descargar 227.62 Kb.
|
DE LA LECTURA DE SIGNOS Y CÓDIGOS A LA LECTURA DEL CONTEXTO SOCIAL Congreso Mundial de Lecto-escritura, Dr. Antonio Alanís Huerta 1. Presentación. El proceso lector en el niño inicia desde que tiene el primer contacto con el mundo exterior; es decir desde que sale del vientre materno; aquí se inicia su relación con el contexto y sus situaciones. A partir de este momento el espacio que le rodea y el tiempo que define el ritmo de cada situación donde el niño se va a involucrar empieza a ejercer una influencia determinante en su conducta social y en las maneras como aprenderá la información propia de su cultura y de la historia de su pueblo. El aprendizaje de signos y códigos es fundamentalmente cultural; de tal manera que dos hermanos, e incluso gemelos, que crecieran en contextos y culturas diferentes donde se hablaran idiomas diferentes aprenderían los signos y los códigos propios de las culturas locales. Por lo que, puede afirmarse que los idiomas constituyen aprendizajes culturales que tienen poco que ver con la herencia biológica. Así, el aprendizaje de la primera cultura, denominada materna, constituye la base interpretativa de referencia para el aprendizaje de las segundas o terceras lenguas; por lo cual se puede afirmar que el aprendizaje de la lengua, como expresión oral de un pueblo, comienza en los primeros meses de vida del niño. En cambio, el idioma con todos sus signos y códigos lingüísticos se aprende en la escuela; y este aprendizaje complementario se denomina lengua escrita. En síntesis, el idioma en su conjunto abarca la expresión oral y escrita y constituye la herramienta principal para el aprendizaje de la cultura. En el proceso de aprendizaje de la cultura entran en juego factores de carácter social; entre ellos los que conciernen a los fundamentos ideológicos de un pueblo que se refieren fundamentalmente a las formas como se conciben las relaciones entre los sujetos y los sistemas sociales. Pero también en este mismo proceso de acercamiento a la aprehensión de la cultura local y nacional accedemos simultáneamente al aprendizaje de la cultura universal. Y en este mismo sentido vamos adquiriendo conocimientos generales y particulares sobre temas de la ciencia, la técnica y la cultura; vamos, de hecho, conociendo cada vez mejor el desarrollo histórico de nuestra sociedad. En el presente trabajo se pretende analizar a los principios y valores que debieran sustentar los procesos de formación científica y cultural de los niños; partiendo de los significados contextuales de los valores en relación con los acontecimientos y tendencias que caracterizan al mundo actual. Se plantea un análisis breve de la ética, el civismo y la axiología en el contexto del desarrollo científico, tecnológico y humanístico actual. Pero principalmente se presenta un estudio analítico sobre las preferencias iconográficas de los niños de educación preescolar; de igual forma se analiza el tipo de preferencias de lectura de los niños de educación primaria, en escuelas de educación pública y privada en la ciudad de Morelia, Mich., México. Se pretende responder a preguntas como las siguientes: ¿Qué leen actualmente los niños? ¿Qué les gustaría leer? ¿Qué significados le atribuyen a lo que leen? ¿Qué debiera abordar un conjunto de lecturas básicas para niños? ¿Qué papel juega la imagen electrónica en la concepción cultural de los niños? ¿Qué imágenes gráficas expresan más comúnmente los niños? A manera de marco conceptual, se desarrolla el concepto de una educación para la vida; se destaca también el concepto del hombre de la educación permanente; un hombre inacabado, en permanente transformación. Se refieren las aportaciones de la UNESCO en materia de política educativa; fundamentalmente las que conciernen a los valores universales que fundamentan los derechos del hombre; esos valores que orientan las voluntades para aprender a aprender, aprender a conocer, aprender a hacer y principalmente aprender a vivir juntos. 