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Isla Negra 5/225 Casa de poesía y literaturas. febrero - 2010suscripción gratuita. Lanusei,Italia. Dirección: Gabriel Impaglione. Publicación inscripta en el Directorio Mundial de Revistas Literarias UNESCO revistaislanegra@yahoo.es - - http://isla_negra.zoomblog.com Martín Micharvegas Argentina“Saliendo del agua, / se tumbó en la arena. lamiéndole la cara,/ le susurré al oído: "Sabés a mar..." Y eya: / " Sí! Sé amar..." "Parajodas (sic)", es una recopilasión escrita en fonética rioplatense, ante los "Fastos del Biserpentario” Leticia Herrera Michoacán- México La historia no la escribe el vencedor En verdad os digo Eva parió a Adán De: Ver al volar, Mèxico, 1988 Jacques Prévert Francia- 1900 - 1977 Canción ¿Qué día es hoy? Hoy es todos los días Nosotros somos todos los días Amiga mía Nosotros somos toda la vida Amor mío Nos amamos y vivimos Y no sabemos qué es la vida Y no sabemos qué es el día Y no sabemos qué es el amor. Federico García Lorca Granada, España- 1898-1936 Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura. Víctor Casaus SánchezLa Habana, Cuba- 1944 De la historia universalMe han contado que en Pompeya entre las ruinas dejadas por el paso de la lava una vez se hallaron mezcladas con vasijas que la ceniza conservó y perros que ahora duermen bajo el polvo dos figuras que hacían y deshacían el amor en aquel temprano día del año 79 enlazados en ese abrazo que como se ha visto pudo más que la muerte. Nadie sabrá nunca en qué sístole en qué diástole estos cuerpos detuvieron su feroz armonía Ningún arqueólogo ningún historiador podrá contarnos con qué furor se amaban cuando el Vesubio los cubrió de materia ardiente (ellos creían al principio que se trataba del calor maravilloso que generaban sus cuerpos). Pero los que ahora hacemos el amor sobre esta isla y sobre esta otra isla enorme que es la Tierra los que violamos la soledad simulada de los parques los que huimos a escapadas a cuartos silenciosos en los que dejamos toda la alegría y toda la tristeza del amor conocemos sin embargo esa especie de furia en que estaban envueltos. Esas figuras que ahora descansan en una sala de museo (algunos las confunden con estatuas) dejaron a medias la hermosa actividad de sus piernas no llegaron a decirse sus nombres al oído (no gritaron siquiera cuando la lava los cubría) Pero el fuego del Vesubio no acabó con su fuego que ahora arde en los parques quema los preceptos de las más extrañas iglesias estalla en los finales de nuestras celebraciones. Gustavo Pereira Venezuela Por entre las islas Suelto mi corazón como vela y navego por entre las islas La algarabía de los pájaros marinos llena mi barco de alas No existe territorio como éste en pleno pecho de mi travesía que pueda hacerme olvidar cuán cerca de aquí estás mi silenciosa. Wang Bai-Yi China- 681-752 Noche en las montañas Quieto como un pozo veo navegar las estrellas. Al llegar las cigüeñas siento el frío en las venas. Hoy tampoco estarás conmigo. Traducción: L. Tamaral Roberto ObregónGuatemala, 1940 - "Desaparecido" por el ejército salvadoreño en 1970 La Canción Perdida A Olga Kómonova Aprehender, sí. Primero asimilando los matices y contornos ocultos. Lo húmedo, lo tibio, y sin soy afortunado el rumor de tu sangre abriendo zanja en la vida. Loco de mí. Inocente. Como si teniéndote sería yo el señor de tus trigales y tus bosques de abedul copados de nieve. Como si estrujando en mis manos un ramo de espesa malaquita, o segando una espiga de ámbar y el aliento de la estepa en el vino, desvelara tus rosadas yemas impresas en mi piel y disolviera tu trayecto en mis pasos. Pobre de mí. Y qué formas más antiguas de tenderte una celada a las ciegas y remotas fuerzas de la tierra. Qué manera más primaria de cazar las cosas. Loco. Grabo tu adjetivo y tu risa, tus piernas en la lluvia y la comisura de tus labios tristes. Desentraño con presteza tu imagen y en seguida, como lo hacían mis abuelos en las grutas cuajadas de estalactita (allá en Cobán), bailo sobre un solo pie ante los primerísimos jaguares que se introdujeron en el arte, ante los tecolotes y las monos y las culebras para siempre inmovilizadas en la piedra. Loco de mí -me parece discurrir antes de la gran claridad, y creo haber penetrado lo oscuro. Solamente porque he logrado dos, tres líneas y haber recogido tu levadura en mi palabra, por haber capturado a todo un pueblo introduciendo mi mano en ti. Nada más por haber agarrado tu carne el pulso herido de la tierra. Desgraciado de mí: construí un calabozo para enlazarte. Y en él me he quedado encerrado y gritando por salir de tu pecho. María Rosa Mó Argentina |