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Escuela Preparatoria Oficial No. 68 Ciclo escolar 2013-2014 Turno Vespertino Materia: Filosofía GUIA DE ESTUDIO PARA LA SEGUNDA EVALUACIÓN Resuelve los siguientes temas con lo que vimos en clase y con lo que investigaste en internet: EL RENACIMIENTO
RACIONALISMO Y EMPIRISMO
KANT
KANT “El esquema de la realidad viene a ser así para Kant: el sujeto cognoscente o espíritu –no considerado individualmente, sino en general- se enfrenta con un mundo exterior que, en su ser en sí, resulta absolutamente inasequible. Deduzco, sin embargo, que esa cosa en sí (o nóumeno) debe de existir porque en el conocimiento que poseo (conocimiento fenoménico) hay un elemento que no procede de mí, sino del exterior. Este elemento es lo que Kant llama el caos de las sensaciones. Esas sensaciones desordenadas se insertan en unos casilleros mentales –formas de la razón-, que son el espacio y el tiempo, en las que reciben una primera ordenación o información. El entendimiento después unifica y conexiona estas sensaciones por medio de otras formas de segundo grado –las categorías-, en cuyos moldes se producen ya los conceptos usuales que emplean las ciencias de la naturaleza. Al hombre, pues, no le es lícito preguntar qué es el espacio y el tiempo o cada una de las categorías, porque no son nada en la realidad exterior, no son en sí, sino en mí, son meras formas del conocimiento. Las formas sin contenido son vacías; el contenido sin las formas es ciego”. (GAMBRA, Rafael, Historia sencilla de la filosofía, ed. Minos, México, 1995, pp. 230-231). FILÓSOFOS MODERNOS
LA FILOSOFÍA NÁHUATL
LA FILOSOFÍA NÁHUATL [1] Todo el pensamiento filosófico náhuatl giró alrededor de una concepción estética del universo y de la vida… Entre los ejemplos de difrasismo ofrecidos por Garibay está precisamente éste: in xóchitl in cuícatl, al que se asigna como significado literal: flor y canto, y como sentido metafórico el de poema… De donde es necesario concluir que “lo único que puede ser verdadero sobre la tierra” –en opinión de los tlamatinime – son los poemas, o si se prefiere, la poesía: “flor y canto”. [2] Cultura y filosofía de metáforas, no aspiró a develar por completo el misterio, pero hizo sentir al hombre que lo bello es tal vez lo único real. Y como pensamiento y tendencia a la vez, pretendió dar un rostro sabio a los seres humanos, suscitando en ellos el ansia de robar cantares y belleza. En su impulso en pos de lo bello, vislumbró el hombre náhuatl que embelleciendo por un momento siquiera a las cosas que se quiebran, se desgarran y perecen, tal vez se logra ir metiendo la verdad en el propio corazón y en el mundo. [3] En función de esto, vieron los tlamatinime su mundo y estructuraron su cultura. Al lado de una técnica embrionaria, su espíritu supo elevarse a las alturas del pensamiento matemático, a través del cual contemplaron “el recorrido de los astros por los caminos del cielo” y a una de las más altas cumbres del pensar filosófico, que les permitió ver y comprender su vida con flores y cantos. Pero, su condición misma de cautivos, enamorados de los astros y lo bello, fue la ocasión principal de su ruina al tiempo de la Conquista. Algo así como si el mundo cambiante de tlalticpac –en misteriosa dialéctica- hubiese urdido un desquite. [4] La cultura de metáforas y números fue destruida con las armas de hierro y de fuego. Se desvaneció como un sueño: “sus plumajes de quetzal se rasgaron, sus obras de jade se hicieron pedazos…” y sólo quedó su recuerdo. La memoria de un mundo bello: endiosado y verdadero, hasta el día en que la belleza tuvo que huir al lugar de su origen, al mundo de “lo que nos sobrepasa”, cuando fueron abatidos los sabios, quemados los códices y convertidos en montones de piedras sin forma las esculturas y los palacios. [5] Mas, cabe afirmar que, en medio de la desgracia venida de afuera, la formación humana de los nahuas, “rostros sabios y corazones firmes”, conservó su grandeza hasta lo último. En su postrera actuación ante Cortés y los doce primeros frailes, después de expresar sus razones, no vacilaron en afirmar los tlamatinime, frente a la imagen de su cultura destruida: “Si como sostenéis nuestros dioses han muerto, dejadnos mejor ya morir…” (LEÓN-PORTILLA, Miguel, La Filosofía Náhuatl, UNAM, México, 1983, pp. 143, 322-323).