2. Una educación para la vida. La educación para la vida es fundamentalmente una educación cívica y ética; ha de ser una iniciación de los niños en el conocimiento y reflexión en torno a los valores que han sido la basede la cultura universal. Valores que en cada latitud adquieren relevancia en función de la política educativa nacional enmarcada en las tradiciones culturales de los pueblos. Esta educación se fundamenta en la necesidad de que el niño desde temprana edad participe activamente en procesos donde se practiquen los temas de la democracia, el valor civil, la tolerancia y el diálogo como instrumentos principales de la actuación ciudadana. En México, después de las elecciones federales de 1997 queda establecido que el proceso en democratización de un país como México ha tenido grandes avances; los partidos políticos se han visto exigidos a cambiar sus estrategias de actuación porque la sociedad mexicana ha cambiado más rápido que las organizaciones e incluso, a las oposiciones políticas y las organizaciones gremiales aún les cuesta mucho cambiar sus propios discursos, que visiblemente tienen muy poca o nula recepción en la sociedad; lo cual no es deseable pues esto fomenta la apatía y el abstencionismo. Y en este aspecto, la escuela tiene mucho quehacer, pues el valor de la democracia, “si bien empieza en la familia, ha de consolidarse en la escuela; la democracia es un ejemplo antes que un discurso.”1, en las que participaron los niños, votando por los valores que consideraban más importantes, se logró establecer que la ética y el civismo volviesen a ser materia de estudio en la educación primaria y secundaria; de tal manera que los cursos de civismo y de ética constituyen la base del curriculum nacional; y de hecho son la base de cualquier sociedad que esté interesada en el futuro de sus niños y sus jóvenes. 1 . ALANIS HUERTA Antonio. Los escenarios de la construcción democrática. Ediciones de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Sociedad de Nicolaitas Ex-Alumnos, A.C., Morelia, Mich., México, julio de 1998, p. 38, 48 p.p. Por estas razones, la formación cívica se orienta a la esfera de la convivencia ciudadana; en esta esfera la atención se enfoca al estudio de los valores como el respeto a las diferencias, a la práctica de la democracia, al ejercicio del diálogo como medio de comunicación y de solución de problemas; y en ese proceso, se ha de ejercitar el valor de la tolerancia, pues sólo así se puede llegar a consensos para la toma de decisiones. En síntesis, la formación cívica aporta los fundamentos conceptuales para la convivencia social. En cuanto a la formación ética, ésta es el resultado de la convivencia; es el sustento de la actuación social. Así, se puede predicar con los valores fundamentales de la humanidad y se puede expresar una imagen social que da idea de que se tiene una sólida formación cívica pero solamente la actuación social en situación nos da idea de la formación ética. En este sentido, la formación ética es la evidencia de la actuación; es la práctica con el ejemplo. Es aquí donde convergen los valores, las destrezas y los principios que nuestra sociedad establece como básicos; y es en el marco de esta tríada conceptual que la sociedad nos evalúa como sujetos éticamente actuantes., el Deber Ser y el Saber Actuar son los elementos de la expresión ética; son los fundamentos del Saber Ser y de la actuación ética Por otra parte, a todo valor le corresponde su antivalor; y el mejor ejemplo es el bien y el mal. En el campo educativo el mal es no saber escribir ni leer; el bien es aprender a hacerlo. De tal forma que un valor es lo que la sociedad ha establecido como bueno; es lo que despierta interés por lograrlo. Pero un contravalor es lo que se opone al desarrollo de la humanidad; es todo aquello que combaten las religiones y la escuela, como instituciones principales de la sociedad. 3. El hombre inacabado o en permanente formación. Si atendemos a uno de los principios básicos de la educación permanente que postula que la educación del hombre no termina cuando culmina una carrera; que el hombre es inacabado y que es susceptible de una constante actualización; entonces, la formación profesional que recibe el sujeto en la universidad o en los institutos corresponde, en el mejor de los casos, al conocimiento vigente en el momento de concluir los estudios. Así, el valor de la educación de nuestro tiempo reside en la capacidad de los sujetos para actualizarse en el campo de su profesión u oficio. Cabe señalar que todas las tendencias innovadoras van precedidas necesariamente de signos de angustia y de esperanza pues el contexto en que vivimos nos plantea cotidianamente exigencias que no siempre podemos satisfacer. Por una parte, el sujeto se enfrenta a exigencias y contextos laborales con incertidumbres e inseguridad en el nivel de su competencia profesional; pero por otro lado, siempre tendrá la esperanza de lograr sus anhelos con esfuerzos extraordinarios. La UNESCO, desde su creación, se ha orientado al desarrollo de programas y proyectos para la liberación espiritual e intelectual del hombre. Se ha fundamentado en los valores universales que se derivan de los Derechos Universales del Hombre y a principio de los setenta establece la Comisión Faure, para el diseño de políticas educativas marco que serían la base de grandes