es preciso que te disculpes. Yo tengo ahora los elementos necesarios para llegar a ser un piloto humano. Fue muy interesante. Evoca nuestros propios esfuerzos... y nos recuerda que andábamos por el camino correcto. El cefeida se marchó, y Antyok frunció el ceño al sentarse. Bien le dijo a Bannerd con brusquedad . Espero que recuerde usted nuestro acuerdo. Esta entrevista no se puede publicar. Bannerd se encogió de hombros. Muy bien. Antyok acarició la estatuilla de metal que tenía sobre el escritorio. ¿Qué piensa de todo esto, Bannerd? Lo lamento por ellos. Creo entender cómo se sienten. Deberíamos educarlos para que pensasen de otro modo, y la Filosofía puede hacerlo. ¿Eso cree? Sí. Pero no podemos dejarles ir. Claro que no. Eso es impensable. Tenemos mucho que aprender 77 de ellos. Ese sentimiento que experimentan es sólo una etapa pasajera. Ya pensarán de otro modo, especialmente cuando les concedamos la más plena independencia. Tal vez. ¿Qué piensa usted de los fluoroglobos, Bannerd? A él le han gustado. Quizá sea un gesto apropiado pedir varios miles. Es evidente que ahora se venden muy poco, así que están bastante baratos. Parece una buena idea. Pero la Agencia nunca lo aceptaría. Los conozco. El reportero entornó los párpados. Pero podría ser apropiado. Necesitan interesarse en cosas nuevas. ¿Sí? Bien, podríamos hacer algo. Si yo incluyera su transcripción de la entrevista como parte de un informe e hiciera hincapié en el asunto de los globos... A fin de cuentas, usted es un prosélito de la Filosofía y quizás ejerciera influencia sobre gente importante, cuya palabra tendría mucho más peso que la mía en la Agencia. ¿Entiende...? Sí murmuró Bannerd . Sí. De: JefAdm Cef 18 A: AgProvExt Temas: Proyecto ProvExt 2910, Parte II: Tasa de natalidad de los no humanos de Cefeo 18, Investigación de la. Referencia: (a) Carta de AgProvExt Cef N CM/car, 115097, fechada 223/977 I.G. Anexo: 1. Transcripción de la conversación entre L. Antyok, de JefAdm Cef 18, y Ni San, sumo juez de los no humanos de Cefeo 18. 1. Se adjunta en Anexo 1 para información de la AgProvExt. 2. La investigación del proyecto emprendido en respuesta a la autorización de referencia (a) se efectúa según las nuevas líneas indicadas en el Anexo 1. Aseguramos a la AgProvExt que utilizaremos todos los medios para combatir la nociva actitud psicológica que prevalece actualmente entre los no humanos. 3. Nótese que el sumo juez de los no humanos de Cefeo 18 manifestó interés en los fluoroglobos. Se ha iniciado una investigación preliminar sobre este dato de la psicología no humana. L. Antyok, superv., JefAdm Cef 18, 272/977 I.G. 78 De: AgProvExt A: JefAdm Cef 18 Tema: Proyecto ProvExt 2910: Tasa de natalidad de los no humanos de Cefeo 18, Investigación de la. Referencia: (a) Carta JefAdm Cef 18 AA LA/mn, fechada 272/977 I.G. 1. Con referencia al Anexo 1 de referencia (a), el Departamento de Comercio ha despachado una remesa de cinco mil fluoroglobos para Cefeo 18. 2. Se recomienda que JefAdm Cef 18 utilice todos los métodos para mitigar la insatisfacción de los no humanos, en conformidad con la necesidad de obediencia a las proclamas imperiales. C. Morily, jefe, AgProvExt, 283/977 I.G. 5 La cena había concluido, se había servido vino y se habían encendido los puros. La gente conversaba en grupos y el capitán de la flota mercante ocupaba el centro del grupo más numeroso. Su brillante uniforme blanco deslumbraba a sus interlocutores. El viaje fue cosa de nada manifestó con jactancia . He estado al mando de más de trescientas naves, pero nunca transporté semejante cargamento. ¡Santa Galaxia! ¿Para qué quieren ustedes cinco mil fluoroglobos en este desierto? Loodun Antyok rió suavemente. Para los no humanos. Espero que no haya sido un cargamento difícil. Difícil no, pero sí voluminoso. Son frágiles, y no podía llevar más de veinte por nave, con tantas regulaciones gubernamentales concernientes al embalado y a las precauciones contra las rupturas. Pero supongo que es dinero del Gobierno. Zammo sonrió torvamente. ¿Es su primera experiencia con los métodos del Gobierno, capitán? ¡Santa Galaxia, no! Procuro evitarlo, desde luego; pero a veces es imposible no verse enredado. Y es engorroso, a decir verdad. ¡Tantos trámites! ¡El papeleo! Es suficiente para atrofiarte el crecimiento y helarte la sangre en las venas. Es un tumor, un engendro canceroso en la galaxia. Yo lo borraría todo de un plumazo. Es usted injusto, capitán. No lo entiende. ¿No? Bien, ya que es usted uno de esos burócratas replicó, 79 pronunciando la palabra con una sonrisa , ¿por qué no explica su perspectiva de la situación? Pues bien contestó Antyok, con cierta agitación , el Gobierno es un asunto grave y complejo. Tenemos miles de planetas de que preocuparnos en este Imperio, y miles de millones de personas. Supervisar el arte de gobernar, sin una organización muy rigurosa, casi escapa a la capacidad humana. Creo que hay cuatrocientos millones de hombres tan sólo en el Servicio Administrativo Imperial y, para coordinar sus esfuerzos y amalgamar sus conocimientos, necesitamos esos trámites y ese papeleo. Cada elemento, aunque parezca insensato, tiene su utilidad. Cada papel es una hebra que enlaza la labor de cuatrocientos millones de humanos. Si aboliéramos el Servicio Administrativo, aboliríamos el Imperio, y con él la paz interestelar, el orden y la civilización. Vamos... dijo el capitán. No, lo digo en serio. Las reglas y el sistema de la organización administrativa deben ser abarcadoras y rígidas para que los funcionarios incompetentes, que los hay... Pueden reírse, pero también hay científicos incompetentes, y reporteros, y capitanes... Para que los funcionarios incompetentes, decía, puedan causar poco daño. Porque, en el peor de los casos, el sistema no puede funcionar solo. |
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