PENSADORES LATINOAMERICANOS
SAMUEL RAMOS [1] El hombre no es un ser que pueda atenerse al logro de lo necesario para vivir cada día. El deseo de sentirse seguro le impele a procurarse mucho más de lo que estrictamente exigen sus necesidades… Si la desproporción que existe entre lo que quiere hacer y lo que puede hacer es muy grande, desembocará sin duda en el fracaso, y al instante su espíritu se verá asaltado por el pesimismo. Reflexionando en su situación, sin darse cuenta de su verdadero error, se imaginará que es un hombre incapaz; desde ese momento desconfiará de sí mismo; en suma: germinará en su ánimo el sentimiento de inferioridad. [2] Me parece que el sentimiento de inferioridad en nuestra raza tiene un origen histórico que debe buscarse en la Conquista y Colonización. Pero no se manifiesta ostensiblemente sino a partir de la Independencia, cuando el país tiene que buscar por sí solo una fisonomía nacional propia. Siendo todavía un país muy joven, quiso, de un salto, ponerse a la altura de la vieja civilización europea, y entonces estalló el conflicto entre lo que se quiere y lo que se puede. La solución consistió en imitar a Europa, sus ideas, sus instituciones, creando así ciertas ficciones colectivas que, al ser tomadas por nosotros como un hecho, han resuelto el conflicto psicológico de un modo artificial. [3] México se ha alimentado, durante toda su existencia, de cultura europea, y ha sentido tal interés y aprecio por su valor, que al hacerse independiente en el siglo XIX la minoría más ilustrada, en su empeño de hacerse culta a la europea, se aproxima al descastamiento. No se puede negar que el interés por la cultura extranjera ha tenido para muchos mexicanos el sentido de una fuga espiritual de su propia tierra. La cultura, en este caso, es un claustro en el que se refugian los hombres que desprecian la realidad patria para ignorarla. [4] La imitación ha determinado en la vida mexicana un efecto: consiste en el desdoblamiento de nuestra vida en dos planos separados, uno real y otro ficticio… Si la vida se desenvuelve en dos sentidos distintos, por un lado la ley y por otro la realidad, esta última será siempre ilegal; y cuando en medio de esta situación abunda el espíritu de rebeldía ciega, dispuesta a estallar con el menor pretexto, nos explicamos la serie interminable de “revoluciones” que hacen de nuestra historia en el siglo XIX un círculo vicioso. [5] Es cierto que hubo un mestizaje, pero no de culturas sino de razas, pues al ponerse en contacto los conquistadores con los indígenas, la cultura de éstos quedó destruida. [6] La vida mexicana, a partir de la época colonial, tiende a encauzarse dentro de formas cultas traídas de Europa. Los vehículos más poderosos de esta trasplantación fueron dos: el idioma y la religión. De manera que el único agente civilizador en el Nuevo Mundo fue la Iglesia Católica que, en virtud de su monopolio pedagógico, modeló las sociedades americanas dentro de un sentido medieval de la vida. No sólo la escuela, sino la dirección de la vida social quedó sometida a la Iglesia, cuyo poder era semejante al de un Estado dentro de otro. [7] El individualismo es, en efecto, la nota dominante en todos los aspectos de la historia española… La política de España, durante su dominio en América, jamás se propuso que sus colonias pudieran formar en lo futuro unidades nacionales que se bastaran por sí. Y, sin embargo, las tendencias inherentes al carácter español fueron más poderosas que la voluntad de los gobiernos… No obstante que la revolución de independencia enarbolaba la bandera contra España al grito de “mueran los gachupines”, en esta misma actitud de negación se revelaba la psicología hispánica. No hacíamos otra cosa que emanciparnos de España a la española. [8] Afirma Adler que el sentimiento de inferioridad aparece en el niño al darse cuenta de lo insignificante de su fuerza en comparación con la de sus padres. Al nacer México, se encontró en el mundo civilizado en la misma relación del niño frente a sus mayores. Se presentaba en la historia cuando ya imperaba una civilización madura, que sólo a medias puede comprender un espíritu infantil. De esta situación desventajosa nace el sentimiento de inferioridad que se agravó con la conquista, el mestizaje, y hasta por la magnitud desproporcionada de la naturaleza. Pero este sentimiento no actúa de modo sensible en el carácter mexicano, sino al hacerse independiente, en el primer tercio de la centuria pasada… No hay razón para que el lector se ofenda al leer estas páginas, en donde no se afirma que el mexicano sea inferior, sino que se siente inferior, lo cual es cosa muy distinta. Si en algunos casos individuales el sentimiento de inferioridad traduce deficiencias orgánicas o psíquicas reales, en la mayoría de los mexicanos es una ilusión colectiva que resulta de medir al hombre con escalas de valores muy altos, correspondientes a países de edad avanzada” (SAMUEL RAMOS, El perfil del hombre y la cultura en México, Espasa Calpe, México, 1951, pp. 11-52). |