programas orientados por la filosofía de la educación permanente. Ya desde entonces se precisaba que había necesidad de educar para la vida, en la vida y para la convivencia con los demás; en otros términos, los aprendizajes fundamentales para la subsistencia de los individuos en su contexto se orientaban ya a dos grandes campos, que la Comisión Faure, denominó aprender a aprender y aprender a ser2. Posteriormente, la Comisión Delors, en 1996, enriquece estos campos y define que las misiones de la educación se enmarcan en cuatro tipos de conocimiento: “aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores”3. Y en el caso de la formación profesional estos principios se traducen en tres enfoques que definen las competencias profesionales: El Saber, El Saber Hacer y el Saber Ser4. 4. La literatura infantil y la lectura. La literatura infantil se ha caracterizado principalmente porque aborda temas relacionados con los niños; es decir, los principales protagonistas son niños y niñas, menores de 15 años; pero también es cierto que un enfoque de la literatura infantil concierne a la adaptación de grandes temas de la literatura universal, la ciencia y la cultura; es una adaptación de personajes y niveles de lenguaje correspondientes con el desarrollo psicosocial de los niños. Sin embargo, un enfoque deseable para ser desarrollado con los niños es la literatura infantil creada por los propios niños; lo que simultáneamente fomentará la imaginación, y no necesariamente para formar literatos sino para el desarrollo de la creatividad, que es fuente importante para la formación del espíritu científico. 2 FAURE Edgar (Coordinador). Aprender a Ser. Edit. UNESCO-Alianza Editorial, Madrid, 1972, 426 p.p. 3 DELORS Jacques (Coordinador). La Educación Encierra un Tesoro. Ediciones de la UNESCO, México, 1997, p. 91, 302 p.p. 4 ALANÍS HUERTA Antonio. Educación y Formación Profesional (Análisis y perspectivas hacia el tercer milenio). Ediciones del ICEST, Tampico, Tamps., México, octubre de 2000, 108 p.p. En este sentido, la Secretaría de Educación Pública (SEP) de México ha editado un paquete especializado de 29 libros para apoyar la introducción a la lectura, a través de la literatura de los tipos y enfoques mencionados arriba; además de otros materiales bibliográficos para las educadoras del nivel preescolar (kindergarden o maternal). En suma, los libros especializados para este nivel se acercan a cincuenta volúmenes. Aquí el problema reside en el tiempo y el interés de las educadoras para utilizar estos valiosos apoyos. Más recientemente, y a nivel local, la Secretaría de Educación en el Estado de Michoacán editó el libro Los Valores en Educación Básica5 para el uso de los maestros y maestras de educación preescolar y primaria. Se dedica un capítulo para cada nivel y se explica cómo tratar el tema de los valores en el marco de los programas de preescolar y primaria; en su primera edición la obra se agotó y a decir de los profesores les ha sido de gran utilidad. 4.1 Las lecturas infantiles y las preferencias de los niños. En los temas infantiles es frecuente la mezcla de la fantasía y la realidad, por considerarla una característica propia de la etapa infantil; tal es el caso de historias donde los animales hablan o donde los juguetes toman vida; ejemplos hay muchos, entre los más conocidos están Pinocho, el Gato con Botas, La Dama y el Vagabundo, Alicia en el País de las Maravillas o El Soldadito de Plomo. En lo referente a los temas donde los niños son protagonistas, reconocemos a Hansel y Gretel, a El Sastrecillo Valiente, a La Niña de los Fósforos o a Caperucita Roja. En estos temas se destacan virtudes y habilidades que exaltan el valor de la niñez y la limpieza de espíritu; la solidaridad, la honestidad, la valentía o la generosidad. Es decir, los temas infantiles están asociados frecuentemente al cultivo de los valores universales que han sido el fundamento del desarrollo del hombre. En el caso de los cuentos y las fábulas, Esopo (s. VII-VI A. de C.) y Jean De La Fontaine (Francia, 1621-1691), son autores reconocidos a nivel universal; ellos hacían hablar a los personajes desarrollando temas sobre los valores y los antivalores; principalmente asociados al bien y al mal, pero sintetizaban la historia con una moraleja. Y la moraleja es una lección de moral o de buenas costumbres donde se privilegia el bien sobre el mal; es decir, donde el aprendizaje es derivado de la reflexión que hacen los lectores de la historia breve contada por los autores. En el caso mexicano, el personaje de Cantinflas fue utilizado magistralmente para introducir a los niños en el mundo mágico de la literatura universal; contando las historias de manera chusca, muy al estilo de Cantinflas; que cabe decirlo, sigue siendo un personaje mexicano con el cual se identifica la comedia cinematográfica y el ingenio de los latinoamericanos para resolver nuestros problemas de la vida cotidiana. 5 Como puede apreciarse la literatura infantil se asocia con lo lúdico, con las buenas costumbres y los valores universales; y no podría ser de otra manera puesto que a los niños debemos educarlos en el marco axiológico de la cultura universal y en el conocimiento de sus valores que constituyen su identidad nacional; que es el fundamento de su desarrollo como ciudadanos y profesionales de su tiempo. En resumen, puede afirmarse que este enfoque temático de la literatura infantil representa la inducción formal que hace la escuela para que el niño adquiera el gusto por la lectura; por el conocimiento de la historia y la cultura del hombre universal y la de su contexto nacional. Sin embargo, no podemos negar que el niño está expuesto a la influencia de su contexto familiar y comunitario; en este contacto aprende buenas y malas costumbres; toma contacto con la mercadotecnia y los antivalores. Y uno de los factores que ejercen una influencia notable en su cultura es la televisión; y dado su carácter de medio electrónico audiovisual le facilita el proceso de percepción, asimilación y práctica de valores y conductas no siempre benéficos para su desarrollo sociocultural. De tal manera que, en la actualidad, los niños latinoamericanos conocen mejor a personajes televisivos como Gokú o Gohan del Dragon Ball o Pikachu de Pokémon6 que a héroes nacionales como Hidalgo, Bolívar, San Martín o Cienfuegos. Una vez más encontramos mezclados aquí conceptos y personajes de la vida real y de la fantasía; y son estos últimos los que se arraigan más fácilmente en las mentes infantiles. Ni hablar de Mikey Mouse, de Superman o de La Mujer Maravilla; que si bien su cotización ha venido a la baja frente a los personajes japoneses, siguen ejerciendo una influencia importante en las tres generaciones contemporáneas de niños, jóvenes y adultos que hemos vivido en el siglo XX y viviremos gran parte del siglo XXI. Pero cabe decir que de acuerdo con algunos niños entrevistados sobre las preferencias de los dibujos animados japoneses (cartoons, chiquilladas o caricaturas) frente a los norteamericanos, argumentan que sus historias les parecen “bobas” y predecibles; siempre cuentan la misma historia donde los buenos siempre son los blancos; los malos son los latinos, los negros o los chinos; lo cual al mismo tiempo incide en el fomento del racismo y en la venta de una imagen de super héroe norteamericano, todopoderoso que justifica la muerte de sus adversarios como un acto de justicia. En cambio el personaje japonés es protagonista de historias fantásticas pero más enmarcadas en el misterio místico; en los valores y la disciplina orientales; en la defensa de los débiles y en el fomento del valor de la amistad y en el respeto a la muerte como una etapa de la existencia; no como algo a que se le tema sino como esperanza de un mundo mejor. Y estos conceptos sobre la amistad y la muerte coinciden mucho con la idiosincrasia del mexicano y del latinoamericano; para quienes la amistad tiene un valor muy amplio, casi mítico; y la muerte es una imagen a quien se le teme pero simultáneamente se le venera y se le bromea. Aunque cabe mencionar que el ingrediente de violencia sigue estando presente tanto en las series de dibujos animados norteamericanos como en los japoneses. Por otra parte, si queremos ser aún más perspicaces, veremos que los personajes europeos forman parte del siglo XIX, pues su influencia cultural y científica fue altamente relevante pero paradójicamente motivó grandes revoluciones sociales en Latinoamérica. Y en el mismo sentido, los héroes norteamericanos ejercieron una fuerte influencia hasta la década de los noventa; pero a finales del siglo XX y principios del XXI se ha venido consolidando la cultura japonesa, asociada siempre con el paradigma electrónico y de la miniatura7. A nivel mundial estas dos culturas, la norteamericana y la nipona, se siguen disputando el mercado de la economía, la política y la cultura universal. Aunque es importante hacer notar que México está volviendo su interés hacia la vieja Europa; la Europa de la cultura, la del hombre universal; que también es la Europa del comercio mundial. Por lo cual no nos debe extrañar que la cultura latina se esté imponiendo en los gustos musicales y literarios; y esperemos que pronto encontremos espacios de expresión para exponer nuestra inteligencia y habilidades en el campo de la ciencia y la tecnología. |